San Martiniano de Milán, obispo
fecha: 29 de diciembre
†: c. 431 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
†: c. 431 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: Santi e Beati
Elogio: En Milán, de la Liguria, san
Martiniano, obispo.
Décimo quinto obispo de Milán, su
existencia está atestiguada el año 431, en el que escribió una carta a Juan de
Antioquía y a los obispos partidarios de Nestorio. Murió un 29 de diciembre, de
un año no precisado, y se lo ha conmemorado el 2 de enero, en la octava de san
Esteban. Actualmente está sepultado bajo el altar mayor de la basílica de San
Esteban. Hay un poema de Ennodio (Carmina II, 81) sobre san Martiniano, que
recuerda su elección episcopal y que le atribuye la construcción de dos
iglesias y un gobierno de breve duración, en contraste con los 30 años de
episcopado que le atribuyen algunas noticias.
Breve noticia de Antonio Rimoldi en
Enciclopedia dei Santi.
fuente: Santi e Beati
accedida 519 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_4640
San Marcelo Akimetes, abad
fecha: 29 de diciembre
†: c. 480 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: c. 480 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Constantinopla, san Marcelo, abad del monasterio de los
«Akoimetoi» en el Bósforo, donde día y noche, sin parar, se cantaban salmos.
refieren a este santo: San Juan
Calibita
Los «Akoimetoi» (incansables) se
distinguen de los otros monjes orientales tan sólo por la regla que los dividía
en varios coros que, sucesivamente, cantaban el oficio divino de día y de
noche, sin interrupción. De ahí proviene el nombre con el que se les conocía.
El monasterio fue fundado y la orden instituida por san Alejandro, un monje
sirio que se estableció en Gomon, a orillas del Mar Negro. Juan, el sucesor de
Alejandro, trasladó la comunidad a un monasterio que construyó en Eirenaión, un
sitio placentero a orillas del Bósforo, frente a la costa donde se encuentra
Constantinopla. San Marcelo, que fue elegido abad de aquella casa en tercer
lugar, levantó su reputación a los más altos niveles y él mismo fue el más
distinguido de los monjes «Akoimetoi».
Marcelo nació en la ciudad siria de Apamea
y, a la muerte de sus padres, quedó como heredero de una gran fortuna. No
obstante su riqueza, concibió un profundo desagrado por todo lo que el mundo
podía ofrecerle, partió a Antioquía y se consagró por entero a los estudios
sagrados. Más tarde se estableció en Éfeso, donde se puso bajo la dirección de
un varón justo, siervo de Dios, en cuya compañía dedicaba todas las horas del
día a la oración y a la copia de libros sagrados. La reputación de la vida de
soledad y austeridad de los monjes «Akoimetoi», atrajo a Marcelo quien ingresó
en la comunidad e hizo tantos progresos, que el abad Juan, al ser elegido, le
tomó como ayudante y consejero y, en consecuencia, a la muerte de Juan, Marcelo
fue elegido abad.
Al decrecer la oposición del emperador
Teodosio II y algunas de las autoridades eclesiásticas, el monasterio floreció
extraordinariamente bajo su prudente y virtuosa administración. Varias veces se
encontró en apuros para hacer las ampliaciones necesarias en los edificios de
su monasterio, pero siempre fue abundantemente provisto de los medios para
hacerlo, por parte de un hombre riquísimo que acabó por tomar los hábitos junto
con sus hijos. El propio san Marcelo, al hacerse monje, insistió en
desprenderse hasta del último centavo de su cuantiosa fortuna y, en
consecuencia, era muy estricto en cuanto a la observancia de la pobreza y no
toleraba que sus monjes hiciesen acopio de bienes e inversiones de dinero de
ninguna especie. Solía decir que ya era un exceso almacenar alimentos para diez
días. Los «Akoimetoi» habían despreciado hasta entonces todo trabajo manual,
pero el abad Marcelo insistió para que todos trabajaran, les gustase o no. La
comunidad contaba con trescientos miembros, y desde todos los puntos del
Oriente llegaban a manos de san Marcelo las solicitudes para el envío de abades
a fundar monasterios en lugares distantes, o grupos de monjes para formar los
núcleos de nuevos establecimientos. Entre éstos, el más famoso fue el
monasterio de Constantinopla, fundado en 463 por un antiguo cónsul llamado
Studius, con algunos monjes «Akoimetoi».
Entre las actividades de aquellos monjes
figuraba, principalmente, el trabajo apostólico que pudiesen realizar desde sus
respectivos monasterios; por cierto que san Marcelo fue una personalidad muy
destacada en la predicación del Evangelio y el impulso a todos los movimientos
en contra de las herejías que se iniciaron en Constantinopla en su tiempo. Fue
uno de los veintitrés archimandritas que suscribieron la condenación de
Eutiquio, en el sínodo convocado por san Flaviano en 448, y también participó
en el Concilio de Calcedonia. Cuando el emperador León I propuso elevar a
Patricio, el cónsul godo, a la dignidad de «César», Marcelo protestó de que se
pretendiese dar tanto poder a un arriano y vaticinó acertadamente la próxima
ruina de la familia de Patricio. En el año 465, se produjo un gran incendio en
Constantinopla y ocho de los dieciséis distritos de la ciudad quedaron
destruidos. Era tanta la reputación de san Marcelo, que la población atribuyó a
su intercesión que no hubiesen quedado en ruinas los otros ocho barrios. El
santo gobernó su monasterio durante unos cuarenta y cinco años y murió el 29 de
Diciembre del año 485.
Nuestras informaciones proceden de una
detallada biografía escrita en griego, atribuida a Metafrasto, y que se
imprimió en Migne, PG., vol. CXVI, pp. 705-745. Véase también el Synax. Const.
(ed. Delehaye), cc. 353-354; a Pargoire en Dictionnaire d'Archéologie
chrétienne et de Liturgie, vol. I, cc. 315-318 y el Echos d'Orient, vol. II,
pp. 305-308 y 365-372; y la Revue des questions historiques, enero de 1899, pp.
69-79. Nota: la imagen no corresponde en realidad al Abad Marcelo sino al Abad
Mena.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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