199. Nuestro compromiso
no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y
asistencia; lo que el Espíritu moviliza no es un desborde activista, sino
ante todo una atención puesta en el otro «considerándolo como uno
consigo».[166]
Esta atención amante es el inicio de una verdadera preocupación por su persona,
a partir de la cual deseo buscar efectivamente su bien. Esto implica valorar al
pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su cultura, con su modo de
vivir la fe. El verdadero amor siempre es contemplativo, nos permite servir al
otro no por necesidad o por vanidad, sino porque él es bello, más allá de su
apariencia: «Del amor por el cual a uno le es grata la otra persona depende que
le dé algo gratis».[167]
El pobre, cuando es amado, «es estimado como de alto valor»,[168]
y esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideología, de
cualquier intento de utilizar a los pobres al servicio de intereses personales
o políticos. Sólo desde esta cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente
en su camino de liberación. Únicamente esto hará posible que «los pobres, en
cada comunidad cristiana, se sientan como en su casa. ¿No sería este estilo la
más grande y eficaz presentación de la Buena Nueva del Reino?».[169]
Sin la opción preferencial por los más pobres, «el anuncio del Evangelio, aun
siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse
en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete
cada día».[170]
200. Puesto que esta
Exhortación se dirige a los miembros de la Iglesia católica quiero expresar con
dolor que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención
espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la
fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición,
su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de
crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres
debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y
prioritaria.
201. Nadie debería decir
que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican
prestar más atención a otros asuntos. Ésta es una excusa frecuente en ambientes
académicos, empresariales o profesionales, e incluso eclesiales. Si bien puede
decirse en general que la vocación y la misión propia de los fieles laicos es
la transformación de las distintas realidades terrenas para que toda actividad
humana sea transformada por el Evangelio,[171]nadie
puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia
social: «La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo,
el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la
pobreza, son requeridos a todos».[172] Temo
que también estas palabras sólo sean objeto de algunos comentarios sin una
verdadera incidencia práctica. No obstante, confío en la apertura y las buenas
disposiciones de los cristianos, y os pido que busquéis comunitariamente nuevos
caminos para acoger esta renovada propuesta.
Reflexión
199. Nuestro compromiso
no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y
asistencia; lo que el Espíritu moviliza no es un desborde activista, sino
ante todo una atención puesta en el otro «considerándolo como uno
consigo».[166]
Esta atención amante es el inicio de una verdadera preocupación por su persona,
a partir de la cual deseo buscar efectivamente su bien. Esto implica valorar al
pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su cultura, con su modo de
vivir la fe. El verdadero amor siempre es contemplativo, nos permite servir al
otro no por necesidad o por vanidad, sino porque él es bello, más allá de su
apariencia: «Del amor por el cual a uno le es grata la otra persona depende que
le dé algo gratis».[167]
El pobre, cuando es amado, «es estimado como de alto valor»,[168]
y esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideología, de
cualquier intento de utilizar a los pobres al servicio de intereses personales
o políticos. Sólo desde esta cercanía real y cordial podemos acompañarlos adecuadamente
en su camino de liberación. Únicamente esto hará posible que «los pobres, en
cada comunidad cristiana, se sientan como en su casa. ¿No sería este estilo la
más grande y eficaz presentación de la Buena Nueva del Reino?».[169]
Sin la opción preferencial por los más pobres, «el anuncio del Evangelio, aun
siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse
en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete
cada día».[170]
200. Puesto que esta
Exhortación se dirige a los miembros de la Iglesia católica quiero expresar con
dolor que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención
espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la
fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición,
su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de
crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres
debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y
prioritaria.
201. Nadie debería decir
que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican
prestar más atención a otros asuntos. Ésta es una excusa frecuente en ambientes
académicos, empresariales o profesionales, e incluso eclesiales. Si bien puede
decirse en general que la vocación y la misión propia de los fieles laicos es
la transformación de las distintas realidades terrenas para que toda actividad
humana sea transformada por el Evangelio,[171]nadie
puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia
social: «La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo,
el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la
pobreza, son requeridos a todos».[172] Temo
que también estas palabras sólo sean objeto de algunos comentarios sin una
verdadera incidencia práctica. No obstante, confío en la apertura y las buenas
disposiciones de los cristianos, y os pido que busquéis comunitariamente nuevos
caminos para acoger esta renovada propuesta.
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