Beato Ángel Agustín Mazzinghi | |
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Beato Ángel Agustín Mazzinghi, religioso presbítero
En Florencia, de la Toscana, beato Ángel Agustín Mazzinghi, presbítero de la Orden de los Carmelitas.
Ángel Agustín Mazzinghi nació en Florencia en 1377. Su familia era tan distinguida como la de los Corsini y la de los Pazzi. Ángel ingresó en la orden del Carmelo y fue nombrado sucesivamente prior de los conventos de Le Selve, Frascati y Florencia y, después, provincial de Toscana. En todos esos cargos fue un verdadero modelo de virtud y supo contagiar su celo y su fervor a todos los conventos en que estuvo. Como predicador, tuvo también gran éxito; por ello, algunas pinturas antiguas le representan con una guirnalda de flores que sale de su boca y entrelaza a sus oyentes. Al terminar su provincialato, el beato retornó al convento de Le Selve, y consagró el resto de su vida a la reforma de su orden, que había comenzado Jacobo Alberti en 1413. El beato Ángel insistía principalmente en abolir todas las formas de propiedad privada y en impedir que los miembros de la orden aceptasen puestos que les obligaran a vivir fuera del monasterio. Ángel Agustín murió en Florencia, el 16 de agosto de 1438, tras haber predicho la fecha de su muerte. El culto al beato, muy antiguo y confirmado por numerosos milagros, fue aprobado oficialmente en 1761.
En Zaragoza se publicó una reseña biográfica con motivo de la beatificación: R. A. Faci, Noticia breve de la vida de S. Angelo Augustini (1761). Véase también Villiers, Bibliotheca Carmelitana, vol. I, pp. 104-105.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Beato Melchor Kumagai | |
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Beato Melchor Kumagai, mártir
En Yamaguchi, Japón, beato Melchor Kumagai, samurai muerto por defender la fe cristiana, mientras oraba y meditaba la pasión.
El 16 de agosto de 1605, en Yamaguchi, diócesis de Hiroshima, muere el samurai Melchor decapitado en su casa, por defender la fe cristiana, mientras oraba y meditaba la pasión. La importancia del martirio de este samurai estriba también en su calidad de descendiente de familia noble que se remonta al emperador Kammu (782-805). El samurai Melchor precedentemente se había enfriado en la fe, pero después de la guerra de Corea, tomó un camino de segunda conversión, entregándose con generosidad hasta el momento de su martirio. En sus cartas dirigidas a sus amigos manifiesta su adhesión incondicional a la fe, mientras, al mismo tiempo, estaba dispuesto a servir con fidelidad a su señor el «daimyó», pariente suyo.
Del artículo de Mons. Juan Esquerda Bifet en L'Osservatore Romano del 28 de noviembre de 2008, sobre los mártires del Japón beatificados en 2008. El artículo completo se halla en la página del grupo.
fuente: «L`Osservatore Romano»
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Beato Juan de Santa Marta

Beato Juan de Santa Marta, presbítero y mártir
En Kioto, en Japón, beato Juan de Santa Marta, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que, mientras era conducido al lugar del suplicio, predicaba al pueblo y cantaba el salmo «Alabad al Señor, todas las gentes».
Juan de Santa Marta nació cerca de Tarragona, España. A los 8 años era monaguillo cantor de la catedral de Zaragoza: se dedicó al estudio del latín y se destacó por su amor a la música. Después formó parte de la Schola Cantorum de la catedral de Zamora. Luego ingresó en la Orden Franciscana.
Se mostró fiel a la gracia de la vocación, tendió a la perfección y llegó a ser modelo de las virtudes religiosas. Ordenado sacerdote, Dios le inspiró consagrarse al apostolado entre los pueblos infieles. Partió para Filipinas con Fray Sebastián de San José y otros 30 misioneros Franciscanos, muchos de los cuales darían luego la vida por Cristo.
De las Filipinas Juan pasó al Japón, donde abrió una escuela de música que reunió más de 400 alumnos, a los cuales enseñaba canto, órgano y otros instrumentos. En el Japón ejerció durante 10 años un intenso apostolado, evangelizando varias provincias. Fue puesto a la cabeza de la misión de Fuscimi, en donde se mostró un auténtico apóstol de Cristo, infatigable en la obra evangelizadora. Amante de la seráfica pobreza, llevaba una túnica remendada, caminaba descalzo sin sandalias inclusive en la estación más cruda. Su virtud le mereció la veneración de los cristianos y de los mismos paganos.
Al tiempo de la promulgación del edicto de persecución, en 1614, Fray Juan de Santa Marta fue desterrado, pero poco después reingresó en el Japón y disfrazado de japonés recorrió las provincias de Arima y de Omura, donde la persecución era más violenta. El santo misionero visitaba a los cristianos en sus casas, fortalecía a los vacilantes, reconducía a los apóstatas a la iglesia, administraba los sacramentos, cada día celebraba la Santa Misa, ya en un lugar, ya en otro. Por la noche se retiraba a algún monte, donde reposaba.
Fue arrestado y puesto en prisión, donde permaneció por tres años con indecibles sufrimientos. El confesor de Cristo vio llegar el día del último combate. Mientras lo conducían al suplicio todavía habló del Evangelio, luego entonó el «Te Deum». Al llegar al lugar del martirio oró por sus perseguidores, elevó luego los ojos al cielo y ofreció la cabeza al hacha del verdugo. Era el 16 de agosto de 1618 y tenía 40 años. Algunas partes de su cuerpo fueron recogidas por cristianos y rodeadas de veneración, realizaron prodigios. Fue beatificado por Pío IX el 7 de julio de 1867.
fuente: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.
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