sábado, 5 de noviembre de 2016

Santos del día 6 de noviembre

Santos del día 6 de noviembre
Octavo Idus novembris
   Mártires del siglo XX en España (3 coms.) - Memoria litúrgica   
No se celebra hoy, porque hay una celebración de mayor rango (XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, solemnidad)
En el aniversario de la beatificación en 2007 del grupo de 498 mártires de España en época de la Guerra Civil, se conmemoran litúrgicamente en esta fecha todos los mártires, santos y beatos, que dieron en España, en el siglo XX, su testimonio de fe.
En Toniza, de Numidia, san Félix, mártir, del que habló san Agustín cuando, dirigiéndose al pueblo, dijo: «Verdaderamente feliz en el nombre y en la corona. Porque confesó y fue atormentado; y al otro día se encontró en la cárcel su cuerpo exánime».
Conmemoración de san Pablo, obispo de Constantinopla y mártir, a quien expulsaron muchas veces los arrianos por mantener la fe nicena y otras tantas volvió a su sede, pero, al fin, el emperador Constancio le relegó a Cucuso, pequeña población de Capadocia, donde, según la tradición, fue cruelmente estrangulado por insidias de los arrianos.
En Rennes, de la Bretaña Menor, san Melanio, obispo, que pasó al encuentro del Señor en el lugar llamado Placio, a la vera del río Vicenon, donde él mismo, con sus propias manos, había construido una iglesia y congregado a monjes para el servicio de Dios.
En el monasterio de Llanilltud Fawr, en Cambria, que lleva su nombre, san Iltuto, abad, que fundó un cenobio, donde la fama de su santidad y eximia doctrina congregó gran número de discípulos.
En Noblac, cerca de Limoges, en Aquitania, san Leonardo, ermitaño.
En Jerusalén, santos mártires Calinizo, Himerio, Teodoro, Esteban, Pedro, Pablo, otro Teodoro, Juan, otro Juan y uno más cuyo nombre se desconoce, todos los cuales eran soldados en Gaza, y al ser ocupada la ciudad por los sarracenos fueron encarcelados, pero, animados por el obispo san Sofronio, confesaron a Cristo, y coronaron así su martirio por decapitación.
En Barcelona, ciudad de Hispania, san Severo, obispo, que, según la tradición, obtuvo la corona del martirio.
Entre los helvecios, en el reino de Burgundia, san Protasio, al que se venera como obispo de Lausanne.
En la región Taruanense, de Austrasia, san Winoco, de origen bretón, que primero fue recibido por san Bertino en la comunidad de monjes de Sithiu, y después construyó el monasterio de Wormhoudt, que dirigió santamente como prior, trabajando mucho con sus propias manos.
En Apt, en la Provenza, de la Galia, san Esteban, obispo, famoso por su mansedumbre, que organizó dos peregrinaciones a Jerusalén y restauró la iglesia catedral.
En el monasterio de Dorat, en la región de Limoges, de Aquitania, san Teobaldo, presbítero, que, siendo canónigo regular, fue encargado de la iglesia y nunca salía del cenobio más que para ponerse al servicio de los enfermos y atender a sus necesidades.
Cerca de Colonia, en la Lotaringia, de Germania, beata Cristina de Stommeln, virgen, que superó las tentaciones del mundo viviendo en comunión con la pasión de Cristo.
En Nagasaki, Japón, beato Tomás de San Agustín Kintsuba Jihyoe, presbítero de la Orden de San Agustín, quien realizó su apostolado disfrazado de samurai, pudiendo así asistir a los cristianos detenidos en la cárcel, donde estaba preso también su superior, hasta que finalmente fue capturado él mismo, y murió «horca y fosa», donde mostró gran fortaleza.

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