Mi corazón se subleva y se enciende toda mi ternura


(RV).- (Audio)


En Jesús el Hijo amado, la ternura del Padre Dios con nosotros llega al extremo. La lanza del soldado Longinus abre de par en par el corazón de Cristo para que entren todos, después que el mismo Jesús con voz potente a la vez tiernísima ha llamado: “Vengan a mi todos los que están agotados y desanimados, que yo los aliviaré”.
Este Evangelio escuchado y reflexionado por las comunidades de discípulos misioneros el domingo 6 de julio pasado en todo el mundo, resonó también aquí en la Plaza de san Pedro, cuando el Obispo de Roma dijo: “Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días, para llegar a muchos hermanos y hermanas oprimidos por precarias condiciones de vida, por situaciones existenciales difíciles y, a veces privados de auténticos puntos de referencia…”, después de haber afirmado que “Cuando Jesús dice esto, tiene ante sus ojos las personas que encuentra todos los días por los caminos de Galilea: mucha gente simple, pobres, enfermos, pecadores, marginados... esta gente siempre lo siguió para escuchar su palabra -¡una palabra que daba esperanza! … Jesús mismo buscaba a estas multitudes extenuadas y dispersas… para anunciarles el Reino de Dios y para sanar a muchos de ellos en el cuerpo y en el espíritu. Hoy los llama a todos a su lado: "Vengan a mí", y les promete alivio y refugio”, dijo Francisco (Cfr. Ángelus 060714).
¡Si! Jesús nos llama a vos y a mi hoy. Dios te está buscando y me busca con lazos de amor.
¿Cómo respondemos?
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