No te ates
¿Qué hace falta
para despertarse? No hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho. Sólo
hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo, de
ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capacidad de movernos
fuera de los esquemas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y
mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.
El que piensa como
marxista, no piensa; el que piensa como budista, no piensa; el que piensa como
musulmán, no piensa... y el que piensa como católico, tampoco piensa. Ellos son
pensados por su ideología. Tú eres un esclavo en tanto y en cuanto no puedes
pensar por encima de tu ideología. Vives dormido y pensado por una idea. El
profeta no se deja llevar por ninguna ideología, y por ello es tan mal
recibido. El profeta es el pionero, que se atreve a elevarse por encima de los
esquemas, abriendo camino.
La Buena Nueva fue
rechazada porque no querían la liberación personal, sino un caudillo que los
guiase. Tememos el riesgo de volar por nosotros mismos. Tenemos miedo a la libertad,
a la soledad, y preferimos ser esclavos de unos esquemas. Nos atamos
voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas, y luego nos quejamos de no
ser libres. ¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente de tus
cadenas?
Las mujeres se atan
a sus maridos, a sus hijos. Los maridos a sus mujeres, a sus negocios. Todos
nos atamos a los deseos y nuestro argumento y justificación es el amor. ¿Qué
amor? La realidad es que nos amamos a nosotros mismos, pero con un amor
adulterado y raquítico que sólo abarca el yo, el ego. Ni siquiera somos capaces
de amarnos a nosotros mismos en libertad. Entonces, ¿Cómo vamos a saber amar a
los demás, aunque sean nuestros esposos o nuestros hijos? Nos hemos acostumbrado
a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que
supone lo nuevo.
Lo
peor y más peligroso del que duerme es creer que está despierto y confundir sus
sueños con la realidad.
No confundas los
sueños
Vosotros estáis dormidos
porque, si no, ya no necesitarías venir a este curso. Si ya lo vierais todo
con ojos nuevos, ya no necesitaríais venir a despertaros. Pero, si sois
capaces de reconoceros dormidos, ser conscientes de que no estáis despiertos,
ya es un paso. Pues lo peor y más peligroso del que duerme es creer que está
despierto y confundir sus sueños con la realidad. Lo primero que necesitáis
para despertar, es saber que estáis durmiendo y estáis soñando.
La religión es una
cosa buena en sí, pero en manos de gente dormida puede hacer mucho daño. Y lo
podemos ver muy claramente por la historia de una religión que, en el nombre de
Dios, cometió tantas barbaridades creyendo que hacía el bien. Si no sabes
emplear la religión en esencia, en libertad, sin fanatismos ni ideologías de un
color u otro, puedes hacer mucho daño y, de hecho, se sigue haciendo.
Para despertar hay
que estar dispuesto a escucharlo todo, más allá de los cartelitos de buenos y
malos, con receptividad, que no quiere decir credulidad. Hay que cuestionarlo
todo, atentos a descubrir las verdades que puede haber, separándolas de las
que no lo son. Si nos identificamos con las teorías sin cuestionarlas con la
razón -y sobre todo con la vida- y nos las tragamos almacenándolas en la
mente, es que seguimos dormidos. No has sabido asimilar esas verdades para
hacer tus propios criterios. Hay que ver las verdades, analizarlas y ponerlas
a prueba, una vez cuestionadas.
"Haced lo que
os digo", dice Jesús. Pero no podremos hacerlo si antes no nos transformamos
en el hombre nuevo, despierto, libre, que ya puede amar.
"Aunque diera
todo a los pobres, y mi cuerpo a las llamas -dice Pablo, ¿de qué me serviría
si no amo?" Este modo de ver de Pablo se consigue viviendo, y este modo
de ser nace de estar despierto, disponible y sin engaños.
Cuando la relación
entre amigos no funciona lo bien que tú quisieras, puedes aliviarla. Puedes
pararte y comenzar una tregua, pero si no has puesto al aire las premisas que
están debajo, el problema sigue en pie, y seguirá generando sentimientos
negativos.
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