San Silvestre I, papa
fecha: 31 de diciembre
†: 335 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
†: 335 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante
muchos años, período en el cual el emperador Constantino Augusto construyó
basílicas venerables, y el Concilio de Nicea aclamó a Cristo como Hijo de Dios.
En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila.
Patronazgos: patrono de los animales e intercesor por un buen año nuevo.
refieren a este santo: San Inocencio de
Tortona
Oración: Socorre, Señor, a tu pueblo que se
acoge a la intercesión del papa san Silvestre primero, para que, pasando esta
vida bajo tu pastoreo, pueda alcanzar en la gloria la vida que no acaba. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración
litúrgica).
Al papa Silvestre I, lo mismo que a su
predecesor san Milcíades, se le recuerda más por los sucesos que tuvieron lugar
durante su pontificado que por su vida y sus hechos. Vivió en una época de tan
grande trascendencia histórica que, inevitablemente surgieron en torno suyo
diversas leyendas y anécdotas sensacionales, como las que figuran en la obra
«Vita beati Silvestri», pero sin valor como datos para los registros de la
historia. En cambio, el Liber Pontificalis hace constar que era el hijo de un
romano llamado Rufino, elegido papa a la muerte de san Milcíades, en 314, casi
un año después de que el Edicto de Milán había garantizado la libertad para la
Iglesia. En consecuencia, las leyendas más significativas sobre san Silvestre
se fabricaron alrededor de sus relaciones con el emperador Constantino. En
ellas se representa a Constantino como a un leproso que, al convertirse al
cristianismo y al recibir el bautismo de manos del papa Silvestre, quedó
curado. Como muestra de gratitud hacia el vicario de Cristo en la tierra, el
emperador concedió numerosos derechos y privilegios al Papa y sus sucesores y
dejó bajo el dominio de la Iglesia a las provincias de Italia. La historia de
los «donativos de Constantino» («Donatio Constantini»), que se compuso y se
utilizó para fines políticos y eclesiásticos durante la Edad Media, se ha
reconocido desde hace mucho como una falsedad, incluyendo el bautismo de
Constantino por san Silvestre, ya que en realidad Constantino era todavía catecúmeno
cuando se hallaba en su lecho de muerte y fue entonces, dieciocho meses después
de la muerte de San Silvestre, cuando un obispo arriano lo bautizó en
Nicomedia.
A los pocos meses de ocupar la silla de
San Pedro, el Papa envió una delegación personal al sínodo convocado en Arles
para tratar la disputa donatista. Los obispos reunidos en aquella asamblea
formularon críticas por la ausencia del Pontífice que, en vez de presentarse en
la reunión, permanecía en «el sitio donde los Apóstoles tienen su tribunal
permanente». En junio del año 325, se reunió en la ciudad de Nicea, en Bitinia,
el primer Concilio Ecuménico o general de la Iglesia, al que concurrieron unos
220 obispos, casi todos orientales. El papa Silvestre envió de Roma, como
delegados, a dos sacerdotes. El Concilio presidido por un obispo de occidente,
Osio de Córdoba1, condenó las herejías de Arrio y con ello dio
principio a una larga y devastadora lucha dentro de la Iglesia. No hay noticias
precisas de que san Silvestre haya ratificado oficialmente la firma de sus
delegados en las actas del Concilio.
Es probable que haya sido a san Silvestre
y no a Milcíades a quien Constantino cedió el palacio de Letrán, donde el Papa
estableció su cátedra e hizo de la basílica de Letrán la iglesia catedral de Roma.
Durante el pontificado de san Silvestre, el emperador (que en el 330 trasladó
su capital de Roma a Bizancio) hizo construir las primeras iglesias romanas,
como la de San Pedro en el Vaticano, la de la Santa Cruz en el palacio
sesoriano y la de San Lorenzo extramuros. El nombre de este Papa, junto con el
de San Martín, ha quedado impuesto hasta ahora a la iglesia titular de un
cardenal que, por aquel entonces, fue fundada cerca de los baños de
Diocleciano, por un sacerdote llamado Equicio. San Silvestre construyó también
otra iglesia en el cementerio de Priscila, sobre la Vía Salaria. En aquel mismo
lugar fue enterrado en el año 335. Pero en el 761, el papa Pablo I trasladó sus
reliquias a la iglesia de San Silvestre in Capite, que es ahora la iglesia nacional
de los ingleses católicos en Roma. Desde el siglo XIII, se generalizó la
celebración de la fiesta de este santo Pontífice en el Occidente el 31 de
diciembre, y también se observa en el Oriente (el 2 de enero), la conmemoración
de aquel primer Pontífice de Roma, después de que la Iglesia salió de las
catacumbas.
En cuanto a la «Donatio Constantini»,
parece ser que, con fecha anterior a ese documento, circuló una historia de san
Silvestre, inventada para edificación de los lectores piadosos de la segunda
mitad del siglo quinto, donde figura, por ejemplo, el relato de una discusión
teológica entre san Silvestre y doce doctores judíos. Hay indicios de que el
Liber Pontificalis se documentó en el mencionado libro al hablar del
Constitutum Silvestri. Pero también había otra versión de esta leyenda que
incluía incidentes tales como la lucha contra un dragón y que modificaba
radicalmente otros detalles. En el siglo IX, encontramos textos en los que
estos elementos están fundidos con otros nuevos. Por otra parte, desde el siglo
sexto comenzaron a aparecer las versiones griegas sobre ese mismo tema. Uno de
estos textos griegos se ha conservado en cuarenta copias que ahora existen.
También hubo traducciones de las actas de san Silvestre al sirio y al armenio,
así como una homilía en verso, atribuida a Santiago de Sarug. En algunas de
estas versiones orientales se presenta a san Silvestre como compañero de viaje
de santa Elena, la madre de Constantino, por Palestina, y se afirma, además,
que el Papa tomó parte en el descubrimiento de la verdadera Cruz. San Silvestre
ocupó un lugar importantísimo en el movimiento intelectual medieval.
J. P. Kirsch hizo un profundo estudio
sobre el espurio documento de la «Donatio Constantini» en la Catholic Encyclopedia (vol.
v, pp. 118-121, hay traducción al
español, pero atención que en numerosos casos la traducción es
de pésima calidad, no he contrastado éste). W. Lewinson tiene también un
estudio sobre los diversos elementos que contribuyeron a la fabricación de la
fábula: «Konstantinische Schenkung und Silvester Legende», en Miscellanea
Francesco Ehrle (vol. II, 1924, pp. 159-247). Ver Liber Pontificalis, edición Duchesne,
vol. I, pp. CXXXV y 170-201. El período histórico de san Silvestre se
encuentra, como no podía ser menos, ampliamente tratado en cualquier historia
de la Iglesia, por ejemplo, H. Jedin, Manual de Historia de la Iglesia, tomo I,
pág. 569ss., Herder, 1966. Imagen: San Silvestre es recibido por Constantino,
fresco de 1246, en la Capilla de San Silvestre en la iglesia de los Cuatro
Coronados, Roma.
1 Osio de Córdoba, Ossio u Hosio es santo para la
Iglesia oriental, tanto ortodoxa como católica, aunque no está incluido en el
Martirologio Romano. San Isidoro de Sevilla se hizo eco de cierta tradición que
señalaba que a lo último de su vida, a los 101 años, y bajo tortura, habría
apostatado de la fe católica aceptando un credo semiarriano; esta tradición ha
sido refutada de muchas maneras, pero no lo suficiente como para aceptarlo como
confesor o como mártir en la Iglesia occidental. En todo caso es uno de los
grandes Padres de la Iglesia latina. Ver Quasten: Patrología III, BAC, pág
71-73 y una defensa de su ortodoxia en «Hosius vere Hosius», por el Pbro. Miguel José Maceda,
Bononia, 1790. Nota de ETF
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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