miércoles, 28 de septiembre de 2016

San Exuperio de Toulouse, obispo - Santa Eustoquio, virgen (28 de septiembre)

San Exuperio de Toulouse, obispo

fecha: 28 de septiembre
†: d. 411 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En Toulouse, ciudad de Aquitania, san Exuperio, obispo, que dedicó una basílica en honor de san Saturnino, defendió acérrimamente su ciudad ante la invasión de los bárbaros y, al decir de san Jerónimo, fue tan parco consigo mismo como dadivoso con los demás.
refieren a este santo: San Silvio de Toulouse

Es probable que Exuperio haya nacido en Arreau, localidad de los Altos Pirineos, donde hay una capilla erigida en su honor, que es centro de peregrinaciones. Exuperio llegó a ocupar la sede episcopal de Toulouse, alrededor del año 405, cuando murió el obispo san Silvio. Durante su gobierno, terminó la construcción de la gran iglesia de San Saturnino (Sernin) que había iniciado su predecesor. La generosidad parece haber sido su virtud característica. Con frecuencia, enviaba presentes a los monjes de Egipto y Palestina, con lo cual se conquistó el agradecimiento de san Jerónimo, quien le dedicó su comentario sobre Zacarías, y con referencia a la famosa caridad de Exuperio escribió estas palabras: «Para aliviar el hambre de los pobres, la sufre él mismo. La palidez de su rostro muestra el rigor de sus ayunos, pero aún se duele por el hambre de los demás. Todo lo que tiene, lo da a los pobres de Cristo; pero muy rico es el que lleva el Cuerpo del Señor en un cesto de mimbre y Su Sangre en un frasco de vidrio. Su caridad no conoce límites; busca sus objetivos en las partes más remotas y aún los solitarios de Egipto llegaron a sentir sus benéficos efectos.» Por cierto, que lo mismo en su sede que fuera de ella, había un amplio campo para que se ejerciera la caridad de Exuperio, puesto que, por aquel entonces, las Galias sufrían la desolación de las invasiones de los vándalos.
San Exuperio escribió al papa Inocencio I para pedirle instrucciones sobre diversos asuntos de la disciplina y para solicitarle algunas aclaraciones sobre los cánones referentes a las Sagradas Escrituras. Como respuesta, el Pontífice le envió una lista de los auténticos libros de la Biblia, tal como por aquel entonces se tomaban en Roma y, como se ha podido comprobar, aquella lista era exactamente igual a la actual, incluso los libros deuterocanónicos. Se desconocen el lugar y la fecha de la muerte del obispo Exuperio y se tiene entendido que, antes de morir, estuvo en el exilio. San Paulino de Nola se refiere a él como a uno de los más ilustres obispos de la Iglesia en las Galias y, hacia mediados del siglo sexto, se la tributaban los mismos honores que a san Saturnino en la iglesia de Toulouse.
Parece un tanto singular que san Exuperio, cuya fama llegó a Roma y a Palestina, no ocupe lugar alguno en el Hieronymianum. Lo que se ha registrado en relación con él, fue tomado del Acta Sanctorum, sept. vol. VII; en Dictionnaire de Théologie Catholique,, vol. V, cc. 2022-2037, hay extensas notas sobre él. Véase también a Duchesne, en Fastes Épiscopaux, vol. I, p. 307.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012

Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3528




Santa Eustoquio, virgen

fecha: 28 de septiembre
†: c. 419 - país: Israel
otras formas del nombre: Eustochio
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Elogio: En Belén de Judea, conmemoración de santa Eustoquio, virgen, la cual, con su madre santa Paula, pasó de Roma a Belén para no privarse del consejo del maestro san Jerónimo, y allí, llena de preclaros méritos, voló al cielo.
refieren a este santo: San JerónimoSanta Paula

Eustoquio Julia, cuyo recuerdo se perpetuó gracias a la docta pluma de san Jerónimo, fue hija de santa Paula. Los acontecimientos y circunstancias en la existencia de santa Paula dispusieron la vida de Eustoquio, que fue la tercera de sus cuatro hijas y la única que permaneció siempre junto a su madre. Al morir su esposo Toxosio, santa Paula se dedicó por entero al servicio de Dios, en la sencillez, la pobreza, la mortificación y la plegaria. Eustoquio, que tenía más o menos doce años cuando murió su padre, compartía todos los gustos de su madre, y era motivo de gran alegría para ella consagrar las horas que tantas otras jóvenes de su edad dedicaban a vanas diversiones, a las obras de caridad y las devociones de su religión. Cuando san Jerónimo llegó a Roma, procedente del Oriente, en el año de 382, Eustoquio y su madre se pusieron bajo su dirección espiritual y, al ponerse de manifiesto las fuertes inclinaciones de la joven hacia la vida religiosa, muchos de sus amigos y parientes se mostraron alarmados. Un tío suyo, llamado Himetio, y su esposa Pretéxtata, trataron de convencerla para que se apartase de aquella vida austera e hicieron intentos para interesarla en los placeres del mundo. Pero todos los esfuerzos fueron vanos y la joven venció toda oposición para tomar el velo y hacer los votos de virginidad. Ella fue la primera doncella de la nobleza romana que tomó tal resolución. Con el fin de guiarla y sostenerla en ella, san Jerónimo le escribió en aquella ocasión su famosa carta, conocida como «Para conservar la virginidad», alrededor del año 384. El venerable autor de la epístola, sin embargo, no se limita a dar enseñanzas y normas ascéticas, sino que se recrea en algunos pasajes satíricos, lo que sugiere que, al escribir la carta, no tenía la intención de destinarla tan sólo a la joven Eustoquio, sino a un público muy amplio. En dicha carta, el santo critica sin misericordia el comportamiento de ciertas vírgenes, viudas y de ciertos sacerdotes.
Eustoquio debió buena parte de su formación religiosa a santa Marcela, «la gloria de las damas romanas», pero cuando santa Paula decidió seguir a san Jerónimo a Palestina, Eustoquio lo dejó todo para irse con ella. Al grupo se unieron otras doncellas que aspiraban a seguir la vida religiosa; la comitiva se entrevistó con san Jerónimo en Antioquía, hizo una visita a los Santos Lugares, pasó a Egipto para conocer a los monjes del desierto de Nitria y, por fin, se instaló en la ciudad de Belén. Ahí quedaron establecidas tres comunidades de mujeres, en cuya dirección Eustoquio colaboró activamente con santa Paula. San Jerónimo nos ha dejado un relato sobre la vida sencilla y devota que llevaban. Las dos mujeres, que habían aprendido el griego y el hebreo, ayudaron a san Jerónimo en la traducción de la Biblia, conocida como la Vulgata y, a su solicitud, el santo escribió algunos comentarios sobre las Epístolas a Filemón, a los Calatas, los Efesios y a Tito y también dedicó a madre e hija algunos de sus trabajos, puesto que, como él mismo comentó: «esas dos mujeres son más capaces de conformar un buen juicio sobre esos libros que muchos hombres». Aparte de sus tareas intelectuales, santa Eustoquio se ocupaba en mantener limpia la casa, en dar brillo y conservar llenas de aceite las lámparas y en cocinar.
En el año de 403, santa Paula cayó enferma, y Eustoquio consagró su tiempo a cuidarla, sin apartarse de ella más que para ir a la gruta de la Natividad para orar por su salud. El 26 de enero del 404 murió santa Paula, y Eustoquio, «como una niña a quien se trata de arrancar de los brazos que la amparan, a duras penas pudo ser apartada del cuerpo de su madre». Besaba una y otra vez sus párpados cerrados, le acariciaba el rostro, los brazos, el pecho y seguramente hubiese deseado que la sepultaran con ella.
La sucesora de santa Paula como superiora de las comunidades de Belén fue su hija, quien se encontró con las finanzas al borde de la ruina y con innumerables deudas. Pero con la ayuda de san Jerónimo y su propia energía, hizo frente a la situación y logró solucionarla, gracias sobre todo a los socorros económicos aportados por su sobrina, otra Paula, que había ingresado a la comunidad de Belén. En el año de 417, los bandoleros cayeron sobre el monasterio, lo incendiaron y cometieron innumerables ultrajes, sobre todo lo cual informaron al Papa, san Jerónimo, santa Eustoquio y la joven Paula. El Pontífice Inocencio I, al recibir las cartas, escribió a cada uno de los informantes y envió otra carta, en términos por demás enérgicos a Juan, el obispo de Jerusalén. Santa Eustoquio no sobrevivió por mucho tiempo a aquellos terribles acontecimientos. San Jerónimo no nos dejó ningún relato sobre su muerte, como lo hizo en el caso de su madre, pero sí es un hecho que en aquella ocasión escribió a san Agustín y a san Alipio en estos términos: «la gran pena que me ha embargado, me hizo relegar a un lado los ultrajantes escritos de Aniano, el pelagiano». Sabemos que Eustoquio murió pacíficamente alrededor del año 419, y fue sepultada en la misma tumba que santa Paula, en una gruta vecina al lugar donde nació Jesucristo. Ahí se encuentra hasta hoy la tumba, pero está vacía, y nunca se ha sabido el destino que tuvieron sus reliquias.
Las cartas de san Jerónimo y algunos otros de sus escritos proporcionan casi todos los datos que se puedan obtener sobre santa Eustoquio. Ese material se encuentra reunido en el Acta Sanctorum, sept. vol. VII. En todas las biografías de san Jerónimo se habla bastante de Eustoquio y también figura de manera prominente en la deliciosa obra de F. Lagrange, Histoire de Ste. Paule (1868). El cuadro con el que ilustramos es el de la Santísima Trinidad, con San Jerónimo y dos santas, Andrea del Castagno (1453).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3529

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