San Suitberto de Kaiserswerth, abad y obispo
En Werda (hoy Kaiserswerth), isla del Rin, en Sajonia, san Suitberto, obispo, que primero fue monje en Northumbria, siendo compañero de san Willibrordo, y después, ordenado obispo por san Wifrido, predicó el Evangelio a los bátavos, frisios y otros pueblos de Germania. Falleció piadosamente, ya anciano, en el monasterio que había fundado.
San Willibrordo, obispo misionero, llevaba como compañeros en el apostolado a doce monjes; entre ellos estaba Suitberto, monje de Northumbria (Inglaterra). En el año 690 fueron a Frisia (entre Alemania y Holanda) y allí se dividieron entre las diferentes zonas. Suitberto predicó con éxito en Brabante, Gelderland y Cleves, y en el 693 fue enviado a Inglaterra para recibir la consagración episcopal de manos de san Wilfrido en Mercia.
Pasó a Frisia, pero bien pronto la dejó para convertirse en el «apóstol de Brukterer» en la Westfalia del Sur, pero esta región fue invadida por sajones paganos y Suitberto se retiró al territorio de los francos. El rey Pipino y su esposa Plectudre le donaron la isla de Kaiserswerth, cerca de Düsseldorf, donde fundó un monasterio, y allí murió el 1 de marzo 713. Sus restos fueron encontrados en 1626 en un relicario de plata en Kaiserswerth, donde aun se venera.
Su nombre es conmemorado en el Calendario de Willibrordo. La leyenda del nacimiento de Suitberto cuenta que su madre soñó con una estrella que emitía dos rayos y caía en la tierra; el obispo Aidan interpreta su sueño: el niño que vendrá al mundo está llamado a trabajar en dos países, la Galia y la Germania. Por esto se lo representa siempre con una estrella en la mano.
fuente: Santi e Beati
San Siviardo de Le Mans
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San Siviardo, abad
Cerca de Cenomanum (hoy Le Mans), en Neustria, san Siviardo, abad de Anille.
San Siviardo nació en el territorio de Le Mans, de padres nobles, en la primera mitad del siglo VII. Su madre se llamaba Adda, y era mujer de piedad. Estos datos los conocemos por una breve «Vita» escrita por un monje contemporáneo de su mismo monasterio, que nos cuenta de Siviardo con estas palabras: «egregio sacerdote, de vida admirable y santa conversación» (en latín "conversatio" es el trato en general, nosotros diríamos "la vida social"). El autor conoció al santo desde joven, y afirma que ya en su adolescencia se mostraba santo y honestísimo: pequeño de edad, pero adulto en sus piadosas costumbres.
A diferencia de lo que es frecuente en los jóvenes -nos dice el autor- que es huir de la laboriosidad del estudio, Siviardo se aplicaba a ello con gran diligencia, y estaba siempre hambriento de sabiduría divina. No contento con el estudio, interrogaba con frecuencia a los sabios y doctos, por lo que, comportándose como verdadero servidor, llegó a ser después un gran maestro, que pudo aconsejar y guiar a muchos, aun más con el propio ejemplo que con la palabra.
Pero tras el estudio deseó la vida monástica, e ingresó al monasterio de Anille (Anisola), en el mismo Le Mans, que había sido fundado el siglo anterior por san Carilefo. Lamentablemente el autor de su Vita no nos da precisiones cronológicas, así que no sabemos si ingresó de joven o ya mayor. Allí mismo fue ordenado sacerdote y llegó a ser abad. Enseñaba a los jóvenes los a utilizar los rigores de la disciplina, pero con moderación y templanza. En todo sentido llegó a ser ejemplo para quienes lo observaban.
Al final de su vida, en el lecho de muerte, mientras era llorado por quienes lo acompañaban, tuvo una visión, en la que contempló una luz de enorme claridad aproximarse hacia él, y los apóstoles Pedro y Pablo que venían a llevar su alma, que refulgía en medio de ellos con gran resplandor; dio sus últimas instrucciones a los hermanos, encomendándoles especialmente que buscaran la santidad, que cuidaran de su hermana carnal (germana) y de las hermanas de ella (sorores) de lo que deducimos que también ella estaba consagrada al Señor, posiblemente en un monasterio femenino cercano, lo que era frecuente. Y dirigió a los que lo rodeaban estas palabras: "Doy gracias a Cristo, que se digna llevarme a su descanso. Me acerco a Dios con mis presentes" [es decir, las buenas obras realizadas en la vida, que no son méritos, porque sólo uno merece: Cristo, pero sí presentes que ofrecemos a Dios y él libremente acepta]. Continuó hasta el último momento consolando a los hermanos, y exhortándolos a perseverar en el estado de perfección y de permanente alabanza a Dios. Era el 1 de marzo del año octavo del rey Teodorico, esto es: el año 687.
Acta Sanctorum, marzo I, pág. 66. También Guerin, en Petits Bollandistes, III, pág. 88 .
San León Lucas
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San León Lucas, abad
En el monasterio de Avena, en las espesuras del monte Mercurio, en la Calabria, san León Luca, abad de Monte Mula, que, ajustándose a las instituciones de los monjes orientales, destacó en la vida eremítica y cenobítica.
León Lucas nació en Corleone de Sicilia (no en Corleone de Calabria, como señaló algún estudioso) de León y Teotista, campesinos y pastores. Cuando era aun joven quedó huérfano de sus dos padres, abandonó las labores del campo e ingresó como novicio en el monasterio de San Felipe de Agira, donde recibió la primera tonsura de un anciano monje, y el consejo de emigrar a Calabria a causa de las violentas incursiones de los sarracenos en Sicilia.
Cuando llegó a Calabria, encontró a una piadosa mujer, a la que manifestó las tribulaciones de su alma, y le solicitó consejo. Y fue propiamente esta mujer la que lo indujo a abrazar la vida cenobítica. Entonces, mientras en Agira había recibido la primera tonsura y el consejo de abrazar la quietud contemplativa en Calabria, aun no devastada por las correrías de los sarracenos, una vez allí recibió el consejo de abrazar la vida de comunidad. Después de peregrinar a Roma, «ad limina Apostolorum», se estableció en Calabria, en el monasterio del monte Mula, y llegó a ser discípulo del hegúmeno Cristóbal (erróneamente identificado con Cristóbal de Collesano), que le dio el hábito monástico y el nombre de Lucas. Fundaron juntos un monasterio basiliano en el territorio de Monte Mercurio, y otro en el de Vena (o Avena), y en este último permanecieron hasta la muerte.
Fue designado hegúmeno del monasterio de Vena por el propio Cristóbal moribundo, y desplegó allí una actividad taumatúrgica muy amplia (curó a un leproso, a paralíticos y endemoniados). A punto de morir designó sucesores suyos a Teodoro y Eutimio, sus discípulos. Del monasterio de Vena, donde murió, fue trasladado en seguida a Monteleone, en Calabria, donde se erigió en su honor la iglesia madre.
Este breve resumen biográfico resume los puntos principales que se hallan en la «Vita» latina que ha llegado hasta nosotros, y que se transcribe en Acta Sanctorum. Sin embargo, cada punto de los mencionados, desde su cronología hasta la identidad de los que le rodearon suscita problemas históricos. En el artículo de Mariuccia Stelladoro, de donde hemos adaptado el resumen, se puede leer tratado -en italiano- uno por uno estos puntos de interés.
Acta Sanctorum, marzo, I, pág. 97-102. En un periódico de Vibo, en Calabria, se publicó el 3 de diciembre del 2006 la noticia de que se halló, pero en Sicilia, no en Monteleone, el cuerpo del santo; de ser cierto este hallazgo arqueológico cambia, naturalmente, lo que se sabe sobre el santo, que hasta el momento sólo estaba fundado en la «Vita» latina.
fuente: Santi e Beati
San León de Bayona
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San León de Bayona, obispo y mártir
En la región de Vasconia, san León, obispo y mártir.
San León nació en torno al año 850, en Carentan en la Baja Normandía, diócesis de Coutances. Fue sacerdote, o quizás obispo "regionario", es decir, sin sede, destinado a la evangelización de un territorio. La tradición dice que fue acompañado de sus hermanos Gervasio y Eleuterio a predicar el Evangelio en Bayona y en el territorio de Labourd, habitado por vascos.
Los vascos, desplazados de su tierra natal, se habían asentado en las montañas de Vizcaya y en los desiertos del territorio de Labourd. La luz de la fe había llegado a estas tierras en los primeros siglos del cristianismo, pero los estragos de las invasiones la habían casi totalmente oscurecido. León, luego de una peregrinación a Roma y comisionado por el Papa, llegó con sus hermanos a Bayona hacia el año 900.
No es seguro que haya llegado a ser obispo de esta ciudad, pero al menos sabemos que hizo conocer a Jesucristo, y fundó una iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora. Su empeño apostólico floreció en la tierra de Labourd, en las Landes, y más allá de Burdeos, y en Vizcaya y Navarra. Fue decapitado a causa de su fe a manos de unos piratas, quizás junto con su hermano Gervasio, el 1 de marzo de un año incierto, cercano al 900. Sus reliquias se conservan en la Catedral de Bayona, y se le honra como patrono de la diócesis.
Se han conservado dos relato de su vida, pero los dos muy tardíos (siglos XV y XVI), y llenos de datos contradictorios, por lo que es difícil establecer hechos fidedignos más allá de lo mencionado. En muchos santorales se lo presentaba (y se lo presenta aun) como arzobispo de Rouen antes de ser nombrado para la misión en Bayona, pero esta identificación es ficticia y carente de todo fundamento. En Pamplona, Tudela, San Sebastián y Bilbao se celebra la memoria de este evangelizador.
En Acta Sanctorum, marzo I, pág. 89ss se encuentra la discusión de algunos aspectos de la vida de este santo, así como la reproducción de las dos «Vidas» mencionadas. La Vie des Saints de Ed. Garnier (sin mención de autor), 1846, trae un buen artículo, que es el que he seguido para éste. Gerin, en Petits Bollandistes, III, pág. 89ss trata también la cuestión, aunque se inclina por aceptar la identificación de León como arzobispo de Rouen, hoy totalmente descartada.
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