viernes, 25 de julio de 2014

«Muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros» (San Pedro Crisólogo (c.406-450))

Reflexión Espiritual


«Muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros»
San Pedro Crisólogo (c.406-450), obispo de Ravenna, doctor de la Iglesia


Sermón 147; PL 52, 594-596



Desde que Dios ha visto que el mundo estaba trastornado por el
temor, ha puesto en acto su amor para llamarlo de nuevo a sí, su gracia
para invitarlo, su ternura para abrazarlo. En tiempo del diluvio...
llama a Noé para engendrar un mundo nuevo, lo alienta con dulces
palabras, pone en él su familiar confianza, le instruye con bondad sobre
el presente y con su gracia le consuela sobre el porvenir... Le ayuda
en su trabajo y encierra en el arca lo que había de ser germen del mundo
entero a fin de que el amor a su alianza alejara de él el temor...



Después Dios llama a Abraham de entre las naciones, engrandece su
nombre y le hace padre de los creyentes. Le acompaña en su camino, le
protege en país extraño, le colma de riquezas, le honra con victorias,
le asegura con promesas, le arranca de las injusticias, le consuela en
su hospitalidad y le maravilla con un nacimiento inesperado a fin de
atraerle por la gran dulzura del amor divino; así le enseña a... adorar a
Dios amándolo y ya no más temblando.



Más tarde, a través de sueños, Dios consuela a Jacob en su huída. Al
regresar le provoca al combate y, durante la lucha, le estrecha entre
sus brazos a fin de que ame al padre de los combates y ya no le tema
más. Después llama a Moisés y le habla con amor de padre para invitarle a
liberar a su pueblo.



En todos estos acontecimientos, la llama de la caridad divina ha
abrasado el corazón de los hombres..., y estos, con el alma herida, han
comenzado a desear ver a Dios con sus ojos de carne... El amor no se
conforma con no ver al que ama. ¿No es cierto que todos los santos han
considerado como cosa sin importancia todo lo que podían obtener a no
ser el ver a Dios?... Que nadie, pues, piense que Dios se ha equivocado
viniendo a los hombres a través de un hombre. Se ha encarnado entre
nosotros para ser visto por nosotros

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