Santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires
fecha: 16 de septiembre
†: 252, 258
canonización: pre-congregación
†: 252, 258
canonización: pre-congregación
Elogio: Memoria de san Cornelio, papa, y san Cipriano, obispo, mártires,
acerca de los cuales el catorce de septiembre se relata la sepultura del
primero y la pasión del segundo. Juntos son celebrados en esta memoria por todo
el orbe cristiano, porque, en días de persecución, ambos testimoniaron su amor
por la verdad indefectible ante Dios y el mundo.
Oración: Oh Dios, que has puesto al frente de
tu pueblo, como abnegados pastores y mártires intrépidos, a los santos Cipriano
y Cornelio, concédenos, por su intercesión, fortaleza de ánimo y de fe para
trabajar con empeño por la unidad de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
Estas biografías de santo son propiedad de
El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta ha sido tratada sólo
como fuente, es decir que el sitio no copia completa y servilmente nada, sino
que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta hagiografía,
referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente enlace: http://www.eltestigofiel.orgindex.php?idu=sn_3340
Santa Eufemia, mártir
fecha: 16 de septiembre
†: c. 303 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: c. 303 - país: Turquía
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: En Calcedonia, en Bitinia, santa Eufemia, virgen y mártir; que, según
tradición, después de sufrir bajo el emperador Diocleciano y el procónsul
Prisco numerosas torturas por Cristo, al final de su combate alcanzó la corona
de la gloria.
Patronazgos: para pedir buen tiempo.

La ciudad de Calcedonia sirvió como
escenario para el martirio de santa Eufemia. En cuanto la doncella se negó a
tomar parte en un festival en honor del dios Ares, fue aprehendida por los
perseguidores y, puesta a merced de un juez inhumano, llamado Prisco, sufrió
crueles torturas hasta perder la vida. Los tormentos a que fue sometida se
hallan representados en una serie de frescos pintados en la iglesia dedicada a
ella en Calcedonia, tal como los describió san Asterio de Amasea en su
panegírico sobre la santa. Ahí se ve que un soldado le sostiene la cabeza en
tanto que otro, armado con un mazo, le asesta furiosos golpes en la cara para
romperle los labios, los dientes, la nariz y las quijadas, de manera que todo
el rostro, la cabellera y las ropas de la santa, aparecen bañados en sangre.
Luego de sufrir muchos otros tormentos, la arrojaron a las fieras, que rondaron
en torno al cuerpo destrozado sin atreverse a tocarlo, hasta que un oso lo
devoró.
Las actas de Santa Eufemia no tienen valor
histórico puesto que consisten, sobre todo, en una lista de torturas que ella
soportó milagrosamente: «prisión, azotes, la rueda, el fuego, piedras pesadas,
fieras, latigazos, garfios y hierros candentes». Como quiera que haya sido, no
hay duda de que en Calcedonia hubo una mártir de ese nombre, cuyo culto fue
antaño muy popular y extenso en toda la Iglesia. El historiador Evagrio da
testimonio de que los emperadores, los patriarcas y gentes de todas las
categorías hacían viajes a Calcedonia con la esperanza de participar en las
bendiciones y gracias que Dios dispensaba a los hombres por intermedio de
Eufemia, y se afirma que en el lugar de su sepultura se realizaron muchos
milagros. Ahí se erigió una gran iglesia en honor suyo y, en el año de 451, se
reunió en ella el cuarto concilio general que condenó al monofisismo. Una
leyenda dice que en aquel concilio los Padres de la Iglesia católica se
pusieron de acuerdo con sus oponentes para que cada una de las partes en
conflicto escribiese sus puntos de vista en un libro y pedir luego a Dios
Todopoderoso que mostrara, por un signo, cuál expresaba la verdad. Se procedió
de esta manera, y los dos libros sellados se depositaron en el santuario de
Santa Eufemia. Al cabo de tres días de plegarias, se abrió el santuario: el
libro de los monofisitas yacía a los pies de la mártir, pero el libro católico
se hallaba en su mano derecha. No es necesario decir que aquel Concilio de
Calcedonia se abstuvo de recurrir a semejantes métodos para sacar sus
conclusiones, pero sí parece que el hecho de que la histórica asamblea se
reuniera en la iglesia de Santa Eufemia, contribuyó al extraordinario prestigio
del que gozó la bendita mártir. En 1951, aniversario de aquel Concilio, el Papa
Pío XII invocó su nombre en la carta encíclica «Sempiternus Christus Rex». En
el Oriente se hace referencia a esta mártir como «Eufemia la Renombrada», y se
encuentra incluida entre los santos que se nombran en el canon de la misa del
rito milanés y en los preparativos que acostumbran hacer los rusos del rito
bizantino.
Por muy famosa que haya sido Santa
Eufemia, sus actas, de las cuales hemos dado algunos detalles, no tienen valor
histórico. Aparte del hecho de su martirio, no sabemos nada más sobre ella,
excepto que su culto fue muy antiguo y muy extenso. El papa san Sergio
(687-701) reconstruyó en Roma la iglesia dedicada a esta santa que, ya desde
entonces, estaba en ruinas. Ver el Acta Sanctorum, sept. vol. V y el Comentario
sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 187, 515.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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