lunes, 16 de noviembre de 2015

San Gregorio de Tours - San Roque González de la Santa Cruz - San Acisclo de Córdoba 17112015

San Gregorio de Tours

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San Gregorio de Tours, obispo
En Tours, de Neustria, san Gregorio, obispo, sucesor de san Eufronio, que escribió en lenguaje claro y sencillo la historia de los francos.
El más conocido de los obispos de la antigua diócesis de Tours, después de san Martín, fue Jorge Florencio, quien más tarde tomó el nombre de Gregorio. Nació el año 538, en Clermont-Ferrand. Pertenecía a una distinguida familia de Auvernia, pues era biznieto de san Gregorio de Langres y sobrino de san Galo de Clermont, a cuyo cuidado se le confió cuando quedó huérfano de padre. Galo murió cuando Gregorio tenía diecisiete años. El joven salió con bien de una peligrosa enfermedad y decidió consagrarse al servicio de Dios. Desde entonces, empezó a estudiar la Sagrada Escritura bajo la dirección de san Avito I, en Clermont, donde recibió la ordenación sacerdotal. El año 573, por deseo del rey Sigeberto I y de todo el pueblo de Tours, fue elegido para suceder en el gobierno de la sede a san Eufronio.

Era aquella una época muy turbulenta en toda la Galia y particularmente en Tours. Al cabo de tres años de guerra, a partir de la elección de san Gregorio, la ciudad cayó en manos del rey Chilperico, quien no tenía ninguna simpatía por el obispo, de manera que éste debió enfrentarse a un enemigo poderoso. En abierta oposición al mandato de la madrastra de Meroveo, el hijo de Chilperico, san Gregorio le dio asilo en el santuario y, además, tuvo el valor de apoyar a san Pretextato de Rouen, a quien Chilperico convocó a juicio por haber bendecido el matrimonio de Meroveo con Brunilda, su tía política. Poco después, Gregorio intervino en la confiscación de las tierras del condado de Tours, que estaban en posesión de un hombre indigno llamado Leudastio. Éste le acusó de deslealtad política ante el rey, y de haber calumniado a la reina Fredegunda. San Gregorio compareció ante un concilio, pero la sinceridad con que juró que era inocente y la dignidad de su conducta, movieron a los obispos a ponerle en libertad y a castigar a Leudastio por su falso testimonio. Chilperico, como tantos otros monarcas de su tiempo, se creía teólogo. En este punto, san Gregorio tuvo también conflictos con él, porque no podía disimular que Chilperico era un mal teólogo y que la forma como expresaba sus ideas era aún peor. Chilperico murió el año 584. Tours cayó primero en manos de Guntramo de Borgoña y después en las de Childeberto II; ambos soberanos trataron amistosamente a Gregorio, quien pudo dedicarse tranquilamente a escribir y a administrar su diócesis.

Bajo el gobierno de san Gregorio, la fe y las buenas obras aumentaron en Tours. El santo reconstruyó su catedral, así como otras iglesias, y supo atraer a la fe y a la unidad a muchos herejes, a pesar de que no era un gran teólogo. San Odón de Cluny alaba su humildad, su celo por la religión y su caridad para con todos, especialmente para con sus enemigos. Se le atribuyeron en vida varios milagros, que él atribuía a su vez a la intercesión de san Martín y otros santos, cuyas reliquias llevaba siempre consigo.

Aunque san Gregorio fue uno de los obispos merovingios más activos, actualmente se le recuerda sobre todo como historiador y hagiógrafo. Su «Historia de los francos» es una de las fuentes principales de la historia primitiva de la monarquía francesa, que nos proporciona muchos datos sobre su autor. Menos valiosas desde el punto de vista histórico son otras obras suyas, como los tratados «Sobre la gloria de los mártires» y sobre otros santos, «Sobre la gloria de los confesores» y «Sobre las vidas de las Padres». Según la costumbre de su tiempo, el santo narra en extenso los milagros y otros hechos maravillosos y, sólo de vez en cuando, deja ver su espíritu crítico. En este sentido, el juicio de Alban Butler es muy moderado: «En sus nutridas colecciones de milagros, dice Butler, parece dar crédito a las leyendas populares con demasiada frecuencia».

 san Gregorio (Migne, PL., vol. LXXI, cc. 115-128), pero data del siglo X y tiene poco valor por sí misma. Se ha escrito mucho sobre Gregorio de Tours, pero menos desde el punto de vista hagiográfico que del literario. Una de las obras más notables en este aspecto, es la de G. Kurth, Histoire poétique des Mérovíngiens (1893). Véase también Etudes Franques (1919) del mismo autor; Delehaye, Les Recueils des Miracles des Suints, en Analecta Bollandiana, vol. XLIII (1925), pp. 305-325. La mejor edición de las obras de Gregorio es la de Krusch y Levison, en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov, vol. I, pte. I (1937-51). Hay un interesante artículo de Harman Grisewood en Saints and Ourselves (1953), pp. 25-40. Puede leerse sobre san Gregorio, una breve introducción a su vida y una reseña de sus obras, incluyendo la mención de las dudosas, con bibliografía reciiente, en la Patrología de Quasten-Di Berardino, tomo IV, BAC, 2000, pág. 381-392.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Roque González

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San Roque González de la  Santa Cruz 
San Roque de Santa Cruz y Compañeros Mártires; nacido en Asunción, Paraguay, en 1576. Desde joven demostró una gran piedad ya que a los 14 años dirigió una procesión por el bosque en honor a la Eucaristía.Fue ordenado sacerdote a la edad de 22 años y poco después nombrado párroco de la catedral de Asunción por el Obispo Martín Ignacio de Loyola.
El 9 de mayo de 1609 San Roque entró en la Compañía de Jesús y dos años mas tarde fue nombrado superior de la primera Reducción de Paraguay, San Ignacio Guazú. El deseo de llevar el evangelio a todo el mundo lo animaba a seguir adelante. El 22 de marzo de 1615 fundó una reducción en Itapúa (actual ciudad de Argentina de Posadas) la cual pronto se trasladó a la otra orilla del río, en lo que es hoy Encarnación, Paraguay.
Gran amante de la Virgen María. Con ella conquistaba corazones para Cristo. Por eso le llamaba "conquistadora".Se cuenta que muchas veces con solo levantar el cuadro de la imagen de nuestra Señora, los indios admiraban la belleza de María y sin pronunciar palabras se convertían.
El 15 de noviembre de 1628, celebró la Santa Misa cerca de Caaró (hoy día en Brasil), donde se planeaba una nueva reducción. Allí fue asesinado por un cacique llamado Nezú. Los asaltantes quemaron su cuerpo pero, milagrosamente, quedó intacto el corazón. Para gran asombro de los asesinos, el corazón del santo les habló haciéndoles ver lo que habían hecho e invitándoles al arrepentimiento. Este corazón tan lleno del amor divino para todos los hombres, se mantuvo incorrupto. Cinco años mas tarde fue llevado a Roma junto con el instrumento del martirio: un hacha de piedra.
El corazón de San Roque y el hacha fueron trasladado a Paraguay en 1960 tras una breve estancia en Argentina. Ahora están expuestos en la Capilla de los Mártires en el colegio de Cristo Rey, Asunción, Paraguay. En la misma capilla hay una placa con los nombres de 23 misioneros jesuitas martirizados en la región.
Es de notar que ninguno murió a manos de los indios guaraníes de las Reducciones sino por miembros de otras tribus que no les conocían o de los "paulistas".Estos últimos eran cazadores de esclavos procedentes de San Paulo, Brasil, que tenían a los padres por enemigos por su defensa de los indios.
En 1931 Roque de Santa Cruz y sus dos compañeros mártires, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo, fueron beatificados. San Roque fue canonizado por Su Santidad Juan Pablo II en su visita al Paraguay, en la ciudad de Asunción, Mayo de 1988.





Oremos  

Dios todopoderoso y eterno, que diste a los santos mártires San Roque y compañeros la valentía de aceptar la muerte por el nombre de Cristo: concede también tu fuerza a nuestra debilidad para que, a ejemplo de aquellos que no dudaron en morir por ti, nosotros sepamos también ser fuertes, confesando tu nombre con nuestras vidas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.




San Acisclo de Córdoba

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San Acisclo, mártir
En Córdoba, en la provincia hispánica de la Bética, san Acisclo, mártir.
A pesar de la gran popularidad local de la que goza la leyenda de Asisclo y Victoria, hermanos que, en Córdoba de España, confesaron como mártires a Cristo, el Martirologio Romano actual ha preferido ceñirse a lo que es históricamente seguro: la existencia de Asisclo, no la de Victoria. Efectivamente, de Asisclo hay varios testimonios y muy antiguos: una inscripción del siglo VI que hace referencia a sus reliquias, una mención en los poemas de Prudencio (fin siglo IV), una inscripción en el Martirologium Hieronymianum; así qeu puede asegurarse la antigüedad de su culto. Mientras que el de Victoria parece ser legendario, y sólo aparece en el testimonio, más bien tardío, de san Eulogio de Córdoba (siglo IX).

En cuanto a los hechos que se refieren al martirio, lamentablemente no tenemos ningún relato fiable; Eulogio -con el límite de su carácter tardío, meniconado recién- afirma que eran hermanos y que habían nacido en Córdoba. Cuando se les acusó de ser cristianos, fueron encarcelados, golpeados y torturados para obligarlos a apostatar. Finalmente, se les ejecutó en el circo. Acisclo fue decapitado y Victoria murió atravesada por las flechas. Una dama llamada Minciana sepultó los cuerpos en su casa de campo, sobre la que más tarde se construyó una iglesia. esta iglesia dedicada a san Asisclo es al que aparece tantas veces mencionada en la obra de Eulogio, ya que allí se trasladaban las reliquias de los mártires en la muy posterior persecución sarracena de mediados del siglo IX. Imposible saber en qué época ocurrió el martirio, ya que las referencias van del siglo II al IV.

Martirologium Hieronymianum, pp. 606-607 del 18 de nov. J. Vives, Inscripciones cristianas de la España romana y visigoda (1942), n. 316. En Florez, España Sagrada, vol. x, pp. 485-491 se encuentra la «passio legendaria». este artículo aprovecha íntegramente el material y bibliografía del Butler para esta entrada, reelaborado.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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