lunes, 23 de febrero de 2015

San Policarpo de Esmirna - Beato Vicente Frelichowski - San Juan «Theristes» - San Willigiso de Maguncia 23022015

lunes 23 Febrero 2015

San Policarpo de Esmirna





San Policarpo de Esmirna, obispo y mártir
Memoria de san Policarpo, obispo y mártir, discípulo de san Juan y el último de los testigos de los acontecimientos apostólicos, que en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio Cómodo, cuando contaba ya casi noventa años, fue quemado vivo en el anfiteatro de Esmirna, en Asia, en presencia del procónsul y del pueblo, mientras daba gracias a Dios Padre por haberle contado entre los mártires y permitido participar del cáliz de Cristo.

Obispo y Mártir.San Policarpo fue uno de los discípulos del apóstol San Juan Evangelista. Los fieles le profesaban una gran admiración. Y entre sus discípulos tuvo a San Ireneo y a varios santos más.

San Policarpo era obispo de la ciudad de Esmirna, en Turquía, y fue a Roma a dialogar con el Papa Aniceto para ver si podían ponerse de acuerdo para unificar la fecha de fiesta de Pascua entre los cristianos de Asia y los de Europa. Y caminando por Roma se encontró con un hereje que negaba varias verdades de la religión católica. El otro le preguntó: ¿No me conoces? Y el santo le respondió: ¡Si te conozco. Tu eres un hijo de Satanás!

Cuando San Ignacio de Antioquía iba hacia Roma, encadenado para ser martirizado, San Policarpo salió a recibirlo y besó emocionado sus cadenas. Y por petición de San Ignacio escribió una carta a los cristianos del Asia, carta que según San Jerónimo, era sumamente apreciada por los antiguos cristianos.

El pueblo estaba reunido en el estadio y allá fue llevado Policarpo para ser juzgado. El gobernador le dijo: "Declare que el César es el Señor". Policarpo respondió: "Yo sólo reconozco como mi Señor a Jesucristo, el Hijo de Dios". Añadió el gobernador: ¿Y qué pierde con echar un poco de incienso ante el altar del César? Renuncie a su Cristo y salvará su vida. A lo cual San Policarpo dio una respuesta admirable. Dijo así: "Ochenta y seis años llevo sirviendo a Jesucristo y El nunca me ha fallado en nada. ¿Cómo le voy yo a fallar a El ahora? Yo seré siempre amigo de Cristo".



El gobernador le grita: "Si no adora al César y sigue adorando a Cristo lo condenaré a las llamas",. Y el santo responde: "Me amenazas con fuego que dura unos momentos y después se apaga. Yo lo que quiero es no tener que ir nunca al fuego eterno que nunca se apaga".

En ese momento el pueblo empezó a gritar: ¡Este es el jefe de los cristianos, el que prohíbe adorar a nuestros dioses ¡ Qué lo quemen! Y también los judíos pedían que lo quemaran vivo. El gobernador les hizo caso y decretó su pena de muerte, y todos aquellos enemigos de nuestra santa religión se fueron a traer leña de los hornos y talleres para encender una hoguera y quemarlo.

Hicieron un gran montón de leña y colocaron sobre él a Policarpo. Los verdugos querían amarrarlo a un palo con cadenas pero él les dijo: "Por favor: déjenme así, que el Señor me concederá valora para soportar este tormento sin tratar de alejarme de él". Entonces lo único que hicieron fue atarle las manos por detrás.

Policarpo, elevando los ojos hacia el cielo, oró así en alta voz: "Señor Dios, Todopoderoso, Padre de Nuestro Señor Jesucristo: yo te bendigo porque me has permitido llegar a esta situación y me concedes la gracia de formar parte del grupo de tus mártires, y me das el gran honor de poder participar del cáliz de amargura que tu propio Hijo Jesús tuvo que tomar antes de llegar a su resurrección gloriosa. Concédeme la gracia de ser admitido entre el grupo de los que sacrifican su vida por Ti y haz que este sacrificio te sea totalmente agradable. Yo te alabo y te bendigo Padre Cestial por tu santísimo Hijo Jesucristo a quien sea dada la gloria junto al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos".

"Tan pronto terminó Policarpo de rezar su oración, prendieron fuego a la leña, y entonces sucedió un milagro ante nuestros ojos y a la vista de todos los que estábamos allí presentes (sigue diciendo la carta escrita por los testigos que presenciaron su martirio): las llamas, haciendo una gran circunferencia, rodearon al cuerpo del mártir, y el cuerpo de Policarpo ya no parecía un cuerpo humano quemado sino un hermoso pan tostado, o un pedazo de oro sacado de un horno ardiente. Y todos los alrededores se llenaron de un agradabilísimo olor como de un fino incienso. Los verdugos recibieron la orden de atravesar el corazón del mártir con un lanzazo, y en ese momento vimos salir volando desde allí hacia lo alto una blanquísima paloma, y al brotar la sangre del corazón del santo, enseguida la hoguera se apagó"

"Los judíos y paganos le pidieron al jefe de la guardia que destruyeran e hicieran desaparecer el cuerpo del mártir, y el militar lo mandó quemar, pero nosotros alcanzamos a recoger algunos de sus huesos y los veneramos como un tesoro más valioso que las más ricas joyas, y los llevamos al sitio donde nos reunimos para orar".

El día de su martirio fue el 23 de febrero del año 155. Esta carta, escrita en el propio tiempo en que sucedió el martirio, es una narración verdaderamente hermosa y provechosa.







Oremos 
Dios y Señor de todo lo creado, que quisiste que San Policarpo fuera contado entre tus mártires, concédenos, por su intercesión, participar con él en la pasión de Cristo, para poder así resucitar, también con él, a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.



«Oh, Señor, Dios de los Ángeles y de los Arcángeles, nuestra resurrección y precio de nuestro pecado, rector de todo el universo y amparo de los justos: gracias te doy porque me has tenido por digno de padecer martirio por ti, para que de este modo perciba mi corona y comience el martirio por Jesucristo en unidad del Espíritu Santo; y así, acabado hoy mi sacrificio, veas cumplidas tus promesas. Seas, pues bendito y eternamente glorificado por Jesucristo Pontífice omnipotente y eterno, y todo os sea dado con él y el Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén» (Oración del santo en el momento del martirio, conforme la reproducen las Actas del martirio de san Policarpo)



Nuestra Señora de Roches, cerca de  Salamanca, España (434)



Beato Vicente Frelichowski




Beato Vicente Frelichowski, presbítero y mártir
En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beato Vicente Frelichowski, presbítero, que durante la guerra, encarcelado en varias prisiones, nunca decayó en la fe ni en su misión pastoral. Atendiendo a compañeros enfermos, también él enfermó y, tras muchos sufrimientos, llegó a la posesión de la paz eterna.
Wincenty Stefan Frelichowski nació el 22 de enero de 1913 en Chelmza, una pequeña ciudad al norte de Polonia. Fue ordenado sacerdote en 1937, y puede decirse que desarrolló su ministerio principalmente en la cárcel, ya que fue arrestado apenas diez días después de la invasión de Polonia por los nazis, el 11 de septiembre de 1939. Pasó por diversas cárceles, siendo a la vez preso, y sostén moral de muchos de los que lo rodeaban. En 1940 fue transferido al campo de Dachau, y en 1944, cuando arreciaba una espantosa epidemia de tifus en el campo, asistió y confortó a los moribundos, hasta que él mismo contrajo la enfermedad, de la que murió, con complicaciones pulmonares, la noche del 22 al 23 de febrero de 1945. No fue posible establecer si su cuerpo fue quemado o sepultado en una fosa común.

Fue beatificado por Juan Pablo II el 7 de junio de 1999, en Polonia, pero una semana antes de la beatificación de los 108 mártires polacos del régimen nazi. Aunque el elogio del Martirologio Romano no nombra la palabra «mártir», está beatificado como tal, según puede verse en el decreto correspondiente (cfr. AAS 91 -1999- pág. 992).
fuente: Santi e Beati


San Juan «Theristes»

 


San Juan «Theristes», monje
En Stilo, en Calabria, san Juan, que fue monje según los estatutos de los Padres orientales y mereció ser llamado «Theristes» o «Segador» porque, persona de suma caridad para con los pobres, tenía la costumbre de prestar ayuda a los segadores.
Al pie de las sierras calabresas, hay una antigua y noble ciudad, Stilo, que vio el origen de este santo monje basiliano. Sufrió varias incursiones de los árabes, ya que, como el conjunto de Calabria, era la frontera del Imperio de Oriente. En una de esas incursiones de los sarracenos del siglo X, el padre fue asesinado y la madre, embarazada, fue conducida como esclava a Palermo, junto con otras mujeres, dominada por los árabes, como toda Sicilia.
Allí dio a luz al niño, pero se crió en la fe cristiana y cuando tenía 14 años fue enviado por su madre a su Calabria natal para recibir el bautismo. El obispo local Juan, perplejo frente a este joven vestido como un árabe, lo sometió a duras pruebas, que logró superar, y lo bautizó dándole su propio nombre. Crecido en edad, sintió la atracción cada vez más fuerte a la vida heroica que llevaban los monjes en las cuevas cercanas a Stilo, especialmente de dos ascetas basilianos, Ambrosio y Nicolás, que vivían en una laura sobre el Monte Consolino. Agregado a la Comunidad, se distinguió en las virtudes religiosas y contemplativas, hasta el punto en que después de un tiempo los monjes lo quisieron como abad.
Cercano de la gente, asistía y ayudaba lo más posible a los agricultores de la zona, incluyendo la realización de una serie de milagros, de los cuales el más famoso fue que estando entre un grupo de campesinos desesperados por una terrible tormenta que se avecinaba, y que no les había dado tiempo de recoger el grano -que iba, por tanto, a arruinarse- Juan se recogió en intensa oración y Dios lo escuchó y ante los ojos asombrados de los campesinos, envió un ángel que en escaso tiempo realizó la siega milagrosa de los campos. Éste y otros episodios que testimonian su ayuda a los agricultores, hicieron que pasara a la posteridad con el nombre de «Theristes», es decir, «Segador».
Murió a mitad del siglo XI, y gracias a las ofrendas de los fieles y la generosidad de los normandos, la iglesia y el monasterio fueron ampliados y llevaron su nombre. La memoria del santo se encuentra en todos los sinaxarios y menologios griegos y bizantinos, luego fue recogido también por el Martirologio Romano el 23 de febrero. Stilo lo ha declarado su patrono y protector, y le reserva cada año una fiesta con una procesión de las reliquias conservadas en la iglesia que lleva su nombre.
 Acta Sanctorum feb, III, pág 480D. Siguiendo la edición actual del Martirologio Romano, se ha consignado esta última fecha.


San Willigiso de Maguncia




San Willigiso de Maguncia, obispo
En Maguncia, de la Franconia, san Willigiso, obispo, eximio por su celo pastoral.
Aunque de origen humilde, recibió una buena educación y a través de la influencia del obispo Volkold de Meissen entró al servicio de Otón I, y después del 971 figura como canciller de Germania. Otón II, en el 975 lo nombró arzobispo de Maguncia y archicanciller del Imperio, cargos en los que, con su capacidad, realizó valiosos servicios al Estado. Hauch le llama un obispo ideal del siglo X. Bien educado él mismo, exigió a su clero una sólida formación. Era conocido como un buen y fluido orador. En marzo del 975 recibió el palio de manos de Benedicto VII, y fue nombrado primado de Alemania. Como tal, en Navidad del 983 coronó a Otón III en Aquisgrán, y en junio del 1002, realizó la coronación de Enrique II en Maguncia; presidió el Sínodo de Frankfort del 1007, en el que treinta y cinco obispos firmaron la bula de Juan XVIII para la erección de la Diócesis de Bamberg. Permaneció en relaciones de amistad con Roma. En el 996 formó parte de la comitiva de Otón III en su viaje a Italia, para asistir a la consagración de Gregorio V, y participó en el sínodo convocado unos días más tarde. En este sínodo Willigis insta encarecidamente a la devolución de los restos de san Adalberto (recientemente muerto y canonizado) a Praga, diócesis que era sufragánea de Maguncia. Willigis probablemente había consagrado al primer obispo, Thietmar, en enero del 976, y a san Adalberto.
En el 997 Gregorio V envió los decretos de un Sínodo de Pavía a Willigis, «su vicario», para su publicación. Estas relaciones amistosas fueron algo perturbadas por el conflicto de Willigis con el obispo de Hildesheim sobre la jurisdicción en el convento de Gundersheim. El convento estaba originalmente situado en Brunshausen, en la diócesis de Hildesheim, pero fue trasladado a Gundersheim, dentro de los límites de Mainz. Ambos obispos reclamaban la jurisdicción. Después de mucha correspondencia y varios sínodos, el papa Silvestre se declaró a favor de Hildesheim. Cuando el edicto estaba a punto de ser publicado en un Sínodo de Pohlde (22 de junio de 1001), Willigis, que estaba allí, se enfureció al punto de querer arremeter contra el delegado de Roma, quien emitió una sentencia de suspensión sobre el arzobispo. No realizó una oposición formal a Roma, pero si Willigis cometio algún fallo en este asunto, lo rectificó por una declaración en Gundersheim el 5 de enero de 1007, cuando renunció a todas las reclamaciones ante el obispo de Hildesheim. En su diócesis trabajó por la construcción de puentes, carreteras y promoción del arte. En Maguncia construyó una catedral y la consagró en honor de San Martín el 29 de agosto de 1009, pero el mismo día fue destruida por el fuego; colaboró en la restauración de la antigua iglesia de San Víctor y construyó la de San Esteban. También construyó una iglesia en Brunnen, en Nassau. Mostró gran solicitud para los religiosos y ayudó sustancialmente a los monasterios de Bleidenstadt, San Disibod y Jechaburg en Turingia. Después de su muerte, ocurrida el 23 de febrero de 1011, fue enterrado en la iglesia de San Esteban.
Thurston señala que gran parte del éxito del Sacro-Imperio en mantener la cristiandad unida, a pesar de la anarquía que reinaba en otras partes de Europa, se debe a la certera labor religiosa y diplomática de san Wlligis.

MANN, Lives of the Popes, IV (St. Louis, 1910), 372, 391, 399. Hauch, Kirchengeschichte Deutschlands, III, Leipzig, 1906, 414.
 
fuente: Catholic Encyclopedia

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