jueves, 13 de agosto de 2015

Félix Pérez Portela, Beato - Josep Nadal Guiu, Beato - Manuel Basulto Jiménez, Beato - José Jordán y Blecua, Beato 12082015

Félix Pérez Portela, Beato
Félix Pérez Portela, Beato

Sacerdote y Mártir, 12 de agosto


Por: . | Fuente: Odisur.es // DiocesisDeJaen.es 



Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En España, Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén (España), y de cinco compañeros sacerdotes, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937) 

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Don Félix, había nacido un 21 de febrero de 1895 y, al igual que Mons. Basulto, era natural de Adanero (Ávila). Sus padre fueron Miguel y Saturnina, de condición humilde y muy buenos cristianos; inculcaron en sus hijos las virtudes evangélicas mediante una sencilla práctica religiosa y el ejemplo de vida: la Santa Misa, el rezo del Santo Rosario, el cuidado y atención a los más pobres y necesitados. La madre, que con toda el alma deseaba tener un hijo sacerdote, no pudo gozar con el sacerdocio de Don Félix, pues murió en octubre de 1913, cuando aquél marchaba a Roma para los estudios eclesiásticos. El padre, Don Miguel, después de gozosos años participando en la vivencia sacerdotal de su hijo, le cupo deplorar la dolorosa muerte de éste; anciano y lleno de sufrimiento murió en enero de 1937, cuando tenía ya 76 años, consolado de pensar que el modo de martirio de su hijo le había llevado directamente al cielo.

Don Félix destacó, desde el principio, por su inteligencia, humildad y fidelidad a la propia vocación, de modo que ante la insinuación de un familiar en el sentido de que debía dejar los estudios eclesiásticos para dedicarse a otros "más rentables", contestó rotundamente "¡No seré sino sacerdote!". En 1907 ingresa en el Seminario de Madrid, donde ya vivía la familia; era piadoso, trabajador e inteligente desde pequeño, en los cuatro años de Humanidades y tres de Filosofía consiguió las máximas puntuaciones, pero no gustaba propagarlo. El resultado de estos años, su firmeza de carácter y clara vocación al sacerdocio, hizo que los superiores pensaran en promocionarle mandándole a estudiar a Roma. En octubre de 1913 ingresa en el romano Colegio Español y allí estudia hasta el 1918 en que es ordenado Sacerdote por el cardenal español Rafael Ferry del Val el día 10 de marzo, cantando la Primera Misa en la Capilla del colegio el día 12 del mismo mes. En los estudios consigue el doctorado en Teología y Derecho Canónico.

Terminado el curso, vuelve a España en julio de 1918, y en su diócesis de Madrid le encomiendan la capellanía de la Religiosas Franciscanas Concepcionistas, después y por sólo cinco meses será Párroco en Cobeña (Madrid) y a pesar del poco tiempo ya dejó señales de su celo pastoral: fundó las Hijas de María, se dedicó a la vida de la comunidad cristiana y atrajo a muchos a la iglesia.

Como sabemos en 1920 el obispo de Lugo es nombrado para Jaén y en junio del mismo año llega a su diócesis. Mons. Basulto le propone venga con él a Jaén, Don Félix acepta y, desde ese momento se entregará a su obispo y a la iglesia de Jaén. Pone pié en tierras jiennenses el 27 de junio de 1920, viajando en el ferrocarril que atraviesa Despeñaperros, pasa por Vilches, Linares-Baeza, Espeluy, Mengibar, Las Infanta y Jaén; después hará este recorrido muchas veces y por última vez, también junto a su obispo, cuando llegue al destino final: dar la vida por Cristo en 1936, pero aún le quedan muchos años. El día 29, Fiesta de San Pedro y San Pablo, aparecerá oficialmente como Secretario Particular del Obispo, "Paje" se decía, en la Solemne Celebración Eucarística, que el Prelado oficiará en la S. I. Catedral de Jaén, así como al día siguiente en la de Baeza. Todos miran al joven sacerdote, quien se va ganando poco a poco la confianza de los sacerdotes y de los fieles, en especial de los grupos más significados en el apostolado seglar.

Don Félix era un sacerdote en el que se podían cifrar grandes esperanzas en la perspectiva de una prometedora carrera eclesiástica y un fecundo apostolado. En 1921 gana por oposición un beneficio en la Catedral, del que toma posesión el 17 de noviembre, después de las horas canónicas de la mañana. Al año siguiente, el 7 de agosto, consigue por oposición y con resultados excelentes, una canonjía, de la que tomará posesión en el maravilloso coro catedralicio y en la renacentista Sala Capitular, obra de Andrés de Vandelvira, asumiendo las responsabilidades que imponían los estatutos y las funciones propias de canónigo: participación en los actos litúrgicos, rezo de las horas y sesiones capitulares; se le asignará la residencia en Baeza, pero dados los cargos que asume en servicio del Sr. Obispo y de la diócesis, es dispensado para vivir en Jaén. 

Don Félix se integró bien en el clero diocesano e iba siendo reconocido como miembro destacado del mismo, le apreciaban y confiaban en él, sabían era la mano derecha del Obispo y que en todo procuraba el bien del clero y de esta iglesia local. Fue profesor del Seminario, donde ejerció la labor docente con todo empeño; demostró su buen hacer pedagógico en la preparación de las clases, la puntualidad en impartirlas, y la cercanía a su alumnado; los seminaristas le admiraban y tenían gran confianza en él; más de una vez eran invitados por el canónigo, al menos los de Jaén, a merendar a la propia casa y tener una sustanciosa tertulia. Don Félix va adentrándose, poco a poco, en la vida de la diócesis, conoce al clero, el carácter castellano en nada le impidió amar y servir a esta diócesis andaluza En 1930 es nombrado Canciller Secretario del Obispado, en 1933 Vicario General y el 18 de enero de 1935 recibió del Papa Pío XI el nombramiento de Deán de la Santa Iglesia Catedral, del que toma posesión el 11 de febrero del mismo año. Por largo tiempo fue Consiliario Diocesano de la Adoración Nocturna y, como consta en los boletines y crónicas, asistía fielmente a todos los Consejos y Vigilias. Adoradores de aquel tiempo afirman que cuando muchos dudaban en salir de sus casas para la adoración en la Vigilia correspondiente él siempre respondía a la pregunta "si vas a ir" "yo sí iré" y ciertamente don Félix llegaba puntual y piadoso como siempre.

La Iglesia, como no puede ser de otra forma, se desenvuelve en el tiempo y en el espacio, en el amplio mar de la sociedad en el que ha de valérselas para dejar la estela de Cristo, anunciar su Reino y llevar a los hombres y mujeres al encuentro con Él. Este mar que surca la Iglesia a lo largo de la historia de la humanidad es mucho más grande que el lago de Tiberíades o Mar de Galilea, y, si allí la barca ocupada por Cristo y los apóstoles a veces se veía zozobrar a causa de la olas, no menos va a suceder en este amplio mundo al que nos envió Cristo: "Id al mundo entero y anunciad el Evangelio a todas la gentes". El mismo Jesús nos lo anunció, "si a mí me han perseguido también lo harán con vosotros; no es más el discípulo que su maestro...".

La Iglesia en España, implantada en todos los rincones de la misma, formando parte de la cultura de los pueblos hasta el más recóndito lugar, más aún, promotora de cultura, ciencia y vida, creadora y gestora de las instituciones educativas y hospitalarias, no siempre había sido acogida como podría suponerse; más bien, por parte de muchos fue querida y seguida ciegamente y otras ocasiones, por parte de muchos también, fue perseguida y apaleada con saña.

A don Félix le tocó vivir los tiempos difíciles de la República e inicio de la guerra civil. Vivía en el obispado y junto al Obispo; tanto el lugar como las personas rápidamente se hicieron el punto de mira del más antirreligioso sectarismo. Don Félix, aún teniendo la oportunidad, no se separó del Obispo y por el contrario le asistió hasta el último momento. Antes de hacerlos prisioneros, sufrieron registros en el Obispado, en los que la documentación de siglos, muchas obras valiosas y algunos recibos de fondos depositados en entidades bancarias fueron maltratados, secuestrados, robados o destruidos.

Don Félix tuvo que sufrir todos estos envites, que aunque iban dirigidos especialmente al obispo, él siempre estaba allí con serenidad y firmeza, dando ánimo a las personas que sufrían; él daba la respuesta y garantía más oportuna y también, sea dicho, estaba preparado para recibir el castigo más directamente. El trato que recibía el obispo y su familia, la propia familia de don Félix, su padre anciano, suponía para él una fuente se sufrimientos, pero a ello se añadía las noticias que negaban de todos los pueblos de la diócesis y hasta de las iglesias contiguas de la ciudad. Este fue el caso del Convento de la Merced, donde los padres del Corazón de María, Claretianos, sufrieron un asalto, persiguiéndolos a tiros y pereciendo cuatro de ellos, otros fueron gravemente heridos y otros, maniatados, llevados a prisión; pues bien, don Félix conocedor de ello, fue hasta el Convento, recogió el Copón con las Formas Consagradas y las llevó a la Capilla del obispado; entre milicianos fuertemente armados hizo el recorrido con el más precioso tesoro que tenemos los católicos: el Santísimo Sacramento..

Llegó el levantamiento del 18 de Julio y la guerra civil. Desde el día 20, Don Félix se comunicó con la vivienda del Sr. Obispo y no se separó de él. Fueron días de zozobra e inquietud, las noticias que llegaban de un sitio y de otro eran confusas, pero sobre todo las de la provincia no podían ser más tristes: bastaba ser sacerdote o personas cualificadas como cristianas para ser hechos prisioneros sin otra causa que lo justificara; en muchos casos eran maltratados y martirizados; la mayoría de los Templos, Capillas y lugares sagrados, desde los primeros días, fueron requisados y dedicados a garajes, plazas de abastos o almacenes; otros saqueados e incendiados... El Vicario de la diócesis y Deán de la Catedral, siempre junto al Sr. Obispo, afrontaba la situación con la mansedumbre que le caracterizaba en oración y estudio, en conversaciones íntimas y familiares, siempre confiando en la misericordia de Dios. 

Al obispo le obligaron a dejar sus aposentos y bajar a la portería; se le ofreció alguna posibilidad de escapar, pero ya sabemos, él es buen pastor que no debe abandonar a sus ovejas... don Félix, por convicción propia, sigue el ejemplo, siempre junto al pastor, también él como pastor bueno. Quedaron, prácticamente recluidos en el Obispado y en tal encierro tuvieron conocimiento del asalto a la Merced y el asesinato de algunos religiosos, el maltrato y reclusión de otros le produjo un gran dolor; desde la residencia episcopal podían ver la Catedral, las continuas entradas y salidas de milicianos, llegadas de armamentos y vituallas... y este padecimiento no les venía sólo por la mala utilización del más emblemático monumento de la Ciudad, sino porque la "Sede", la "Cátedra" episcopal, lugar sagrado de alta significación eclesial, estaba siendo profanada al convertirla en lugar de prisión y de tortura; posiblemente les llegó noticias de la diócesis, y cada una iba empeorando el horizonte.

El 2 de Agosto de 1936, hicieron salir a don Félix de su domicilio a las 6 de la tarde, fuertemente custodiado, y lo llevaron a la Catedral, donde le interrogarían sobre el templo, sobre las llaves y posiblemente sobre la prisión que se llevaría a cabo; volvió a su domicilio y a penas pudo hablar con su hermana, sólo preguntó por su padre. Cuando había atardecido se presentaron en palacio un numeroso grupo de hombres armados de todas maneras; pistolas, escopetas, palos, herramientas de trabajo; gritaban y gritaban; querían matar al obispo; don Félix avisó al prelado y los dos salieron al encuentro de aquellos forajidos; entraron en conversación los más equilibrados y responsables, quienes les indicaron tenían que acompañarles a la Catedral; a renglón seguido fueron hechos prisioneros: el obispo y sus familiares, hermana doña Teresa y cuñado don Mariano; a don Félix le dijeron que podía quedarse, que la cosa no iba con él, pero respondió firmemente que iría junto a su Obispo y no lo dejaría solo. Desde este momento siguió los mismos pasos hasta la muerte. Fueron llevados a la Catedral, como ya se ha dicho, e instalados a la entrada, en la Sala de fabricanía. Allí vivió momentos de tensión, alguna vez podría comunicar con otros sacerdotes y fieles por lo que bien sabía lo que estaba sucediendo. Don Félix tuvo muy claro que Dios le había elegido para el martirio, no se resistió a tan honrosa llamada, sino que se preparó para dar un paso tan comprometido. Conocemos también la disposición y los preparativos para el traslado de presos desde la Catedral a la Prisión de Alcalá de Henares; don Félix sobrellevaba los comentarios que escuchaba sobre el tren salido el día anterior desde la Prisión Provincial y lo que se sospechaba querían hacer con este; en todo momento trató de dar paz al Sr. Obispo, hermana y cuñado, asistiéndoles en todo momento.

Fue en la noche del 11 de agosto cuando se inició el reclutamiento de los presos en la Catedral, aunque la salida de la estación ya fuera en la madrugada del día 12. Don Félix marcha junto con el Obispo para ser llevados hasta la estación de donde partirá el segundo y famoso "tren de la muerte". Antes de salir a la puerta le invitan a quedarse atrás, porque volvieron a decirle que "aquello no iba con él"; la respuesta es contundente: "Lo que sea del Señor Obispo que sea de mí". Afirman que todavía antes de salir de la Catedral se confesaron, recibiendo la dulce misericordia del Señor por el Sacramento de la Penitencia. "Les vi salir, era la una de la madrugada, cuando por la puerta del Sagrario salían "mis cuatro"; les vi entrar en un coche particular; delante iba un camión lleno de presos, detrás un coche con los míos, y detrás de este un camión de milicianos" es la hermana de don Félix la que habla. Me dijeron, después, "que al llegar a Espeluy gritaban las turbas; ¡que viene el obispo de Jaén atadle a la cola del tren! Y en todas las estaciones iban cambiándoles de vagón para despistar..., porque como fieras salían con garfios de hierro buscando al Obispo, y aquel hermano mío seguía la suerte del Señor Obispo". Ya se ha descrito aquella calle del Calvario en que se convirtió el ferrocarril Jaén-Madrid. Los carteles que identificaban los vagones, las noticias que corrían más velozmente que el mismo tren; tal vez el aviso de estación a estación sobre la mercancía que llevaban, hacía que las masas se concentraran en los andenes y al paso o en las paradas del convoy desahogaran todo su odio... y se dirigían específicamente contra el Obispo, pero don Félix lo sufriría más que si contra él hubiera sido...preveía el martirio y se disponía a él y lo recibió como una gracia del Espíritu... pero permanecía en su corazón el recuerdo de su padre anciano y de su hermana, ambos desvalidos en medio de un escenario hostil.

Al llegar a la estación de Villaverde, entre Villaverde y Vallecas, "los guardias no pudieron contener a las gentes que como fieras se abalanzaron al tren". Frenazos del tren, desvío, marcha atrás y adelante; retirada de la guardia civil, órdenes contradictorias y, más o menos, la orden final "entréguelos a su voluntad". Así lo relata doña Gabriela Pérez Portela, hermana de don Félix. En la descripción de los hechos dice la piadosa señora: "Me dijeron que al Sr. Obispo lo mataron al bajar del tren; que se puso de rodillas con los brazos en cruz, y que mi hermano pidió que lo mataran el último y se lo concedieron, que les animó a dar la vida por Cristo, les echó la absolución y dando un viva a Cristo Rey, le dieron muerte. Esto dijeron los que lo habían visto, dos de los presos que quedaron escondidos debajo del tren, y no mataron más, porque se cansaban de matar, según declaración de los mismos asesinos". Las circunstancias del martirio de don Félix fueron idénticas a las que padeció el Sr. Obispo, por ello contemplarán juntos la gloria del Altísimo.

Los restos de don Félix fueron llevados al cementerio de Puente de Vallecas y allí inhumados en las zanjas abiertas al efecto, junto con todos los demás asesinados. Aquellos cuerpos exánimes, algunos aún con el calor de la sangre, fueron llevados en camiones sin el más mínimo respeto, ni signo alguno de piedad, tirados en los cajones como mercancía sin importancia. Finalizada la contienda, todos los restos fueron exhumados y trasladados a Jaén en tren fúnebre y por la misma vía por la que habían ido al martirio. Los restos del Sr. Obispo quedaron al pie del Altar Mayor en la Cripta del Sagrario de la Catedral, los demás en el pasillo central de la misma. 

Este grupo de mártires está integrado por:

1. MANUEL ARANDA ESPEJO, seminarista de la diócesis de Jaén
nacimiento: 22 Marzo 1916 en Monte Lope Alvarez, Jaén (España)
martirio: 08 Agosto 1936 en Monte Lope Alvarez, Jaén (España)

2. MANUEL BASULTO JIMÉNEZ, Obispo de Jaén
nacimiento: 17 Mayo 1860 en Adanero, Ávila (España)
martirio: 12 Agosto 1936 en Vallecas, Madrid (España)

3. FÉLIX PÉREZ PORTELA, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 21 Febrero 1895 en Adanero, Ávila (España)
martirio: 12 Agosto 1936 en Vallecas, Madrid (España)

4. FRANCISCO LÓPEZ NAVARETTE, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 02 Marzo 1892 en Villanueva del Arzobispo, Jaén (España)
martirio: 28 Agosto 1936 en Villanueva del Arzobispo, Jaén (España)

5. JOSÉ MARÍA POYATOS RUIZ, joven laico de la diócesis de Jaén
nacimiento: 20 Octubre 1914 en Vilches, Jaén (España)
martirio: 03 Octubre 1936 en Úbeda, Jaén (España)

6. FRANCISCO SOLÍS PEDRAJAS, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 09 Julio 1877 en Marmolejo, Jaén (España)
martirio: 03 Abril 1937 en Mancha Real, Jaén (España)


Josep Nadal Guiu, Beato
Josep Nadal Guiu, Beato

Sacerdote y Mártir, 12 de agosto


Por: . | Fuente: BisbatLleida.org 



Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Monzón, Huesca (España), Beatos José Nadal y Guiu y José Jordán y Blecua, sacerdotes diocesanos, asesinados por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco
El sacerdote Josep Nadal Guiu nació en Bell Lloc (Lleida [Lérida]) el 25 de julio de 1911. Era de carácter dulce y amable y sintió desde niño vocación sacerdotal. A los 11 años entró en el Seminario de Lleida. Su vida ejemplar y su profunda piedad son bien conocidas de todos los que le trataron. Sus anhelos fueron siempre los de la perfección propia y la santificación de las almas mediante el apostolado y el espíritu de sacrificio. Amaba el mundo del trabajo y deseaba ardientemente imitar al Santo Cura de Ars. 

Fue organista y director del coro del Seminario. No solamente era un fervoroso congregante, sino que también fue Presidente de la Congregación Mariana. Su amor a la Virgen era el amor de un niño a su madre: tierno, afectuoso, sacrificado. 

El 15 de junio de 1935 fue ordenado sacerdote por el Sr. Obispo Salvi Huix Miralpeix, y el 16, Fiesta de la Santísima Trinidad, celebró la Misa en su pueblo natal. Se le designó Coadjutor de la parroquia de Santa María de Monzón donde fundó la Acción Católica que dirigió con celo juvenil; allí fue organista y organizó un coro de niños. Visitaba a los pobres y enfermos, pasaba horas en el confesionario, y tenía una gran devoción a la Eucaristía, de la que hizo una constante en su vida. 

Parecía presentir su heroica muerte al escribir a su hermano gemelo, jesuita, estas valientes palabras: “Víctima como sacerdote, y por tanto, por Cristo. Ecce adsum, aquí estoy, a ciegas”. 

Después de un año de vida intensamente apostólica y de perfección sacerdotal en Monzón, entregó allí mismo su vida generosa por Cristo, el 12 de agosto de 1936, perdonando a sus verdugos con estas palabras. “Muero por Cristo... no os tengo miedo... y os perdono a todos en su nombre”. Le dispararon diversos tiros y no consiguieron matarle. Entonces él les mostró un crucifijo que llevaba y dejándolo en el suelo les dijo “Ahora podéis matarme”. Le dispararon la última bala que tenían y su cuerpo cayó sin vida.


Manuel Basulto Jiménez, Beato
Manuel Basulto Jiménez, Beato

Obispo y Mártir, 12 de agosto


Por: Alberto Royo Mejia | Fuente: Religión en Libertad 



Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En España, Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén (España), y de cinco compañeros sacerdotes, asesinados por odio a la fe. ( 1936-1937) 

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Manuel Basulto Jiménez nació en Aduanero, Ávila (España), el 17 de mayo de 1869, su padre era molinero.

Realizó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Ávila y recibió la ordenación sacerdotal el 15 de marzo de 1892. Luego estudiaría derecho en la Universidad de Valladolid.

Fue canónigo magistral de León y lectoral de Madrid. En 1909 fue elegido obispo de Lugo, y consagrado el 16 de enero de 1910 por el nuncio Antonio Cardenal Vico en la iglesia de los paúles de Madrid. En 1919 Benedicto XV lo nombró obispo de Jaén, diócesis de la que tomó posesión por poderes el 14 de junio de 1920, celebrando su primera misa el 29 de junio. En su escudo rezaba el lema: "Quien a Dios tiene, nada le falta".

En los días primeros de la guerra civil, ante las revueltas y persecuciones a la Iglesia, al Obispo le ofrecen la posibilidad de huir. El propio gobernador civil intervino para aconsejar y facilitar su marcha a Ávila, donde podría salvar su vida. Estas gestiones las hizo el gobernador civil en reiteradas ocasiones a través de sacerdotes o él mismo por teléfono, pero don Manuel rechazó tales gestiones de forma tajante pues prefería quedar al lado de sus feligreses, corriendo sus mismos riesgos.

Pocos días después, el 2 de agosto de 1936, una masa de milicianos asaltaron las dependencias del Obispado. Invadieron el Obispado con hachas y palos, preguntando: "¿Dónde está el Obispo? Porque le vamos a dar un tiro". Estas circunstancias las preveía ya el Obispo en los meses anteriores. Uno de los testigos, ordenado sacerdote por Basulto el 6 de junio de 1936, recuerda la homilía que en tal ocasión les predicaba dedicada especialmente a los seis sacerdotes que ordenó: "Os envío como ovejas en medio de lobos".

Los milicianos entraron en el Obispado buscando armas que lógicamente no encontraron, pero sí encontraron algunos títulos del tesoro, que correspondían a la Delegación de Fundaciones y Capellanías que había en el Obispado para atender las necesidades de clero y conventos. El Obispo fue obligado a trasladarse a vivir a las oficinas de la planta baja. Se formó una comisión del Frente Popular, presidida por el alcalde, José Campos Perabá, para detener al Obispo. Cuando fue a ser trasladado el Obispo a la Catedral, que hacía de cárcel, pidió subir a la Capilla para consumir el Santísimo Sacramento, el jefe de los milicianos se negó y comenzó a blasfemar. A las 11 de la noche, el Obispo fue llevado a la Catedral, acompañado del Vicario general, Félix Pérez Portela. Al día siguiente la radio difundía la mentira que el Obispo de Jaén había sido sorprendido cuando intentaba huir con nueve millones de pesetas.

Don Manuel estaba encerrado con su familia en la primera habitación de la Catedral, entrando a la derecha; le acompañaban su hermana y cuñado y el Vicario general, D. Félix. En aquellos días de prisión, estuvo atento a los problemas de gobierno, encomendando a uno de los sacerdotes allí detenidos (D. Juan Montijano, que luego narrará todo lo ocurrido) que transmitiera a D. Juan Aragón su nombramiento como gobernador eclesiástico, por lo que pudiera pasar.

El Director general de prisiones, Pedro Villar, ordena que se haga un traslado de presos desde la Catedral de Jaén hasta Alcalá de Henares. En la Catedral los presos estaban hacinados en un número que superaba toda posibilidad de pervivencia. Se organizan dos traslados en dos noches sucesivas: el 11 y 12 de agosto de 1936. El total de presos que se sacan de la Catedral fue de 325 en la primera noche y 300 en la segunda. La narración del sacerdote D. Juan Montijano desciende a detalles de estos dos viajes. Los prisioneros trasladados en la primera noche también sufrieron vejaciones en el camino y once de ellos, dos de los cuales eran sacerdotes, fueron asesinados en el trayecto.

El día 12 de agosto de 1936 se forma una segunda expedición. En ella va incluido el Obispo, el Vicario general, la hermana del Obispo y el esposo de ésta. Las escenas de aquel trayecto en tren las cuentan los supervivientes y lo horrible de aquella matanza se recoge en un expediente del Archivo Nacional de España: A1 llegar a Vallecas, cerca de Madrid, el tren fue dejado a merced de las turbas. Los pormenores de la muerte del Siervo de Dios nos son conocidos por los testimonios de los supervivientes o de los mismos participantes en la matanza. Unos y otros dicen que colocados en grupos de veinticinco sobre un repecho de un paraje, muy cercano al cerro de Santa Catalina, iban dando cuenta de ellos tres ametralladoras apostadas frente por frente a muy pocos metros.

Su muerte ha sido valorada por los Teólogos vaticanos como un verdadero martirio porque la actuación de quienes intervinieron fue claramente "in odium fidei". El Obispo fue detenido publicándose calumnias contra él: Que se iba a escapar con nueve millones; se le impidió ir a la capilla para consumir el Santísimo Sacramento, dándole como respuesta las voces de unas blasfemias; pasó por la nave de la Catedral bendiciendo camino del martirio y también en esos momentos recibe las burlas de los milicianos; en el camino del tren pidieron la cabeza del Obispo en Alcázar de San Juan y Vallecas y en otras estaciones del trayecto. Por otro lado, los testigos refieren la serenidad de Don Manuel en tales momentos y la aceptación cuando le dan la noticia de que va a ser trasladado a aquel tren que le llevaría a la muerte: "Todo sea por Dios" dijo serenamente.

El 28 de marzo de 2013 S.S. Francisco firmó el decreto reconociemdo el martirio de este grupo de mártires lo cual permitirá su próxima beatificación que se realizará, Dios mediante, el 13 de octubre de 2013.

Este grupo de mártires está integrado por:

1. MANUEL ARANDA ESPEJO, seminarista de la diócesis de Jaén
nacimiento: 22 Marzo 1916 en Monte Lope Alvarez, Jaén (España)
martirio: 08 Agosto 1936 en Monte Lope Alvarez, Jaén (España)

2. MANUEL BASULTO JIMÉNEZ, Obispo de Jaén
nacimiento: 17 Mayo 1860 en Adanero, Ávila (España)
martirio: 12 Agosto 1936 en Vallecas, Madrid (España)

3. FÉLIX PÉREZ PORTELA, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 21 Febrero 1895 en Adanero, Ávila (España)
martirio: 12 Agosto 1936 en Vallecas, Madrid (España)

4. FRANCISCO LÓPEZ NAVARRETE, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 02 Marzo 1892 en Villanueva del Arzobispo, Jaén (España)
martirio: 28 Agosto 1936 en Villanueva del Arzobispo, Jaén (España)

5. JOSÉ MARÍA POYATOS RUIZ, joven laico de la diócesis de Jaén
nacimiento: 20 Octubre 1914 en Vilches, Jaén (España)
martirio: 03 Octubre 1936 en Úbeda, Jaén (España)

6. FRANCISCO SOLÍS PEDRAJAS, sacerdote de la diócesis de Jaén
nacimiento: 09 Julio 1877 en Marmolejo, Jaén (España)
martirio: 03 Abril 1937 en Mancha Real, Jaén (España)



José Jordán y Blecua, Beato
José Jordán y Blecua, Beato

Sacerdote y Mártir, 12 de agosto


Por: . | Fuente: camineo.info 



Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En Monzón, Huesca (España), Beatos José Nadal y Guiu y José Jordán y Blecua, sacerdotes diocesanos, asesinados por odio a la fe. ( 1936)

Fecha de beatificación: 13 de octubre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco
El humilde Beato, mosén José Jordán Blecua, nació en Azlor, provincia de Huesca y diócesis de Lérida, el 27 de mayo de 1906, hijo de Domingo Jordán Latorre y Crescencia Blecua Subias, fue el penúltimo de doce hermanos. (Mosén: Título que reciben los clérigos en tierras del antiguo reino de Aragón)

Sintiendo desde muy niño la vocación sacerdotal, ingresó a los doce años en el Seminario de Barbastro, trasladándose al de Lérida al comienzo de la Filosofía "donde fue muy apreciado por su buen comportamiento y fervorosa actitud. Su ideal es el sacerdocio". Recibió las Órdenes Menores y poco después el diaconado, "otro paso gigante para acercarse al altar". 

Su primera Misa la celebró en Azlor, su pueblo de nacimiento, que se vistió de fiesta y de sus mejores galas para esta celebración. Estaban junto a Mosén Jordán, su padre Domingo, siete hermanos, cuatro hermanos políticos además de muchos familiares y amigos, pero faltaban dos hermanas religiosas Hijas de la Caridad. Como privilegio obtenido en su visita a Roma pudo impartir la Bendición Papal en aquel día de gloria "con una unción extraordinaria. 

Su vida fue siempre ejemplar, tanto de niño como de mayor, desbordándose sus ansias de perfección al verse hecho sacerdote; obediente a sus superiores, deferente con sus iguales, de carácter sencillo, dulce y angelical para con todos. 

El obispo lo destinó a Monzón como vicario a las órdenes del párroco Mosén Mariano Ferrer, y pasó a residir como huésped en casa de la señora Dolores (Lola), coincidiendo con Mosén Nadal que también había sido destinado, como vicario organista a la parroquia de Santa María del Romeral. Fueron llamados por los vecinos de Monzón "Los Curetas". 

Durante su corta vida sacerdotal de cuatro años en la Parroquia de Monzón, dio grandes ejemplos de abnegación y de gran caridad con los pobres. En su alma sentía vivos y crecientes deseos de morir por Cristo, cumpliéndose éstos el día 12 de agosto del año 1936, perdonando generosamente a sus verdugos, a imitación de nuestro Divino Salvador. 

Al estallar la guerra civil y las noticias que llegaban de otras regiones y de la propia Diócesis, las personas a ellos allegadas dejaron testimonios que "con las manos tocaban ya la palma del martirio en aquellos momentos tan difíciles". 

"Ninguno de los dos puso resistencia cuando fueron a buscarles a la casa de la señora Lola donde estaban hospedados. Los llevan a la cárcel. Poco tiempo están en ella. Su sentencia está decretada. Son sacerdotes". 

La señora Lola, ignoraba su paradero pues se lo habían ocultado para que no padeciera pues los llevaba en su corazón. Fue la señora Marieta, la lechera, a quien le pregunto cuando le llevó la leche acostumbrada. "Están en la cárcel". 

El día 12 de agosto de 1936, al sacarles de su encierro, solicitaron compartir unos minutos a solas, "quizá para recibir entre sí el sacramento de la reconciliación". Cuentan que el carcelero se emocionó al ver tanta entereza y valentía. 

El fusilamiento tuvo lugar en una finca a las afueras de Monzón, a escasa distancia del cementerio, en la partida de "Sierra de Sierra Mediana". Mosén Jordan "cayó a los primeros disparos; y Mosén Nadal se mantenía en pie después de recibir varios disparos. No le hacían blanco, hasta que se sacó el Crucifijo que llevaba y dejándolo en el suelo dijo "Ahora ya me podréis matar". Esta vez sí que las balas dieron en el blanco. 

Fue testigo, la señora Juaneta "La Avisadora" de la familia Lamarca. 

“Estoy muy contento de padecer este martirio por la causa de Cristo ... sentiría mucho no poder morir por El”. Mosén Jordán daba gracias a su "buen padre porque le ha dejado llegar al sacerdocio", y siente "gozo inmenso de poder dar la vida por Cristo". (De su última carta, despidiéndose de su padre)

El levantamiento de los restos se realizó varios años después, trasladándolos al Cementerio de Azlor (ya de la Diócesis de Huesca). El 27 de septiembre de 1994 fueron trasladados a la Iglesia de la parroquial de Santa María del Romeral de Monzón donde actualmente reposan. 
Su proceso de beatificación y canonización se ha realizado junto al del venerable Josep Nadal Guiu, de Bell-lloc de’Urgell, pues ambos eran en aquel momento sacerdotes destinados a la parroquia de Monzón. 

S.S. Benedicto XVI firmó el 10 de diciembre de 2010 el decreto con el cual se reconoce el martirio de los Siervos de Dios José Nadal y Guiu, español y José Jordán y Blecua, lo cual permitirá su próxima beatificación.



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