Diez lecciones posibles tras la destitución de
Dilma Rousseff
2016-09-25
Seguramente
es pronto todavía para sacar lecciones de la cuestionable destitución que ha
inaugurado una nueva tipología de golpe de clase vía parlamento. Estas primeras
lecciones podrán servir a los que aman la democracia y respetan la soberanía
popular, expresada por elecciones libres, y no en último lugar al PT y aliados.
Los que detentan el tener, el poder y el saber que se ocultan detrás de los
golpistas se caracterizan por no mostrar aprecio a la democracia y dejar de
lado la situación de clamorosa desigualdad del pueblo brasilero.
La
primera lección es alimentar la resiliencia, es decir, resistir,
aprender de los errores y derrotas y darles la vuelta. Esto implica una severa
autocrítica, nunca hecha con rigor por el PT. Es necesario tener claro qué
proyecto de país se quiere implementar.
Segunda
lección: reafirmar la democracia, la que gana las calles y plazas,
contrariamente a la democracia de baja intensidad, cuyos representantes, con
excepciones, son comprados por los poderosos para defender sus intereses
corporativos.
Tercera
lección: convencerse de que un presidencialismo de coalición es un fracaso,
pues desfigura el proyecto e induce a la corrupción. La alternativa es una
coalición de los gobernantes con los movimientos sociales y sectores de los
partidos populares y desde ella presionar a los parlamentarios.
Cuarta
lección: convencerse de que el capitalismo neoliberal, en la fase actual de
altísima concentración de la riqueza, está hiriendo a las sociedades centrales
y destruyendo las nuestras. El neoliberalismo atenuado, practicado en los
últimos 13 años por el PT y aliados, permitió hacer la mayor transformación
social de la historia de Brasil, mejorando la vida de casi 40 millones de
personas, con el aumento de los salarios, facilidad de crédito, desgravaciones
fiscales, pero en el fondo se ha mostrado insuficiente. Gran error del PT: no
haber explicado nunca que aquellas acciones sociales eran fruto de una política
de Estado. Por eso creó antes consumidores que ciudadanos conscientes. Permitió
adquirir bienes personales, pero mejoró poco el capital social: educación,
salud, transporte y seguridad. Bien lo dijo frei Betto: se generó «un
paternalismo populista que se inició cuando se cambió el programa Hambre Cero,
un programa emancipatorio, por el de Bolsa Familia, compensatorio; se pasó a
dar el pez sin enseñar a pescar». En el actual gobierno pos-golpe, la política
económica neoliberal radicalizada por ajustes severos, recesiva y lesiva de los
derechos sociales seguramente va a devolver al hambre y la miseria a los que
fueron sacados de ellas.
Quinta
lección: es urgente dar centralidad a la educación y a la salud. El gobierno
Lula-Dilma avanzó en la creación de universidades y escuelas técnicas. Un
pueblo enfermo e ignorante nunca dará un salto cualitativo hacia una
prosperidad sostenible.
Sexta
lección: ponerse valientemente al lado de las víctimas de la voracidad
neoliberal, denunciando su perversidad, desmontando su lógica excluyente, yendo
a las calles, apoyando demostraciones y huelgas de los movimientos sociales y
de otros segmentos.
Séptima
lección: sospechar de todo lo que viene de arriba, generalmente fruto de
políticas de conciliación de clases, hechas de espalda y a costa del pueblo.
Estas políticas vienen bajo el signo de más de lo mismo. Prefieren mantener al
pueblo en la ignorancia para facilitar la dominación y la acumulación y
debilitan cualquier espíritu crítico.
Octava
lección: es urgente proyectar la utopía de otro Brasil, sobre otras bases, la
principal de ellas, la originalidad y la fuerza de nuestra cultura, dando
centralidad a la vida de la naturaleza, a la vida humana y a la vida de la
Madre Tierra, base de una biocivilización. El desarrollo/crecimiento, necesario
para atender, no los deseos, sino las necesidades humanas, debe estar al
servicio no del mercado sino de la vida y de salvaguardar nuestra riqueza
ecológica. Concomitantemente urge hacer reformas básicas, de la política, de la
tributación, de la burocracia, de la reforma del campo y de la ciudad etc.
Novena
lección: para implementar esa utopía es indispensable una coalición de fuerzas
políticas y sociales (movimientos populares, segmentos de partidos, empresarios
nacionalistas, intelectuales, artistas e iglesias) interesadas en inaugurar lo
nuevo viable, que de cuerpo a la utopía de otro tipo de Brasil.
Décima
lección: ese nuevo viable tiene un nombre: la radicalización de la democracia
que es el socialismo de cuño ecológico, por tanto, ecosocialismo. No el
totalitario de Rusia ni el desfigurado de China que, a decir verdad, niegan la
naturaleza del proyecto socialista. Sino el ecosocialismo que busca realizar
potencialmente el noble sueño de cada uno: dar lo que puede y recibir lo que
necesita, incluyendo a todos, también a la naturaleza.
Este
proyecto debe ser implementado ya ahora. Como expresó la ancestral sabiduría
china, repetida por Mao: «si quieres recorrer mil pasos, empieza ahora a dar el
primer paso». Sin ello jamás haremos el camino hacia el destino deseado. La
crisis actual nos ofrece esta especial oportunidad que no debe ser
desperdiciada. Ella se da pocas veces en la historia y ahora es una de ellas.
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