El neo-fascismo, ola mundial
2018-08-14
El fascismo es una derivación
extrema del fundamentalismo que tiene una larga tradición en casi todas las
culturas. Samuel Huntington, en su discutida obra Choque de civilizaciones,
denuncia a Occidente como uno de los más virulentos fundamentalistas. Occidente
imagina que su cultura es la mejor del mundo, que tiene la mejor religión, la
única verdadera, la mejor forma de gobierno, la democracia, la mejor
tecnociencia, que ha cambiado la faz del planeta y que le ha conferido la
capacidad de destruir a todos los seres humanos y parte de la biosfera con sus
armas letales.
Conocemos
el fundamentalismo islámico y otros, también el de grupos de la Iglesia
Católica oficial, que aún creen que ella es la única y exclusiva Iglesia de
Cristo, fuera de la cual no hay salvación. Tal visión errónea abre espacio a la
satanización e incluso a la persecución de otras denominaciones cristianas y no
cristianas. Gracias a Dios tenemos el Papa actual de la razonabilidad y del
sentido común que invalida tales distorsiones.
Todo
aquel que pretende ser portador exclusivo de la verdad está condenado a ser
fundamentalista y a cerrarse sobre sí mismo, sin diálogo con el otro.
Aquí
se pueden recordar las palabras del gran poeta español Antonio Machado: «¿Tu
verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela». Si la
buscamos juntos, será plena.
El
fascismo nació y nace dentro de un determinado contexto de anomia, desorden
social y crisis generalizada. Desaparecen las seguridades y las órdenes
establecidas se debilitan. La sociedad y los individuos tienen dificultades
para vivir en tal situación. Científicos sociales e historiadores como Eric
Vögelin (Orden e Historia, 1950, reedición en 2001; L. Götz, Entstehung
der Ordnung 1954, Peter Berger, Rumor de Ángeles: La sociedad
moderna y el redescubrimiento de lo sobrenatural, 1973), mostraron que los
seres humanos poseen una tendencia natural hacia el orden. Allí donde llegan
crean pronto un orden y su hábitat. Cuando desaparece se usa comúnmente la
violencia para imponer cierto orden sin el cual no se forma la cohesión social
de la convivencia.
El
nicho del fascismo encuentra su nacimiento en este desorden. Así al finalizar
la Primera Guerra Mundial se generó un caos social, especialmente en Alemania e
Italia. La salida fue la instauración de un sistema autoritario, de dominación,
que monopolizó la representación política, mediante un único partido de masas,
jerárquicamente organizado, enmarcando todas las instancias, la política, la
economía y la cultura en una única dirección. Esto sólo fue posible mediante un
jefe (el Fürher en Alemania, el Duce, en Italia) que organizó un
Estado corporativista autoritario y de terror.
Como
legitimación simbólica se cultivaban los mitos nacionales, los héroes del
pasado y antiguas tradiciones, generalmente en un marco de grandes liturgias
políticas, inculcando la idea de una regeneración nacional. Especialmente en
Alemania los seguidores de Hitler se llenaron de la convicción de que la raza
alemana blanca era “superior” a las demás, con el derecho de someter e incluso
de eliminar a las inferiores.
La
palabra fascismo fue usada por primera vez por Benito Mussolini en 1915 al
crear el grupo “Fasci d'Azione Revolucionaria”. Fascismo se deriva de un haz
(fasci) de varas, fuertemente amarradas, con un hacha al lado. Una vara puede
ser quebrada, un haz, difícilmente. En 1922/23 fundó el Partido Nacional
Fascista que perduró hasta su derrocamiento en 1945. En Alemania se estableció
en 1933 con Adolfo Hitler, que al ser nombrado canciller creó el
Nacionalsocialismo, el partido nazi que impuso al país una dura disciplina,
vigilancia total y el terror de Estado.
El
fascismo se presentó como anti-comunista, anticapitalista, como una corporación
que supera las clases y crea una totalidad social cerrada. La vigilancia, la
violencia directa, el terror y el exterminio de los opositores son
características del fascismo histórico de Mussolini y de Hitler, y en el
neo-fascismo la violencia también está presente.
El
fascismo no ha desaparecido totalmente nunca, pues siempre hay grupos que,
movidos por un arquetipo fundamental, buscan el orden de cualquier forma. Es el
neofascismo actual. Hoy en Brasil hay una figura más hilarante que ideológica
que propone el fascismo, y en nombre del cual justifica la violencia, la
defensa de la tortura y de los torturadores, de la homofobia y otras
desviaciones sociales. Siempre, en nombre de un orden a ser forjado, contra el
actual desorden vigente, usando violencia.
El
fascismo siempre ha sido criminal. Creó la Shoa (eliminación de millones
de judíos). Utilizó la violencia como forma de relacionarse con la sociedad,
por lo que nunca pudo ni podrá consolidarse por largo tiempo. Es la perversión
mayor de la sociabilidad humana. En Brasil no será diferente. Pero aquí no
tendrá posibilidades de imponerse.
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