A los míos
¡Hola, hermanos y misioneros,
crucificados en el silencio!
¡Hola a ti, el cardenal Romero,
en tu liturgia, en tu presencia!
¡Hola a todos que van por las tierras,
donde no hay ni el pan para las hostias!
Los peregrinos son siempre eternos,
en algo ajenos al mundo inhóspito.
Nadie lee a estos libros.
Bueno, no menos que a los Santos Padres.
Unas abejas, no las obispas,
desconocidas, no olvidadas.
Las coordinadas de suyo espacio
son los caminos del mundo creado.
Muy bullicioso es el iconostasio –
algo de Balthazar, algo de Rahner…
Libros, caminos, la inculturación…
Uno disparo, una misión.
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