viernes, 13 de noviembre de 2015

San Himerio de Susingen - San Abón de La Réole - Beato Varmundo de Ivrea - San Homobono de Lombardía 13112015

San Himerio de Susingen

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San Himerio, eremita
En el valle de Susingen, entre los helvecios, san Himerio, eremita, que predicó el Evangelio en aquella región.
El noble Himerio hizo una peregrinación a Palestina. A su regreso hizo una pausa en su viaje en una isla llamada Arados, en la que habría liberado al pueblo de un monstruo, cuyas patas trajo con él. A su regreso, se estableció como ermitaño en el valle de Susingen -llamado hoy Valle de San Himerio- en el Jura bernés, y junto con su compañero, Alberto cultivó un terreno, que le había dado el Obispo Mario de Lausanne. Sobre la tumba de Himerio se asienta el el actual monasterio de San Himerio, en Suiza.

Biographisch- Bibliographisches Kirchenlexikon, el Ökumenisches Heiligenlexikon.
fuente: Ökumenisches Heiligenlexikon


San Abón de La Réole

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San Abón, abad
En el monasterio de La Réole, en la Vasconia francesa, tránsito de san Abón, abad de Fleury, que, admirablemente preparado en las Sagradas Escrituras y en las letras humanas, murió asesinado de una lanzada por defender la disciplina monástica y fomentar denodadamente la paz.
San Abón de Fleury fue uno de los monjes más sabios de su época. Alrededor del año 971, san Oswaldo de York, que era entonces obispo de Worcester, fundó un monasterio en Ramsey, en Huntingdonshire. San Oswaldo había tomado el hábito de San Benito en Fleury-sur-Loire y, hacia el año 986, empleó los servicios de san Abón como director de la escuela de Ramsey. San Abón, que había estudiado en París, Reims y Orléans, desempeñó ese cargo durante dos años, al cabo de los cuales volvió a Fleury para continuar sus estudios de filosofía, matemáticas y astronomía. Pero ese período de tranquilidad no duró mucho tiempo, ya que fue elegido abad cuando murió el que ejercía ese cargo. Sin embargo la elección fue muy reñida y la oposición entre los dos partidos no se confinó al monasterio. Finalmente, la cuestión quedó decidida en favor de san Abón, gracias a Gerberto, quien algunos años más tarde ocupó la cátedra pontificia con el nombre de Silvestre II.

La carrera de san Abón como prelado fue muy azarosa, porque el santo intervino enérgicamente en los asuntos de su época. En efecto, hizo cuando pudo por conseguir la exención de los monasterios del dominio de los obispos, participó en varios sínodos, y fracasó en su intento de hacer que Roma reconociese el segundo matrimonio de Roberto II, que había sido muy irregular. Pero san Abón es famoso sobre todo por sus escritos, entre los que se cuentan una colección de cánones y una biografía de san Edmundo de Inglaterra, rey y mártir. Por una carta del santo abad, sabemos que se le empleó con frecuencia para restablecer la paz en los monasterios. La causa de su muerte fue su celo por la disciplina y, por eso se le veneró durante mucho tiempo como mártir. En efecto, el año 1004, fue a restablecer el orden en el monasterio de La Réole, en Gascuña, Francia. Precisamente entonces, estalló una reyerta entre los monjes y la servidumbre del monasterio y, en el calor de la lucha, el santo fue apuñalado. Herido gravemente, se arrastró como pudo hasta su celda y allí murio, en brazos de un monje. Algunas diócesis de Francia celebran la fiesta de san Abón, sin embargo, faltan documentos suficientes para estudiar el culto.

 Mabillon, vol. VI, pte. I, pp. 32-52, junto con la carta circular que se escribió para anunciar la muerte trágica del santo. En Migne, PL., vol. CXXXIX, hay varios escritos del santo y una colección de sus cartas, pero no existe ninguna edición completa de sus obras. Los estudios matemáticos y científicos del santo han llamado la atención de los eruditos; véase, por ejemplo, M. Cantor, Vorlesungen über d. Geschichte der Mathematik (1907), vol. I, pp. 845-847. En 1954, Dom Cousin publicó una obra titulada S. Abbo de Fleury, un savant, un pasteur, un martyr.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Beato Varmundo de Ivrea

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Beato Varmundo de Ivrea, obispo
En Ivrea, del Piamonte, conmemoración del beato Varmundo, obispo, esclarecido por la viveza de su fe, su piedad y su humildad, que defendió la libertad de la Iglesia de las insidias de los poderosos, construyó la catedral, fomentó el monacato y promovió la escuela episcopal.
Uno de los pastores más importantes de los que la Iglesia de Ivrea puede presumir en sus muchos siglos de historia, es sin duda Veremundo. Nacido alrededor del 930, de la noble familia vercellesa de Arborio, estudió en Pavía, donde parece que se calificó en leyes. Pero por deseo del emperador Otón I fue elegido como cabeza de la diócesis de Ivrea, hacia el 983 u 84, ciudad que en ese momento era sede de un importante marquesado. Está documentada su presencia en el sínodo de Milán del 969, convocado para reorganizar las diócesis del Piamonte meridional devastadas por las incursiones y ataques de los sarracenos.

Los roles de pastor y guía civil de la comunidad, son afrontados por Veremundo con gran habilidad, que combina la caridad evangélica con la firmeza de la justicia. En particular, estas dotes se muestran importantes en el contexto de la delicada cuestión del Marqués Arduino, quien, respaldado por feudatarios laicos, busca realizar su proyecto político de una Italia unida, al margen de la Iglesia y el Imperio. Contra él, el santo obispo lanzó una excomunión, confirmada a continuación por el Papa, para reivindicar la plena y legítima libertad de la Iglesia.

Su compromiso de obispo involucra también un nuevo impulso al desarrollo cultural y educativo: abre una escuela episcopal, en la que se asume la importante tarea de la copia y ornamentación de manuscritos. Es también responsable de la reconstrucción de la antigua catedral de Santa María, donde puso las reliquias del presunto mártir tebeo san Tegolo, que se encontró cerca de la ciudad. San Veremundo concedió también importantes privilegios a la fundación del monasterio de Fruttuaria, gobernado como primer abad por Guillermo de Volpino, comprendiendo la importancia que esa institución podría tener en el contexto de su territorio diocesano.

Su intensa actividad sólo se vio interrumpida por la muerte, ocurrida en un año entre 1010 y 1014. Sobre su tumba se colocó un cenotafio preparado por él mismo, mientras que el pueblo comenzó a venerar inmediatamente su memoria como santo, a pesar de que la confirmación de su culto llegó recién en 1857, bajo el pontificado de Pío IX. Su memoria, que se celebraba el 9 de agosto, quedó fijada actualmente para el 13 de noviembre, día en el que la Iglesia de Ivrea conmemora a todos sus pastores santos. Sus reliquias se conservan en la catedral de la ciudad, donde están también los ejemplos más significativos de sus imágenes, que no presentan rasgos iconográficos propios, distintos de los normales en un santo obispo.
fuente: Santi e Beati

San Homobono de Lombardía

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San Homobono, laico
En Cremona, de la Lombardía, san Homobono, comerciante, que se hizo famoso por su caridad hacia los pobres, por acoger y educar a niños abandonados y por poner paz en las familias.
Como lo hace notar Alban Butler, el comercio es con frecuencia ocasión de apego exagerado a los bienes de este mundo, de codicia inmoderada y de mentiras, fraudes e injusticias. Pero todo ello procede del abuso de los hombres y no constituye un defecto inherente a la profesión de comerciante, como lo prueba el ejemplo de éste y otros santos. Homobono era hijo de un mercader de Cremona, en la Lombardía. En el bautismo recibió ese nombre que significa «hombre bueno». Su padre, en vez de enviarle a la escuela, se ocupó de enseñarle personalmente la profesión mercantil y, con el ejemplo de la palabra, le imbuyó en el amor a la probidad, la integridad y la virtud. El santo aborrecía desde niño la menor sombra de fraude o injusticia, y a su honradez unía el sentido del ahorro, la diligencia y la laboriosidad. Consideraba la dedicación al comercio como una vocación de Dios y lo practicaba hábilmente, sin olvidar nunca las necesidades de su familia, de su pueblo y de sí mismo. Un comerciante que no tiene al día sus libros, que no administra sus negocios con orden y regularidad y que no se aplica seriamente a ello, falta a uno de sus deberes esenciales de cristiano. Homobono se santificó precisamente, al cumplir esos deberes con diligencia, honradez y por motivos sobrenaturales.
San Homobono se casó a su debido tiempo y su esposa le ayudó con prudencia y fidelidad en el gobierno de la casa. La ambición, la vanidad y la ostentación, no son menos nocivas que otros defectos aparentemente más graves de la clase media, que debería distinguirse por la modestia, la moderación y la sencillez. Todos los gastos exagerados en el vestido, el tren de vida y otras cosas vanas ofenden a otros y dañan a quienes los hacen. Un hombre de baja estatura que usa zancos, sólo consigue ponerse en ridículo. El comerciante está obligado a honrar y ayudar a la sociedad a la que pertenece; la ostentación no hace más que ponerle en ridículo y arruinar su felicidad. San Homobono supo esquivar esos escollos contra los que se estrellan tantos comerciantes. Además, no contento con dar el diezmo de sus ganancias a los pobres de Cristo, era extraordinariamente generoso en sus limosnas, visitaba a los pobres en sus casas, los ayudaba en sus necesidades materiales y los exhortaba a mejor vida.
Su biógrafo afirma que Dios le concedió la gracia de socorrer milagrosamente a aquellos que lo necesitaban. San Homobono tenía por costumbre ir todas las noches a la iglesia de San Gil, porque la oración era la fuente de todas sus buenas acciones y en ella consagraba el santo su vida a Dios. El 13 de noviembre de 1197, cuando el sacerdote entonaba el «Gloria in excelsis» de la misa, Homobono extendió los brazos en cruz y cayó de bruces. Los presentes pensaron que se trataba de un acto de devoción; pero, como el santo no se levantase al momento del Evangelio, acudieron a ver lo que pasaba y le encontraron muerto. Sicardo, obispo de Cremona, fue personalmente a Roma a solicitar que se le canonizase. Así lo hizo Inocencio III en 1199.
A. Maini publicó, en 1857, una corta biografía medieval con el título de S. Homoboni Cremonensis Vita Antiquior. Fuera de eso, los únicos datos que poseemos proceden de las lecciones del breviario. Sin embargo, Sicardo de Cremona menciona al santo, quien fue canonizado dos años después de su muerte (Potthast, Regesta, vol. I, p. 55) . Es el patrono de los sastres y modistas. Su fama se extendió por Italia, Alemania (donde se le llama «Gutmann», que es la traducción literal del nombre) y Francia. G. Belladori publicó, en 1674, una voluminosa obra titulada «Il trafficante celeste, oceano di santita e tresoriero del celo, Huomobono il santo, Cittadino Cremonese». Más modernas son las obras de F. Camozzi (1898) , D. Bergamaschi (1899) , y R. Saccani (1938). Marco Vida, el poeta neoclásico del siglo XVI, era originario de Cremona y escribió un himno en honor de san Homobono.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


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