Beato Juan María Boccardo, presbítero
y fundador
fecha: 30 de diciembre
n.: 1848 - †: 1913 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 24 may 1998
hagiografía: Vaticano
n.: 1848 - †: 1913 - país: Italia
canonización: B: Juan Pablo II 24 may 1998
hagiografía: Vaticano
Elogio: En el territorio de Pancalieri, cerca de Turín,
igualmente en Italia, beato Juan María Boccardo, presbítero, el cual,
trabajando infatigablemente en el cuidado de los ancianos y enfermos, fundó el
Instituto de Hijas Pobres de San Cayetano.
Nació el 20 de noviembre
de 1848 y falleció en Pancalieri el 30 de diciembre de 1913. Fue sacerdote, y
además además un prolífico escritor, cuyas obras ocupan 44 volúmenes. Lo
siguiente es un fragmento de la homilía que SS. Juan Pablo II pronunció en la misa
de beatificación, en la Plaza Vittorio Veneto de Turín, el 24 de mayo de 1998.
El texto completo puede leerse, en
castellano, aquí:
Don Giovanni Maria Boccardo fue un hombre de profunda espiritualidad y, a
la vez, un apóstol dinámico, promotor de la vida religiosa y del laicado,
siempre atento a discernir los signos de los tiempos. Escuchando, en la
oración, la palabra de Dios, maduró una fe vivísima y profunda. Escribió: «Sí,
Dios mío, lo que quieres tú, lo quiero también yo».
Y ¿qué decir de su
infatigable celo en favor de los más pobres? Supo acercarse a todas las
miserias humanas con el espíritu de san Cayetano de Thiene, espíritu que infundió
en la congregación femenina que fundó para el cuidado de los ancianos y los
enfermos, y para la educación de la juventud. Hizo suya la invitación
evangélica: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia» (Mt 6, 33).
Como el santo cura de
Ars, del que era devoto, indicó a sus parroquianos, con su palabra y sobre todo
con su ejemplo, el camino del cielo. El día de su ingreso en Pancalieri como
párroco, dijo a los fieles: «Vengo aquí, queridos hermanos, para vivir como uno
de vosotros, como vuestro padre, vuestro hermano y vuestro amigo, y para
compartir con vosotros las alegrías y las penas de la vida (...). Vengo como
servidor de todos, y cada uno podrá disponer de mí, y yo me consideraré siempre
dichoso y feliz de poderos servir, buscando sólo hacer el bien a todos».
Se declaraba siempre hijo devoto de la Virgen, y a ella recurría con
constante confianza. A una persona que le preguntó: «¿Es tan difícil ganar el
Paraíso?», le respondió: «Sé devoto de María, que es su .puerta., y entrarás».
Su ejemplo sigue vivo en la memoria de la gente, que a partir de hoy puede
invocarlo como intercesor en el cielo.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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