miércoles, 27 de diciembre de 2017

Premio Nobel de Economía 2017

Premio Nobel de Economía 2017

AUTOR  | Manel Baucells. Profesor Asociado de la Darden School of Business, Universidad de Virginia. Catedrático del departamento de Economía y Empresa de la Universitat Pompeu Fabra.
La Real Academia de las Ciencias de Suecia ha concedido el premio Nobel de Economía a Richard Thaler, de la Universidad de Chicago, por sus contribuciones a la economía del comportamiento.
La economía neoclásica se construye sobre la hipótesis de trabajo de que los agentes económicos -bien sean consumidores, trabajadores, o inversores- son racionales, individualistas, y con una capacidad ilimitada de planificación y autocontrol. Aunque no sea enteramente cierta, muchos economistas insisten en que dicha hipótesis es una buena aproximación, especialmente adecuada para explicar el cuadre entre la oferta y la demanda y la formación de precios en los mercados.
Los psicólogos Kahneman y Tversky fueron los pioneros en demostrar que, a nivel individual, los juicios y decisiones no son conformes con el modelo racional. En concreto, las personas no somos capaces de hacer planes globales a largo plazo. En su lugar, 'compartamentalizamos' los problemas, y resolvemos cada sub-problema de manera satisfactoria, pero no necesariamente óptima. Es decir, usamos reglas de decisión fáciles, también llamadas heurísticas, para resolver separadamente los problemas que se nos presentan. Los sub-problemas que resolvemos son, por ejemplo, si vale la pena comprar estos zapatos tan bonitos pero caros, si compensa ver tal o cual película, o decidir el mejor momento de cambiar de vehículo. Para un economista neoclásico, estos problemas están relacionados (me compro los zapatos, y a cambio no voy al cine y hago horas extra, y retraso un mes el cambio de coche previsto para dentro de tres años). En realidad, muy pocos mezclamos decisiones o usamos una hoja de cálculo para establecer los ajustes que una pequeña decisión tiene en las demás decisiones.
Paulatinamente, los economistas reconocieron que algunos individuos no son racionales, pero seguían insistiendo en que, a nivel de los mercados, la hipótesis de racionalidad seguía produciendo predicciones correctas. Una de las contribuciones centrales de Richard Thaler, en número de publicaciones y citas, ha sido argumentar que las 'irracionalidades' individuales se reflejan en el mercado y sus precios. Muchos de sus artículos en este frente son en finanzas y el mercado de valores, un entorno ideal donde el modelo racional debería funcionar. Por ejemplo, en una serie de artículos, Thaler y De Bondt demuestran que los analistas e inversores sobre-reaccionan a las noticias, cosa que explica la desmesurada volatilidad de los precios de la bolsa con relación a la volatilidad de las noticias; y Thaler y Benartzi aplican el concepto de aversión a la pérdida para explicar la excesiva aversión de los individuos a invertir en bolsa.
Otro gran capítulo elaborado por Thaler es entender mejor las causas y consecuencias de la falta de auto-control de los individuos. En 1981, Shefrin y Thaler introdujeron el paradigma del planificador-ejecutor. La mejor manera de entender el paradigma es imaginar que el cerebro humano es modular, y tiene dos modos de operar. En modo planificador, el cerebro es capaz de planificar a largo plazo, pero incapaz de predecir los deseos y estados emocionales que aparecerán en el día a día. En modo ejecutor, el cerebro siente y procesa las decisiones del día a día, pero es incapaz de tener una perspectiva global. Si le damos al ejecutor todos los recursos, este se los gastará rápidamente en caprichos pasajeros. Para solucionar este problema, el planificador impone restricciones al ejecutor, de modo que pueda actuar con cierta libertad, pero dentro de unos parámetros que aseguren el bienestar de los futuros ejecutores.

Una de las contribuciones centrales de Richard Thaler, en número de publicaciones y citas, ha sido argumentar que las "irracionalidades" individuales se reflejan en el mercado y sus precios.
Recientemente, investigadores como Isabelle Brocas y Juan Carrillo han profundizado en este paradigma, y encuentran que la solución es idéntica a la que muchos padres (planificadores) usan con sus hijos adolescentes (ejecutores). Los padres fijan una cantidad total a gastar para cada semana, y una lista limitada de conceptos en los que se puede gastar. Los hijos adolescentes tienen libertad para gastar dicha cantidad en lo que quieran dentro de la lista. Los padres, que no saben si esta semana hay un concierto que vale la pena o en cambio es mejor ir a un local nuevo que acaba de abrir, dejan a los hijos tomar estas decisiones, pero con un presupuesto limitado que evita que los hijos se queden sin dinero a mitad de mes.
Este ejemplo conecta con otra de las innovaciones de Thaler, la contabilidad mental. La idea es que creamos compartimentos separados de gastos: gasolina, restaurantes, ropa, hobbies, etc... Dentro de cada categoría, decidimos libremente en qué gastar con tal de mantenernos dentro del presupuesto. De esta manera, mantenemos el auto-control del gasto total, manteniendo una cierta libertad de elección dentro de cada categoría. Compartamentalizar presupuestos no es lo óptimo, ya que si la gasolina baja de precio, un agente racional aumentaría en proporción su gasto en restaurantes, ropa, etc... En cambio, Thaler demuestra que cuando la gasolina baja de precio, la gente pasa a comprar gasolina de más calidad, ya que su presupuesto mental de gasolina ahora se lo permite.
Thaler conoció a Kahneman en 1977, y tuvo conocimiento de primera mano de la teoría de prospectos, que Kahnemany y Tversky publicaron en 1979. Thaler fue uno de los grandes divulgadores de dicha teoría. Thaler rápidamente identificó su elemento más crucial, la aversión a la pérdida: las pérdidas cuentan el doble que las ganancias. Thaler introdujo el concepto de utilidad de transacción, que se produce al comparar el precio a pagar con el precio de referencia. Dicho juicio genera la sensación de caro o barato, y el coste psicológico se multiplica por dos una vez el precio a pagar excede al precio de referencia. Mi propia investigación me he llevado a estudiar cómo se forman los precios de referencia, y desarrollar un modelo teórico basado en la utilidad de transacción y la utilidad de uso. Thaler también uso la aversión a la pérdida para explicar el efecto de posesión: lo que vale un objeto se multiplica por dos una vez lo poseo.
El paradigma neoclásico asume que los agentes económicos son individualistas. En una serie de experimentos, Thaler demostró que las preferencias tienen elementos sociales. Concretamente, la gente prefiere resultados equitativos y justos; y son capaces de reducir su ganancia material para penalizar a otros que obtienen ganancias percibidas como injustas. A su vez, a la gente le gusta reciprocar y beneficiar a aquellos que se comportan equitativamente.
Además de poseer una extraordinaria intuición para detectar fenómenos de la vida real que no se pueden explicar de modo racional, Thaler es también un gran divulgador. Varios de sus artículos son resúmenes de campo por encargo de revistas, que han ayudado a fomentar la introducción de factores psicológicos en modelos económicos y del comportamiento.
Thaler es extremadamente pragmático. Para conseguir que la gente ahorre más para la jubilación, Thaler y Benarzi inventaron el sistema "Ahorre más mañana" (Save More Tomorrow™). Debido a la aversión a la pérdida, muchos trabajadores no quieren reducir su nivel de gasto actual para incrementar sus ahorros de futuro. En cambio, una vez convencidos de que deben ahorrar más, dichos trabajadores sí desean destinar una proporción mayor de sus incrementos salariales futuros a incrementar sus ahorros. Dicho sistema se ha implementado en numerosas empresas americanas con gran éxito.
A partir del 2003, Thaler y Sustein han desarrollado y aplicado el paradigma del paternalismo liberal. Dicho paradigma es ambicioso, y trata de trasladar conceptos de la economía del comportamiento y de la psicología al ámbito de las políticas públicas y la legislación. La idea básica es simple. En un mundo racional, la única manera de 'empujar' a los individuos para que sus comportamientos sean socialmente mejores (paguen sus impuestos a tiempo, ahorren más energía, etc...), es a base de multas o incentivos monetarios. Sin embargo, en un mundo en el que la gente usa la comparación social y resuelve sub-problemas aislados mediante heurísticas simples, hay una multitud de maneras de dar 'empujoncitos' (nudges) que modifiquen los comportamientos sin necesidad de multas o regulación limitativa.
Una heurística simple es pensar poco y tomar la opción por defecto. Cuando hemos de rellenar un formulario complejo, muchas veces vamos directamente abajo y firmamos; en lugar de pensar en cada una de las opciones. Esto explica porque países como España donde la opción por defecto es ser donante de órganos (a no ser que uno opte por no serlo), las donaciones son mucho más altas que en países donde la opción por defecto es no ser donante (a no ser que uno opte por serlo). La idea es diseñar la presentación de opciones de tal manera que la opción por defecto sea a su vez la más racional o la más conveniente socialmente. Por supuesto, puede ser que la opción por defecto no sea la mejor. Sin embargo, el argumento clave de Thaler y Sustein es que, en dicho caso, el individuo conserva la libertad de no escoger por defecto. Un estudio reciente concluye que la lista de gobiernos que han adoptado políticas influenciadas por la filosofía del paternalismo liberal que incluye al menos 51 países.
Richard Thaler es tremendamente accesible y de lectura entretenida. Su reciente libro Misbehaving: The making of behavioral economics es una autobiografía de su batalla por cuestionar el paradigma neoclásico, y de sus colaboraciones con numerosos coautores.

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