Santa Bega, monja
fecha: 6 de septiembre
†: c. 660 - país: Reino Unido (UK)
otras formas del nombre: Begha, Begith, Begu, Bee
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: c. 660 - país: Reino Unido (UK)
otras formas del nombre: Begha, Begith, Begu, Bee
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En el litoral de Cumberland, en
Inglaterra, santa Bega, monja, cuyo nombre adoptó después la localidad.

En el cuarto libro de su «Ecclesiastical
History», san Beda el Venerable se refiere a santa Heiu que, según él, está
considerada como la primera mujer que se hizo monja en Nortumbría y que fundó
un monasterio en Hartlepool. Esta abadía quedó a cargo de santa Hilda, y Heiu
se fue a vivir a Tadcaster. Poco más adelante, el Venerable hace mención de
santa Bega y nos dice que, después de haber sido religiosa durante más de
treinta años en el convento de Hackness, tuvo una visión del alma de Hilda, la
fundadora, que ascendía al cielo. Santa Bega ha sido identificada por Leland y
los bolandistas como aquella privilegiada mujer, santa Heiu; la identificación
no ha sido confirmada, pero tampoco denegada.
Bega es la heroína de una leyenda donde
aparece como hija de un rey irlandés, desposada desde su niñez con un hijo del
rey de Noruega. Pero la doncella había consagrado su virginidad a Jesucristo y
un ángel se le había aparecido para entregarle un brazalete marcado con una
cruz, como señal del desposorio. El día anterior al de la ceremonia de su
entrega al príncipe noruego, mientras éste y el rey de Irlanda charlaban en el
salón, Bega recurrió a los poderes celestiales del brazalete, escapó de palacio
sín ser vista y, sentada sobre un trozo de tierra cubierto de césped, atravesó
el mar y llegó, sana y salva a la costa de Cumberland. Durante algún tiempo
vivió ahí como una anacoreta, y las gaviotas, ánades y albatros, le llevaban lo
necesario para su sustento. Los hombres fueron menos misericordiosos que las
aves y, cuando algunos descubrieron el escondite de la princesa, comenzaron a
rondarla y a acecharla con perversas intenciones, hasta que el rey de
Nortumbría, san Oswaldo, le mandó avisar que se cuidase y que, para
salvaguardia de su virtud, le aconsejaba que se hiciese monja. La doncella
atendió el consejo y tomó el velo de manos de san Aidán (Beda dice que fue este
santo quien consagró a Heiu como religiosa) y estableció un monasterio en Saint
Bees (Copeland) que, en fechas posteriores, se convirtió en una célula de la
abadía benedictina de Saint Mary, en York.
A pesar de lo fabuloso de esta leyenda de
santa Bega, no hay duda de que la santa existió ni de que fue muy venerada en
Nortumbría. El promontorio donde vivió en soledad lleva todavía su nombre:
Saint Bee's Head, y se sabe que fue protectora de los pobladores del lugar,
siempre oprimidos por sus señores feudales y amenazados por las incursiones de
los escoceses. Las gentes del país han llegado a afirmar que tienen en su
posesión el auténtico brazalete maravilloso de santa Bega, al que atesoran lo
mismo que a las historias referentes a los actos de devoción y piedad por los
pobres y afligidos que la santa practicó en vida y de cómo ella misma cocinaba,
lavaba y remendaba para los trabajadores que construyeron su monasterio. Santa
Bega fue venerada en Escocia y en Noruega; posiblemente se la pueda identificar
con aquella «Becga, virgen, hija de Gabhsan», a quien se menciona en el
Martirologio de Tallaght el 10 de febrero. Su fiesta se celebra en la diócesis
de Lancaster.
Es muy difícil establecer la verdad donde
no hay ninguna garantía sobre la autenticidad de las fuentes de información.
Toda la leyenda de santa Bega depende de un sólo documento manuscrito al que
Hardy, en su Descriptive Catalogue, I, p. 223, establece en el siglo doce. Las
lecciones en el Breviario de Aberdeen apoyan esa historia. Ver Kalendars of Scottish Saints, p. 278 y Acta Sanctorum, sept. vol. V. C. Plummer, especializado en
tradiciones irlandesas y anglo-sajonas dice que la Begu de Beda «no debe
confundirse, como suele hacerse, con Heiu o con la fabulosa santa irlandesa
Bega, cuyo nombre se conserva en Santa Bee». En Lives of the English Saints,
Faber relata con gracia y buen estilo la leyenda de santa Bega y cita una
«stanza» del poeta Wordsworth sobre el promontorio de Santa Bee. El texto en
latín del manuscrito fue traducido por C. Tomlinson y publicado por él mismo en
los Carlisle Historical Tracts.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3209
Beato Bertrando de Garrigues, religioso presbítero
fecha: 6 de septiembre
†: 1230 - país: Francia
canonización: Conf. Culto: León XIII 14 jul 1881
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: 1230 - país: Francia
canonización: Conf. Culto: León XIII 14 jul 1881
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En el monasterio cisterciense de
Bouchet (o Vauluisant), cerca de Orange, en Provenza, memoria del beato
Bertrando de Garrigues, presbítero, uno de los primeros discípulos de santo
Domingo y buscó siempre imitar el ejemplo del maestro.

A fines del siglo doce y principios del
trece, el sur de Francia era asolado por la herejía y las guerras civiles. Los
albigenses, apoyados por la nobleza, ofrecían ante el pueblo el aspecto de una
vida de virtuosa austeridad para algunos y de licencia desenfrenada para
muchos; éste era el partido que dominaba casi por completo la situación. Los
católicos, por su parte, reducidos a la impotencia por la frialdad general y la
descomposición moral, se atrevieron a tomar las armas contra los herejes y el
desafío fue aceptado. En aquel ambiente confuso y perturbado creció y se educó
Beltrán, natural de Garrigues, en la diócesis de Nimes; pero sus padres habían
tenido buen cuidado de introducir en su corazón la semilla de la verdadera fe y
eso bastó para que el joven evitara los peligros de la herejía que surgían por
todas partes a su alrededor.
En el año de 1200, el albigense Raimundo
IV de Toulouse marchó a través del Languedoc con el propósito de arrasar los
monasterios ortodoxos, especialmente los del Cister, centros oficiales de las
misiones contra los herejes. Se asegura que en aquella ocasión, el convento de
Bouchet se salvó de la destrucción, gracias al ingenio del hermano encargado de
cuidar las abejas que, al ver llegar a los herejes, derribó los panales, y los
enjambres se lanzaron contra los soldados para hacerles huír más que de prisa.
Por aquel entonces, Beltrán había recibido la ordenación sacerdotal y se había
unido, como predicador, a la misión del Cister. En 1208, Pedro de Castelnau,
delegado cistercense, fue brutalmente asesinado y, en consecuencia, Simón de
Montfort emprendió su violenta cruzada contra los albigenses. En aquellos
momentos, Beltrán se encontró con santo Domingo,
quien se esforzaba por remediar con la plegaria y la predicación del bien los
estragos que hacía su amigo Simón de Montfort con la espada. En el año de 1215,
Beltrán formó parte del grupo de seis predicadores reunidos en torno a santo
Domingo, grupo éste del que surgió la gran Orden de Predicadores. Para el año
siguiente, su número había aumentado a dieciséis «excelentes predicadores de
nombre y de hecho», los mismos que se reunieron en Prouille para redactar una
regla y un plan de vida en su nueva sociedad.
Después de un año de vida en común en el
priorato de Toulouse, el fundador dio su famoso golpe de suerte al ordenar la
dispersión de sus religiosos; Beltrán fue enviado a París con fray Mateo de
Francia y otros cinco frailes. Estos hicieron una fundación cerca de la
Universidad, pero no por ello permaneció Beltrán largo tiempo en París, puesto
que santo Domingo le llamó a Roma y de ahí le envió, junto con fray Juan de
Navarra, a establecer la Orden en Bolonia. A pesar de que fue el Beato Reinaldo
de Orleans el amigo que mayor influencia ejerció sobre Beltrán, Ios primeros
escritores dominicos se refieren a éste como al muy amado compañero de santo
Domingo, su socio favorito en el trabajo, el compañero de sus jornadas, sus
plegarias y su santidad. En 1219, le acompañó en la única visita que santo
Domingo hizo a París. Ambos partieron de Toulouse e hicieron un rodeo para
pasar por el santuario de Rocamandour. Por cierto que aquel viaje estuvo lleno
de maravillas, como la comprensión de la lengua alemana sin haberla aprendido
nunca y el permanecer secos bajo una lluvia torrencial.
En el segundo capítulo general, que tuvo
lugar en Bolonia en 1221, la orden dominicana quedó dividida en ocho provincias
y Beltrán fue nombrado prior provincial en Provenza. Los nueve años que todavía
vivió fueron dedicados a una predicación enérgica y elocuente por todo el sur
de Francia, donde amplió enormemente las actividades de su orden y fundó el
gran priorato de Marsella. Hay una anécdota donde se relata que, en cierta
ocasión, un tal fray Benedicto preguntó a Beltrán por qué celebraba tan rara
vez misas de requiem. «Estamos seguros de que las buenas almas se han salvado
-repuso-, pero nuestro propio fin y el de otros pecadores no es muy seguro».
Fray Benedicto insistió: «Está bien; pero supongamos que te encuentras con dos
mendigos, uno fuerte y sano, el otro inválido. ¿Por cuál de los dos sentirás
mayor compasión?». «Por el que menos pueda hacer por sí mismo». «Así es. Los
muertos nada pueden hacer por sí mismos; no tienen boca para hablar ni manos
para trabajar; en cambio, los pecadores vivos pueden hablar, moverse y ciudar
de sí mismos». Beltrán no quedó muy convencido por aquella argumentación y, si
bien ofició más a menudo las misas de difuntos, fue por motivo de una visión o
un sueño en el que vio la partida de un alma al cielo, lo que le perturbó en
extremo.
El beato Beltrán murió en la abadía de
Boucbet, cerca de Orange, alrededor del año 1230; su culto fue confirmado en
1881. «Por sus vigilias, sus ayunos y otras penitencias a las que se entregaba
-escribio fray Bernardo Guidonis-, consiguió asemejarse a nuestro amado padre a
tal extremo que, al verle pasar, uno se decía para sus adentros: En verdad que
el discípulo se parece a su maestro; allá va la imagen de nuestro bendito
Domingo.»
Los bolandistas nos dan un relato muy
completo sobre el Beato Beltrán en Acta Sanctorum, oct., vol. XIII, pp. 136-145
y 919-921. A pesar de que no había una biografía antigua del beato que los
bolandistas pudieran usar, extrajeron todos los datos posibles de la Vitae
Fratrum de Gerardo de Fracheto y otros cronistas dominicos; pero como
complemento a su primer relato, agregaron muchos detalles tomados de los
documentos que se sometieron a la Congregación de Ritos en el proceso para la
confirmación del culto. Ver también la serie de notas de J. P. Isnard en el
Bulletin de la Sociéte arch. de la Dróme, de 1870 a 1872; y a Procter, en
Dominican Saints, pp. 253-256 y la bibliografía de Taurisano, en Catalogas
hagiographicus O.P., p. 9.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3211
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