Beata María de la Encarnación

Beata María de la Encarnación Rosal, virgen y fundadora
En Tulcan, lugar de Ecuador, beata María de la Encarnación (María Vicenta) Rosal, virgen, fundadora de la Congregación de Hermanas Betlehemitas, con el fin principal de reivindicar la dignidad de la mujer y formar cristianamente a las niñas.
Vicenta, nacida en Quetzaltenango, Guatemala, el 26 de octubre de 1820, en un hogar cristiano, creció en un ambiente de fe. Fue bautizada por sus padres como María Vicenta Rosal Vásquez, pero al asumir su vocación religiosa cambió su nombre por el de María Encarnación Rosal del Corazón de Jesús. A los 15 años ingresó en el Beaterio de Belén, en la ciudad de Guatemala, institución que estaba bajo la jurisdicción de los padres Betlemitas, fundados por san Pedro de Betancour. Recibe el hábito de manos del último padre Betlemita, Fray José de San Martín, y toma el nombre de María Encarnación del Sagrado Corazón. Insatisfecha con la vida en el Beaterio, pasa al convento de las «Catalinas», para retornar luego a su «Belén», donde es elegida Priora; trata de reformarlo, pero al no lograrlo decide fundar otro donde se vivan las Constituciones que ella había redactado y que habían sido aprobadas por el Obispo. Lo logra en Quetzaltenango, su tierra natal.
Su vida y obra logra conservar el carisma del fundador, beato Pedro de Betancour. «A la luz de la encarnación, de la Navidad y de la muerte del Redentor», la Congregación vive el espíritu de reparación de los dolores del Sagrado Corazón de Jesús, dedica el 25 de cada mes a la adoración reparadora. El ansia por la gloria de Dios y la salvación de los hombres la lleva a «servir con solicitud al hermano necesitado», y a dar «impulso a la educación de la niñez y de la juventud en los colegios, escuelas y hogares para niñas pobres», como también a «dedicarse a otras obras de promoción y asistencia social».
En 1855, la reformadora de la Orden Bethlemita inició formalmente su trabajo religioso por la comunidad, fundando en Quetzaltenango dos colegios, pero su obra fue interrumpida al iniciarse la persecución del gobernante Justo Rufino Barrios (1873-85), quien expulsó del país a varias órdenes religiosas. Con el fin de continuar su labor evangelizadora, la reformadora de la Orden Bethlemita llegó a Costa Rica en 1877. Ahí fundó el primer colegio para mujeres en Cartago, a 23 kilómetros de esta capital, donde se asienta la basílica de la Reina de los Ángeles, Patrona de Costa Rica.
En 1886, la Madre Encarnación fundó un orfelinato-asilo en San José. Sin embargo, nuevamente debió abandonar el país en 1884 cuando otro gobierno asumió el poder, expulsó a las órdenes religiosas e impuso la educación laicista. La Madre Encarnación funda casas también en Colombia y Ecuador, y sufre el destierro que le imponen las autoridades Gautemaltecas. Luego de abandonar Costa Rica, se instaló en Colombia y en la ciudad de Pasto fundó otro hogar para niñas pobres y desamparadas. La religiosa es considerada como una de las impulsadoras de la formación integral de la mujer en el continente latinoamericano.
La infatigable peregrina, estableció posteriormente la Orden Bethlemita en Ecuador, en Tulcán y Otavalo. La madre María Encarnación falleció el 24 de Agosto de 1886 tras caerse del caballo que la transportaba de Tulcán al Santuario de Las Lajas, en Otavalo. Su cuerpo fue trasladado a Pasto donde se conserva incorrupto luego de 110 años. Fue beatificada el 4 de mayo de 1997 por SS Juan Pablo II.
fuente: Congregación
Beato Maximiano Binkie wicz | |
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Beato Maximiano Binkiewicz, presbítero y mártir
Cerca de Munich, en la región de Baviera, en Alemania, en el campo de concentración de Dachau, beato Maximiano Binkiewicz, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra, a causa de su fe en Cristo, fue deportado por los soldados invasores de Polonia, su patria, a aquel lugar de exterminio, donde murió extenuado por las torturas y los suplicios.
Maximiano (o Maximiliano) nació en Zarnowiec, Polonia, el 21 de febrero de 1908. Estudió en el seminario de la diócesis de Czestochowa, en Cracovia y pasó a hacer la filosofía y la teología en la Universidad Jagellónica. Ordenado sacerdote el 21 de junio de 1931, cantó misa en el célebre santuario de la Virgen de Czestochowa. Fue primero profesor y prefecto del seminario de su diócesis, trabajó luego en la enseñanza de los jóvenes en varios institutos y llevó la dirección del Círculo de Intelectuales Católicos. La guerra y la ocupación alemana le sorprendieron en Wielun, y allí se quedó cuando la región pasó a ser parte del Reich. Sustituyó al arrestado párroco de Wielun y se hizo cargo del trabajo pastoral, pero el 16 de octubre de 1941 arrestaron los nazis a todos los sacerdotes de la población. Estuvo un poco de tiempo en el campo de concentración de Konstantynow, y fue luego enviado al de Dachau. Murió el 24 de agosto de 1942 a consecuencia de los malos tratos que le propinaron el día anterior. Fue beatificado el 13 de junio de 1999 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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Beato Miroslav Bulešić | |
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Beato Miroslav Bulešić, presbítero y mártir
En Lanišće, Croacia, beato Miroslav Bulešić, presbítero y mártir.
Miroslav Bulesic nació el 13 de mayo de 1920 en el pueblo de Cabrunici, en Istria, en la parroquia de Svetvincenat. Sus padres se llamaban Miho y Lucía. De niño aprendió las primeras oraciones y los fundamentos de la fe cristiana del libro de oración «Oce, budi volja tvoja» (Padre, hágase tu voluntad), que el obispo Juraj Dobrila escribía para los fieles croatas en la Istria del siglo XIX. Asiste a la escuela primaria de Jursici, donde tuvo como profesor de religión al sacerdote Ivan Pavic, muy respetado por su celo . A la edad de diez años Bulesic comienza sus estudios en el seminario. Tras un año de preparación ingresa en el año lectivo 1931-1932. Permaneció en el seminario hasta 1939, año en el que hace el examen de madurez. Tras completar sus estudios en el seminario de Koper, y tener la recomendación del sacerdote Ivan Pavic, («Se trata de un óptimo joven: inteligente, abierto, dedicado y de buen carácter»), el obispo de Porec y Pula lo envía a estudiar a Roma.
Permaneció allí desde el otoño de 1939 hasta el verano de 1943. Estudió filosofía y teología en la Pontificia Universidad Gregoriana, y llegó allí a la madurez espiritual e intelectual. En el día de la Inmaculada del año 1942 participó personalmente en la basílica de San Pedro en la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María hecha por el Papa, y poco después vuelve a Istria para recibir la ordenación sacerdotal.
Fue ordenado sacerdote el 11 de abril de 1943 en la iglesia parroquial de Svetvincenat. Con respecto a esto apuntó en su diario: «Mi mamá, mi papá y mis hermanos lloraban, y tenían razón para llorar: su hijo murió , dejó de pertenecer a ellos y comenzó a ser propiedad de Dios». Dos semanas más tarde, en su propia parroquia, celebraba su primera misa. Como lema para su vida sacerdotal eligió las palabras del Padre Nuestro: «¡Venga tu reino! ¡Hágase tu voluntad!»
Ese mismo año fue nombrado párroco de Baderna. Allí, en los dos años siguientes, vivió un fuerte compromiso con el ministerio pastoral y, al mismo tiempo, se volcó con gran valentía y sin descanso hacia aquellos que en la furia de la guerra estaban más expuestos. En mayo de 1944 escribe así a Ivan Pavic: «Entre el pueblo afligido y sangrante, nosotros tenemos que ser como el buen samaritano: consolar, sanar, sobrellevar, vendar cada herida ... »
En el área de Porec, igual que en Istria, había tres ejércitos: los del lugar, los fascistas y los alemanes. En todo este tiempo lleno de odio el beato Bulesic pudo manifestar un amor genuino por su patria, pero sin comprometer la consistencia y universalidad del sacerdote católico, ya todos los hombres, cualquiera sea su uniforme militar, son imagen de Dios, como él mismo lo decía: «Soy un sacerdote católico y administraré los sacramentos a quienes los requieren de mí: croatas, alemanes, o italianos».
Debido a su actitud coherente y decidida, Bulesic se vio amenazado desde varios frentes, y en la primavera de 1944, en una nota en su diario personal escribe: «Si quieres que yo vaya a ti, estoy preparado. Te ofrezco toda mi vida por mis ovejas. Confiando en Tu gracia, y si Tú me haces merecedor, no temo al martirio, es más, lo deseo ardientemente. Hágase tu voluntad». Entonces, como si tuviera una premonición de que su sacrificio podía ser mal interpretado, explica para qué está dispuesto a sacrificar su vida: «Quiero morir sólo para la gloria de Dios y para la salvación de mi alma y las almas de mis fieles». Mientras tanto las acusaciones y calumnias eran cada vez más frecuentes. El día de Navidad de 1944 dice en la homilía abiertamente a sus feligreses: «No tengo miedo de nada porque sé que cumplo mis deberes, y estoy tranquilo ante el rostro de Dios y ante los hombres. Sabed que voy a mantener mi fe y honestidad, que no traicionaré por nada del mundo; sin miedo diré a cada uno lo que es justo. Me guío por estos principios, que son los principios de Cristo. Su camino será también mi camino» . Al final de la guerra aun estaba en Baderna, pero ya en el otoño de 1945 fue nombrado párroco de Kanfanar.
Allí continúa su tarea lleno de celo y entrega, a lo que suma oponerse a la glorificación perniciosa del partido comunista y la deificación programada del «líder de la revolución». El Viernes Santo de 1946 proclama audazmente desde el púlpito de la iglesia: «Jesucristo crucificado es nuestro Dios y nuestro Rey, y la Iglesia nuestra Madre. La fe y la salvación de nuestras almas es nuestra mayor riqueza, algo sagrado.» A pesar de sus exigencias, sobre todo en materia de fe y moral, Bulesic era estimado por los fieles, que le oían de buena gana; lo que, por supuesto, no gustaba a las autoridades comunistas.
En 1947, siendo ya vicerrector del seminario de Pazin y secretario de la Asociación Sacerdotal de San Pablo, ayudaba a Mons. Jakob Ukmar en la administración de la confirmación en la parroquia de Buzet y las iglesias de la zona. El sábado 23 de agosto de 1947 los comunistas, enfurecidos, irrumpieron en la iglesia parroquial para evitar que se administrara el sacramento. El beato se puso ante el tabernáculo para defender el SS. Sacramento: «Hasta aquí sólo se puede pasar por encima de mi cadáver», dijo, con el rostro pálido pero con voz clara y fuerte.
Lo mataron a cuchillo en la casa parroquial. Sintiéndose morir, el beato pronunció la invocación: «¡Oh Jesús, recibe mi alma!» Las autoridades no permitieron que fuera sepultado en su parroquia natal de Svetvincenat, sino que obligaron a enterrarlo en Lanisce. Sólo en 1958 fue posible transportar sus restos a su parroquia natal, donde fueron colocados en la entrada principal de la iglesia de San Vicente Mártir. De aquí, en 2003, fueron transportaron al interior del templo parroquial, donde están hoy. Fue beatificado el 28 de septiembre de 2013.
Sintetizado y traducido desde la sección en italiano de la vida del beato en el web croata dedicado a su beatificación.
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