15 mártires de Laos (1954-1970)
Este grupo de 15
mártires, encabezados por el Pbro. Joseph Tien, comprende cristianos de
distintos estados, tanto sacerdotes como religiosos, y laicos. Pertenecían
todos a la misión católica en el país, y abren la santidad y el testimonio
cristiano en la tierra de Laos. Fueron beatificados por Papa Francisco a
finales de 2016.
En este grupo:
«Durante la guerra de Indochina, en Laos,
entre los años 1954 y 1970, diecisiete discípulos de Cristo sufrieron el
martirio por el amor a su nombre. Entre estos santos mártires, se encontraba el
joven sacerdote José Tien (Ban Then, 5 de Diciembre de 1918 – Muang Xoi, 2 de
Junio de 1954), primer mártir de Laos, además de otros catequistas [Pablo
Thoj Xyooj (1941-1960), José Outhany (1933-1961) Tomás Khampheuane Inthirath
(1952-1968), Luc Sy (1938-1970), Maisam Pho Inpeng (1934-1970)].
Algunos miembros de la Sociedad de las
Misiones Extranjeras de París [P. Juan Bautista Malo MEP (1899-1954), P.
René Dubroux MEP (1914-1959), P. Noel Tenaud MEP (1904-1961), P. Marcel Denis
MEP (1919-1961), P. Lucien Galan MEP (1921-1968)] y de la Congregación de
los Misioneros Oblatos de María Inmaculada [P. Mario Borzaga OMI
(1932-1960), P. Louis Leroy OMI (1923-1961), P. Miguel Coquelet OMI
(1931-1961), P. Vincente L’Hénoret OMI (1921-1961), P. Juan Wauthier OMI
(1926-1967), P. José Boissel OMI (1909-1969)] también ofrecieron su
vida en sacrificio para que el Evangelio pudiera ser oído.
La iglesia de Laos reconoce en estos
bienaventurados a sus padres fundadores.»
Tomado del Decreto de
beatificación. La ceremonia de beatificación fue presidida por
el Card. Orlando Quevedo, delegado del Papa Francisco, en Vientián, Laos,
el 11 de Diciembre de 2016. La memoria conjunta (en las respectivas
diócesis y congregaciones donde debe celebrarse) está fijada para el 16 de
diciembre.
Homilía del Card. Quevedo en la misa de
beatificación:
Mis Hermanos y Hermanas en el Señor:
En verdad ¡Éste es el día en que actuó el
Señor! Les presento los saludos llenos de afecto de nuestro Santo Padre,
saludos de paz y alegría en el Señor.
En su Carta Apostólica respondiendo
favorablemente a la solicitud de los obispos de beatificar a los 17 Mártires de
Laos, el Papa Francisco los llama "testigos heroicos del Señor Jesús y de
su Evangelio de paz, justicia y reconciliación.” Instruye a la Iglesia de Laos
a celebrar su fiesta cada año, el 16 de Diciembre.
Hoy es sobre todo una celebración del amor
perseverante de Dios, amor de Dios por el pueblo de Laos, amor de Dios
especialmente para con nuestros 17 Mártires. Ellos, como respuesta al amor fiel
de Dios, entregaron sus vidas por la causa de Jesús. Por esto el Beato José
Thao Tiên y sus 16 compañeros son héroes de la fe. Ofrecieron sus vidas al
servicio del Señor y al servicio de sus hermanos y hermanas en la fe. Creían
por eso hablaron de Jesús (véase 2 Cor 4, 13) no sólo con palabras, también con
sus vidas.
Debemos contar una y otra vez a cada
generación sus historias personales llenas de heroísmo. Sus nombres están
inscritos para siempre en los anales de la Iglesia de Laos: un sacerdote
diocesano, 5 sacerdotes de la sociedad de las Misiones Extranjeras de París, 6
sacerdotes de la congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, 5
miembros laicos que incluyen a un joven catequista de 19 años y un
estudiante-catequista de 16. Un catequista, José Outhay, había nacido en
Tailandia y se había hecho catequista en Laos tras la muerte de su mujer y de
su hijo.
El sacerdote diocesano de Laos, el Beato
José Thao Tiên, y los laicos catequistas eran jóvenes. Las palabras de S. Pablo
bien podrían haber resonado en sus corazones: "Que nadie menosprecie tu
juventud. Procura, en cambio, ser para los creyentes modelo en la palabra, en
el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza.” (1Tim 4, 12). Sus
vidas heroicas, sin duda, han sido un ejemplo de fidelidad perseverante al
Señor. Sus historias personales son de los más inspiradoras y edificantes.
Sus muertes violentas abarcan un período
que va de 1954 a 1970. Los últimos Mártires, el joven catequista Kmhmu’, Luc
Sy, y su compañero Maisan Pho Inpeng, murieron por la causa de Jesús en 1970,
hace sólo 46 años. Sin duda, nuestro mismo obispo, Mons. Ling, joven diácono en
aquel momento atesora numerosas memorias de sus heroicos compañeros. Mons. Ling y Mons. Banchong también soportaron grandes sufrimientos después por su fe en
Jesús. Muchos de ustedes, ahora con 70 años podrán recordar a nuestros héroes
de la fe y las circunstancias de sus muertes violentas. Quizás algunos de ustedes fueron parientes o amigos suyos.
Fieles a Jesús hasta el final, cada uno de ellos, sacerdotes, misioneros
religiosos extranjeros, y laicos laosianos, podrían exclamar sin dudar con el
salmista: "He escogido el camino de la lealtad, a tus juicios me conformo.
A tus dictámenes me mantengo adherido, Señor”. (Sal 119, 30-31)
¿Por qué están decididos a comprometer sus vidas al Señor? Porque amaron al
Señor sin límites. Desde la fe se comprometieron ellos mismos, como sacerdotes
y catequistas, al servicio de sus hermanos y hermanas. Por la fe, compartieron
los sufrimientos de Cristo. Suyas fueron las palabras del Apóstol Pablo:
"Yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y
no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo… la vivo en
la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gal 2, 19-20)
Por su fe en Jesús y su amor a Jesús, por
sus servicios a las comunidades de fe de las distintas ciudades y aldeas de
Laos, el Señor les concedió el don de la vida eterna, y ahora contemplan con
amor y alegría la gloria de Dios (véase Juan 11, 40; 3, 36).
Ustedes, querido Pueblo de Dios, son un
muy "pequeño rebaño” en medio de un pueblo de millones de laosianos. Pero
sin duda, si "la sangre de mártires es la semilla de la Iglesia”
(Tertuliano, Apologeticus, capítulo 50), entonces ciertamente podrán ver
el fruto de su sangre derramada:
- en los distintos lugares de Laos
donde ellos ofrecieron sus vidas;
- entre sacerdotes y religiosos y
religiosas;
- entre laicos de distintas
vocaciones, casados y solteros, padres y viudas;
- y entre los jóvenes.
El grano de trigo ha caído en terreno y ha muerto. Con total certeza, dará
fruto (véase Jn 12, 24) en el número de católicos, en la cualidad de su fe, en
el número de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, en un mayor
dinamismo de los jóvenes, en la energía espiritual de movimientos y comunidades
de laicos.
Hoy, el Espíritu del Señor nos invita a seguir la vida y el camino de
nuestros 17 Mártires. Son testigos heroicos de la obra del Señor, obra de
justicia y misericordia, de paz y reconciliación. Por estos valores del
Evangelio, ellos entregaron su vida.
Nosotros les honramos no sólo rezándoles, puesto que están definitivamente
en el Cielo. Les honramos viviendo nuestra fe en la forma en que ellos la
vivieron, amando al Señor de la forma en que ellos le amaron – en nuestras
luchas de cada día por perseverar en la fe y en las inseguridades de cada día
en la vivencia de nuestra fe. Las palabras del profeta Isaías en la primera
lectura de hoy nos inspiran: "¡Sed fuertes, no temáis!” (Is 35, 4). San
Pablo nos anima de la misma manera: "Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed
fuertes” (1 Cor 16, 13).
Hermanos y hermanas en el Señor, como nuestros 17 héroes de la fe, también
nosotros podemos ser testigos de Jesús proclamándole y contando su historia no
con palabras, sino por la forma en que vivimos. S. Juan Pablo II nos dice que
los fieles que viven un vida cristiana ofrecen el testimonio más silencioso y a
la vez más elocuente de Jesús, (véase Ecclesia in Asia, nº. 23).
"Confortaos mutuamente y edificaos
los unos a los otros… animad a los débiles” (1 Tes 5, 11.14), especialmente en
tiempos de grandes pruebas por nuestra fe. Que María, nuestra amorosa Madre sea
nuestra compañera siempre en el viaje hacia una vida de fe profunda y de amor
vibrante. Que nuestros 17 Mártires nos ayuden a amar y servir a los otros,
especialmente a los pobres y necesitados para que la justicia, la paz y la
reconciliación de Dios reine siempre en su hermoso país de Laos.
El Santo Padre, el Papa Francisco les
concede su paterna bendición apostólica.
(Vientán, Laos – 11 de Diciembre de 2016)
fuente: Oblatos de María Inmaculada
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ingreso o última modificación relevante: 5-1-2017
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