“El miedo no es zonzo”, pero la confianza en Dios es nuestro refugio
DE LO QUE PASA POR EL ALMA Jesuita Guillermo Ortiz – Radio Vaticana
(RV).- (audio) “El miedo no es zonzo” dice el dicho popular. Pero también el miedo es una herramienta del Mal, para que no hagamos lo que tenemos que hacer por miedo o hagamos lo que no debemos hacer por miedo.
Nuestro padre y pastor espiritual Francisco habló de esto cuando -el día de los patronos de Roma-, recordó que Pedro fue milagrosamente liberado de la cárcel por el ángel de Dios y entonces aquel simple pescador de Galilea, que había negado a Jesús por miedo, se dio cuenta que cuenta de que el Señor lo había liberado de las manos de Herodes, del temor y las cadenas “Sí, -dijo Francisco- el Señor nos libera de todo miedo y de todas las cadenas, de manera que podamos ser verdaderamente libres”. Y citó el salmo 33: «El Señor me libró de todos mis temores».
Entiendo que es muy bueno y siempre oportuno tomar el tema del miedo en el examen espiritual y profundizar esta pregunta: ¿tengo miedo?, ¿de que tengo miedo?
Después de preguntar ¿tenemos miedo?, ¿de qué tenemos miedo?, el Papa habló de la confianza en Dios. Dijo que: “El testimonio del apóstol Pedro nos recuerda que nuestro verdadero refugio es la confianza en Dios: ella disipa todo temor y nos hace libres de toda esclavitud y de toda tentación mundana”.
El Papa explicó que Pedro recobró su confianza cuando Jesús le dijo por tres veces: «Apacienta mis ovejas» (Jn 21,15.16.17). Y, al mismo tiempo Pedro, confesó por tres veces su amor por Jesús, reparando así su triple negación durante la pasión.
Podemos tener en nuestra vida experiencias negativas que nos llevan a estos temores y resquemores. Pero aunque sean pecados graves, no los tenemos que negar, tapar o permitir que dominen nuestra existencia. Para eso esta el poder del amor de Jesús, de su corazón herido pero vencedor del mal, porque resucitó de entre los muertos y tiene poder para sanarnos, para curarnos, hasta para resucitarnos del desanimo, hacer que se nos caigan las cadenas del miedo y de las esclavitudes en las que nos refugiamos.
Si miro a Jesús perdonando, llamando y misionando a Pedro puede que a mi se me caigan las cadenas y la puerta de un futuro mejor espiritualmente, mas sano y más fructuoso en el amor, se abran de par en par. ¿Acaso Jesús no me ofrece con la Vida plena en el encuentro con él?
El Sucesor de Pedro entró a lo hondo del alma de Pedro y dijo que Pedro todavía sentía ese resquemor de la herida por aquella decepción causada a Jesús la noche de la traición. “Ahora que él pregunta: «¿Me amas?», Pedro no confía en sí mismo y en sus propias fuerzas, sino en Jesús y en su divina misericordia: «Señor, tú conoces todo; tú sabes que te quiero» (Jn 21,17). Y aquí desaparece el miedo, la inseguridad, la pusilanimidad”.
Que les parece, amigos oyentes de Radio Vaticana, si miramos a Jesús herido pero triunfante, vencedor del mal, de la muerte, del pecado y probamos de aceptar su invitación; esa invitación que se repite en el evangelio del día del Corazón de Jesús que celebramos todo junio: “Vengan a mi todos lo que están cansados y agobiados que yo los aliviaré”. Podríamos decir: “todos los que tienen miedo…”.
Podés experimentar esto vos personalmente en el encuentro con Jesús en el examen espiritual, en la oración, en la contemplación del Evangelio de nuestro señor Jesucristo.
Pedro apóstol cambio completamente y de cobarde se hizo tan valiente en la fe, que fue capaz de dar la vida por Jesús, aquí en la actual plaza de San Pedro, donde se levanta su santuario sobre su tumba, que desde su muerte es el corazón de nuestra familia católica y el epicentro de la revolución de Francisco.
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