miércoles, 4 de febrero de 2015

EL TIEMPO Y LA ESPERA VIII (II. SALMOS DE VIGILIA) Pedro CASALDÁLIGA

AL CRISTO DE LA TRINIDAD
DE MAXIMINO CEREZO BARREDO
Tus manos sobre los Pobres,
por Ti llegados a Dios
y acogidos en familia
de igualdad comunitaria.
Tus manos en las del Padre,
corriente de un mismo Espíritu.
Tus manos en cruz, tendidas
hacia las manos del Mundo,
villas del Tiempo Nuevo,
Camino, Verdad y Vida.
Trinidad venida a menos
para hacernos todo a todos.
Manos/Casa,
Llagas/Pascua,
Alas/Vuelo
¡Uno y nuestro!
¡Trinidad que nos arrastra
lucha adentro, Pueblo adentro,
con el Hijo,
pobre Hermano,
también muerto!

DEJA LA CURIA, PEDRO
Deja la curia, Pedro,
desmantela el sinedrio y la muralla,
ordena que se cambien todas las filacterias impecables
por palabras de vida, temblorosas.
Vamos al Huerto de las bananeras,
revestidos de noche, a todo riesgo,
que allí el Maestro suda la sangre de los Pobres.
La túnica inconsútil es esta humilde carne destrozada,
el llanto de los niños sin respuesta,
la memoria bordada de los muertos anónimos.
Legión de mercenarios acosan la frontera de la aurora naciente
y el César los bendice desde su prepotencia.
En la pulcra jofaina Pilatos se abluciona, legalista y cobarde.
El Pueblo es sólo un «resto»,
un resto de Esperanza.
No Lo dejemos sólo entre guardias y príncipes.
Es hora de sudar con Su agonía,
es hora de beber el cáliz de los Pobres
y erguir la Cruz, desnuda de certezas,
y quebrantar la losa—ley y sello— del sepulcro romano,
y amanecer
de Pascua.
Diles, dinos a todos,
que siguen en vigencia indeclinable
la gruta de Belén,
las Bienaventuranzas
y el Juicio del amor dado en comida.
¡No nos conturbes más!
Como Lo amas,
ámanos,
simplemente,
de igual a igual, hermano.
Danos, con tus sonrisas, con tus lágrimas nuevas,
el pez de la Alegría,
el pan de la Palabra,
las rosas del rescoldo...
...la claridad del horizonte libre,
el Mar de Galilea ecuménicamente abierto al Mundo.

RETIRO ESPIRITUAL EN EL CERRO DE SANTA TEREZINHA
Respiro a Dios.
El cerro, como un novio,
se ha vestido de flores sertanejas,
porque la madre noche ha derramado
sus plácidas vasijas
sobre el programa cierto de noviembre.
El aire amanecido
—la brisa del profeta—
visita mis pulmones.
¡Dios sea bienvenido!
El campo huele auténtico.
Olor de Dios me llega.
El sol me arropa, tibio,
la espalda caminante, cerro y Carmelo arriba.
Las olas de los montes que modeló Su Mano
cubren de paz mis ojos vespertinos.
Escribo «Paz», sobre la arena húmeda,
sobre la carne frágil de esta Tierra en combate.
Firma de paz, el río, certifica el encuentro
y sigue su camino hacia la mar lejana.
Un pájaro me canta: «Bem-te-vi».
¡El, El, me ve, mejor que yo me veo!
Abro mi cruz, mis brazos,
a todo lo que venga.
Sé que también me espera la jornada de Elías...
Pero ahora, hermanos, respiro a Dios, lo huelo a campo abierto.
Y callo, bajo el sol de su presencia,
como un niño dormido.
Ahora Dios me abraza enteramente.

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