miércoles, 29 de octubre de 2014

Reto de amor: amor y paciencia 29102014


Reto de amor: amor y paciencia

Hola buenos días hoy Sión nos lleva al Señor.
Que pases un feliz día .
¡¡¡AL RICO BIZCOCHO!!!
El otro día estábamos de cocina cuando, de pronto, mi abuela llamó por teléfono. No pude resistirme a pedirle la receta de su famoso “bollo de la abuela”. Cada vez que nos lo hacía, todos los nietos saltábamos de alegría. Daba igual la cantidad que preparase, el bollo no pasaba de la merienda.
Mi abuela, tan genial como siempre, me dio su receta y me regaló un consejo de cocinera experta: “En la cocina, amor y paciencia. ¡Ésa es la clave!”
En cuanto colgué, fui rápidamente a preparar la masa con Israel y lo metimos en el horno, a toda potencia, para que no tardase mucho. A los cinco minutos, ya tenía un precioso color dorado, como el de mi abuela.
“Yo diría que ya está, pero la abuela ha dicho media hora…”, pensé. “Bueno, lo dejaré cinco minutos más, por si acaso, y lo saco.”
Pasado ese tiempo el bollo tenía un bonito color tostado. Lo fui a sacar pero… ¡bailaba en el molde como si fuera un flan! ¡Estaba totalmente crudo por dentro!
Tras mover mil veces la altura de la rejilla y tocar todos los botones posibles del horno, 50 minutos después aún no se había hecho del todo. Cuando por fin pudimos sacarlo, la parte de arriba estaba totalmente chamuscada… Afortunadamente, ¡lo de dentro estaba buenísimo!
Por la noche vino sor Carmen y, nada más ver el bollo, comentó:
-Habéis puesto demasiada temperatura en el horno. Se ha quemado la parte de arriba, creando una capa que impedía que pasase el calor al interior. ¿Lo veis?
Empezó a explicárnoslo con todo detalle. ¡Me dejó asombrada! ¡Parecía que nos hubiese estado viendo! Lo que hace la experiencia…
Hoy el reto del amor es seguir el consejo de mi abuela. “En la cocina, amor y paciencia”. ¡Ése es el truco de Cristo para con nosotros! Él sabe que hay en nosotros muchas cosas que aún no son más que una masa cruda, pero nos mira y ve el bollo que podemos llegar a ser. Su amor es un calor suave, paciente… no quiere cambiar todo de golpe, sino que busca que te hagas bien, desde dentro. Él no tiene prisa. ¡Lo de fuera es un reflejo del interior!
En la oración déjate acariciar por su amor suave y pídele que ponga la temperatura exacta en tu horno. Hoy deja a un lado las prisas: si vas con demasiado calor, ¡quemarás los bollos por fuera y quedarán crudos por dentro! De la mano de Cristo, con tus gestos y palabras busca calentar desde dentro, acariciar el corazón de los que tienes a tu lado. ¡Feliz día!
¡VIVE DE CRISTO!


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