martes, 8 de julio de 2014

MI VIDA ES CRISTO, QUE ALGUIEN ME LO MUESTRE, POR FAVOR 08072014



MI VIDA ES CRISTO,
QUE ALGUIEN ME LO MUESTRE, POR FAVOR

Hemos hablado de santidad, a la que todos estamos llamados. Todos somos distintos, cada cual tiene una personalidad distinta, pero todos llamados a la santidad. 

El santo en definitiva es la persona madura, la persona íntegra. Cristo nos muestra el hombre al hombre. La persona con una vida plena es el santo. 


Vamos a ver, a partir de ahora, unos puntos esenciales para madurar en esa personalidad que todos tenemos que formar, o sea, ver como hemos de ir caminando en el camino de la santidad, y a la vez ver como no es nada raro, todo lo contrario, es lo normal, lo lógico, si queremos ser personas de verdad. La persona madura es en definitiva el santo. Y en este crecimiento es de especial importancia en la juventud, porque "árbol que crece torcido, luego es muy difícil enderezarlo"

Antes de comenzar, hemos hablado de personalidad y de madurez, vamos de forma muy resumida aclarar algunas cuestiones de esto. 

La personalidad es ese sello particular, propio, específico, personal concreto que cada uno tiene de conducirse en la vida. Es conjunto de elementos físicos, psicológicos, espirituales, sociales, culturales, que dan como resultante esa forma personal de conducirnos. Es nuestra tarjeta de presentación, como nuestro DNI en donde la herencia, los ambientes y las decisiones personales van formando esa forma única que cada uno tiene para peregrinar en los años que Dios nos permita vivir en el mundo. 

Por otro lado entendemos por madurez un estado de plenitud al que se llega tras un crecimiento paulatino. Así hablamos de madurez de los frutos cuando estos están listos para la recolección, o madurez deportiva cuando un deportista está en lo mejor de su carrera. En cuando al crecimiento personal siempre podemos crecer, el que se cansa de crecer ya ha comenzado a morir, ya se ha rendido, en el camino de la madurez personal "el que no avanza retrocede". Pero es un camino de crecimiento paulatino, no queramos recetas rápidas, no queramos senderos fáciles y cómodos, porque para todo lo que merece la pena se precisa esfuerzo, constancia, paciencia, humildad, etc., si queremos convertir con la gracia de Dios nuestra vida en una obra de orfebrería, en una obra de arte para el Señor. Y será la humildad la que nos anime y haga que en la dificultad no nos desanimemos, y en la prosperidad no nos ensoberbezcamos, porque la vida es un continuo crecer, sabiendo que sin Dios nada podemos, y que siervos inútiles somos. 

Y llegados a este punto vamos a dar unos puntos sencillos y claros para poder ir formando la personalidad. 

1ª) En el crecimiento de la persona es importante tener modelos de identidad válidos; el único modelo válido es Cristo, es el hombre perfecto, es la luz que ilumina el camino... Por eso es fundamental en la vida de toda persona el trato personal con el Señor, la vida interior, el conocimiento de Cristo en primer lugar, conocimiento que nos lleva al amor, y amor que lleva a imitación y entrega. El gran drama del mundo actual es la falta de vida interior que abordaremos en otro momento. 

Pero no podemos olvidar que "¡Cuantos serían santos si se encontraran un santo en su camino!". En las etapas jóvenes qué importante es encontrarse con personas que nos muestran el camino con su vida, "las palabras convencen, el ejemplo arrastra" y "el mundo de hoy solo cree a los testigos". Hoy existen muchos profesores, pero muy pocos maestros. El profesor enseña una disciplina, y bien, no es malo..., pero el maestro no solo enseña una disciplina sino que nos enseña a vivir, ilumina con su vida, porque es una vida que "merece la pena", y solo merece la pena la vida que es fiel imitación de la de Cristo. Todos necesitamos crecer teniendo a Cristo como referente y qué inmejorable ayuda es verlo vivir en una persona a la que conocemos, a la que tratamos. Imaginemos un velero en alta mar, donde se desencadena una tempestad, el joven grumete asustado ante la tempestad, mira al capitán, que le infunde tranquilidad y valor, que le muestra el camino. Este es el modelo, el que ilumina, el que da sentido a toda la vida, sobre todo en los momentos más difíciles, el que es apoyo y fundamento, el que tiene respuesta para los momentos de dificultades, el que tiene coherencia de vida. 


Por desgracia, hoy los modelos que nos presenta la sociedad, el mundo son modelos incompletos, que para nada iluminan, pueden deslumbrar en un momento, pero cuando nos adentramos un poco en su interior vemos que son modelos vacíos, huecos, que para nada merecen la pena, que no merece la pena seguirlos porque solo nos llevan a una vida sin sentido, a una vida sumergida en la mediocridad, a una vida regida por las modas, el capricho, una vida sin fundamento, siempre amenazada, es la idolatría de la superficialidad. 

El modelo de identidad válido es la persona que refleja fielmente a Cristo que es el maestro, que invita a la imitación porque se descubre en la persona una persona íntegra, cabal, bondadosa, exigente, una persona de virtudes, que anima a conocerla, y que nos muestra el único camino que es Cristo. Claro que como persona puede tener fallos, por supuesto, el santo no es el que no cae, sino el que cuando falla, se levanta, con mayor fortaleza, con mayor ilusión, con fuerzas renovadas... el que sabe de los errores sacar provecho, porque el mejor escribano comete un error, el que sabe pedir perdón, porque uno nunca es más grande cuando reconoce su miserias, porque solo la humildad es el fundamento de todo modelo válido, y el hombre es tanto más grande cuanto es más humilde. 

Pero este modelo de identidad válido debe abarcar al menos, cuatro elementos importantes, de los que iremos hablando, pero que ahora esbozamos unas pinceladas. 

En primer lugar la personalidad, es decir la forma de ser, la forma habitual de mostrarse uno consigo mismo y con los demás. Es el punto de partida, una persona que refleja el corazón de Dios, es una persona que deja en los otros el deseo de ser mejor, que infunde sin pretenderlo deseos de plenitud, que a todos ama, sin excepción, que con todos se porta con un corazón de oro..., es en definitiva esa vida ejemplar, coherente, esforzada, esa obra de arte que conjuga corazón y cabeza, que ama rectamente, es la persona que decididamente camina hacia la santidad, cueste lo que cueste... 

El amor, porque la palabra felicidad se conjuga con el verbo amar, el Amor a Dios como fundamento, y el amor a las personas. Es la persona en la que palpamos que ama a todos, que solo busca su bien, que se desvive para que el resto del mundo pueda llegar a la plenitud de vida. Es la persona en la que descubrimos que ama con el Amor de Dios, que solo busca la salvación de las almas y la plenitud de todas las personas, es la persona que encontramos al servicio de todos, que no humilla, que no turba, que no irrita, que pasa su vida haciendo el bien, transformando cada ambiente en un pequeño paraíso en la tierra, a base de morir a sí mismo. 

El trabajo, porque es parte esencial en la vida de todo hombre, que sea un enamorado de lo que hace, porque nos pasamos el día estudiando los estudiantes y trabajando el resto, es el amor al trabajo bien hecho, a que "te pirre" aquello a lo que te dedicas... que con diligencia y esfuerzo no te canses de mejorar... y todo por amor a Dios, y al prójimo, porque hay que tener claro que no "lo que no sirve para la eternidad no sirve"... 

La cultura, porque la formación es libertad, es lo que nos permite tener conocimientos fundamentados para no ser veleta en este mundo y dejarte arrastrar por corrientes que vienen de un lado y de otro... La persona sin formación, es una persona débil, siempre amenazada por la moda, por las corrientes del momento, la formación son los pilares de la libertad, de escoger en cada momento la verdad y el bien, de seguir caminando contra viento y marea. 

Por eso, porque la vida necesita maestros, y el único maestro es Cristo, que por favor, alguien nos lo muestre con palabras y sobre todo con obras... 
 
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