En Nicomedia, de Bitinia, santos Dasio, Zótico y Cayo, que eran servidores del emperador Diocleciano y, acusados falsamente de haber incendiado el palacio, fueron condenados a muerte y arrojados al mar con una piedra atada al cuello.
Cerca de Colonia, en Germania, conmemoración de las santas vírgenes que entregaron su vida por Cristo, en el lugar de la ciudad donde después se levantó una basílica dedicada a santa Úrsula, virgen inocente, considerada como la principal del grupo.
En la isla de Chipre, san Hilarión, abad, que, siguiendo las huellas de san Antonio, primero llevó vida solitaria cerca de la ciudad de Gaza y después fue fundador y ejemplo de la vida eremítica en esta región.
Conmemoración de san Malco, monje, del que san Jerónimo expuso por escrito el testimonio de su ascesis y de su vida en Maronea, cerca de Antioquía de Siria.
En Lyon, también de la Galia, conmemoración de san Viator, lector, que, discípulo y ministro del obispo Justo de Lyon, siguió a éste en su retiro a Egipto y en su muerte.
En Burdeos, de Aquitania, san Severino, obispo, el cual, originario de las regiones de Oriente, fue recibido calurosamente por san Amando, quien le quiso como su sucesor.
En Laon, ciudad de la Galia, santa Cilina, madre de los santos obispos Principio de Soissons y Remigio de Reims.
En Tréveris, de Austrasia, san Vendelino, eremita.
En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Mauronto, obispo, que fue también abad del monasterio de San Víctor.
En Cortona, en la Toscana, beato Pedro Capucci, presbítero de la Orden de Predicadores, el cual, meditando sobre la muerte, se ejercitó en la vida espiritual y con su predicación exhortó a los fieles a evitar la muerte eterna.
En la colina Nishizaka, en Nagasaki, Japón, beato Julián Nakaura Jingoró, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús y mártir, se dedicó a la evangelización en medio de grandes peligros, y luego de una agonía de tres días en el tormento de la fosa, murió confesando su fe.
En Seúl, en Corea, san Pedro Yu Tae-ch´ol, mártir, que a los trece años exhortaba a los compañeros de cárcel a aceptar los tormentos, consumando su martirio al recibir cien azotes y ser estrangulado.
En Nembra, parroquia del concejo asturiano de Aller, en España, beatos Genaro Fueyo Castañon, presbítero, y Segundo Alonso González e Isidro Fernández Cordero, laicos pertenecientes a la Adoración Nocturna, todos ellos mártires en la cruel persecución religiosa que acompañó a la contienda civil.
En el lugar de Belencito, cerca de Medellín, en Colombia, santa Laura de Santa Catalina de Siena Montoya y Upeguí, virgen, que con notable éxito se dedicó a anunciar el Evangelio entre los pueblos indígenas que aún desconocían la fe en Cristo, y fundó la Congregación de Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena.
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