miércoles, 19 de agosto de 2015

San Luis de Toulouse - Beato Jordán de Pisa - Beato Ángel de Acquapagana - Beato Damián de Hagi - Beato Hugo Green 19082015


San Luis de Toulouse

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San Luis de Toulouse, obispo
En Brignoles, en la Provenza, muerte de san Luis, obispo, el cual, sobrino del rey san Luis, prefirió la pobreza evangélica a las alabanzas y honores del mundo y, aún joven en años pero maduro en virtud, fue elevado a la sede de Tolosa, mas debido a su delicada salud, descansó prontamente en la paz del Señor.
San Luis de Anjou, aunque de sangre francesa, nació en Italia, muy probablemente en Nocera inferior, cerca de Salerno, en 1274, segundo de 14 hermanos y hermanas. Su padre, Luis, fue hecho prisionero de los aragoneses, y el abuelo murió un año después. Luis ofreció su propia vida por el rescate de su padre, liberado después de entregar como rehenes a sus tres hijos Luis, Roberto y Raimundo.

En España, donde fueron tratados con consideración, los tres príncipes llevaron una vida casi monástica, dirigidos por Luis, que era el mayor, ya fascinado por la espiritualidad franciscana, por lo cual, bajo los vestidos de raso, llevaba el cordón de la penitencia. Siete años después, un tratado entre los Anjou y Aragón, restituyó los hijos a su padre. Pero ya la vocación religiosa había madurado en el heredero al trono. Luis renunció a todos los derechos de sucesión a favor de su hermano Roberto y se retiró en meditación y penitencia a Nápoles, en el Castel dell’Ovo.

En 1296 a los 22 años, fue ordenado sacerdote. Poco después el papa san Celestino V lo consagraba obispo y cuando la diócesis de Toulouse quedó vacante, Luis debió aceptarla por obediencia. Durante el viaje, siempre rehusó los honores que todas las ciudades creían deber tributar al sobrino e hijo de reyes, que había renunciado a la corona para vestir el sayal de la Orden de los Hermanos Menores. Nunca quiso habitar en palacios sino que fue siempre huésped en los conventos más pobres.

Grande fue la admiración de los tolosanos cuando vieron a aquel obispo de veintitrés años, de sangre real, llevar vida de fraile y rodearse de pobres. Visitaba a los enfermos, socorría a los prisioneros, se ocupaba de los judíos. Pero la prisión y la vida de penitencia habían minado su salud. A pesar de esto quiso estar presente en Roma en la canonización del hermano de su abuelo, el gran san Luis IX rey de Francia. Fue un maltrato del cual el joven obispo tuberculoso, presa de continuas hemotisis, no se repuso más. En la noche entre el 19 y el 20 de agosto de 1297 murió dulce y piadosamente, en Brignoles, Provenza, a los veintitrés años, siguiendo pronto a su real antepasado en la gloria de los altares. En efecto fue proclamado Santo por Juan XXII el 7 de abril de 1317, presentes su madre y su hermano Roberto.

También por esto Luis de Anjou fue retratado por los mayores pintores de la época como Giotto y Simón Martini y finalmente Donatelli, quienes lo presentaron con el cordón franciscano, la mitra de obispo y a los pies la corona real. Así el príncipe que renunció al trono para hacerse franciscano y quizás el más joven obispo que haya llegado a la santidad, es recordado no sólo en la historia de la piedad, sino también en la de la literatura y en el arte. Enterrado primero en la iglesia franciscana de Marsella, Alfonso V de Aragón transportó sus reliquias a la catedral de Valencia en 1423.
fuente: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini O.F.M.




Beato Jordán de Pisa

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En Piacenza, en la Emilia, beato Jordán de Pisa, presbítero de la Orden de Predicadores, que en lenguaje popular expuso al pueblo la más alta doctrina con la máxima sencillez.


Jordán de Pisa ha pasado a la historia como uno de los creadores del italiano moderno. Era un predicador de gran elocuencia y saber, contemporáneo de Dante y uno de los primeros en usar el dialecto toscano en vez del latín. Su contribución al enriquecimiento y consolidación del italiano hablado puede compararse con la de Dante y Petrarca respecto del italiano escrito. No sabemos nada sobre el nacimiento y los primeros años del beato. De un pasaje de sus sermones parece desprenderse que, en 1276, se hallaba estudiando en París. «Imaginad a un hombre -dijo-, que se haya ganado el favor del rey de Francia. ¿No recibirá acaso grandes honores? Yo tuve la ocasión de ver, con mis propios ojos, a un hombre así, a un hombre de humilde origen que había llegado a ganarse el favor del rey. Toda la corte y los barones se inclinaban ante él y le honraban desmensuradamente, sólo porque era amigo del rey». Esta frase se refiere ciertamente a Pedro de la Brosse, barbero y cirujano de san Luis de Francia, que fue más tarde íntimo amigo de su hijo, el rey Felipe. El primer dato cierto que poseemos sobre Jordán es que tomó el hábito de Santo Domingo, en Pisa, en 1280 y que más tarde fue a la Universidad de París a completar sus estudios.



El capítulo de la Orden de Santo Domingo, que tuvo lugar en Rietti en 1305, le nombró profesor en Florencia. Durante los tres años que desempeñó ese cargo, el alto nivel de su enseñanza hizo famoso en toda Italia el convento de Santa María Novella. Puesto que pertenecía a la Orden de Predicadores, Jordán encontraba tiempo para predicar e impartir la enseñanza. Pronto se convirtió en uno de los más grandes oradores de su época; en ocasiones llegó a predicar cincuenta veces al día. A veces empezaba a predicar sobre un tema, por la mañana, en una iglesia y continuaba a mediodía en otra, para terminar por la noche en una tercera iglesia. Los florentinos le seguían de una a otra, ávidos de escucharle. Muchos de sus oyentes tomaban notas, algunas de las cuales han llegado hasta nosotros y constituyen verdaderos tesoros lingüísticos. La predicación del beato era tan sencilla como avasalladora: hablaba de Cristo crucificado e ilustraba la doctrina con ejemplos tomados de la Sagrada Escritura y de las vidas de los santos. Con frecuencia se refería a la necesidad e importancia de la predicación y del valor de la obra de santo Domingo, antes del cual, según las palabras del beato, «apenas si había escuelas de Teología; en cambio, ahora abundan en toda la Cristiandad y todas las comunidades importantes tienen su propia cátedra, lo cual es muy útil. Antes de santo Domingo, sólo los obispos predicaban la Palabra de Dios; éste era su oficio distintivo; los sacerdotes, los monjes y los ermitaños sólo predicaban con el ejemplo». El efecto de la predicación del beato, sobre todo en Florencia, fue extraordinario y elevó el nivel de la moral en la ciudad.



Jordán trataba de asegurar la perseverancia de sus penitentes, aconsejándoles, como principales medios, la asistencia diaria a la misa, el uso frecuente de los sacramentos, las oraciones de la mañana y de la noche, el recuerdo de la presencia de Dios, la lectura espiritual y la meditación sobre la vanidad de este mundo y la eternidad del venidero. El beato acababa exhausto, después de dos o tres horas de predicación; su discípulo Ventura, que más tarde sería conocido con el nombre de Silvestre de Valdevise, le esperaba, algunas veces, al pie de la escalera del pulpito para darle un poco de vino. Ambos siervos de Dios eran muy amigos y Ventura ingresó, algo más tarde, como hermano lego en el convento de los camaldulenses de Florencia. Muchos otros penitentes de Jordán llegaron también a ser famosos por su santidad. La crónica del convento de Santo Domingo de Pisa afirma que el beato conocía de memoria «el breviario, el misal, la mayor parte de la Biblia con las notas marginales, la segunda parte de la Suma de Santo Tomás y muchos otros libros». La Cofradía del Divino Redentor, una de las que el beato fundó en Pisa, conserva todavía las constituciones primitivas. En 1311, Jordán fue profesor de Teología del convento de San Jacques, en París; pero en el camino le sorprendió una enfermedad de la que murió en Piacenza. Su culto fue confirmado en 1833.



Ver S. Razzi, Historia degli Uomini illustri O.P., vol. I, p. 66 ss.; A. Galletti, Fra Giordano da Pisa, predicatore del secólo XIV, en Archivio storico italiano, vol. XXXIII (1899).

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


Beato Ángel de Acquapagana

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En Acquapagana, en el Piceno, beato Ángel, eremita de la Orden de los Camaldulenses.


Beato Damián de Hagi

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Beato Damián de Hagi, catequista mártir
En Hagi, Japón, beato Damián, catequista ciego, que muere decapitado, de rodillas y orando, por defender y propagar la fe.
El 19 de agosto de 1605 el catequista ciego Damián muere decapitado, de rodillas y orando, por defender y propagar la fe. Su cuerpo fue mutilado y arrojado al río por los verdugos, con la intención de hacer desaparecer los restos, de donde los cristianos rescataron la cabeza para enviarla a Nagasaki. Los perseguidores intentaban conseguir la apostasía. Hay que notar en este caso y en algunos otros, la acción persecutoria de algunos bonzos de una secta budista, que instigaron a los gobernantes.

Este catequista ciego, que se había convertido del budismo, dedicó su vida a la catequesis, con su arte musical y narrativo, llegando a convertir, sólo en un año, a ciento veinte personas, además de dedicarse durante años a fortalecer la fe de los ya cristianos. Con sus cantos y narraciones, el ciego «iluminaba» a todos por el camino de la fe. En el momento en que iba a ser decapitado, le conminaron por tres veces a que apostatara de la fe, pero Damián ofreció su cuello mostrando gran paz y alegría. Sus restos, recuperados por los cristianos, fueron trasladados a Nagasaki y luego a Macao.

Del artículo de Mons. Juan Esquerda Bifet en L'Osservatore Romano del 28 de noviembre de 2008, sobre los mártires del Japón beatificados en 2008. El artículo completo se halla en la página del grupo.
fuente: «L`Osservatore Romano»




Beato Hugo Green

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Beato Hugo Green, presbítero y mártir
En Dorchester, en Inglaterra, beato Hugo Green, presbítero y mártir, que, ordenado en Duoai, ejerció el ministerio en su patria a lo largo de treinta años, hasta que, durante el reinando de Carlos I, al ser despedazado cruelmente, mereció ser asociado a la pasión de Cristo.
Nació hacia 1584. Sus padres, que eran protestantes, le enviaron al Peterhouse, de Cambridge, donde se graduó en 1605; pero más adelante se convirtió, y entró en el colegio de Douai en 1610, al que dejó en 1612 para probar su vocación con los capuchinos. Por razones de salud o por otras causas, no pudo continuar, y se convirtió en capellán en Chideock Castle, Dorsetshire, en casa de Lady Arundell de Lanherne. El 8 de marzo de 1641, para aplacar el parlamento puritano, resolvió expulsar a todos los sacerdotes católicos de Inglaterra, y Green resolvió obedecer la orden. Lamentablemente, la noticia le había llegado demasiado tarde, y cuando se embarcó ya había pasado el mes de gracia para partir voluntariamente.

Fue entonces arrestado, juzgado, y condenado a muerte en agosto. En la prisión, su constancia tanto impresionó a los otros cautivos que dos o tres mujeres sentenciadas a muerte con él le enviaron recado de querer recibir la absolución antes de la muerte. Confesaron sus pecados ante todos, y recibieron la absolución del mártir. Tuvo una inmediata respuesta providencial a su celo: un padre jesuita, despreciando el peligro, se acercó disfrazado a caballo e hizo al mártir el signo de la absolución, lo que resultó una noble confesión de fe antes de la muerte, que ocurrió el 19 de agosto de 1642. Cuando el verdugo comenzó a descuartizar, no conseguía encontrar el corazón del mártir, y la cruel carnicería se prolongó por cerca de una hora y media. Después de esto los Puritanos jugaron al fútbol con la cabeza del beato. Una barbaridad semejante no se repitió en toda la historia de los mártires ingleses.

Fuentes: Challoner, Missionary Priests (1874), II, 113; De Marsys, Persécution présente des Catholiques en Angleterre (1646), II, 86-93.
Traducido del artículo de J.H. Pollen, Hugh Green (1909) en la Catholic Encyclopedia.
fuente: Catholic Encyclopedia




 
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