lunes, 3 de agosto de 2015

Beato Agustín Kazotic - Santa Lidia (S.I) - San Pedro de Anagni - San Asprenato de Nápoles 03082015


Beato Agustín Kazotic

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Beato Agustín Kazotic, obispo
En Lucera, en la Apulia, beato Agustín Kazotic, obispo, de la orden de Predicadores, que en un principio estuvo al frente de la Iglesia de Zagreb y, posteriormente, por la hostilidad del rey de Dalmacia, asumió la sede de Lucera, donde desarrolló una gran obra de ayuda en favor de los pobres y los necesitados.
Agustín Gazotic (o Kazotic) nació en Trogir, ciudad de la Dalmacia, hacia el año 1260. Tomó el hábito de los frailes predicadores antes de cumplir los veinte años. Después de la profesión, fue enviado a estudiar en la Universidad de París. Durante el viaje a la ciudad, estuvo a punto de perecer, ya que al cruzar por el distrito de Pavía, Agustín y su compañero, el hermano Jaime, fueron víctimas de un asalto. Los bandoleros dieron muerte al hermano Jaime y Agustín recibió heridas de las que tardó varias semanas en reponerse. El beato predicó con gran fruto a sus compatriotas. También fundó en su patria varios conventos de su orden, a los que dio por lema las palabras de san Agustín: «Desde que estoy al servicio de Dios no he conocido hombres más buenos que los monjes que viven santamente, pero tampoco he conocido hombres más malos que los monjes que no viven como debieran». Después de predicar en Bosnia e Italia numerosas misiones, en las que demostró su gran caridad y prudencia, fue enviado a trabajar en Hungría, donde las constantes guerras civiles habían sembrado la miseria material y moral. Ahí conoció al cardenal Nicolás Boccasini, legado pontificio, quien sería más tarde Papa con el nombre de Benedicto XI. Cuando el cardenal Boccasini ciñó la tiara, en 1303, mandó llamar al beato Agustín y le consagró obispo de Zagreb, en Croacia.

El clero y toda la diócesis de Zagreb necesitaban urgentemente una reforma. El beato reunió varios sínodos disciplinares, cuyos cánones puso en ejecución en frecuentes visitas pastorales y fomentó las ciencias sagradas y el estudio de la Biblia mediante la fundación de un convento de la Orden de Santo Domingo. Además, asistió al Concilio ecuménico de Vienne (1311-12) . A su retorno, sufrió la persecución del gobernador de Dalmacia, Miladino, contra cuya tiranía y exacciones había protestado. El beato poseía en grado extraordinario el don de curar a los enfermos. Según se dice, curó el reumatismo de las manos que aquejaba a Benedicto XI cuando éste le confirió la consagración episcopal. También se cuenta una divertida historia acerca del modo como trató de deshacerse de quienes acudían a él para que los curase: después de plantar un limonero, dijo a las gentes que las hojas de ese árbol poseían más propiedades curativas que sus manos. Dios y los cristianos le tomaron la palabra, y aun los turcos respetaron el árbol milagroso cuando invadieron la región.

Tras de regir durante catorce años la diócesis de Zagreb, el beato fue trasladado a la sede de Lucera en la provincia de Benevento. Ahí trabajó con todas sus fuerzas por desarraigar la corrupción moral y religiosa que los sarracenos habían dejado tras de sí. Casi todos los musulmanes que quedaban en la ciudad, en 1300, se convirtieron de golpe. El rey Roberto de Nápoles le apoyó ardientemente y dotó a un convento de dominicos quienes colaboraron celosamente con su obispo, de manera que en cinco años, se produjo un cambio radical en la región. Desde los miembros de la familia real hasta el último de los fieles, todos veneraban al beato Agustín. Su muerte ocurrió el 3 de agosto de 1323. Su culto fue oficialmente confirmado en 1702.

La principal fuente es una biografía latina escrita apenas en el siglo XVII por Tomás Marnavie, obispo de Bosnia. Dicho autor afirma que el apellido del beato era Guzottus. La obra puede verse en Acta Sanctoram, agosto, vol. I.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


Santa Lidia (S.I)

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 Su familia fue la primera en Europa en convertirse al cristianismo y ser bautizada.-  
Lidia era una comerciante de púrpuras.
Eso podría no significar mucho para nosotros hoy en día, pero en el siglo primero eso significaba que era una mujer muy rica.
Dado que el tinte de la púrpura se extraía con muchas dificultades de cierto molusco, sólo una elite podía permitirse tener telas teñidas de ese color. Una mercader que vendiera ese tinte tan extremadamente costoso era rica, se mirase como se mirase.
La riqueza se cita a menudo como uno de los principales obstáculos al crecimiento espiritual. Se nos advierte que «es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los Cielos».
No hay indicaciones de que Lidia abandonara su negocio tras convertirse al cristianismo. Pero hay muchas pruebas de que utilizó su fortuna sabiamente.  
Entendió que el valor real de la riqueza reside en el modo en que la usas, no en cuánto tienes.








Oremos

Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu santo nombre, semejantes a los que diste a Santa Lidia, para que así, sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo y también nosotros te agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


San Pedro de Anagni

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Amigo y colaborador de Bruno de Segni, que fue su biógrafo, procedía de la noble familia de príncipes lombardos de Salerno que se establecieron allí en el siglo IX, aunque el año 1077, en vida de este santo, la ciudad fue conquistada por los normandos. La Bula suscrita por el papa Pascual II en 1110 mediante la cual lo elevó a la gloria de Bernini se hacía eco de la narración que Bruno hizo de Pedro. En la actualidad se conserva incompleto otro documento redactado antes de 1181, cuyo autor fue Pedro II de Anagni, al que se le puede dar cierta credibilidad. En conjunto el relato permite recomponer su trayectoria vital que se inicia subrayando su temprana orfandad tras la cual fue conducido al monasterio de San Benito, donde se inició en la espiritualidad monástica. Allí cultivó la oración y el estudio impregnándose de la fecunda tradición conservada y acrecentada por sus hermanos a través de la regla que les legó su insigne fundador. Junto a ellos obtuvo la preparación que unida a sus excelsas virtudes a su tiempo le llevarían a ser un gran obispo.
Desde el punto de vista histórico, la situación eclesial se hallaba inmersa en el espíritu de la reforma que tuvo en san Gregorio Magno a uno de sus grandes impulsores. Fue continuada por Gregorio VII en las dos últimas décadas del siglo XI, aunque se había iniciado a mediados del mismo, durante el pontificado de León IX. Por otro lado, para comprender el contexto existencial en el que discurrió la vida de Pedro, y cómo llegó a ocupar la sede de Anagni, conviene recordar que a la muerte del papa Esteban IX se produjo la elección de Benedicto X sin que hubiese unanimidad en el Colegio cardenalicio. Los que estaban en desacuerdo eligieron a Nicolás II en Siena contando con el voto de Hildebrando, futuro Gregorio VII. Pero al morir Nicolás II en 1061, los nobles de Roma y los prelados lombardos apelaron al derecho imperial reclamando la designación de un nuevo pontífice. Entonces intervino el cardenal Hildebrando, y reivindicó la legitimidad de los decretos para la elección papal ratificados por el sínodo de Melfi en agosto de 1059. Se escogió como sucesor de Nicolás al obispo de Lucca, Anselmo da Baggio, que tomó el nombre de Alejandro II; su pontificado duró doce años.
En esta época, el cardenal Hildebrando, que había conocido a Pedro en el monasterio benedictino de Salerno, estaba al corriente de su admirable virtud y excelente preparación. De modo, que sugirió al pontífice Alejandro II que lo designase su capellán. Esta cercana relación de Pedro con el papa, quien puso en él su confianza, le permitió adquirir una gran experiencia en temas eclesiásticos. Ayudó al Santo Padre en temas dolorosos y problemáticos que se dieron entonces, como la disciplina interna eclesial y los privilegios de los laicos que habían ido usurpando los bienes de la Iglesia, entre otros asuntos. Pedro fue también impulsor de la reconstrucción de la catedral-basílica de Salerno, una de sus acciones por la que es bien conocido, que reclamó su atención entre 1072 y 1103.
Pues bien, Alejandro II consagró a Pedro obispo de Anagni y lo envió como legado suyo a la corte del emperador de Bizancio, Miguel VII, para reconciliarlo con la fe católica. Precisamente las fuentes atribuyen a este monarca su ayuda para la reconstrucción de la catedral; se piensa que pudieron intervenir en ella artesanos bizantinos. En 1096, mientras la obra estaba en marcha, el santo participó en la Primera Cruzada junto a su líder, Bohemundo I de Tarento, que sería príncipe de Antioquia y que marchó a luchar a Tierra Santa. Pedro se mantuvo al lado del emperador de Constantinopla. Durante cuarenta y tres años de episcopado, parte de los cuales tuvieron lugar mientras Hildebrando, ya como Gregorio VII, ocupaba la Silla de Pedro (fue elegido en 1073 y rigió la Iglesia hasta que se produjo su deceso en 1085), el santo prelado de Anagni tuvo que afrontar diversos problemas espinosos. La Iglesia dejaba mucho que desear y el papa, que fue un enérgico reformador, no estaba dispuesto a mantener los deplorables testimonios que se daban en ella. Luchó contra la simonía, las investiduras y estableció el celibato sacerdotal en contra de una mayoría del clero incendiado por un decreto que no inicialmente no estuvo dispuesto a acoger. No le tembló la mano y en el concilio realizado en Roma en 1075 excomulgó a varios obispos.
Pues bien, este clamor en contra de la reforma salpicó a la sede Anagni donde fue palpable la reticencia de muchos clérigos, un hecho que produjo a Pedro gran sufrimiento ya que era un fiel hijo de la Iglesia y estuvo indisolublemente unido a los sucesivos pontífices. Murió el 3 de agosto del año 1105. Fue introducido en el catálogo de los santos por el papa Pascual II el 4 de junio de 1110, autorizando su culto en las diócesis de la Campania. Sus restos se veneran en la catedral de Anagni, ciudad de la que es uno de patrones. La basílica está dedicada a Santa María Annunziata y se da la circunstancia de que fue el lugar elegido para la canonización de santa Clara de Asís en 1255.



San Asprenato de Nápoles

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San Asprenato de Nápoles, obispo

En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de esta población.

 Muchísimos  napolitanos atrapados por la gran devoción al  principal patrono de la ciudad, S. Genaro, y por el espectacular milagro de la sangre licuada, (tres veces al año:

1- la octava del primer sábado de mayo;

2- la octava de 19 de septiembre;

3- 16 de diciembre),

Han olvidado que el primer obispo de la naciente comunidad cristiana en Nápoles fue S. Aspreno, mientras que San Genaro fue obispo de Benevento y martirizado en Pozzuoli. 

Aspreno vivió entre el I y II, siglo D.C. Según el Calendario Marmoreo Napolitano, una antigua estela en la que están los nombres de los obispos de Nápoles hasta el siglo IX, indica que su liderazgo pastoral sería de aproximadamente 23 años.

Su vida transcurrió durante el tiempo de  Trajano y Adriano. Es particularmente  reconocido por el amor para con  los pobres y ha demostrado siempre disposición a cualquier persona sin tener en cuenta la clase o condición social, y su especial carisma fue acrecentar la comunidad cristiana napolitana.

De su vida no sabemos nada de cierto, pero una antigua leyenda, recuperada  y reordenada narra que San Pedro, fundada la Iglesia de Antioquía, dirigiéndose a Roma con algunos discípulos, pasó por  Nápoles y curó de un mal a una anciana,quien se convirtió, y que luego sería la que se conoce con el nombre de Santa Cándida la Vecchia.

Cándida habría llevado hasta la presencia de San Pedro  al propio Aspreno , también enfermo.

Cuenta la leyenda que cuando Aspreno se curó, se convirtió al cristianismo.

San Pedro, antes de abandonar Nápoles, lo  consagró obispo de ésta ciudad, porque  en poco tiempo la comunidad cristiana era amplia y necesitaba de un pastor.

El obispo Aspreno habría hecho construir la iglesia de Santa Maria del Principio, la que después sería la Basílica de Santa Restituta que es la Catedral de Nápoles. La leyenda atribuye a Aspreno la fundación de la Basílica de San Pietro ad Aram, la primera iglesia napolitana, donde Pedro habría celebrado una Misa. El santo obispo murió lleno de méritos, y muchos milagros se han obtenido a través de su intercesión.Fue sepultado, según la tradición, en el Oratorio de la iglesia de Santa María del Principio.

Algunos estudios mas reciente aceptaron que fueron puestos en las catacumbas de San Genaro, en la Basílica superior, no muy bien conservadas están las imágenes de  los 14 obispos Napolitanos.

El Obispo John Scriba (842-49) llevó los restos a la Basílica Stefanía y San Aspreno fue sepultado bajo el altar de la capilla dedicada a él.

En la Capilla del tesoro de San Genaro, que se  encuentra en la Catedral, está junto con los bustos de plata de San Genaro y otros cincuenta protectores de Nápoles el bastón con el que el apóstol Pedro le curó la enfermedad.

San Aspreno fue el primer patrón de Nápoles, pero en 1673, la devoción se desplazó en segunda posición después de San Genaro.

Es particularmente invocado para curar la migraña, y su fiesta litúrgica es recordada en el Martirologio Romano y en el Calendario Marmoreo el 3 de agosto.

 

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Muchísimos napolitanos, atraídos por la gran devoción al patrono principal de la ciudad, san Genaro, y por su periódico espectacular milagro de la licuefacción de la sangre, han olvidado, o incluso ignoran, que el primer obispo de la naciente comunidad cristiana de Nápoles fue san Aspreno (o Asprenato), mientras que san Genaro fue obispo de Benevento y murió mártir en Pozzuoli, cerca de Nápoles. 

De san Aspreno se sabe de cierto que es de fines del siglo I o inicios del II, época en la cual los más recientes estudios arqueológicos fijan los inicios de la Iglesia napolitana, y para confirmar esto, se conoce que el nombre de Aspreno era muy usual en el período de la República y en los primeros tiempos del Imperio, pero que luego cayó en desuso. Varios documentos antiguos, incluido el famoso «Calendario marmóreo» atestiguan su existencia en épocas de los emperadores Trajano (99-117) y Adriano (117-138), y fijan en veintitrés años la duración de su episcopado.

De su vida no hay ningún dato cierto, pero una antiquísima leyenda, reproducida en textos sucesivos con añadidos, narra que san Pedro, fundada la Iglesia de Antioquía, dirigiéndose a Roma con algunos discípulos, pasó por Nápoles; aquí encontró a una anciana enferma (identificada con santa Cándida la vieja), que prometió adherir a la nueva fe si quedaba curada. Pedro hace un exorcismo contra la enfermedad y los discípulos antioquenos responden amén. Sanada Cándida, les recomienda un amigo de nombre Aspreno, también enfermo, quien seguramente se convertiría si fuera curado. En este punto san Pedro, luego de curarlo, lo catequiza y le administra el bautismo. El cristianismo tuvo una rápida expansión en Nápoles, y cuando Pedro decide encaminarse a Roma, consagra al propio Aspreno como obispo.

Aspreno hizo construir el oratorio de Santa María del Principio, sobre el cual surgirá la basílica de Santa restituta, y fundó la iglesia de San Pedro en Aram, donde hasta hoy se conserva el altar donde el propio Apóstol habría celebrado el sacrificio. El santo obispo murió lleno de méritos, y varios milagros fueron obtenidos por su intercesión. Su sepulcro fue puesto en el oratorio de Santa María del Principio, aunque algunos estudios arqueológicos sugieren que fue puesto en las catacumbas de San Genaro, en cuya basiliqueta superior estaban las figuras, muy bien conservadas, de los primeros catorce obispos napolitanos. El obispo Juan el Escriba (842-49) hizo transladar los restos a la basílica Stefanía, dedicando a cada uno un túmulo con su imagen, y a san Aspreno bajo el altar de la capilla a él dedicada.

Después de san Genaro, es el segundo de los 47 santos protectores de Nápoles, cuyos bustos de plata son custodiados en la capilla del tesoro de san Genaro, en la catedral; allí se conserva el bastón con el que san Pedro lo curó. En épocas diversas de la ciudad le fueron dedicadas dos iglesias, y una de las capillas de la antiquísima basílica de Santa Restituta. Es invocado contra la migraña. La fecha del 3 de agosto figura en el calendario marmóreo.

Artículo de Antonio Borrelli. Es evidente que la posible fecha de consagración episcopal por parte de san Pedro (anterior al 64-67) no compagina con las fechas que la misma leyenda le asigna al episcopado.

fuente: Santi e Beati




 
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