viernes, 6 de agosto de 2021

Santos del día 7 de agosto

 

Santos del día 7 de agosto
Septimo Idus augusti
Santos Sixto II, papa, y compañeros, mártires. El papa san Sixto, mientras celebraba los sagrados misterios y enseñaba a los fieles los mandatos del Señor, por orden del emperador Valeriano fue inesperadamente detenido por los soldados y decapitado de inmediato, el día seis de agosto; con él sufrieron al mismo tiempo el martirio cuatro diáconos, que fueron enterrados juntamente con el pontífice en Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia. En este mismo día, los santos Agapito y Felicísimo, diáconos suyos, murieron también en el cementerio de Pretextato, donde fueron sepultados.
San Cayetano de Thiene, presbítero, que en Nápoles, en la región de Campania, se entregó a pías obras de caridad, especialmente en favor de los enfermos incurables, promovió asociaciones para la formación religiosa de los laicos e instituyó los Clérigos Regulares para la renovación de la Iglesia, recomendando a sus discípulos el deber de observar la primitiva forma de vida apostólica.
En Augsburgo, de la Retia, santa Afra, mártir, que, convertida al cristianismo desde una vida de pecado, cuenta la tradición que, sin haber sido aún bautizada, fue quemada viva por haber confesado su fe en Cristo.
En Arezzo, de la Toscana, san Donato, segundo obispo de esta sede, del cual el papa san Gregorio Magno alaba la virtud y la eficacia de su plegaria.
En Châlons, en la Galia Bélgica, san Donaciano, obispo.
En Rouen, también en la Galia, san Victricio, obispo, que, todavía soldado, en tiempo del emperador Juliano abandonó el ejército para seguir a Cristo, por lo cual fue sometido, por orden del tribuno, a muchas torturas y condenado a muerte. Logró, no obstante, alcanzar la libertad y, tras ser consagrado obispo, llevó a la fe cristiana a los feroces pueblos de los morinos y de los nervios, en la Galia del norte.
En Besançon, en la Burgundia, san Donato, obispo, que compuso una Regla para vírgenes, siguiendo las enseñanzas de san Benito, san Columbano y san Cesáreo.
En Venecia, beato Jordán Forzaté, abad, que fue fundador de monasterios en Padua y, no habiendo podido evitar, pese a sus esfuerzos, la ruina de su patria, fuera de ella se durmió devotamente en el Señor, dejando un insigne ejemplo de honestidad, integridad de costumbres y sabiduría.
En Mesina, de Sicilia, san Alberto degli Abbati, presbítero de la Orden de los Carmelitas, que convirtió a muchos judíos a la fe en Cristo y proveyó de víveres a su ciudad sitiada.
En Sassoferrato, en el Piceno, beato Alberto, monje de la Orden de los Camaldulenses, insigne por la austeridad de vida y la perfecta observancia de su Regla.
En L'Aquila, en la antigua región Vestina, beato Vicente, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, célebre por su humildad y su espíritu de profecía.
En la ciudad de Gondar, en Etiopía, beatos Agatángelo (Francisco) Nourry de Vincennes y Casiano (Gonzalo) Vaz López-Netto de Nantes, presbíteros de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártires, que durante su misión en Siria, Egipto y Etiopía buscaron reconciliar con la Iglesia católica a los cristianos separados, y finalmente, por orden del rey de Etiopía, fueron atados a árboles con su propio cordón religioso y lapidados hasta la muerte.
En Lancaster, en Inglaterra, beatos Martín de San Félix (Juan) Woodcock, de la Orden de los Hermanos Menores, Eduardo Bamber y Tomás Whitaker, presbíteros y mártires, que fueron ahorcados por ser sacerdotes y haber entrado en los dominios del rey Carlos I.
En York, también en Inglaterra, beato Nicolás Postgate, presbítero y mártir, que durante el reinado de Carlos II, a causa de su ministerio sacerdotal, que había ejercido ocultamente entre los pobres durante casi cincuenta años, fue colgado en el patíbulo.
En la localidad de Gorka Duchovna, cerca de Poznan, en Polonia, beato Edmundo Bojanowski, que, conforme a los preceptos del Evangelio, trabajó con sumo ahínco en la formación de los pobres y gente analfabeta, y fundó la Congregación de Esclavas de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María.
En Colima, en México, san Miguel de la Mora de la Mora, presbítero y mártir, que, en el furor de la persecución contra la Iglesia, fue coronado con el martirio por el hecho de ser sacerdote.

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