Ni las barras de una cárcel podrán separarnos del amor
de Dios
Francisco
llevó cercanía y aliento a los presos de Poggioreale - REUTERS
20/03/2015 20:06
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(RV).-
A primeras horas de la tarde el Papa se dirigió hasta el centro penitenciario ''Giuseppe
Salvia'' en Poggioreale para llevar su cercanía y
aliento a los detenidos, con quienes luego almorzó. Dirigiendo unas
sentidas palabras a los presos, Francisco expresó su alegría por haber llegado hasta
aquella realidad de la periferia existencial, llevándoles la palabra y el amor
de Jesús, “muerto en la cruz para salvar a cada uno de nosotros, venido a la
tierra para hacer plena nuestra esperanza”. A estos “queridos
hermanos” el Pontífice les aseguró conocer su dolorosa situación de
vida. “A menudo los encarcelados son tenidos en condiciones indignas de
la persona humana, y después no logran reintegrarse en la sociedad. Pero
gracias a Dios hay también dirigentes, capellanes, educadores, operadores
pastorales que saben estar cerca de ustedes”, les dijo, resaltando que hay
algunas buenas y significativas experiencias de reintegración. A este respecto el Obispo de Roma enfatizó que es necesario trabajar sobre estas
experiencias positivas para desarollar una actitud diversa en la comunidad
civil y también en la comunidad de la Iglesia.
“En la
base de este compromiso se encuentra la convincción de que el amor puede
siempre transformar a la persona humana. Y entonces un lugar de marginación,
como puede ser la cárcel en sentido negativo, se puede convertir en un lugar de
inclusión y de estímulo para toda la sociedad, para que sea más justa, más
atenta a las personas”. Al observar que a veces ocurre sentirse “desilusionados, desconfiados,
abandonados por todos”, el Papa recordó a estos hermanos que
Dios no se olvida de sus hijos. “Él está siempre a nuestro lado, especialmente
en la hora de la prueba; es un Padre ‘rico de misericordia’, que siempre dirije
sobre nosotros su mirada serena y benévola, nos espera siempre con los brazos abiertos.
Ésta es una certeza que infunde consolación y esperanza, especialmente en los
momentos difíciles
y tristes”.
“También
si en la vida nos hemos equivocado, el Señor no se cansa de señalarnos el
camino del regreso y del encuentro con Él. El amor de Jesús por cada uno de
nosotros es fuente de consolación
y de esperanza. Es una certidumbre fundamental para
nosotros: ¡nada podrá jamás separarnos del amor de Dios! Ni siquiera las rejas
de una cárcel. La única cosa que nos puede separar de Él es nuestro pecado;
pero si lo reconocemos y lo confesamos con arrepentimiento sincero, ese pecado
se convierte en lugar de encuentro, porque Él es misericordia”.
(RC-RV)
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