domingo, 29 de agosto de 2021

Domingo XXII TO Ciclo B (29.08.2021): Marcos 7,1-8. 14-15. 21-23 y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 40º: 29.08.2021- Ayunos y abstinencias

 

Creyente y practicante

Este par de palabras se siguen oyendo con mucha frecuencia. Más de lo que uno pueda imaginarse. Y no sólo entre personas del ámbito religioso católico, ni entre personas de cualquier otro ámbito religioso (cristianismo ortodoxo, calvinista, copto, judaísmo, islamismo, hinduísmo...), sino en cualquier otro ámbito como el político, cultural, sanitario, filosófico y hasta deportivo. Soy creyente y practicante. Y a ser posible, que se note bien y sin demasiado esfuerzo publicitario. Creo y practico.

Espero haberlo dicho claro. Creyente y practicante. Me atengo ahora sólo, o solamente, al ámbito cristiano católico en el que nací y crecí y me mantengo... Creo en Dios, en su hijo Jesús, en el Espíritu y en la Iglesia... y practico. Y decir  'practico' es sobre todo, ir a misa los domingos y fiestas de guardar. Primero ir, luego comulgar. Y cuando toca o proceda, bautizar a los bebés, celebrar las primeras comuniones y las confirmaciones y, y, y, y..., llegar a casarse por la iglesia. Y acabar por celebrar la despedida de los seres queridos con una santa misa o eucaristía de funeral. Practicar, muy sintetizadamente, viene a ser participar 'de o en' los sacramentos de la Iglesia católica. 

Creyente y practicante, como cristiano católico y romano, es aquella persona que cree los dogmas de la religión cristiana católica y cumple con los sacramentos, los siete. Esto se sabe, se cree y jamás se suele poner en duda. No se piensa. Creo y practico.

Con estas 'realidades' como contexto en el que se desarrolla nuestra vida como persona y como persona religiosa nos acercamos a la lectura del Evangelio de este domingo 29 de agosto, en el que se nos cuenta el encuentro de Jesús y de sus seguidores con una comisión de expertos religiosos judíos (todos creyentes y practicantes, judíos de la Ley de Moisés) que ha llegado desde Jerusalén hasta las tierras del norte en Galilea. El encuentro, tal como nos lo leemos en este domingo y según el texto de Marcos, de estos dos grupos de creyentes y practicantes judíos tiene como objetivo una cuestión importante: la práctica religiosa de lo que se cree ser dogma de la religión judía. Conviene leerse muy detenidamente ese capítulo séptimo del Evangelio escrito por María Magdalena y llamado Evangelio de Marcos. 

La delegación inquisitorial judía y del templo y de la ley de Israel no está dispuesta a permitir por más tiempo la práctica contraria, distinta o alternativa a las normativas dictadas por Yavé Dios y perpetradas (por haber sido escritas en piedra) para siempre en la inmutable Ley de Moisés. 

Las actitudes, decisiones y prácticas de Jesús de Nazaret no admiten duda alguna. Son actitudes, decisiones y prácticas heréticas y blasfemas. Y, en concreto, tales prácticas tienen que ver con la comida y la bebida. Y no es complicado imaginar que pueden extenderse tales prácticas al vestido, las relaciones entre las personas, al matrimonio, la casa, la vida pública... 

Con las actitudes, decisiones y prácticas de Jesús de Nazaret comprendemos que las creencias religiosas, con sus prácticas correspondientes, nunca son inamovibles o perpetuas, sino variables y adaptadas al crecimiento de la persona, de cada persona, de toda persona. Se trata, a poco que se piense con detenimiento, serenidad y honradez, de una auténtica revolución permanente en asuntos de RELIGIÓN. El mensaje del Evangelio, en general y de este relato del domingo en particular, es tan claro como contundente. 

Me seguiré quedando con este interrogante encendido: ¿Qué significa ser creyente y practicante?

A continuación se pueden leer los comentarios de este domingo.

 

Domingo XXII TO Ciclo B (29.08.2021): Marcos 7,1-8. 14-15. 21-23. Leo-veo-toco-como-pienso-decido. Y me lo escribo CONTIGO,

Espero que lo primero que haga cada leyente de esta página sea pararse un momento en la cita del texto evangélico que se nos propone proclamar-meditar en la celebración de la eucaristía. Si no se hace este ejercicio no se caerá en la cuenta de los cortes que oficialmente se han realizado en el texto seguido del capítulo séptimo del Evangelio de Marcos. Nunca se nos leerá en la liturgia del domingo a domingo ni Mc 7,9-13, ni 7,16-20, ni 7, 24-30. ¿Manipulación? ¿Ignorancia?

Copio el arranque de la narración: “Los fariseos y algunos maestros de la Ley procedentes de Jerusalén se acercaron a Jesús y observaron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras” (Mc 7,1-2). Y un poquito después añade esto el relato: “Los fariseos y maestros de la Ley preguntaron a Jesús: ¿Por qué tus discípulos no proceden conforme a la tradición, sino que comen sin purificarse las manos? (Mc 7,5).

La mano narradora del relato pone en boca de su Jesús de Nazaret una respuesta digna de la mejor tradición profética. Nos habla de un Jesús que conoce los mensajes de los sabios de su pueblo y, sobre todo, sabe muy bien cómo relacionar aquellas sabidurías de entonces con las nuevas realidades que nos ofrecen los tiempos en los que se vive. Qué importante es retener que este Jesús de Nazaret está, en este contexto narrativo y existencial, con una delegación de las autoridades religiosas de Jerusalén y de su templo. Es a ellas, precisamente a esas autoridades, a quienes aplica las palabras del profeta Isaías. Durísimas. Acusadoras. Claras. Directas. Sin opción posible a réplica. Así suele ser la verdad. ¿Conocía esto María de Magdala?

Por estar en la narración del Evangelio de Marcos quiero recordar que unos capítulos antes, justo en Mc 3,1-6, estas mismas autoridades de la Religión judía decidieron ya ‘acallar la voz de este laico de Galilea y acabar con su presencia molesta y denunciadora’.

Las denuncias y los anuncios que este Jesús de Nazaret dedica a las autoridades de la Ley siguen su curso hasta llegar también al pueblo: “Llamó otra vez a la gente y les dijo...” (Mc 7,14-16). Y no se detuvo ahí, sino que se lo contó del mismo modo a sus seguidoras y seguidores: “Entró en casa y los suyos le preguntaron sobre este asunto... Y él les dijo...” (Mc 7,17-23). Reconoce el narrador de los hechos que aceptar el mensaje de este Jesús de Nazaret altera las convicciones recibidas. Dicho esto, y como nuevo ejercicio, sugiero que se lea Marcos 7,1-23 seguido, completo y varias veces. A partir de ahora, este profeta y sabio de Israel abandona por un breve tiempo su tierra judía de Galilea. De esto escribiré en el próximo comentario.

Marcos 7,1-23 aborda la cuestión nada insignificante de la comida y los comensales: qué se come, con quiénes se come y cómo come. No se trata de un manual de urbanidad para gentes educadas. Se trata de toda una enmienda a las normativas religiosas prescritas en la Ley que Moisés recibió directamente de su Dios Yavé y que han quedado selladas y codificadas en el Libro del Levítico, que debe leerse en alguna ocasión y no olvidarlo.

Este Jesús de Nazaret de quien escribe María Magdalena anuncia y propone una clave alternativa y provocadora (una enmienda a la totalidad, dirían algunos): Nada hay fuera de la persona que, entrando en ella pueda contaminarla (7,15) ... Lo que sale como decisión de la persona, todo tipo de perversidades, es lo que contamina a la persona (7,23). Leo y me pregunto: ¿Qué me deshumaniza? ¿Qué me ayuda a crecer como persona? Carmelo Bueno Heras

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos. Domingo 40º: 29.08.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

Ayunos y abstinencias

 

Meses de marzo y abril, primave­ra de la vida, en la cuaresma-pascua de los cristianos...

 

Habla Jesús de nuevo a la gen­te y nos dice: “Escuchadme todos y entended esto: nada que entra de fuera puede manchar al hombre; lo que sale de dentro es lo que man­cha al hombre.

 

Cuando dejó a la gente y entró en casa, le preguntaron sus discípulos por la comparación. Él les dijo:

 

¿Así que tampoco vosotros sois capaces de entender? ¿No compren­déis que nada que entre de fuera puede manchar al hombre? Porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y se echa en la letrina. (Con esto declaraba puros todos los ali­mentos). Y siguió:

Lo que sale de dentro, eso sí man­cha al hombre; porque de dentro, del corazón del hombre, salen las ma­las ideas: Inmoralidades, robos, ho­micidios, adulterios, codicias, per­versidades, fraudes, desenfreno, envidias, calumnias, arrogancia, de­satino. Todas esas maldades salen de dentro y manchan al hombre” (Mc 7,14-23).

Una vez más hemos escuchado la parábola sobre "lo de dentro y lo de fuera". Nada de lo de fuera que en­tra dentro mancha. Nada de lo que se oye (entra por el oído), se huele, se come, se ve... mancha. Sólo lo que sale de dentro, del corazón, es decir, lo que se piensa, lo que se pro­yecta, lo que se trama, lo que se de­cide, lo que se odia, lo que se ama, lo que se codicia, lo que se entrega, lo que se comparte... hace a la per­sona "limpia" o hace a la persona "manchada".

 

¡Cuántas cuaresmas prohibiendo ver, oír, oler, comer... vivir! ¡Qué po­cas cuaresmas de conversión de co­razón! La pascua es la vida. Y, la vi­da no está fuera, sino dentro, en el corazón, que toma decisiones y se compromete. Al menos, por lo que uno lee y sabe, la Cuaresma-Pascua de Jesús fue esto de "dentro" y no aquello de "fuera". Lo de fuera es la ley, la permisión o prohibición. Lo de dentro es la vida, la decisión lla­mada compromiso. Carmelo Bueno Heras. Educar hoy 22 (abril.1990)

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