El significado de las manifestaciones ¿no sería la refundación de Brasil?
2013-07-28
La gente que estaba en la calle en el mes de junio, de forma consciente o
inconsciente, ¿qué era lo que quería? Para responder voy a apoyarme en tres
citas inspiradoras.
La
primera es de Darcy Ribeiro en el prefacio de mi libro El caminar de la Iglesia
con los oprimidos (1998): «Nosotros los brasileños surgimos de una empresa
colonial brasileña que no tenía intención de fundar un pueblo. Quería solo
generar beneficios empresariales exportables con pródigo desgaste de gentes».
La
segunda es de Luiz Gonzaga de Souza Lima en la última y creativa interpretación
de Brasil: La refundación de Brasil: hacia una sociedad biocentrada (São Carlos
2011): «Cuando se llega al final, ahí donde terminan las carreteras, es porque
ha llegado la hora de inventar otros rumbos, es el momento para una nueva
búsqueda, es el momento para que Brasil se refunde: la refundación es el camino
nuevo de todos los posibles, el que vale más la pena, ya que es propio del ser
humano no economizar los sueños y esperanzas; Brasil fue fundado como una
empresa. Es hora de refundarlo como sociedad».(contraportada)
La
tercera es del escritor francés François-René de Chateaubriand (1768-1848):
«Nada es más fuerte que una idea cuando ha llegado el momento de su
realización».
Mi
impresión es que las mutitudinarias manifestaciones de la calle, que se
hicieron sin siglas, sin carteles de movimientos ni partidos conocidos y sin
montaje de sonido, que irrumpieron espontáneamente querían decir que estamos
cansados del tipo de Brasil que tenemos y hemos heredado: corrupto, con una
democracia de baja intensidad, que hace políticas ricas para los ricos y pobres
para los pobres, en el que las mayorías no cuentan y pequeños grupos
extremadamente opulentos controlan el poder social y político. Queremos otro
Brasil, que esté a la altura de la conciencia que desarrollamos como ciudadanos
y de nuestra importancia en el mundo, con la biodiversidad de nuestra
naturaleza, con la creatividad de nuestra cultura y con el mayor patrimonio que
tenemos, que es nuestro pueblo, mestizo, alegre, sincrético, tolerante y
místico.
De
hecho, hasta hoy en día Brasil fue y sigue siendo un apéndice del gran juego
económico y político del mundo. Incluso políticamente liberados, todavía
estamos recolonizados, pues las potencias centrales antes colonizadoras quieren
mantenernos en aquello a lo que nos condenaron siempre: ser una gran compañía
neocolonial exportadora de materias primas, granos, carne, minerales, como lo
afirma en detalle Luiz Gonzaga de Souza Lima y lo reafirmó Darcy Ribeiro antes
citado. De esta manera impiden que realicemos nuestro proyecto de nación
independiente y abierta al mundo. Dice con fina sensibilidad social de Souza
Lima: «Aunque nunca haya existido en la realidad, hay un Brasil en el
imaginario y en los sueños del pueblo brasileño. El Brasil que vive dentro de
cada uno es una producción cultural. La sociedad construyó un Brasil diferente
del histórico real, el país del futuro, soberano, libre, justo, fuerte, pero
sobre todo alegre y feliz» (p.235). En los movimientos de la calle estalló este
sueño exuberante de Brasil.
Caio
Prado Júnior en su Revolución brasileña (Brasiliense 1966) escribió
proféticamente: «Brasil se encuentra en uno de esos momentos en que se imponen
de pronto reformas y transformaciones rápidas capaces de reestructurar la vida
del país de una manera compatible con sus necesidades más amplias y profundas y
con las aspiraciones de la gran masa de la población que, en el estado actual,
no son debidamente atendidas» (p. 2). Chateaubriand confirma que esta idea
antes descrita ha madurado y ha llegado el momento de su realización. ¿No sería
ese el sentido básico de las reclamaciones de tantos miles de personas en la
calle? Quieren otro Brasil.
¿Sobre
qué bases se hará la refundación de Brasil? Souza Lima dice que sobre lo más
fecundo y original que tenemos: la cultura brasileña. «A través de nuestra
cultura el pueblo brasileño verá sus infinitas posibilidades históricas. Es
como si la cultura, impulsada por un flujo creativo de gran alcance, se hubiera
constituido lo suficiente para escapar de las limitaciones estructurales de
dependencia, de subordinación y de los límites estrechos de la estructura
socio-económica y política de la empresa-Brasil y del Estado que ella creó para
sí. La cultura brasileña escapa entonces de la condición de mediocridad, se
propone a sí misma en igualdad de dignidad en relación a todas las culturas, y
presenta al mundo sus contenidos y sus valencias universales» (p. 127).
No
hay espacio aquí para detallar esta tesis original. Remito al lector/a a este
libro que está en la línea de los grandes intérpretes de Brasil como Gilberto
Freyre, Sérgio Buarque de Hollanda, Caio Prado Jr., Celso Furtado y otros. La
mayoría de estos clásicos intérpretes miraron hacia atrás y trataron de mostrar
cómo hemos construido Brasil. Souza Lima mira hacia adelante y trata de mostrar
cómo se puede refundar Brasil en una nueva fase planetaria, ecozoica, rumbo a
lo que él llama “una sociedad biocentrada”.
¿No
serán estos miles de manifestantes los protagonistas anticipadores del
ancestral y popular sueño brasileño? Que así lo quiera Dios y lo permita la
historia.
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