lunes, 23 de julio de 2018

Santos del día 23 de julio

Santos del día 23 de julio
Decimo Kalendas augusti
   Santa Brígida de Suecia, fundadora (9 coms.) - Memoria litúrgica   
Fiesta de santa Brígida, religiosa, nacida en Suecia, que contrajo matrimonio con el noble Ulfo, de quien tuvo ocho hijos, a todos los cuales educó piadosamente, y consiguió al mismo tiempo, con sus consejos y su ejemplo, que su esposo llevase una vida de piedad. Muerto éste, peregrinó a muchos santuarios y dejó varios escritos, en los que habla de la necesidad de reforma, tanto de la cabeza como de los miembros de la Iglesia. Puestos los fundamentos de la Orden del Santísimo Salvador, en Roma pasó finalmente de este mundo al cielo.
Conmemoración de san Ezequiel, profeta, hijo del sacerdote Buzi, que elegido durante la visión de la gloria de Dios que tuvo en su exilio en el país de los caldeos, y puesto como atalaya para vigilar a la casa de Israel, censuró por su infidelidad al pueblo elegido y previó que la ciudad santa de Jerusalén sería destruida y su pueblo deportado. Estando en medio de los cautivos, alentó a estos a tener esperanza y les profetizó que sus áridos huesos resucitarían y tendrían una nueva vida.
En Classe, cerca de la ciudad de Rávena, en la vía Flaminia, conmemoración de san Apolinar, obispo, cuya memoria se celebra el veinte de julio.
En Bizia (Wiza), en Tracia, san Severo, mártir en tiempo de los emperadores Diocleciano y Maximiano, que, según cuenta la tradición, convirtió al centurión san Memnón y fue martirizado después de él.
En Marsella, ciudad de la Provenza, en la Galia, san Juan Casiano, presbítero, que fundó un monasterio para varones y otro para mujeres, y como fruto de su larga experiencia en la vida monástica escribió para los monjes dos obras: Instituciones Cenobíticas y Conferencias de los Padres.
En Cimiez, también en la Provenza, san Valeriano, obispo, que, elevado del monasterio de Lérins al episcopado, puso por escrito ejemplos de la vida de varios santos para edificación de los monjes y del pueblo en general.
En Orvieto, ciudad de la Toscana, beata Juana, virgen, terciaria dominica, ilustre por su caridad y su paciencia.
En Bérriz, España, beata Margarita María López de Maturana, virgen, fundadora del instituto de Mercedarias Misioneras de Bérriz.
En la localidad de Manzanares, en Castilla la Nueva, en España, beatos Nicéforo de Jesús y de María (Vicente) Díez Tejerina, presbítero, y cinco compañeros, miembros todos de la Congregación de la Pasión, que en tiempo de persecución fueron fusilados por mantenerse fieles a su vocación religiosa, y merecieron por ello la corona de los mártires. Son nombres son: beatos José de los Sagrados Corazones Estalayo García, Epifanio de San Miguel Sierra Conde, Abilio de la Cruz Ramos Ramos, Zacarías del Santísimo Sacramento Fernández Crespo, Fulgencio del Corazón de María Calvo Sánchez, religiosos.
En Carabanchel Bajo, en la provincia de Madrid, también en España y durante la misma persecución, beatos mártires Germán de Jesús y de María (Manuel) Pérez Giménez, presbítero, y ocho compañeros, religiosos de la misma Congregación de la Pasión, que al morir por Cristo se convirtieron en vencedores. Sus nombres son: beatos Felipe del Corazón de María Valcabado Granado, presbítero; Maurilio del Niño Jesús Macho Rodríguez, José de Jesús y María Osés Sáinz, Julio del Sagrado Corazón Mediavilla Concejero, José María de Jesús Muriente Ruiz Martínez, Laurino de Jesús Crucificado Proaño Cuesta, Anacario de la Inmaculada Benito Nozal, Felipe de San Miguel Ruiz Fraile, religiosos.
En la ciudad de Toledo, igualmente en España, beatos mártires Pedro Ruiz de los Paños y José Sala Picó, presbíteros de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, asesinados durante la misma persecución.
En Dachau, cerca de la ciudad de Munich, en Alemania, beato Cristino Gondek, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que desterrado de Polonia, su patria, entonces oprimida por un régimen hostil a la dignidad humana y a la religión, por su fe cristiana fue trasladado a un campo de concentración, donde, sometido a toda clase de tormentos, alcanzó la gloriosa corona de los mártires.
En la ciudad de Presov, en Eslovaquia, beato Basilio Hopko, obispo auxiliar de esta eparquía y mártir, que en tiempo de un régimen contrario a Cristo y a la Iglesia, fue encarcelado por haber vuelto a su ministerio de servicio a los fieles de rito bizantino y, soportando crueles tratos, contrajo una cruel y larga enfermedad que le acompañó hasta la muerte, obteniendo así la palma de la victoria.

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