El libro de San Bonifacio
Pregunta: Ramón, explícame por que San Bonifacio tiene un libro
atravesado por una espada y cuentame mas de su vida.
Respuesta: La verdad es que para contar todo lo que se conoce o se ha
fabulado sobre San Bonifacio necesitaríamos bastante tiempo y espacio, pero
intentaré hacer un esbozo, tomando de lo que dicen Butler y el Acta Sanctorum.
Lo primero es decirte que aunque no sea un santo muy conocido y de escasa
devoción por el pueblo hispano parlante, es un santo conocidísimo y muy
venerado al norte de Europa, donde estuvo y realizó su labor misionera. Y,
además, es un personaje clave a la hora de hablar de la historia de la Iglesia
y las misiones.
San Bonifacio de Fulda, obispo y mártir. 5 de junio.
Bonifacio (al que sus padres llamaron Winfried) nació en 672 en Crediton, Inglaterra. Estudió con los benedictinos de Nursling, donde profesó como monje y fue profesor de la escuela externa. A los 40 años decidió partir en pro de la evangelización del pueblo, aún sumido en el paganismo. Y comenzó a formar parte de la historia, como columna principal en la obra político-misionera de San Carlomagno (28 de enero y 29 de diciembre, traslación de las reliquias), artífice de una expansión evangelizadora y cultural que, ante todo, pretendía expandir su dominio.
En 716 lo tenemos en Frisia, predicando, y lo mismo Turingia, en 719. Este mismo año fue a Roma, donde el papa San Gregorio II (2 y 13 de febrero), que viendo su valía, lo consagró obispo el 14 de mayo, y es por eso por lo que decidió llevar en adelante un nombre cristiano, eligiendo el del famoso mártir celebrado ese día: San Bonifacio de Tarso (14 de mayo). San Gregorio II, como era ocasional, le dio especiales poderes para erigir diócesis, monasterios, ordenaro presbíteros, y en definitiva, organizar la iglesia allí donde fuese, y le dotó con reliquias de santos, ornamentos y libros sagrados. [1]
Bonifacio se dirigió a Hesse, desde donde organizó la Iglesia, creando los obispados de Ratisbona, Passau, Eichstätt, Salzburg, Würzburg y Erfurt, quedando él mismo como arzobispo de Maguncia. En Hesse ocurrió un hecho que determinó su modo de evangelizar y, también su martirio: Derribó un enorme roble al que los habitantes de la región atribuían poderes y bajo el cual realizaban ofrendas y alabanzas a sus dioses. Allí mismo edificó una iglesia dedicada a San Pedro Apóstol. Y no se lo perdonaron.
Conocedor de la importancia de los monasterios en la cultura, economía y, claro, evangelización de los sitios donde se establecían las abadías, se rodeó de colaboradores, monjes o monjas, que ampliaran la labor evangelizadora y civilizadora de Alemania. Además, fundó los monasterios de Fritzl y Ochsenfurt, y su favorito, el de Fulda, donde se sentía como en casa y que es comparable en importancia a Monte Cassino. Precisamente para imbuirse en la espiritualidad benedictina envió a Montecassino a San Sturmio (17 de diciembre), para que aprendiese sus costumbres y usos. Una bella leyenda dice que estando en esta fundación y, no teniendo que comer, un pájaro le lanzó un pez, el santo lo comió y al lanzar el espinazo al río, se regeneró y el pez continuó con vida. Algo como el pez de San Corentin (12 de diciembre), pero solo por una vez.
Especialmente su amiga, confidente y
consuelo fue Santa Eadburgis (12 de diciembre), de la que se
conservan cartas llenas de afecto y admiración por el obispo. En una ocasión le
regaló una copia de las cartas de San Pedro, escrito a mano (como todos los
libros del momento) con letras de oro y guarnecido de oro y piedras
preciosas. Otras mujeres importantes fueron Santa Lioba (28 de septiembre) y Santa Tetta(28
de septiembre), que proveía de monjas cultas y preparadas en la enseñanza a
Bonifacio, para fundar escuelas en los monasterios. Sabía que educando a las
niñas de clases acomodadas, con los años, estas influirían en sus maridos y
familias, favoreciendo la cristianización. Especialmente importantes e
imprescindibles en esta labor misionera fueron los hermanos Santos Willibald (7 de julio), Wunibald (7 de julio, en Fulda; 15, en Eichstätt; y 18 de diciembre) y Walburgis (25 de febrero), o San Willibrord (7 de noviembre).
El 5 de junio de 754, Domingo de Pentecostés, Bonifacio celebró una misión en Dokkum y, justo al comenzar la Misa, fue atacado junto a sus compañeros, por una turba de paganos frisones. Dijo Bonifacio a sus compañeros: "No os preocupéis, todas las armas de este mundo no pueden matar el alma". La leyenda cuenta cómo protegió su cabeza de la espada, que terminó atravesando el libro y el cráneo. Este libro, conservado como una reliquia, se muestra a los devotos actualmente, pero no hay certezas de que sea el mismo, o una reliquia falsa; en todo caso es su atributo principal, junto al zorro y el hacha (recuerda el árbol cortado). En ocasiones, el hacha es quien está clavada en el libro, pero es un error iconográfico.
Sus compañeros mártires fueron San Eoban, obispo de Utrecht (5 y 7 de junio); Santos Wintrung, Wiehtberht (hijo de Tetta), Ethelheri y Walter, presbíteros (5 y 7 de junio); Santos Hamund, Scirbald, y Bossa, diáconos (5 de junio y 9 de abril) y Santos Huachar y Gundekar, monjes (5 de junio y 9 de abril). Sus reliquias se veneran en la cripta del monasterio de Fulda. Es patrón de Fulda, Utrecht, Haarlem, Frisia, Sajonia y Turingia, y muchas ciudades más. Además, es patrono de los cerveceros, libreros, sastres y archiveros.

San Bonifacio de Fulda, obispo y mártir. 5 de junio.
Bonifacio (al que sus padres llamaron Winfried) nació en 672 en Crediton, Inglaterra. Estudió con los benedictinos de Nursling, donde profesó como monje y fue profesor de la escuela externa. A los 40 años decidió partir en pro de la evangelización del pueblo, aún sumido en el paganismo. Y comenzó a formar parte de la historia, como columna principal en la obra político-misionera de San Carlomagno (28 de enero y 29 de diciembre, traslación de las reliquias), artífice de una expansión evangelizadora y cultural que, ante todo, pretendía expandir su dominio.
En 716 lo tenemos en Frisia, predicando, y lo mismo Turingia, en 719. Este mismo año fue a Roma, donde el papa San Gregorio II (2 y 13 de febrero), que viendo su valía, lo consagró obispo el 14 de mayo, y es por eso por lo que decidió llevar en adelante un nombre cristiano, eligiendo el del famoso mártir celebrado ese día: San Bonifacio de Tarso (14 de mayo). San Gregorio II, como era ocasional, le dio especiales poderes para erigir diócesis, monasterios, ordenaro presbíteros, y en definitiva, organizar la iglesia allí donde fuese, y le dotó con reliquias de santos, ornamentos y libros sagrados. [1]
Bonifacio se dirigió a Hesse, desde donde organizó la Iglesia, creando los obispados de Ratisbona, Passau, Eichstätt, Salzburg, Würzburg y Erfurt, quedando él mismo como arzobispo de Maguncia. En Hesse ocurrió un hecho que determinó su modo de evangelizar y, también su martirio: Derribó un enorme roble al que los habitantes de la región atribuían poderes y bajo el cual realizaban ofrendas y alabanzas a sus dioses. Allí mismo edificó una iglesia dedicada a San Pedro Apóstol. Y no se lo perdonaron.
Conocedor de la importancia de los monasterios en la cultura, economía y, claro, evangelización de los sitios donde se establecían las abadías, se rodeó de colaboradores, monjes o monjas, que ampliaran la labor evangelizadora y civilizadora de Alemania. Además, fundó los monasterios de Fritzl y Ochsenfurt, y su favorito, el de Fulda, donde se sentía como en casa y que es comparable en importancia a Monte Cassino. Precisamente para imbuirse en la espiritualidad benedictina envió a Montecassino a San Sturmio (17 de diciembre), para que aprendiese sus costumbres y usos. Una bella leyenda dice que estando en esta fundación y, no teniendo que comer, un pájaro le lanzó un pez, el santo lo comió y al lanzar el espinazo al río, se regeneró y el pez continuó con vida. Algo como el pez de San Corentin (12 de diciembre), pero solo por una vez.
El 5 de junio de 754, Domingo de Pentecostés, Bonifacio celebró una misión en Dokkum y, justo al comenzar la Misa, fue atacado junto a sus compañeros, por una turba de paganos frisones. Dijo Bonifacio a sus compañeros: "No os preocupéis, todas las armas de este mundo no pueden matar el alma". La leyenda cuenta cómo protegió su cabeza de la espada, que terminó atravesando el libro y el cráneo. Este libro, conservado como una reliquia, se muestra a los devotos actualmente, pero no hay certezas de que sea el mismo, o una reliquia falsa; en todo caso es su atributo principal, junto al zorro y el hacha (recuerda el árbol cortado). En ocasiones, el hacha es quien está clavada en el libro, pero es un error iconográfico.
Sus compañeros mártires fueron San Eoban, obispo de Utrecht (5 y 7 de junio); Santos Wintrung, Wiehtberht (hijo de Tetta), Ethelheri y Walter, presbíteros (5 y 7 de junio); Santos Hamund, Scirbald, y Bossa, diáconos (5 de junio y 9 de abril) y Santos Huachar y Gundekar, monjes (5 de junio y 9 de abril). Sus reliquias se veneran en la cripta del monasterio de Fulda. Es patrón de Fulda, Utrecht, Haarlem, Frisia, Sajonia y Turingia, y muchas ciudades más. Además, es patrono de los cerveceros, libreros, sastres y archiveros.
[1] Mostrar riqueza era un medio efectivo
a la hora de evangelizar a los pueblos paganos, por lo general fáciles de
impresionar, aunque no de convencer. Predicaciones efectistas, ornamentos
lujosos, derribo de templos paganos, eran tácticas para lograr conversiones.
También fueron elementos importantes en esta tarea las hagiografías de los
santos: mostrando que los santos eran poderosos y, sobre todo, que controlaban
la naturaleza, daban veracidad al mensaje de salvación anunciado por estos
mismos santos. La verdad es que hoy día esta forma de evangelizar, nos parece
incorrecta, pero la distancia en el tiempo es mucha como para juzgar con
nuestros criterios.
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