Beatos Pedro Pablo Navarro, Dionisio Fujishima, Pedro Onizuka Sandayu y
Clemente Kyuemon, mártires
fecha: 1 de noviembre
fecha en el calendario anterior: 10 de septiembre
†: 1622 - país: Japón
canonización: B: Pío IX 7 may 1867
fecha en el calendario anterior: 10 de septiembre
†: 1622 - país: Japón
canonización: B: Pío IX 7 may 1867
Elogio: En Shimabara, lugar de Japón, beatos Pedro Pablo Navarro, presbítero,
Dionisio Fujishima y Pedro Onizuka Sandayu, religiosos de la Orden de la
Compañía de Jesús, y Clemente Kyuemon, mártires, que fueron sometidos al
tormento del fuego por quienes odiaban la fe.
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En 1867, el mismo año en que se reanudó la
persecución en Urakami, aunque no llegó al derramamiento de sangre, el papa Pío
IX beatificó a 205 mártires del Japón. Por diversas causas (entre las que
desgraciadamente nos vemos obligados a reconocer la de los celos nacionales y
aun las rivalidades religiosas entre los misioneros de varias órdenes) el
«shogun» Ieyasu Tokugawa decretó que el cristianismo tenía que ser abolido. La
persecución se inició en 1614, y los beatos sufrieron el martirio entre los
años 1617 y 1632. La persecución aumentó gradualmente en intensidad hasta 1622,
cuando tuvo lugar la «gran matanza».
El beato Pablo Navarro fue quemado en vida
en Shimabara, el l de noviembre del mismo año. Había nacido en 1560, era
italiano, y estuvo largo tiempo en la India antes de misionar en el Japón.
Llegó a dominar el idioma a la perfección, ejerció su ministerio con celo extraordinario
en Nagasaki y otras partes y, durante veinte años, fue rector de la casa de los
jesuitas en Amanguchi. Las cartas llenas de nobles y elevados conceptos que
escribió el padre Navarro en vísperas de su martirio, fueron impresas en el
segundo volumen de la «Histoire de la Religion Chrétienne au Japon» (1869), de
L. Pagés.
Con él fueron también quemados los
jesuitas japoneses Dionisio Fujishima y Pedro Onizuka Sandayu (nacidos en 1584
y 1604 respectivamente), y el catequista Clemente Kiuyemon (nacido en 1574).
Habían llegado al lugar del suplicio cantando las letanías de la Virgen. Muchos
espectadores, entre ellos los cristianos, admiraban la fortaleza y serenidad de
los testigos de Cristo. El rey Bungodono, contrario a la sentencia imperial de
muerte, pero que no podía impedir, ordenó que fueran muchos los haces de leña
para que los mártires, muriendo pronto, padeciesen menos, y que estuviesen muy
cercanos a los postes en donde eran atados.
Noticia realizada con fragmentos del
Butler-Guinea correspondiente al artículo genérico sobre la persecución en
Japón, tomo III, pág 512ss., y los datos personales de Año Cristiano, BAC,
2003, 1 de noviembre. El artículo del Butler, aunque excede a nuestro tema
porque abarca el conjunto de la persecución de esos años, tiene datos muy
ilustrativos y bibliografía.
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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