viernes, 31 de julio de 2015

San Tertulino de Roma - San Pedro Crisólogo - Santa Elena de Skövde - Beato Juan Francisco Jarriges 31072015

 

San Tertulino de Roma

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En Roma, en la vía Latina, san Tertulino, mártir.


San Pedro Crisólogo

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San Pedro Crisólogo, obispo y doctor de la Iglesia
Cerca de Foro Cornelio (hoy Imola), en la misma vía Flaminia, tránsito de san Pedro Crisólogo, obispo de Ravena, del que se hizo memoria ayer.
La vida de Pedro, arzobispo de Rávena, llamado «Crisólogo» (es decir: de palabra áurea, de excelente predicación) desde el siglo IX, es mal conocida. De él habla el Liber Pontificalis y una biografía poco de fiar, obra de Agnello de Ravena (siglo IX). Por estas fuentes y por lo que de su obra se deduce, sabemos que Pedro nació en Imola hacia el 380, fue nombrado metropolita de Rávena entre el 425 y el 429 (ciertamente, antes del 431, fecha de una carta que le escribe Teodoreto), estuvo presente el 445 al fallecimiento desan Germán de Auxerre y tres o cuatro años después escribió a Eutiques, presbítero de Constantinopla, que había recurrido a él después de su condenación por obra de Flaviano, invitándolo a someterse a las decisiones de León, obispo de Roma, «quoniam beatus Petrus, qui in propia sede et vivit et praesidet, praestat quarentibus fidei vertiatem» (Ep ad Eutychen: PL 54,743: «Porque el bienaventurado Pedro, que en su sede vive y preside, otorga la verdad de la fe a los que buscan.»). Falleció entre el 449 y el 458 (fecha de una carta de León a su sucesor Neón), probablemente, el 3 de diciembre del 450, quizás en Imola [aunque en al actualidad se tiende a considerar como fecha más probable el 31 de julio].

Gracias a las pacientes investigaciones de A. Olivar, hoy es posible conocer con exactitud la producción auténtica de Pedro Crisólogo, que comprende una carta (ya mencionada), 168 sermones de la Collectio Feliciana (siglo VIII) y 15 «extravagantes» (escritos no clasificados). Otros escritos, como el célebre Rollo de Rávena, colección de oraciones de preparación a la Navidad (s. VII), no pueden ser tenidos por auténticos. Los sermones, a los que Pedro debe su celebridad, se distinguen por la esmerada preparación de un orador dotado de una cultura discreta y por el calor humano y el fervor divino de un santo varón. La condición peculiar de Rávena, sede de la corte imperial y ciudad marinera, explica la frecuencia de ejemplos tomados de la vida de la corte y de la vida militar y marinera, aunque no faltan ejemplos de la vida rural. «Entre los escritores del siglo V, pocos superan a Pedro Crisólogo en elegancia», en sus sermones nos ha legado «páginas de genuina elocuencia, enérgica y eficaz» (Moricca).

El contenido de los sermones es variado, muchos son homilías sobre textos evangélicos, otros, sobre San Pablo, los Salmos, el símbolo bautismal, el padrenuestro o en conmemoración de santos y exhortaciones a la penitencia. Pedro Crisólogo, comentando la Biblia o exponiendo los temas que le sugerían las celebraciones litúrgicas, documenta ampliamente las inquietudes teológicas de su época. Su predicación, en efecto, no refleja sólo la doctrina latina sobre la encarnación como se profesaba entre Éfeso y Calcedonia, sino que es, asimismo, testimonio de la postura católica en las cuestiones sobre la gracia y la vida cristiana. Cuando reconoce claramente el primado del obispo de Roma (además de la carta a Eutiques, cf Serm 78), Pedro es, sin duda, portavoz del sentir común de los obispos de Italia. Su considerable actividad como predicador nos ha legado una documentación inestimable sobre la liturgia de Rávena y sobre la cultura de esa ciudad, etapa obligada entre Roma y el norte de Italia. Ningún obispo de su tiempo nos ha facilitado un cuadro tan completo de la celebración del año litúrgico. Por su actitud contra la resistencia que aún oponía el paganismo en su agonía y por su polémica contra la comunidad judia de su ciudad, Pedro Crisólogo representa la actitud pastoral del episcopado de la Iglesia imperial de su tiempo. Fue declarado Doctro de la Iglesia por SS. Benedicto XIII en 1729.

Artículo, con muy pocos cambios, tomado del tomo III del Curso de Patrología de Quasten-Di Berardino, BAC, 1981, pág 701-2; ver amplia bibliografía allí mismo. En el Oficio de Lecturas, a lo largo del año, se utilizan muchos textos del santo, sirvan estos tres como muestra de su pensamiento y estilo: Martes de la IV de PascuaSábado, XXIX semana del Tiempo Ordinarioen la celebración de su memoria.
fuente: J. Quasten: Patrología



Santa Elena de Skövde

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Santa Elena de Skövde, mártir
En Skövde, en Suecia, santa Elena, viuda, a quien se considera mártir por haber sido injustamente asesinada.
Elena era una dama de alta alcurnia, nacida en Vastergötland, Suecia. Después de la muerte de su marido, Elena consagró su tiempo y sus bienes a socorrer a los pobres y promover la religión. Al regresar de una peregrinación a Roma, fue ajusticiada por los familiares de su yerno, quienes la acusaban de complicidad en el asesinato de éste. En realidad el yerno de santa Elena había sido asesinado por sus súbditos a causa de su carácter irascible y dominante. El cuerpo de santa Elena fue transportado de Götene a Skövde y sepultado en la iglesia que ella había construido allí. Debido a las múltiples curaciones obradas en su tumba, el Papa Alejandro III aprobó su culto en 1164. En su patria, en Tüsvilde, en la isla dinamarquesa de Zelandia y en otros sitios, se le veneraba como mártir el 31 de julio. Los daneses pretendían poseer sus reliquias y, aunque se cuenta una leyenda fantástica sobre la translación de sus restos, en realidad parece que no hubo tal traslado. Aun después de In Reforma continuó el culto a santa Elena en Suecia y Dinamarca, y en ambos países se asoció su nombre a sendas fuentes de propiedades curativas.

En Acta Sanctorum se reproduce en parte una antigua biografía latina (julio, vol. VII). Hay una edición crítica del texto completo en Scriptores rerum Suecicarum, vol. III, pte. 2, pp. 135-138.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



Beato Juan Francisco Jarriges

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Beato Juan Francisco Jarriges de la Morelie du Breuil, presbítero y mártir
En el mar, frente al puerto de Rochefort, en Francia, beato Juan Francisco Jarriges de la Morelie du Breuil, presbítero y mártir, que durante la Revolución Francesa, cuando la persecución contra la Iglesia se hacía sentir más intensa, fue encerrado en una vieja nave destinada al trasporte de esclavos, en la que murió al enfermar de tisis.
Nace en Saint-Yrieux el 11 de enero de 1752 en una familia muy religiosa. Estudia en Angers y Poitiers y en octubre de 1776 entra en el seminario de Limoges para prepararse al sacerdocio, que recibe al poco tiempo. Consigue una canonjía en el cabildo de su pueblo natal, del que era decano su tío. Con los demás canónigos, en 1790 él protesta cuando los cabildos son suprimidos. Se niega a prestar el juramento a la constitución civil del clero pero a causa de su mala salud no emigra. Para evitar la deportación, presta el juramento de libertad-igualdad, pero se retracta al poco, lo que le vale el arresto y la ida a Limoges, donde es detenido en La Regle. Es condenado a la deportación como sacerdote refractario y parte para Rochefort el 29 de marzo de 1794. Embarcado en Les Deux Associés, muere el 31 de julio de 1794 a causa de las miserias padecidas, y es enterrado en la isla de Aix. Murió tuberculoso, luego de cuatro meses de languidecer en el barco-hospital entre muertos y moribundos. Soportó con gran paciencia y entereza de alma su enfermedad y dolores, muy arrepentido de haber prestado el citado juramento, pero confiando en la misericordia de Dios. Fue beatificado por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

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