lunes, 27 de marzo de 2017

Vallecas 'canoniza' a Alberto Iniesta: “Es el modelo del cura y del obispo que quiere recrear Francisco” 26032017

Más de 500 personas en la Jornada 'Memoria y legado de Alberto Iniesta para la Iglesia de hoy'

Vallecas 'canoniza' a Alberto Iniesta: “Es el modelo del cura y del obispo que quiere recrear Francisco”

José María Castillo: “Francisco produce desconcierto en la Iglesia, porque trata de vivir el Evangelio”

José Manuel Vidal, 26 de marzo de 2017 a las 10:32
No dejar que se pierda la memoria de un obispo que fue francisquista antes de Francisco. Alberto Iniesta constituye un ejemplo acabado y un referente del cura y del obispo que quiere el Papa para la Iglesia
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Monseñor Alberto Iniesta, ex obispo auxiliar de Madrid

  • Homenaje a Alberto Iniesta
  • El legado de Alberto Iniesta sigue vivo
  • Homenaje a Alberto Iniesta en Vallecas
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  • Homenaje al obispo Alberto Iniesta en Madrid
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(José Manuel Vidal).- No dejar que se pierda la memoria de un obispo que fue francisquista antes de Francisco. Alberto Iniesta constituye un ejemplo acabado y un referente del cura y del obispo que quiere el Papa para la Iglesia. En Vallecas lo saben y no quieren que se apague la memoria de su 'obispo callejero' y, a un año de su muerte, organizaron una jornada de recuerdo y reivindicación.
En el colegio salesiano de la Ciudad de los Muchachos de Vallecas, más de 500 personas se reunieron ayer para celebrar la 'Memoria y legado de Alberto Iniesta para la Iglesia de hoy'. Gente de barrio, de movimientos especializados y, sobre todo, gente de Iglesia. Estaban incluso algunos de los que participaron en aquella famosa I Asamblea Cristiana de Vallecas, que iba a celebrarse y nunca se celebró, por prohibición del régimen, hace 42 años.
Con unos años más, pero con parecida ilusión, estaban allí, para hablar de Iniesta y de su legado. Como hicieron los que presentaron el libro 'Alberto Iniesta, la caricia de Dios en las periferias' (Herder), editado por Emilia Robles. Junto a ella, participaron en una tertulia, moderada por el redactor jefe de Vida Nueva, José Lorenzo, el editor Luis Aranguren y el obispo emérito de Palencia y, ahora, misionero en Bolivia, Nicolás Castellanos.
Y desde la mesa, fluyen las definiciones. "Alberto fue un obispo adelantado, al que le pasó por encima la misma glaciación que heló la primavera eclesial. Un obispo de barrio, un obispo callejero antes de que Francisco pusiese de moda las periferias", decía Pepe Lorenzo. "Era un hombre completo: maestro, místico, poeta, un gran espíritu, un profeta y un hombre cercano a las personas", añadía monseñor Castellanos. "Un cristiano ejemplar, que siempre iba por delante, marcando el camino de la frescura del Evangelio", señalaba Luis Aranguren.




Y así fueron desgranando, una a una, las cualidades de este "obispo, paradigma del Vaticano II" y de su relación con el cardenal Tarancón, su arzobispo, y con el Vaticano. "Era una figura complementaria con Tarancón y, de hecho, Iniesta pudo hacer muchas cosas de las que hizo, porque contaba con el apoyo del cardenal", decía Castellanos.
Con sus compañeros obispos, siempre mantuvo una magnífica relación. "Su palabra en la Conferencia episcopal era muy escuchada, respetada y tenida en cuenta", explicaba monseñor Castellanos. Tanto en la primera época, en la que formaba parte de la minoría conciliar, como en la segunda época, donde los conciliares eran mayoría. Donde más sufrió, sin duda, fue durante la involución eclesial, que comienza con el pontificado de Juan Pablo II.
Fue, entonces, cuando vivió, según Castellanos, "su momento más duro y más oscuro, su momento de mayor dolor fue el de la involución eclesial". Y Emilia Robles le pone fecha a ese momento: "Fue en 1982, cuando empieza a sufrir depresiones. Y lo que más le machaca fue cuando le llamaron a Roma, a la Congregación de obispos, y regresó de allí destrozado".
El teólogo, José María Castillo, en su conferencia, insistía en estas mismas coordenadas: "Siempre supo combinar la fidelidad a la Iglesia con la libertad en la Iglesia, pero, cuando lo llamaron a Roma, en vísperas de la Asamblea de Vallecas, se sintió profundamente maltratado y humillado".

San Alberto de Vallecas

En cualquier caso, Iniesta pagó un precio elevado a nivel personal, para poder dejar un legado, que conecta especialmente con la "nueva primavera" de Francisco. "El legado de la normalidad, de que para ser obispo no es necesario ser una persona rara, sino patear las calles con ojos bien abiertos", explicaba el editor Aranguren.
Para monseñor Castellano, el legado de Iniesta pasa por su capacidad profética y por su cercanía, que "es el sacramento del obispo". Por eso, "hacer memoria de Iniesta es provocativo, porque abrió camino en la Iglesia, hasta que vino la invernada". O, como decía Aranguren, "Iniesta es el modelo del cura y del obispo que quiere recrear Francisco". Y Emilia Robles iba todavía más lejos y pedía la recuperación de la figura de la que ella considera "San Alberto de Vallecas".
Una opinión compartida por los participantes en el trabajo de grupos de la mañana, que resumió Conchi Blanco, miembro de la Hoac de Madrid. "Ejerció un nuevo estilo de ser obispo, compaginaba la fidelidad a la Iglesia con una total libertad de conciencia, vinculaba la fe al compromiso social y político, y era un hombre del pueblo, que no hacía ostentación de su ser obispo". Y es que Iniesta vivía la Iglesia como "una comunidad de iguales, una Iglesia abierta, del pueblo, mediación creíble en la sociedad".
En definitiva, un obispo modelo para la Iglesia de hoy, que sigue presentando deficiencias y fortalezas. Entre las primeras, "el escaso papel de la mujer, la desafección de la gente con la jerarquía y el miedo al cambio". Entre las fortalezas, se señalaba "la buena imagen del Papa o la corriente de búsqueda de espiritualidad y solidaridad".
Desde estas claves, los grupos participantes en el debate ofrecían propuestas para la Iglesia de hoy. Desde "pasar de una Iglesia del poder a otra del servicio", hasta "acompañar a la gente, un mayor protagonismo de la mujer, o que desaparezca la división entre clérigos y laicos". También se insistió "en la reforma de la formación en los seminarios". Y algunos propusieron que, como en tiempos de Juan de Dios Martín Velasco como rector, "se cierre el seminario de Madrid y los seminaristas vayan a vivir, de nuevo, a los barrios".


El broche de oro del teólogo Castillo

El broche de oro a la jornada lo puso el teólogo granadino, José María Castillo, con una genial conferencia sobre el seguimiento de Jesús, como clave para la reforma de la Iglesia y sometiéndose, después, a toda una batería de preguntas por parte de los asistentes. Con un objetivo: "Recordar la Iglesia que Alberto quiso y nosotros necesitamos".
Castillo partió del análisis de una realidad actual, que es "una estafa", porque los políticos nos venden la salida de la crisis, pero "la verdad es que, en España, sigue habiendo demasiado sufrimiento". Un dolor ante el cual "los creyentes no podemos callar, por eso nos duele todavía más el silencio de nuestros obispos".
Y tampoco podemos callar los fieles ante el atraso de la Iglesia, en la que "el Derecho Canónico es un bloque legal, que ejerce violencia contra las libertades" y en la que "la mujer no cuenta para nada". A esta Iglesia "llega un Papa inesperado, que produce desconcierto, porque trata de vivir el Evangelio".
Un Evangelio "cuyo centro no está en la fe, sino en el seguimiento de Jesús". Y lo determinante en el seguimiento es "hacerlo vida", porque sólo así podremos "llegar a ser libres ante la inseguridad". Un seguimiento que tiene que conducir a los cristianos, según el teólogo Castillo, a centrarse en los tres grupos preferidos de Cristo (las mujeres, los niños y los esclavos) y en las tres actividades principales de su vida: la salud, la comida compartida y las relaciones humanas.
Y es que, para Castillo, el seguimiento de Jesús es también la clave para esta primavera que Francisco promueve desde Roma. "Nuestro proyecto, como el del Papa, es el de una gran comunidad de personas que intentan seguir al Jesús del Evangelio". Para eso, el proyecto cristiano tiene que renunciar al dinero, que "es un estorbo, porque Dios y el dinero son incompatibles".
Además de renunciar al dinero, la Iglesia debe instalarse, según el teólogo, en la denuncia profética. Denuncia de la pederastia, porque "para la Iglesia el delito tiene que ser más importante que el pecado". Y denuncia de la explotación a la que están sometidos los pobres. "No denunciamos, porque tenemos miedo y porque no somos libres ni queremos meternos en líos".
Alberto Iniesta es un referente para este cambio eclesial, que tantas resistencias está encontrando por parte de algunos jerarcas. Iniesta sigue vivo en Vallecas. La Iglesia española debería mirar al legado de este obispo, que se mantuvo siempre fiel al Vaticano II y que, precisamente por eso, se le puede considerar una "partera" o una "comadrona" de la primavera de Francisco. San Alberto de Vallecas, ora pro nobis

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