domingo, 22 de marzo de 2015

No teman soñar un mundo mejor, el Papa en el barrio de Scampia 21032015

No teman soñar un mundo mejor, el Papa en el barrio de Scampia

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“A Maronna v’accumpagne!”.

(RV).- Desde el Santuario de Pompeya el Papa Francisco se trasladó en helicóptero al campo deportivo municipal de Scampia en Nápoles, a donde llegó poco después de las 9.00 para encontrarse con la población de este barrio situado en la extrema periferia norte de la ciudad, que se caracteriza por contar con el mayor número de desocupados. El Santo Padre celebró aquí un emotivo encuentro con las diversas categorías sociales en la plaza Juan Pablo.
Ante todo, el Papa saludó y agradeció la calurosa acogida que le reservaron, dando gracias al su Arzobispo que le había dirigido unas palabras de bienvenida. Francisco explicó que quiso comenzar desde esta periferia su visita a Nápoles, a la vez que agradeció a quienes dieron voz a las realidades de los emigrantes, trabajadores y magistrados.
El Papa Bergoglio también destacó que pertenecen a un pueblo que cuenta con una larga historia, caracterizada por vicisitudes complejas y dramáticas. “La vida en Nápoles nunca ha sido fácil – dijo –, pero tampoco triste”. Es éste su gran recurso – añadió – y se refirió al camino cotidiano en esta ciudad, con sus dificultades y necesidades, y, a veces, con sus duras pruebas, que produce una “cultura de la vida” que ayuda siempre a levantarse después de cada caída y hacer que el mal no tenga la última palabra.
El Papa Francisco dijo en Scampia que la corrupción tiene mal olor, y que no hay que explotar a los trabajadores. Dejando en diversos momentos el texto preparado para esta ocasión, el Papa Francisco improvisó diversas palabras, comenzando por la calurosa acogida, en la que se ve – dijo –  que los napolitanos no son fríos.
Tras repetir que no permitan jamás que el mal tenga la última palabra, recordó que los emigrantes "no son ciudadanos de serie B".  Y lo hizo respondiendo a una hermana que habló en nombre de los emigrantes y de los sin techo. ¿Es necesario llegar a esto – se preguntó –  los emigrantes son seres humanos de segunda clase?
Por eso pidió que hagan sentir a sus hermanos y hermanas migrantes que son ciudadanos, como ellos, hijos de Dios, y que son emigrantes como nosotros, porque todos nosotros somos emigrantes hacia otra patria, eh?  Y añadió tal vez llegaremos todos, eh? Y que nadie se pierda por el camino.
También destacó que la desocupación roba la dignidad. Y recordó que “más del 40 por ciento de los jóvenes de 25 años no tienen trabajo, lo que es sumamente grave. De ahí su pregunta acerca de ¿qué hace un joven sin trabajo? ¿Qué futuro tiene? ¿Qué camino de vida elige? Y esta, dijo es una responsabilidad no sólo de la ciudad, no sólo del país, sino del mundo.  ¿Por qué? Porque hay un sistema económico que descarta a la gente y ahora le toca el turno a los jóvenes, que son descartados, es decir, los jóvenes que están sin trabajo.
Francisco repitió que la desocupación roba la dignidad y dijo que la explotación de los trabajadores no es cristiano, que la corrupción huele mal y que su presencia quiere servir como impulso de esperanza. Por esta razón los invitó a hacer una buena política, y a tener el valor de ir adelante por el camino del bien.
“Es la esperanza – dijo el Pontífice –, lo saben bien, este gran patrimonio, esta ‘palanca del alma’, tan valiosa, pero también expuesta a asaltos y robos.
“Quien emprende voluntariamente el camino del mal roba un trozo de esperanza. Lo roba a sí mismo y a todos, a tanta gente honrada y laboriosa, a la buena fama de la ciudad, a su economía”.
Y concluyó deseándoles lo mejor, que vayan adelante y pidiendo que San Jenaro, su Patrono, los asista e interceda por ellos. Francisco bendijo de corazón a todos, a las familias, a su barrio, y a todos los niños presentes.
Y por favor, les pidió, no se olviden de rezar por mí, pidiendo, en napolitano, que la Virgen los acompañe. “A Maronna v’accumpagne!”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).

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