sábado, 21 de febrero de 2015

¡Pueblo de la Cruz! 21022015

¡Pueblo de la Cruz!

Pues la predicación de la cruz es necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios“. (1 Cor. 1,18)
cristo
Así como empezamos a ser llamados cristianos en Antioquía como señal de desprecio y ese bendito nombre se transformó en nuestra gloria; así como el nombre cristero se usaba despectivamente contra los católicos mexicanos y pasó a significar la página más gloriosa de esa bendita nación desde la aparición de la Virgen de Guadalupe; así como la palabra Nazareno la usan muchos musulmanes para hablar de los cristianos con sorna y actualmente pasó a significar la grandeza de los cristianos perseguidos en Medio Oriente; así la maldad del Estado Islámico, intentando insultarnos, no hace otra cosa que engrandecernos.
En el video en el que muestran la decapitación de 21 cristianos egipcios nos llaman “el pueblo de la cruz”.
¡Y efectivamente lo somos!
Porque la estupidez de luchar contra Dios solo produce lo contrario de lo que pretende.
Es por eso que nos dice el Espíritu Santo en el salmo:
¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos planean un fracaso?
Se alían los príncipes de la tierra,
los príncipes conspiran
contra el Señor y su Mesías.
El que habita en el Cielo sonríe
el Señor se burla de ellos.
Luego les habla con ira,
los espanta con su cólera.
Instigados por el demonio se aliaron Pilatos y Herodes contra Nuestro Señor Jesucristo, y ese día se hicieron amigos. Fueron dos títeres del príncipe de las tinieblas. Pero el demonio no consiguió lo que quería sino que Cristo lo venció rebajándose “hasta someterse incluso a la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el Nombre sobre todo nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Flp, 2, 10-11).
Y es así que hasta el demonio se ve obligado a proclamar Su Nombre. ¡Y nos proclama a nosotros cristianos, cristeros, nazarenos, pueblo de la Cruz!
Y de los títeres que trabajan para él “el Señor su burla de ellos. Luego les habla con ira, los espanta con su cólera”.
Así como pasaron Pilatos y Herodes y después de ellos miles que lucharon contra la Iglesia, así pasará el Estado Islámico.
¡Pero los santos brillarán como el sol en el Reino de su Padre! (Mt. 13,43).
Por eso nosotros aceptamos con orgullo el apelativo de “pueblo de la cruz” y por eso cantamos el Viernes Santo con la liturgia:
Avanzan los estandartes del Rey: Fulge el misterio de la Cruz,
por el que la vida venció a la muerte y por la muerte se extendió la vida.
Del costado herido por el hierro cruel de la lanza,
para lavar nuestras manchas, manó agua y sangre.
Cumpliéronse entonces los fieles oráculos de David,
cuando dijo a las naciones: “Reinará Dios desde el madero”.
Árbol hermoso y brillante, adornado por púrpura real,
tú fuiste llamado en tu noble tronco a tocar miembros tan santos.
Dichosa tú, en cuyos brazos colgó el precio del mundo,
Tú eres la balanza en la que fue pesado ese cuerpo que arrebató al infierno su presa.
¡Salve, oh cruz, única esperanza nuestra! En este tiempo de pasión,
aumenta la gracia en los justos y borra los crímenes de los reos.
Y a ti, Trinidad, fuente de toda salvación, que todo espíritu te alabe.
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¡“Pueblo de la Cruz”: pidamos a Dios nos conceda ser dignos de tan glorioso nombre!
¡A Él solo la Gloria!
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