Santa Samthann, la abadesa de fuego.
Santa Samthann de Clonbroney, abadesa. 19 de diciembre.
Samthann
nació en Cluain-Bronaigh, cerca de Granard a mediados del siglo VII. Era hija
de Diamramus y Columba, nobles de ascendencia real y desde niña fue piadosa y
caritativa. Gustaba de las labores, la liturgia y la soledad para hacer
oración. Murió su padre y su madre casó en segundas nupcias con Cridan, rey de
los Ui-Coirpri. Su padrastro la hizo casarse con un príncipe, que la noche
anterior a las bodas, al pasar frente a la ventana de Samthann vio como en
plena noche un rayo de sol atravesaba el techo del castillo. Fue a la
habitación, donde Samthann dormía en la cama con dos hermanas del príncipe, y
al acercarse, vio el rayo iluminar solo el rostro de Samthann, y unos
resplandores cegadores que salían de su cuerpo. Alegróse el príncipe de tener
una prometida bendecida por el cielo. La noche siguiente, cuando la ceremonia y
las fiestas habían terminado, ambos entraron a la cámara conyugal, y entonces
el marido dijo: "Espero por ti, para que seamos uno”. La santa le
respondió: "Te pido que esperes hasta que duerman todos los que están
en esta ciudad”. Su marido estuvo de acuerdo. Entonces Samthann imploró a
Dios le ayudase a conservar su virginidad. Y Dios escuchó su oración, a eso de
la medianoche pareció levantarse un incendio en la ciudad, se oyeron gritos y
la gente corría a extinguir el misterioso fuego, pero este ni cesaba ni causaba
daño. Así, toda la noche iba la turba de un sitio a otro, y siempre hubo
alguien despierto. A la mañana siguiente su padre adoptivo fue a verle,
asustado por el “fuego” de la noche anterior. Al llegar, Samthann le espetó
"¿Por qué quieres dar a esta pobre sierva de Dios Todopoderoso a
cualquier marido sin su consentimiento?" El rey respondió: "Yo
no te daré a un hombre cualquiera, sino que dejaré que sea tu juicio quien lo
haga". Samthann dijo: "Esta es mi decisión: A partir de ahora
me daré como esposa a Dios y no a hombre alguno". Y su marido,
recordando la señal de la primera noche, la dejó marchar al monasterio de
Cognat, donde permaneció durante un tiempo. Luego fue al monasterio de
Clonbroney, donde su
fundadora, Santa Fuinech (9 de mayo) la acogió. Ya la
esperaba, pues la noche anterior había tenido un sueño en el que veía el
monasterio en llamas y una voz le decía "El fuego del Espíritu Santo que
mora en el corazón de Samthann hará que este lugar brille en virtud de los
méritos y el esplendor de los milagros que mi sierva realizará".
Y por cierto que muchos portentos se
cuentan en la “Vita Samthann, Virginis”, obra del siglo XIV, o sea, muy tardía,
algunos de ellos calcados de los de Santa
Brígida de Irlanda (1 de
febrero), como portentos dominando la naturaleza, los demonios, etc. En una
ocasión multiplicó la mantequilla, el pan y la leche de unos leñadores que
cortaban árboles para construir un oratorio. En otra ocasión un avaro no quería
regalar unos pinos a las monjas, y Samthann se le apareció en sueños y le dijo
"¿Qué te tienta, hermano, a denegar estas cosas ofrecidas a Dios?",
entonces le golpeó con una vara en el rosto y añadió, "miserable, sabe que
a menos que hagas penitencia, vas a morir pronto". Y el hombre despertó al
otro día con gran dolor en el rostro y corriendo regaló la madera, alabando a
Dios. Y vivió muchos años, por supuesto.
Ya anciana se dice hizo otro
portento: cruzaban el mar unos monjes de Iona con un cargamento de lana para
Samthann cuando se levantó una tempestad. Un monje joven quiso tirar la lana
para aligerar peso, pero el capitán del barco se lo prohibió diciendo: "Por
supuesto que no, con la lana de la abadesa nos va el vivir o morir". Y
se calmaron las aguas y el viento, y tanto que el barco no adelantaba, por lo
que el joven monje dijo con sorna: "¿Por qué esa abuelita no nos
proporciona algún viento ahora?", y respondió el capitán: "Dios
nos ayudará por lo grande de sus méritos". Y se levantó una brisa que
les llevó a la costa de Colptha enseguida. Al llegar al monasterio y los monjes
fueron a presentarle sus respetos con el preceptivo besamanos. Al acercarse el
jovencillo, Samthann lo agarró de la cogulla y le dijo al oído: "Ahora,
¿qué era lo que decías de mí en el mar, cuando la tormenta te amenazaba con la
muerte? Nunca dudes de esto: si te hallas en peligro, clama a mí con resolución".
La noche de la muerte de Samthann, en
734, el abad San Lasran (15 de septiembre) vio en el
cielo una hermosa luna paralela a la luna “de siempre”. Comprendió que era el
alma de la santa abadesa y clamó: "Bien obraste, Samthann, fiel sierva
de Dios, ahora entra en el gozo del Señor, tu Esposo".
Fuente:
-“Lives of Irish Saints”. John Canon O`Hanlon.
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