jueves, 12 de noviembre de 2015

San Josafat de Polotsk - San Nilo de Ancira - San Millán de la Cogolla - San Aurelio África 12112015

San Josafat de Polotsk

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San Josafat, obispo y mártir
Memoria de san Josafat (Juan) Kuncewicz, obispo de Polotsk, en Rutenia, y mártir, que con ardor incesante impulsó a su pueblo hacia la unidad católica, cultivó con piadosa dedicación el rito bizantino-eslavo en Witebsk, que entonces estaba bajo la jurisdicción de Polonia, y, cruelmente perseguido por una chusma enemiga, murió por la unidad de la Iglesia y la defensa de la verdad católica.
En octubre de 1595, el metropolitano de los ortodoxos disidentes de Kiev y otros cinco obispos, que representaban a millones de rutenos (hoy ucranios), hallándose reunidos en Brest-Litovsk, ciudad de Lituania, decidieron someterse a la Sede Romana. Las controversias a que ello dio lugar, provocaron excesos y violencias deplorables.

El gran defensor de la unidad cristiana, cuya fiesta celebramos hoy, derramó su sangre por la causa que defendía y fue el protomártir de la reunión de la cristiandad. Pero en la fecha que acabamos de citar, era todavía niño, ya que había nacido en 1580 o 1584 en Vladimir de Volhinia. Su nombre de bautismo era Juan. Su padre, que era un católico de buena familia, puso a estudiar a su hijo en la escuela de su pueblo natal. Después Juan entró a trabajar como aprendiz en una tienda de Vilna, pero en vista de que el comercio no le interesaba mayormente, empleaba sus tiempos libres aprendiendo el eslavo eclesiástico para comprender mejor los divinos oficios y poder recitar diariamente una parte del largo oficio bizantino. Juan conoció por entonces a Pedro Arcudius, rector del colegio oriental de Vilna, así como a los jesuitas Valentín Fabricio y Gregorio Gruzevsky, quienes se interesaron por él y le alentaron a seguir adelante. Al principio, el amo de Juan no veía con muy buenos ojos sus inquietudes religiosas; pero el joven supo cumplir tan bien con sus obligaciones, que el comerciante acabó por ofrecerle que se asociase con él y tomase por esposa a una de sus hijas. Juan rehusó ambas proposiciones, pues estaba decidido a hacerse monje. Efectivamente, en 1604, ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna. El santo indujo también a seguir su ejemplo a José Benjamín Rutsky, un hombre muy culto, convertido del calvinismo, a quien el papa Clemente VIII había mandado abrazar, contra su voluntad, el rito bizantino. Los dos jóvenes monjes empezaron juntos a trazar planes para promover la unión y reformar la observancia en los monasterios rutenos. Juan Kunsevich, quien desde entonces se llamó Josafat, recibió el diaconado, después el sacerdocio y pronto adquirió gran fama por sus sermones sobre la unión con Roma. Su vida personal era muy austera, ya que añadía a las penitencias acostumbradas en las reglas monásticas del Oriente, otras mortificaciones tan severas, que en más de una ocasión le merecieron las críticas aun de los monjes más ascéticos. En el proceso de beatificación el burgomaestre de Vilna declaró que «no había en el pueblo ningún religioso más bueno que el P. Josafat». Como el abad del monasterio de la Santísima Trinidad manifestara su tendencia al separatismo, Juan fue elegido para sustituirle y, bajo su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus superiores a retirarle del estudio de los Padres orientales para que fundase otros monasterios en Polonia. En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev, y Josafat le sucedió en el cargo de abad de Vilna. Cuando el nuevo metropolitano fue a tomar posesión de su catedral, Juan le acompañó en el viaje y aprovechó la ocasión para visitar el famoso monasterio de las Cuevas de Kiev. Pero la comunidad de dicho monasterio, que se componía de más de 200 monjes, estaba relajada, y el reformador católico estuvo a punto de ser arrojado al Dnieper. Aunque sus esfuerzos por hacer volver a la unidad a la comunidad fracasaron, su ejemplo y sus exhortaciones consiguieron hacer cambiar un tanto la actitud de los monjes y situarlos en un plano de buena voluntad.

El arzobispo de Polotsk era entonces un hombre ya muy anciano que favorecía a los disidentes. En 1617, el P. Josafat fue consagrado obispo de Vitebsk, con derecho de sucesión a la sede de Polotsk. Pocos meses después murió el anciano arzobispo. Así pues, Josafat se halló al frente de una eparquía tan extensa como poco fervorosa. Los que practicaban más a fondo la religión se inclinaban al cisma, pues temían que Roma interfiriese en forma arbitraria con sus ritos y costumbres. Las iglesias estaban en ruinas y se hallaban en manos de los laicos. Muchos miembros del clero secular habían contraído matrimonio dos y hasta tres veces (según el derecho canónico oriental, un hombre casado puede ordenarse sacerdote, pero, si queda viudo, no puede contraer matrimonio otra vez; tampoco puede casarse si era soltero en el momento de recibir el sacerdocio), y la vida monástica estaba en decadencia. Josafat pidió ayuda a algunos de sus hermanos de Vilna y emprendió la tarea: reunió sínodos en las ciudades principales, publicó e impuso un texto de catecismo, redactó una serie de ordenaciones sobre la conducta del clero y combatió la interferencia de los «señores» en los asuntos de las iglesias locales. A todo ello añadió el ejemplo de su vida, su celo en la instrucción, la predicación, la administración de sacramentos y la visita a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros y a las aldeas más remotas. Hacia 1620, prácticamente toda la eparquía era ya sólidamente católica, el orden estaba restaurado y el ejemplo de aquel puñado de hombres buenos había producido un renacimiento de la vida cristiana. Pero en ese mismo año se instituyó en el territorio afectado por el tratado de la Unión de Brest que mencionamos al inicio, la jerarquía de obispos disidentes. Un tal Melecio Smotritsky fue nombrado arzobispo de Polotsk y se dedicó enérgicamente a destruir la obra del arzobispo católico, propagando que Josafat se había «convertido al latinismo», que iba a obligar a sus fieles a seguir su ejemplo, y que el catolicismo no era la forma tradicional del cristianismo ruteno. Cuando Melecio empezó a esparcir esos rumores, san Josafat se hallaba en Varsovia. Al volver a su diócesis, se encontró con que, aunque su ciudad episcopal seguía siéndole fiel, ciertos territorios de la eparquía comenzaban a vacilar, pues un monje llamado Silvestre había conseguido ganar las poblaciones de Vitebsk, Mogilev y Orcha para la causa de Smotritsky. La nobleza y casi todo el pueblo estaban por la unión; pero san Josafat no pudo hacer nada en las tres poblaciones que acabamos de mencionar. Cuando el rey de Polonia proclamó un decreto afirmando que Josafat era el único arzobispo legítimo de Polotsk, se prdujeron desórdenes no sólo en Vitebsk, sino en la misma Vilna. El decreto fue leído públicamente en presencia del santo, y éste estuvo a punto de perder la vida.

El canciller de Lituania, León Sapieha, que era católico, temeroso de los resultados políticos de la inquietud general, prestó oídos a los rumores esparcidos por los disidentes que, fuera de Polonia, acusaban a san Josafat de haber sido el causante de los desórdenes con su política. Así pues, en 1622, Sapieha escribió al santo acusándole de emplear la violencia para mantener la unión, de exponer al reino al peligro de una invasión de los cosacos saporoshzky por sembrar la discordia entre el pueblo, de haber clausurado por la fuerza ciertas iglesias no católicas y de otras cosas por el estilo. Las acusaciones eran demasiado generales y los testimonios ad hoc proporcionados por ambas partes sólo sirvieron para demostrar la injusticia del proceso. Lo único que se podía reprochar realmente al santo, era haber pedido el auxilio del brazo secular para recobrar la iglesia de Mogilev, de la que se habían apoderado los disidentes. El arzobispo tuvo que hacer frente también a la oposición, las críticas y la falta de comprensión de algunos católicos. Está fuera de duda que una de las causas de la facilidad con que una parte del pueblo había vuelto al cisma, era la firme disciplina y el rigor moral que el renacimiento católico había impuesto. Desgraciadamente, san Josafat no encontró entre los obispos latinos de Polonia el apoyo que merecía en tal empresa, porque mantuvo valientemente el derecho del clero y de los ritos bizantinos a que se los considerase en Roma en pie de igualdad con los latinos. El santo mantuvo su lucha con la misma tenacidad y valentía. En octubre de 1623, sabedor de que Vitebsk era todavía el centro de la oposición, decidió ir allá personalmente. Sus amigos no lograron disuadirle ni convencerle de que llevase una escolta militar. «Si Dios me juzga digno de merecer el martirio, no temo morir», respondió san Josafat. Así pues, durante dos semanas predicó en las iglesias de Vitebsk y visitó a los fieles sin distinción alguna. Sus enemigos le amenazaban continuamente y provocaban a sus acompañantes para poder asesinarle aprovechando el desorden. El día de la fiesta de san Demetrio, una chusma enfurecida rodeó al mártir, el cual les dijo: «Sé que queréis matarme y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como vuestro pastor y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada unión, por la supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice».

Smotritsky, que era quien fomentaba la agitación, sólo pretendía probablemente obligar al santo a salir de la ciudad. Pero sus partidarios, que eran más exaltados, empezaron a tramar una conspiración para asesinar a Josafat el 12 de noviembre, a no ser que se excusase ante ellos por haber empleado antes la violencia. Un sacerdote llamado Elías fue el encargado de penetrar en el patio de la casa del arzobispo e insultar a sus criados por su religión y al amo a quien servían. Como la escena se repitiese varias veces, san Josafat dio permiso a sus criados de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la iglesia para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al encuentro y comenzó a insultarle. El santo dio entonces permiso a su diácono para que mandase encerrar al agresor en un aposento de la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos. Al punto, echaron a vuelo las campanas, y la multitud empezó a clamar que se pusiese en libertad a Elías y se castigase al arzobispo. Después del oficio, san Josafat volvió a su casa y devolvió la libertad a Elías, no sin antes haberle amonestado. A pesar de ello, el pueblo penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat y golpeando a sus criados. El santo salió al encuentro de la turba y preguntó: «¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos? Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz» (inútil recalcar cuánto se parecen estas palabras a las que pronunció santo Tomás Becket en una ocasión semejante). La chusma comenzó entonces a gritar: «¡Muera el Papista!», y san Josafat cayó atravesado por una alabarda y herido por una bala. Su cuerpo fue arrastrado por las calles y arrojado al río Divna.

San Josafat Kunsevich fue canonizado en 1867. Fue el primer santo de la Iglesia de Oriente canonizado con proceso formal de la Sagrada Congregación de Ritos. Quince años más tarde, León XIII fijó el 14 de noviembre como fecha de la celebración de su fiesta en toda la Iglesia de Occidente, aunque con la última reforma del calendario fue puesta en el 12, que le es más propio. El martirio del santo produjo como resultado inmediato un movimiento en favor de la unidad católica. Desgraciadamente, la controversia se prolongó con una violencia muy poco edificante, y los disidentes tuvieron también un mártir, el abad Anastasio de Brest, quien fue ejecutado en 1648. Por otra parte, el arzobispo Melecio Smotritsky se reconcilió más tarde con la Santa Sede. La gran reunión rutena existió, con altos y bajos, hasta que, después de la repartición de Polonia, los soberanos rusos obligaron por la fuerza a los rutenos católicos a unirse con la Iglesia Ortodoxa de Rusia, Los pocos que no lo hicieron, han visto repetirse la historia en nuestros días, como lo recuerda la encíclica Orientales omnes, que Pío XII publicó en 1946, con motivo del 350 aniversario de la Unión de Brest. En el oficio de lecturas del santo se recoge un fragmento de SS Pío XI en la encíclica Ecclesiam Dei, de 1923, donde el Papa afirma que san Josafat fue «el hombre más eminente y destacado entre los eslavos de rito oriental, ya que difícilmente encontraríamos a otro que haya contribuido a la gloria y provecho de la Iglesia más que éste, su pastor y apóstol, principalmente cuando derramó su sangre por la unidad de la santa Iglesia.»

En 1874, Dom Alphonse Guépin publicó dos gruesos volúmenes en octavo, de más de mil páginas, titulados Saint Josaphat, archevéque martyr, et l'Eglise grecque unie en Pologne. El autor habla en el prefacio de las fuentes de su obra. En particular, da las gracias al P. J. Martynov por haber puesto a su disposición una copia del proceso de beatificación y cierto número de documentos copiados de los archivos romanos. También cita una vasta colección de documentos reunidos por el monje basiliano Pablo Szymansky y habla de otra gran biblioteca de manuscritos del mismo tipo, reunida por el obispo Naruszewicz para sus investigaciones hitsóricas. Dom Guépin pudo disponer de todo ese material y supo emplearlo con tal tino, que la mayoría de los escritores occidentales que han escrito después de él sobre el tema, se basan en sus investigaciones. Sin embargo, hay que mencionar también los utilísimos panfletos del P. G. Hofmann (Orientalai Christiana, nn. 6 y 12). La noticia de la muerte de san Josafat se difundió rápidamente por toda Europa. En el Museo Británico se conserva una copia de un panfleto publicado en 1625, en Sevilla, con el título de Relación verdadera de la muerte y martirio de ... Josafat. Véase también 0. Kozanewyc, Leben des hl. Josaphat (1931) ;, y la revista Roma e l'Oriente, vol. X (1920), pp. 27-34. San Josafat y el metropolitano Rutsky fueron los iniciadores del movimiento monástico ruteno que se convirtió, más tarde, en la orden de San Basilio; por ello, desde 1932, dichos monjes recibieron el nombre oficial de Basilianos de San Josafat.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Nace en Vladimir de Volhinia por el año 1580 de padres ortodoxos; se convirtió a la fe católica e ingresó en la Orden de san Basilio. Ordenado sacerdote en el rito bizantino en 1609. Ordenado obispo de Vitebsk 1617, meses mas tarde, Arzobispo de Polotzk, Lituania.Trabajó infatigablemente por la unidad de la Iglesia. Perseguido a muerte por sus enemigos, sufrió el martirio el año 1623.
P
rotomártir de la re-unificación de la cristiandad.
Canonizado en 1867.                                               
                                                                                                               San Josafat
                                                                                              Basilica de S. Josafat, Milwauke 
En Octubre de 1595, el metropolitano de los ortodoxos disidentes de Kiev y otros cinco obispos, que representaban a millones de rutenos (hoy llamados ucranios), hallándose reunidos en Brest-Litovsk, ciudad de Lituania, decidieron someterse al Papa y estar en comunión con la Iglesia católica. Se trata de la histórica Unión de Brest. Esta unificación dio lugar a grandes controversias llegándose hasta la violencia. San Josafat por aquel tiempo era muy jovencito, pero aquellos eventos tendrían un profundo impacto en su vida ya que el mismo daría su vida por la unidad de la Iglesia.
Su nombre de bautismo era JuanKunsevich. Su padre, que era un católico de buena familia, puso a su hijo en la escuela de su pueblo natal. Después Juan entró a trabajar como aprendiz en una tienda de Vilna, pero en vista de que el comercio no estaba en su corazón, empleaba sus tiempos libres aprendiendo el eslavoeclesiástico para comprender mejor los divinos oficios y poder recitar diariamente el oficio bizantino. Juan conoció por entones a Pedro Arcudius, rector del colegio oriental de Vilna, así como a los jesuitas Valentín Fabricio y Gregorio Gruzevsky, quienes se interesaron por él y le alentaron a seguir adelante. Al principio, el amo de Juan no veía con muy buenos ojos sus inquietudes religiosas, pero el joven supo cumplir tan bien con sus obligaciones, que el comerciante aca por ofrecerle que se asociase con él y tomase por esposa a una de sus hijas. Juan rehusó ambas proposiciones, pues estaba decidido a hacerse monje.
En 1601 ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna. El santo indujo también a seguir su ejemplo a José Benjamín Rutsky, un hombre muy culto, convertido del calvinismo. Los dos jóvenes monjes empezaron juntos a trazar planes para promover la unión y reformar la observancia en los monasterios rutenos.Desde entonces se llamó Josafat, recibió el diaconado, después el sacerdocio y pronto adquirió fama por sus sermones sobre la unión con Roma.
Su vida personal era muy austera, ya que añadía a las penitencias acostumbradas en las reglas monásticas del oriente, otras mortificaciones tan severas, que en más de una ocasión le criticaron los mismos monjes. En el proceso de beatificación el burgomaestre de Vilna declaró que "no había en el pueblo ningún religioso más bueno que el P. Josafat."
Josafat, al notar quesu superior, Samuel, el abad del monasterio de la Santísima Trinidad, manifestaba  tendencia a separarse de Romase lo advirtió a sus superiores. El arzobispo de Kiev sustituyó a Samuel por Josafat.  Bajo su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus superiores a retirarle del estudio de los Padres orientales para que fundase otros monasterios en Polonia.
En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev y Josafat Ie sucedió en el cargo de abad de Vilna. Cuando el nuevo metropolitano fue a tomar posesión de su catedral, Juan le acompañó en el viaje y aprovechó la ocasión para visitar el famoso monasterio de las Cuevas de Kiev. Pero la comunidad de dicho monasterio, que se componía de más de 200 monjes, estaba relajada y el reformador católico estuvo a punto de ser arrojado al río Dnieper. Aunque sus esfuerzos por hacer volver a la unidad a la comunidad fracasaron, su ejemplo y sus exhortaciones consiguieron hacer cambiar un tanto la actitud de los monjes.
Obispo ejemplarEn 1617, el P. Josafat fue consagrado obispo de Vitebsk con derecho de sucesión a la sede de Polotsk. Pocos meses después murió el anciano arzobispo de esa sede y Josafat se halló al frente de una eparquía  extensa pero poco fervorosaMuchos se inclinaban al cisma porque temían que Roma interfiriese en sus ritos ycostumbres. Las iglesias estaban en ruinas y se hallabanmanos de los laicos. Muchos miembros del clero secular habían contraído matrimonio, algunos varias veces. La vida monástica estaba en decadencia. Josafat pidió ayuda a algunos de sus hermanos de Vilna y emprendió la tarea: reunió sínodos en las ciudades principales, publicó e impuso un texto de catecismo, redactó una serie de ordenaciones sobre la conducta del clero y combatió la interferencia de los "señores" en los asuntos de las iglesias locales. A todo ello añadió el ejemplo de su vida, su celo en la instrucción, la predicación, la administración de sacramentos y la visita a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros y a las aldeas más remotas.
Hacia 1620, prácticamente toda la eparquía era ya sólidamente católica, el orden estaba restaurado y el ejemplo de aquel puñado de hombres buenos había producido un renacimiento de la vida cristiana. Pero en ese mismo año, disidentes en la región que se había unido a Roma, establecieron obispos paralelos, contrarios a Roma. Así, un tal Melecio Smotritsky fue nombrado arzobispo de Polotsk, sede de San Josafat, y se dedicó enérgicamente a destruir la obra del arzobispo católico, diciendo que Josafat se había "convertido al latinismo", que iba a obligar a sus fieles a seguir su ejemplo y que el catolicismo no era la forma tradicional del cristianismo ruteno. La nobleza y la mayoría del pueblo estaban por la unión, pero habían zonas disidentes. Un monje llamado Silvestre Smotritskyrecorrió las poblaciones de Vitebsk, Mogilev y Orcha sublevando a la gente contra el catolicismo. Cuando el rey de Polonia proclamó un decreto afirmando que Josafat era el único arzobispo legítimo de Polotsk, se produjeron desórdenes no sólo en Vitebsk, sino en la misma Vilna. El decreto fue leído públicamente en presencia del santo y éste estuvo a punto de perder la vida.
El canciller de Lituania, León Sapieha, que era católico, temeroso de los resultados políticos de la inquietud general, prestó oídos a los rumores esparcidos por los disidentes que, fuera de Polonia, acusaban a San Josafat de haber sido el causante de los desórdenes con su política. Así pues, en 1622, Sapieha escribió al santo acusándole de emplear la violencia para mantener la unión, de exponer el reino al peligro de una invasión de los cosacos, de sembrar la discordia entre el pueblo,de haber clausurado por la fuerza ciertas iglesias no católicas y de otras cosas por el estilo. Tan solo era cierto que Josafat había pedido el auxilio del gobiernopara recobrar la iglesia de Mogilev, de la que se habían apoderado los disidentes. El arzobispo tuvo que hacer frente también a la oposición, las críticas y la falta de comprensión de algunos católicos. Una de las razones por la que que una parte del pueblo fácilmente se dejó llevar por las falsas acusaciones era para evitar ladisciplina y las exigencias morales del renacimiento católico.
En octubre de 1623, sabedor de que Vitebsk era todavía el centro de la oposición, decidió ir allá personalmente. Sus amigos no lograron disuadirle ni convencerle de que llevase una escolta militar. "Si Dios me juzga digno de merecer el martirio, no temo morir'", respondió San Josafat. Así pues, durante dos semanas predicó en las iglesias de Vitebsk y visitó a los fieles sin distinción alguna. Sus enemigos le amenazaban continuamente y provocaban a sus acompañantes para poder asesinarle aprovechando el desorden. El día de la fiesta de San Demetrio, una turba enfurecida rodeó al mártir, el cual les dijo:
"Sé que queréis matarme y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como vuestro pastor y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada unión, por la
supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice."

MartirioSmotritsky, fomentador de la agitación, probablemente solo pretendía obligar al santo a salir de la ciudad. Pero sus partidarios empezaron a tramar una conspiración para asesinar a Josafat el 12 de noviembre, a no ser que se excusase ante ellos por haber empleado la violencia. Un sacerdote llamado Elías fue el encargado de penetrar en el patio de la casa del arzobispo e insultar a sus criados por su religión y al amo
a quien servían. Como la escena se repitiese varias veces, San Josafat dio permiso a sus criados de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la iglesia para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al encuentro y comenzó a insultarle. El santo dio entonces permiso a su diácono para que mandase encerrar al agresor en un aposento de la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos que buscaban pretexto para atacarle. Al punto, echaron a vuelo las campanas, y la multitud empezó a clamar que se pusiese en libertad a Elías y se castigase al arzobispo. Después del oficio, San Josafat volvió a su casa y devolvió la libertad a Elías, no sin antes haberle amonestado. A pesar de ello, el pueblo penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat y golpeando a sus criados. El santo salió al encuentro de la turba y preguntó: "¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos?   Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz." (Palabras muy parecidas a las de Santo Tomás Becket en ocasión semejante). La turba comenzó entonces a gritar: "¡Muera el Papista!", y San Josafat cayó atravesado por una alabarda y herido por una bala. Su cuerpo fue arrastrado por las calles y arrojado al río Divna.
El martirio del santo produjo como resultado inmediato un movimiento en favor de la unidad católica. Desgraciadamente, la controversia se prolongó con violencia y los disidentes tuvieron también un mártir, el abad Anastasio de Brest, quien fue ejecutado en 1648. Por otra parte, el arzobispo Melecio Smotritsky se reconcilió más tarde con la Santa Sede.
La gran reunión rutena existió, con altos y bajos, hasta que, después de la repartición de Polonia, los soberanos rusos obligaron por la fuerza a los rutenos católicos a unirse con la Iglesia Ortodoxa de Rusia. El  comunismo favoreció la opresión de la fe católica. Hoy como ayer es necesaria la intercesión y el ejemplo de San Josafat a favor de la unión en la verdad y el amor.
San Josafat Kunsevich fue canonizado en 1867 por el Papa Pío IX. Fue el primer santo de la Iglesia de oriente canonizado con proceso formal de la Sagrada Congregación de Ritos. Quince años más tarde, León XIII fijó el 14 de noviembre como fecha de la celebración de su fiesta en toda la Iglesia de occidente. La reforma litúrgica movió la fiesta al 12 de noviembre.
El Papa Pío XI declaró a San Josafat Patrón de la Reunión entre Ortodoxos y Católicos el 12 de noviembre de 1923, III centenario de su martirio.
El 25 de Noviembre de 1963, durante el Concilio Vaticano II y por petición del Papa Juan XXIII, quién estaba muy interesado en la unidad, el cuerpo de San Josafat finalmente encontró su descanso en el altar de San Basilio en la Basílica de San Pedro.
Bibliografía: 
-Vida de los Santos 
de Butler, Vol IV.



San Nilo de Ancira

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San Nilo, abad
En Ancira, de Galacia, san Nilo, abad, que, considerado discípulo de san Juan Crisóstomo, estuvo al frente de su monasterio durante largo tiempo y difundió en sus escritos la doctrina ascética.
Con el nombre de san Nilo el Viejo se evocan, según parece, dos personajes distintos: uno, protagonista de una serie de leyendas y aventuras que transmiten los sinaxarios orientales, y otro un escritor de Ancira de Galacia (actualmente Ankara), monje de profunda doctrina mística. A quien celebramos hoy es al escritor, san Nilo de Ancira, pero puede encontrarse indistintamente mencionado como san Nilo el Sinaíta, que es el otro monje, quizás legendario, protagonista de las historias tradicionales.

De este último se dice que era discípulo de san Juan Crisóstomo, y que ocupaba un alto cargo en Constantinopla. Algunos investigadores llegan a decir que era prefecto de la ciudad. Nilo estaba casado y tenía dos hijos. Cuando éstos habían crecido, Nilo se sintió llamado a la vida eremítica y acordó con su esposa que ambos abandonarían el mundo. Su hijo Teódulo partió con él a establecerse entre los monjes del Monte Sinaí. Desde allí Nilo escribió dos cartas de protesta al emperador Arcadio cuando éste desterró a san Juan Crisóstomo de Constantinopla. Algunos años más tarde, los árabes saqueran el monasterio, asesinaron a muchos monjes y se llevaron preso a Teódulo. Nilo los siguió con la esperanza de rescatar a su hijo. Por fin, lo encontró en Eleusa, al sur de Beersheba, ya que el obispo de ciudad, compadecido de la suerte de Teódulo, le había comprado a los árabes y le había dado trabajo en la iglesia. El obispo de Eleusa confirió la ordenación sacerdotal a Nilo y a su hijo antes de que partiesen al Sinaí. Esta vida está recogida en las Narrationes (Migne, P.G., vol. LXXIX, pp. 583-694).

Sin embargo, como observa el Butler, no hay razón alguna para creer que san Nilo ocupara un alto cargo oficial, ni que fuera casado, ni que se estableciera en el Sinaí, ni que viviera aventuras extraordinarias buscando a su hijo. Más bien san Nilo llegó a ser muy conocido por los escritos teológicos, bíblicos y sobre todo ascéticos que se le atribuyen. En su tratado sobre la oración recomienda que pidamos ante todo a Dios el don de oración y que supliquemos al Espíritu Santo que haga brotar en nuestros corazones los deseos que le son irresistibles; también recomienda que pidamos a Dios que se haga su voluntad en la forma más perfecta posible. A las personas que viven en el mundo predica la templanza, la meditación sobre la muerte y la obligación de la limosna. San Nilo estaba siempre pronto a comunicar a otros sus conocimientos ascéticos. Las cartas suyas que se conservan, muestran cuán lejos había llegado en la vida interior y en el estudio de la Sagrada Escritura, y cuán frecuentemente acudían a consultarle personas de todas las clases sociales. Una de dichas cartas constituye la respuesta de san Nilo al prefecto Olimpiodoro, quien había construido una iglesia y quería saber si podía adornarla con mosaicos de tema profano, como escenas de cacería, imágenes de pájaros, animales y cosas por el estilo. San Nilo reprobó la idea y aconsejó a Olimpiodoro que pusiera escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento «para instruir a los que no saben leer». Agregó que sólo debe haber una cruz, situada en el punto principal de la iglesia. San Nilo escribió todo un tratado para demostrar que la vida eremítica es mejor que la de los monjes que viven en comunidad en las ciudades, pero hace notar que también los ermitaños tienen sus dificultades y pruebas particulares. El santo tenía experiencia en eso, pues sufrió violentas tentaciones, turbaciones y asaltos de los malos espíritus. San Nilo escribió a cierto «estilita» que su retiro en lo alto le había sido dictado por la soberbia: «El que se exalta será humillado».


fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI





Nilo el Viejo, del Sinaí (murió alrededor del año 430), fue uno de los muchos discípulos y fervientes defensores de San Juan Crisóstomo. Lo conocemos primero como laico, casado, con dos hijos. En esa época trabajaba en la Corte de Constantinopla, y se dice que fue uno de los Prefectos Pretorianos que, según el acuerdo de Diocleciano y Constantino, eran los funcionarios principales y jefes de todos los demás gobernadores para las cuatro divisiones principales del imperio. La autoridad de ellos, sin embargo, ya había empezado a declinar hacia el final del siglo IV.
Mientras que San Juan Crisóstomo fue patriarca, antes de su primer exilio (398-403), él dirigía a Nilo en el estudio de las Escrituras y en works of piety (Nikephoros Kallistos, "hist. Eccl.", XIV, 53, 54). Aproximadamente por el año 390 (Tillemont, "Mémoires", XIV, 190-91) o quizás el 404 (Leo Allatius, "De Nilis", 11-14), Nilo dejó a su esposa con uno de sus hijos y llevó consigo al otro, Teódulo, hasta el Monte Sinaí para convertirse en monjes. Vivieron allí hasta cerca del año 410 (Tillemont, ib., p. 405) cuando los Sarracenos, invadiendo el monasterio, hicieron prisionero a Teódulo. Los Sarracenos pretendían sacrificarlo a sus dioses, pero eventualmente lo vendieron como esclavo, que fue la manera cómo se convirtió en posesión del Obispo de Eleusa en Palestina. El Obispo recibió a Teódulo en su clero y lo hizo portero de la iglesia. Mientras tanto, Nilo, habiendo salido de su monasterio para buscar a su hijo, finalmente lo encontró en Eleusa. El obispo los ordenó sacerdotes a ambos y les permitió regresar a Sinaí. La madre y el otro hijo también habían abrazado la vida religiosa sen Egipto. Ciertamente que San Nilo aún vivía en el año 430. No se sabe cuánto tiempo después falleció. Algunos escritores creen que él vivió hasta el año 451 (Leo Allatius, op. cit., 8-14). La Byzantine Menology para su festividad (12 de Noviembre) supone eso. De otro lado, ninguna de sus obras menciona el Concilio de Éfeso (431) y parece que él conociera sólo el comienzo de los problemas Nestorianos; por lo que no tenemos evidencia de su vida más allá del año 430.

Desde su monasterio en el Sinaí, Nilo era una persona muy conocida a través de la Iglesia Oriental; por sus escritos y su correspondencia, él jugó un rol importante en la historia de su época. Era conocido como teólogo, erudito bíblico y un escritor asceta, por lo que gente de toda clase, desde el emperador hacia abajo, le escribían para consultarle. Sus numerosas obras, incluyendo una multitud de cartas, consisten en denuncias de herejía, paganismo, abusos de disciplina y delitos, de reglas y principios de ascetismo, especialmente máximas sobre la vida religiosa. Él advierte y amenaza, sin temor alguno, a personas de alto rango, abades y obispos, gobernadores y príncipes, incluso al mismísimo emperador. Mantuvo correspondencia con Gaina, un líder de los Godos, esforzándose por convertirlo del Arrianismo (Libro I de sus cartas, nos. 70, 79, 114, 115, 116, 205, 206, 286); denunció enérgicamente la persecución de San Juan Crisóstomo, tanto al Emperador Arcadio (ib., II, 265; III, 279) como a sus cortesanos (I, 309; III, 199).
A Nilo se le debe considerar como uno de los principales escritores ascéticos del siglo V. Su festividad se mantiene el 12 de Noviembre en el Calendario Bizantino; en el martirologio Romano se le conmemora también en la misma fecha. Los armenios le recuerdan, con otros padres egipcios, el jueves posterior al tercer domingo de su Adviento (Nilles, "Kalendarium Manuale", Innsbruck, 1897, II, 624).

Los escritos de San Nilo del Sinaí fueron editados por primera vez por Possinus (París, 1639); en 1673, Suárez publicó un suplemento en Roma; sus cartas fueron recopiladas por Possinus (París, 1657), una recopilación de mayor alcance fue hecha por Leo Allatius (Rome, 1668). Todas estas ediciones son utilizadas en P. G., LXXIX. Fessler-Jungmann ha dividido las obras en cuatro clases:

• (1) Obras acerca de las virtudes y los vicios en general: — "Peristeria" (P. G., LXXIX, 811-968), un tratado en tres partes dirigido a un monje Agathios; "Acerca de la Oración" (peri proseuches, ib., 1165-1200); "Acerca de los ocho espíritus de la maldad" (peri ton th'pneumaton tes ponerias, ib., 1145-64); "Acerca del vicio opuesto a las virtudes" (peri tes antizygous ton areton kakias, ib., 1140-44); "Acerca de diversos malos pensamientos" (peri diapsoron poneron logismon, ib., 1200-1234); "Acerca de la palabra del Evangelio de Lucas", xxii, 36 (ib., 1263-1280).
• (2) "Obras acerca de la vida monástica": — Respecto a la matanza de monjes en el Monte Sinaí, en siete partes, narrando la vida del autor en el Sinaí, la invasión de los Sarracenos, el cautiverio de su hijo, etc. (ib., 590-694); Respecto de Albianos, un monje Nitrian cuya vida se presenta como un ejemplo (ib., 695-712); "Acerca del Ascetismo" (Logos asketikos, referente al ideal monástico, ib., 719-810); "Acerca de la pobreza voluntaria" (peri aktemosynes, ib., 968-1060); "Acerca de la superioridad de los monjes" (ib., 1061-1094); "Para Eulogios el monje" (ib., 1093-1140).

• (3) "Advertencias" (Gnomai) o "Chapters" (kephalaia), respecto a 200 preceptos resumidos en máximas cortas (ib., 1239-62). Posiblemente preparados por sus discípulos a partir de sus discursos.

• (4) "Cartas": — Possinus publicó 355, Allatius 1061 cartas, divididas en cuatro libros (P. G., LXXIX, 81-585). Muchas están incompletas, varias están sobrepuestas, o no son realmente cartas, sino extractos de las obras de Nilo; algunas son falsas. Fessler-Jungmann las divide en clases, tales como dogmáticas, exegéticas, morales, y ascéticas. En Fessler-Jungmann se mencionan ciertas obras atribuidas equivocadamente a Nilo, pp. 125-6.
NIKEPHOROS KALLISTOS, Hist. Eccl., XIV, xliv; LEO ALLATIUS, Diatriba de Nilis et eorum scriptis in his edition of the letters (Rome, 1668); TILLEMONT, Mémoires pour servir à l'histoire ecclésiastique, XIV (Paris, 1693-1713), 189-218; FABRICIUS-HARLES, Bibliotheca grœca, X (Hamburg, 1790-1809), 3-17; CEILLIER, Histoire générale des auteurs sacrés, XIII (Paris, 1729-1763), iii; FESSLER-JUNGMANN, Institutiones Patrologiœ, II (Innsbruck, 1896), ii, 108-128.








Oremos

Tú, Señor, que concediste a San Nilo de Ancira el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo


San Millán de la Cogolla

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San Millán de la Cogolla, monje y presbítero
En los montes de la región de la Cogolla, no lejos de Logroño, en España, san Millán o Emiliano, presbítero, que después de llevar vida eremítica y clerical abrazó la monástica, y se hizo famoso por su generosidad para con los pobres y el don de profecía.
Al historiar el desarrollo de la vida religiosa en la Iglesia, suelen los autores distinguir tres etapas. Al principio, los que se proponían observar los consejos evangélicos permanecían en el seno de la familia. Después, para obviar las dificultades que naturalmente tenían que encontrar viviendo entre los suyos en el mundo, buscaron la soledad en los desiertos, dando origen al anacoretismo. Finalmente, para lograr con más facilidad la perfección evangélica practicando la obediencia y, sobre todo, la caridad, se reunieron en cenobios o monasterios.

San Millán, nacido posiblemente en 473, firme en su propósito de entregarse totalmente al servicio divino, pasó por esos tres estados. Adoctrinado por el solitario de Bilibio, vuelve al lugar de su origen, a Suso. Pronto advierte que, novicio en las lides espirituales, le es de gran embarazo para avanzar en el camino de la perfección la multitud de gente que a él acudía. Deja, pues, a su familia y se interna en lo más fragoso y escondido del monte Distercio, viviendo cerca de cuarenta años privado de la compañía de los hombres y sometiendo su cuerpo a rigurosas penitencias. Ordenado sacerdote y libre, al poco tiempo, del cuidado pastoral, se retira a su domicilio de Suso y, ya de edad provecta y lleno de virtudes, recoge a hombres y mujeres que quieren tenerlo por guía espiritual. De este modo se va formando el monasterio de Suso.

Unos párrafos de la Vida brauliana de San Millán, breves pero expresivos, nos dan a entender que en los últimos años de su vida dirigía una comunidad de sagradas vírgenes y otra de monjes o religiosos. En el capítulo XXIII habla San Braulio de las mujeres que servían al Santo en su decrépita ancianidad, a las que llama «vírgenes sagradas», «vírgenes de Cristo» y «siervas de Dios», términos todos que indican ser personas consagradas al servicio divino. De ellas sólo conocemos el nombre de una, que se llamaba Potamia. En otro capítulo dice que San Millán, al acercarse la hora de su muerte, «llamó al santísimo presbítero Aselo, con quien vivía colegialmente» ; y al comenzar la biografía nos da los nombres de los sacerdotes Citonato, Sofronio y Geroncio, quienes, como testigos presenciales, le relataron fielmente la vida de su maestro. Aparece también en el capítulo XXII un ministro que era el despensero, pues estaba encargado de la guarda de las provisiones. Con éstos y acaso con otros que no se nombran estaba formada la comunidad de monjes, a todos los cuales, así como a las religiosas, presidía y gobernaba San Millán. Acaecida su muerte «fue llevado su cuerpo -según San Braulio- con mucho acompañamiento de religiosos (multo religiosorum obsequio), y depositado en su oratorio, en el que aún permanece».

Como en torno al sepulcro de San Millán seguían realizándose curaciones y hechos prodigiosos, los monjes de Suso enviaron a San Braulio una relación de tales prodigios, y el santo biógrafo -como lo advierte en la carta dedicatoria- los añadió al fin del libro. Son cuatro, y uno de ellos es el siguiente: «En el año próximo pasado, siendo la víspera de la festividad de San Julián mártir, como faltase el aceite para aderezar las luces, no pudo ser encendida la lámpara; más levantándose a las vigilias o maitines la hallaron tan llena de aceite y tan luciente que no sólo ardió hasta la mañana, sino que con la abundancia de lo que sobró el milagro produjo otros milagros».

Mucha razón tiene el P. Pérez de Urbel al decir que San Millán fue creador de uno de los centros monásticos más importantes de la edad media y fundador de su abadía.

Fragmentos de «San Millán, fundador», de Joaquín Peña O.A.R., en Páginas Emilianenses (pp.45-49), Monasterio de Yuso, San Millán de la Cogolla, 1980.  hagiografía "Vida y milagros de San Millán", por San Braulio de Zaragoza. Gonzalo de Berceo, en su «Estoria De Sennor Sant Millan», traduce en romance el escrito latino de Braulio de Zaragoza.


San Aurelio África

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Santos Aurelio y Publio, obispos y` ms., Africa.

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