domingo, 6 de noviembre de 2016

¡Qué más da! (Evangelio meditado) 06112016

¡Qué más da!
Lucas 20, 27-38. Domingo XXXII. Tiempo ordinario. Ciclo C. ¡Dios de vivos!


Por: H. Balam Loza LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te alabo con todo mi ser. Al ver la creación experimento la maravilla y la admiración. Al ver mi historia pasada veo tu mano providente en cada uno de los acontecimientos. Al contemplar tu amor por mí veo mi pequeñez y tu grandeza, experimentando un profundo sentimiento de amor. Y en este momento dejo a un lado todo y pongo en tus manos todo lo que soy y todo lo que tengo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 20, 27-38
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que  si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos. El mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”.
Jesús les dijo: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado.
Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven”. 
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Qué es el cielo? ¿Qué pasará cuando resucitemos? ¿Qué hay después de la muerte? Son preguntas que vienen a la mente en los momentos más difíciles. Cuando un pariente se va o cuando vemos que un amigo está sufriendo la pérdida de un ser querido es cuando nos planteamos estas preguntas;cuando nos preguntamos por el sentido de la propia vida.
Cuando paseamos por los cementerios mientras rezamos un rosario vemos muchas cosas. Vemos de todo. Vemos, tal vez, nombres de personas ilustres en grandes mausoleos de mármol; o la lápida pequeña de algún niño con pocos meses; incluso podemos descubrir entre el polvo alguna lápida en la que, el tiempo ha dejado su huella, borrando casi por completo algún nombre de alguna época lejana.
Y entonces podemos darnos cuenta que todo se borra con el tiempo. Podré ser una persona muy afamada o podré ser un humilde campesino. Puedo tener numerosas casas y riquezas o vivir pobremente. Pero… ¡Qué más da!, al final todo esto pasa. Y, ¿qué es lo importante? Cristo lo dice hoy en el Evangelio. Lo importante es ser hijo de Dios. Algo muy fácil y al mismo tiempo muy complicado. Vivir cada momento con la conciencia de que mi Padre me espera. Y me espera con los brazos abiertos.
«De que le sirve al hombre ganar el mundo entero si al final pierde su alma».
«Una vez los saduceos, que no creían en la vida eterna, presentaron una pregunta sobre el levirato.respecto a la mujer que se había casado con siete hermanos y luego al final murió: ¿cuál será el marido de esta mujer en el más allá? Una pregunta pensada precisamente para buscar poner en ridículo a Jesús.En el caso del levirato Jesús se centra en la plenitud escatológica: “En el cielo no habrá ni marido ni esposa, vivirán como ángeles de Dios”. Se centra en la plenitud de la luz que viene de esa plenitud escatológica.»
(Cf. Homilía de S.S. Francisco, 20 de mayo de 2016, en Santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy domingo, iré un rato al cementerio para pedir por las almas de los difuntos. Además, aprovecharé para meditar en silencio la realidad de la muerte, la realidad de mi muerte, lo pasajero de lo superfluo y la importancia de vivir para llegar al cielo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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