2015-02-28 Radio Vaticana
(RV).- La Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana ante los últimos sucesos acaecidos en el país, publicó este 25 de febrero un comunicado a través del cual los obispos expresan su seria preocupación por la carga de violencia que han comportado consecuencias lamentables e irreparables. “Los fallecidos – escriben los obispos – no pertenecen ni al gobierno ni a la oposición, sino a sus familias y al pueblo de Venezuela”. A estas muertes se unen los saqueos que en diversas partes del país causan miedo e indefensión a la población.
Los obispos reiteran “el derecho a la protesta acorde a lo establecido por la Constitución”, que los estudiantes y el pueblo mismo detentan para expresar sus disconformidades y desacuerdos, y a su vez recuerdan que “siempre se ha de evitar” que “la protesta degenere en actos de violencia”.
Las autoridades públicas en su función de preservar el orden público, prosigue el comunicado, “están obligadas a respetar los Derechos Humanos, ante todo el derecho a la vida”. Por ese motivo los Iglesia católica en Venezuela manifiesta su rotundo rechazo al empleo de la fuerza ejercida en algunas manifestaciones “por parte de organismos de seguridad del Estado”.
Asimismo la Conferencia Episcopal Venezolana comprueba la situación de indefensión de la ciudadanía ante la irrupción de grupos armados no policiales ni militares que han arremetido contra la población. “Ningún modelo social o político tiene derecho a imponerse a los demás”. “La Constitución venezolana garantiza las condiciones de una sociedad pluralista en sus visiones”, por ello “urge un diálogo nacional”. “Volvemos a insistir en la necesidad de un encuentro sincero, abierto y fraterno que permita el diálogo de todos los factores que componen la sociedad venezolana”. “Reafirmemos que somos hermanos: se puede disentir del otro sin ofender”.
La Iglesia en Venezuela a través de sus Obispos, a fin de ser fiel a su misión al Evangelio de liberación y de vida, propicia todo tipo de encuentro para el diálogo y el compromiso de todos.
¡Basta de violencia asesina!
El Cardenal Jorge Urosa Savino en unión con los Obispos Auxiliares de Caracas, a través de un comunicado con fecha 26 de febrero enviado a las agencias de noticias, deploró de todo corazón los recientes asesinatos de varios jóvenes en los estados de Táchira, Zulia y en Caracas, dos de ellos cometidos por funcionarios de seguridad del estado, exigiendo al mismo tiempo a las autoridades sancionar a los culpables.
Las graves dificultades que padecemos surgen entre otras cosas “de una profunda crisis moral”, una crisis “de valores, actitudes, motivaciones y conductas, que es preciso corregir”. “Tenemos que superar actitudes como el afán de riqueza fácil y la corrupción, la soberbia política, la prepotencia y el ansia del poder, el egoísmo, la pereza, el odio y la violencia”, escribe el purpurado, exhortando a “rescatar los principios de legalidad, legitimidad y moralidad que sustentan el entramado de la convivencia social”. “Como pastores de la Iglesia en Venezuela, hacemos un insistente llamado a la conversión moral, y al cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios. La grave crisis nacional no será resuelta sin una renovación moral y espiritual que lleve a líneas concretas de acción”.
Una espada movida por la violencia presente en nuestra sociedad
Por otra parte el Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, con motivo de la muerte violenta de un joven liceísta de 14 años este 24 de febrero, envió un mensaje al presbiterio y al pueblo de Dios. En el mensaje, reiterando el rechazo de todo tipo de violencia, pide encarecidamente a las autoridades civiles, militares y policiales que no empleen métodos ni armamentos contrarios a la legalidad y a la dignidad de los seres humanos, recordándoles su deber, en la ley y en el respeto de los derechos humanos, de mantener el orden y brindar a todos los ciudadanos la necesaria seguridad.
A los fieles llama a acudir a María, la Virgen Dolorosa, cuyo corazón fue traspasado por una espada de acuerdo a la profecía de Simeón (cf.Lc. 2,35), “para presentarle el dolor de una madre y un padre golpeados por la muerte violenta de su pequeño hijo y cuyo corazón también ha sido traspasado por una espada movida por la violencia presente en nuestra sociedad”.
(GM – RV)
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