PASTORAL AL SERVICIO DEL REINO
la palabra
"pastoral"
Pensándolo bien, se
podría decir que, en sentido estricto, la palabra "pastoral" estaría
como fuera de lugar. "Pastoral", "pastor"... Donde no hay
borregos no hay pastores. De todas formas la palabra está ahí, y no vamos a
intentar suprimirla. Pero sí hay que suprimir toda actitud "pastoral"
de quien se considere a sí mismo "pastor" a base de considerar a los
demás -un poco al memos, y de una forma u otra- como "borregos"...
un servicio al Reino
La pastoral no es un
servicio narcisista a la Iglesia. Propiamente la pastoral no es un servicio
"a la Iglesia", como un fin en sí misma. No siempre está claro esto
para todos. Pero debe estarlo: la pastoral es un servicio de la Iglesia al
Reino. El objetivo es el Reino, siempre; la Iglesia es el medio, el ámbito, la
plataforma.
No cualquier servicio
al Reino sería pastoral. En primer lugar, porque hay muchos servicios al Reino
que se hacen desde fuera de la Iglesia, por parte de quienes no están en la
Iglesia. Y, en segundo lugar, porque no todos los servicios que la Iglesia hace
y debe hacer al Reino pueden ser catalogados dentro de lo que habitualmente
llamamos "pastoral", aunque bien se les podría clasificar también así
en un sentido más amplio.
Lo que llamamos
pastoral es un servicio de la Iglesia al Reino. Es un servicio "al
Reino"; esto no hay que perderlo de vista. Aunque es un servicio "de
la Iglesia": desde la Iglesia, a través de la Iglesia, a través de su
propio proceso, que no nos interesa por sí mismo, que nos interesa en cuanto
medio para servir mejor al gran proceso del Reino, para acogerlo, para
anunciarlo, construirlo, esperarlo...
En última instancia la
pastoral sería promover el Reino eclesialmente, dentro o desde la plataforma de
la eclesialidad. Todo ello sin mayor definición de fronteras estrictas, con una
única condición imprescindible y un único criterio para medir su valor: el
servicio al Reino.
ubicada y política
Las pastoral ha de ser
necesariamente inculturada y ubicada, y por eso mismo será necesariamente
política. Una pastoral que no sea política no podrá ser "pastoral":
no estará encarnada ni podrá servir integralmente al hombre entero, que siempre
es necesariamente político.
No debemos tener miedo
a ese aspecto de la pastoral. El problema no es que la pastoral sea política,
sino a qué política sirve la pastoral. Una pastoral verdaderamente evangélica
ha de estar al servicio de la política del Reino, tal como lo estuvo la
"pastoral" de Jesús: anunciando la buena noticia a los pobres, la
liberación a los cautivos, la alegría a los tristes, la salud a los enfermos...
servicio a los
procesos personales
No podemos olvidar que
la pastoral es -también, no "solamente- un servicio a los procesos
personales. La pastoral no es sólo un servicio a los procesos colectivos,
históricos, de los pueblos... sino también un servicio a los procesos
personales de conversión y de santificación, que son procesos a través de los cuales
ocurre el gran proceso mayor del Reino. El objetivo fundamental de la pastoral
de los procesos personales es ése precisamente: hacerlos portadores del gran
Proceso del Reino. Si no tendiera a ello esa pastoral ya no sería
"cristiana".
el modelo de Iglesia
Detrás de toda
pastoral hay siempre un modelo de Iglesia. Y para que una pastoral sea lúcida,
sus agentes han de preguntarse qué modelo de Iglesia tienen en su cabeza: ¿una
Iglesia frente al mundo, junto al mundo, al margen del mundo, contra el mundo,
paralela al mundo, dentro del mundo, sobre el mundo, sirviendo al mundo...?
toda la acción de la
Iglesia
Es importante evitar
las dicotomías en lo que se refiere a la pastoral: por una parte iría la
liturgia, por otra la pastoral (catequesis de todo tipo), por otro lado la
acción social... No.
Toda acción de la
Iglesia, toda la vida de la Iglesia, es pastoral. Hasta las piedras del templo
son pastorales, o las piedras del palacio episcopal... Hacer más sencilla la
casa de monseñor es una acción pastoral. De ahí la preocupación que debiéramos
tener siempre porque toda nuestra vida y nuestra acción fuesen
"pastorales", testimoniantes.
utilizar las
mediaciones
Debemos saber
desenvolvernos en los procesos del pueblo, en su situación. Si una pastoral se
organiza al margen de las mediaciones sociales, políticas, económicas... será
una pastoral fuera de lugar. Puede llegar a ser una contrapastoral o una
antipastoral (en dirección contraria al pueblo, y contra el Reino). Debemos
saber desenvolvernos en medio de todas esas mediaciones.
Esto es muy
importante. Hay muchas diócesis por ahí que hacen muchísima pastoral... Y
"corren bien, pero fuera de camino". No utilizan todas las
mediaciones que deberían utilizar.
aproximarnos al pueblo
Yo digo siempre que
los que hemos pasado por la universidad o por un seminario ya dejamos de ser
pueblo. Despidámonos: ya no nos es posible ser pueblo. Por lo que hemos
estudiado, por lo que hemos viajado, hasta por lo que hemos comido
simplemente... Ya no somos pueblo. Que seamos al menos pueblo de Dios...
Pero en todo caso lo
que debemos hacer es aproximarse lo más posible al pueblo. Y ahí pienso yo que
es muy importante ubicarnos lo más cerca del pueblo, en medio del pueblo,
incluso en nuestra vivienda y en nuestro modo de vivir.
Para nosotros, en São
Felix do Araguaia, ha sido muy bueno el hecho de vivir en una casa bien
sencilla, en medio del pueblo, en una casa bien abierta. Yo ni siquiera tengo
puerta en mi cuarto.
Los teólogos de la
liberación insisten en que el "lugar social" le hace a uno, le
configura en gran parte. Claro que en última instancia yo voy a ser lo que
quiera ser, lo que sea capaz de responder. Pero el lugar social me condiciona,
y me posibilita. Y ese lugar social debe mostrarse, vivirse, concretarse en
detalles.
Me parece pues
importantísimo aproximarse al pueblo lo más posible: dónde se vive, en qué tipo
de vivienda, cómo se viaja, lo que se viste uno, lo que se come, qué tipo de
relaciones se tienen... Yo he dicho más de una vez que alguien que meriende una
vez por semana en casa de un burgués no puede hacer la "opción
preferencial por los pobres"... ¿Se entiende lo que quiero decir, no? Si
uno -más o menos preferencialmente- convive con la burguesía, con el
privilegio... no encontrará modo de vivir coherentemente con el pueblo y de
optar por él. No es posible.
Y en nuestra vida
diaria debemos escuchar al pueblo, y respetarlo en su ritmo, en sus
posibilidades, en sus limitaciones también. Y poner nuestra pastoral al
servicio del pueblo, al servicio de esa gran mayoría, tratando de facilitarle
su organización en el proceso mayor del pueblo, desde nuestra misión y desde
nuestras posibilidades de Iglesia.
Y todo esto debe
llevarnos a tomar partido por el pueblo, con la necesaria actitud crítica de
siempre. Debemos entrar nosotros mismos en el proceso del pueblo. No olvidemos
que optamos por los pobres, por esos pobres a los que reconocemos como
empobrecidos. Y optamos por ellos que ya están en un proceso de liberación, o
para que entren en él, para que posibiliten a otros pobres u otros compañeros
suyos el entrar en ese proceso.
En ese sentido digo yo
que la verdadera pastoral necesariamente es política, al servicio del Reino, en
el proceso mayor del Reino...
qué hacer en casos
difíciles
Si estamos en una
Iglesia particular que no ha hecho la opción por los pobres, en una Iglesia que
no entra de lleno en el proceso de la opción por los pobres, si el obispo
concretamente es contrario a una pastoral que a nosotros nos parece la única
pastoral evangélicamente correcta en un momento y en un lugar determinados,
¿qué hacemos?
En primer lugar
debemos recordar la jerarquía de valores: el Reino vale más que la Iglesia,
porque el Reino es el fin, y la Iglesia es uno de los medios, aunque un medio
muy especial para nosotros. Ante todo y sobre todo debo mirar al Reino, como
opción mayor.
Pero yo sirvo al Reino
en la Iglesia, dentro de la Iglesia, como Iglesia, y en una Iglesia particular,
y en principio debemos quedarnos ahí. Es demasiado fácil para algunos agentes
de pastoral el salirse de ahí cuando hay dificultades. Pero puede ser poco
evangélico. El pueblo se queda siempre...
Ahora bien, nos
quedaremos ahí haciendo "oposición sindical". Hacemos oposición al
obispo o al superior provincial, a la cúpula. Una buena y leal oposición al
servicio de la Opción que creemos nosotros más correcta en una pastoral ubicada
y comprometida verdaderamente al servicio del Reino.
Nunca hay que
pretender ser Iglesia paralela. Es evidente que no. Pero me parece a mí que si
tenemos conciencia clara de Iglesia, y si nos sentimos adultos en la Iglesia y
con la suficiente libertad de los hijos de Dios, creo que muchas veces podemos
y debemos hacer y organizar acciones, aunque ello les vaya a parecer a algunos
paralelismo. No tengamos miedo. Para bien del Reino, para bien de la propia
Iglesia local, y hasta para bien del propio obispo o del propio superior mayor.
(Cuando el obispo o el superior muera, el Señor le dirá: "mira, no por tus
méritos, no, sino por los méritos de tus agentes de Pastoral 'rebeldes', entra,
pasa, que ellos hicieron a pesar tuyo lo que tú no hiciste ni querías dejar
hacer...... Y ahí el obispo, o el superior, se lo agradecerá a ustedes).
En este particular
debemos tener un poco más de libertad de Espíritu. Somos adultos, y si somos adultos
en la fe debemos serlo también en la pastoral. Y la pastoral propiamente sólo
se ejerce eclesial y hasta eclesiásticamente. Pero no sólo el obispo o el cura
es eclesiástico: todos los bautizados somos eclesiásticos. Claro, todo esto
tiene sus problemas, y sus matices, pero me parece que, en principio, desde el
bautismo como principio, es válido.
pastoral de frontera
En Nicaragua y en
otras varias partes he hablado yo de la "pastoral de frontera". Me
refería a las varias fronteras que existen en Centroamérica. Allí, en
Nicaragua, evidentemente, está incluso la frontera geo-militar, diríamos. La
muchachada que está en la frontera, los campesinos que viven en la frontera,
las madres que en la frontera visitan a sus hijos, a sus hermanos, a sus
novios... Gracias a Dios hay algunos sacerdotes y religiosas que hacen esa
pastoral de la frontera. Y es una Pastoral "bastante fregada", como
se dice allí, porque es exponerse diariamente a lo que venga. Además, con
frecuencia, se trata de una pastoral bastante incomprendida por parte de los
obispos.
Hay otra frontera muy
importante, como sociocultural, la frontera ideológica. Al embajador de Estados
Unidos en Guatemala le espantaba ver a marxistas y cristianos juntos en
Nicaragua... Yo creo que nosotros, los cristianos, debemos adorar a aquel Dios
que es Padre tanto de los cristianos como de los marxistas; a aquel Dios que
envía su Espíritu -"Pater pauperum", padre de los pobres- a los
marxistas, a los cristianos, a todos los que luchan con los pobres; a aquel
Dios que tiene un plan, un programa, un proceso que se llama Reino en términos
bíblico-cristianos, y que quiere que entren todos en ese proceso. Nosotros, los
cristianos, entramos en ese proceso a la luz de la fe, claro, y gracias a Dios.
Ellos, los marxistas, entran en ese proceso a la luz del marxismo quizá, a la
luz de su conciencia humana, de su responsabilidad histórica.
Ahí hay una frontera,
la frontera de la revolución, frontera sociocultural e ideológica, de la que
nadie se puede evadir. La Iglesia tampoco. Lo sepa la Iglesia o no lo sepa, lo
quiera la Iglesia o no lo quiera, yo les juro a ustedes por mi cabeza que gran
parte del proceso latinoamericano -que no sé exactamente cómo se dará- será por
la fuerza del marxismo. Ya fue. Ya es. Y será. ¿Qué va a hacer la Iglesia?
¿Retirarse? No. Que se haga presente ahí en esa frontera de un modo lúcido, y
crítico, evidentemente.
Para la práctica de la
solidaridad, para la caridad, el marxismo nos entregó un capítulo que no está
en los evangelios: el análisis de la realidad. No está en el evangelio. No
podía ni debía estar. En la doctrina social de la Iglesia sí que hay análisis
de la realidad, y, precisamente, tomado en parte del marxismo.
Cuando salió el primer
documento contra la teología de la Liberación hubo estudios en América Latina y
en Europa que demostraron cómo ese documento que parece tan reticente y hasta
en algunos aspectos reaccionario, utiliza categorías marxistas, porque no hay
modo de no utilizarlas. Si no se quiere hablar de lucha de clases se hablará de
conflicto de clases. Lo mismo me da. Acabaremos hablando de "malentendidos
de clases"... Pues eso; no importan los nombres. Lo que importa es que
hablemos de la realidad, sin negarla.
Pienso en otra
frontera: la de la juventud latinoamericana. Estoy recordando la experiencia de
la insurrección evangélica, con el ayuno del padre Miguel D'Escoto. Muchos
jóvenes nicaragüenses me dijeron entonces: "ya podemos ser cristianos otra
vez, podemos creer otra vez en la Iglesia..." y de cuántos jóvenes sé que por
un testimonio, por una lectura, por un gesto, han recobrado la fe, vuelven a
creer también en la Iglesia. Debemos estar particularmente atentos a esa
pastoral de frontera que es la juventud latinoamericana.
Y es que en el proceso
que vive Centroamérica, todo es frontera. Si continuamos con una pastoral
tradicional, si continuamos sólo sacramentalizando o dando bendiciones, o
repitiendo textos catequéticos que fueron muy buenos -en su tiempo y en su
lugar-, si no nos sentimos provocados constantemente por Centroamérica para
revisar, para renovar, para recrear nuestra pastoral centroamericana,
estaríamos ignorando esa frontera que Centroamérica es.
He dicho varias veces,
y de momento nadie me lo ha negado (aunque me gustaría que quien me lo negara
lo hiciese con datos o con razones) que pienso que en Nicaragua es el punto
crítico de Centroamérica hoy. Es como el cráter del volcán, en todos los
sentidos. Yo pienso que Nicaragua es el país más importante del mundo. Y no lo
digo por metáfora. Lo digo con todo realismo. Por ser el país más crucial.
En Nicaragua se da una
experiencia de revolución, pero de una revolución en mucha medida autóctona,
original -hay que reconocerlo-, "sandinista". Aunque sea
"también" marxista, es ante todo "sandinista". En un
sentido muy latinoamericano. Decía muy bien el Vicepresidente de Nicaragua:
"nosotros no queremos otra Cuba", contestando a la acusación que el
Imperio viene haciendo; "lo que queremos es otra Nicaragua, una Nueva
Nicaragua". Y eso es lo que el Imperio intenta, tiene necesidad de
impedir, lo que no parece dispuesto a tolerar. Que hubiese otra Cuba, o hasta
otra Rusia... Pero que haya otra Nicaragua, con una revolución, que además de
ser originalmente sandinista y también marxista, sea cristiana... eso sí que
no. Al embajador de Estados Unidos en Guatemala le escandaliza, le espanta, le
aterroriza. Fidel Castro, por su parte, nos comentaba, entre asustado y
admirado: "ustedes, su Iglesia, la teología de la liberación, ese
compromiso suyo con el pueblo de América Latina..."
Toda esa frontera
nosotros debiéramos reconocerla con toda lucidez y asumirla con todo coraje.
Por eso yo pienso que
una pastoral de frontera exigiría primero bastante disponibilidad, una cierta
gallardía espiritual y pastoral; y estar a lo que venga. Para eso es el
Espíritu de profecía. Para eso, la disponibilidad hasta el martirio, que
debería ser una característica de los cristianos.
Para un trabajo de
Pastoral de frontera sería necesario tener una especial lucidez en política, en
historia, evidentemente que también en biblia, en teología... Quien está en la
frontera debe tener una formación mayor. Eso sí que me parece incontestable.
También se necesita
crítica y autocrítica. Por mi parte, en mi estancia en Centroamérica, he
procurado hablar con todo tipo de personas; creyentes y no creyentes, teólogos,
no teólogos, gente del Frente y del antifrente, de Guatemala, de Honduras, de
El Salvador... Preguntaba: ¿qué les parece a ustedes?, yo obispo, aquí, qué
hago, qué no hago, vale, no vale, qué deberíamos hacer, cómo... No se trata,
claro, de discutir teóricamente teología o de releer mucho las historias
pasadas olvidando los desafíos de la historia presente...
vanguardia y masa
Dicen los
revolucionarios: "hay vanguardia y hay masa". Y es verdad, no sólo en
cualquier movimiento, sino también dentro de la Iglesia. Y añaden: "pero
la vanguardia ha de estar al servicio de la masa". Ha de estar mirando
siempre a la masa, respetando su ritmo, sus posibilidades. Creo que es
importante no olvidar eso.
En Brasil, cuando
hablamos de estos problemas a nivel de dirigentes -animadores, delegados de la
Palabra, curas o monjas, etc.- siempre solemos distinguir bastante: dirigentes,
comunidades, pueblo, masa... Distinguiendo pues también entre masa y pueblo.
Los dirigentes tienen su responsabilidad, sus posibilidades; esperamos que
tengan su carisma. Se les puede exigir más, o menos, depende. Se les debe dar
más nivel de formación.
Me preguntaban en
Nicaragua: ¿usted cree que algún día toda la Iglesia será comunidad eclesial de
base? Pues no. Evidentemente. No vamos a soñar. Pensar que algún día toda la
Iglesia será tan comunitaria, tan compartidora, tan fraterna, tan
comprometida... pues es soñar. La Iglesia tiene ya muchos siglos, y no vamos a
pensar que vamos a ser mucho mejores que los que quedaron atrás.
Los teólogos discuten
sobre el particular. Leonardo, Clodovis y otros han tenido algunas veces sus
discusiones. Y dicen más o menos lo siguiente: se multiplicarán mucho las
comunidades, y se están multiplicando. Además de eso, estas comunidades darán a
la Iglesia un aire, un estilo bastante más comunitario, o sea, contaminarán de
comunitariedad a toda la Iglesia. Ahora bien, pensar que toda la Iglesia
acontecerá en comunidades eclesiales de base... no. Quizá ni siquiera sería
ideal que sucediese. No vamos a pensar que hay que restringir al Espíritu, o
que antes de que se inventaran las comunidades eclesiales de base el Espíritu
no sabía cómo moverse. No lleguemos a esos extremos.
Recuerdo que fue Jon
Sobrino quien dijo inicialmente que las comunidades eclesiales son un nuevo
modo de ser Iglesia. Después el cardenal Aloisio Lorscheider se apropió de la
expresión. Y la asamblea nacional de los obispos de Brasil, en un documento
sobre las CEBS, la hizo suya, y ahí está: las comunidades eclesiales de base
son "un nuevo modo de ser Iglesia".
A mí, personalmente,
la expresión me pareció muy hermosa, y me dejó a la vez un poco preocupado. Me
explico. Si ellas son un nuevo modo de ser Iglesia, pueden ser un modo más
entre otros muchos modos de ser Iglesia. Todos serían legítimos; de acuerdo.
Pero ¿todos serán igualmente legítimos? ¿Todos serían igualmente
contemporáneos? En el sexto encuentro intereclesial de las comunidades
eclesiales de base, lanzamos otra expresión diferente que creo que da un paso
más: "las comunidades eclesiales de base hacen que toda la Iglesia sea de
otro modo". Y ahí está en síntesis lo que yo apuntaba: las CEBS
contaminan, contagian de comunitariedad a toda la Iglesia. Al Papa: que se haga
más comunitario. A la curia romana: que se haga más comunitaria. A los obispos,
la administración de las curias, los sacramentos, la pastoral toda, el
compromiso eclesial con los procesos del pueblo... que todo se haga más
comunitario.
que nos dejen ser
"esta" Iglesia
Cuando aquí en América
Latina gritamos y reclamamos -con toda razón- que allí en el Vaticano no nos
oyen, no nos escuchan, no nos atienden, ni siquiera nos conocen bien, no
respetan nuestras culturas ni nuestra situación o los desafíos que vive nuestro
pueblo, nosotros partimos de un argumento fundamentalísimo: deberían atender
nuestra ubicación, las exigencias que vivimos, los desafíos que afrontamos.
¡Que nos dejen ser
"esta" Iglesia, aquí y ahora, Iglesia en América Latina, Iglesia en
Centroamérica, con estos desafíos particulares!
Es imposible que una
Iglesia en Centroamérica deje de lado a la revolución que está ahí, que deje de
lado a los mártires, los presos, los torturados, la seguridad nacional, la
geopolítica norteamericana imperialista presente en Panamá y en toda la región
y en América Latina entera... No podemos dejar de lado todas esas realidades.
No podemos dejar de lado ese diálogo entre cristianismo y marxismo, entre
Iglesia y revolución... Si hay algo de Iglesia en Centroamérica que no se preocupa
de esas grandes realidades, ni siquiera es Iglesia. Porque está negando esa
ubicación, esa encarnación que es una necesidad esencial a la Iglesia de Jesús
para poder detectar el pecado, anunciar la Buena Noticia y celebrar el hoy de
Dios y el lugar de Dios aquí y ahora.
Las intenciones no las
juzgamos. Pero hablando objetivamente, creo que el más ortodoxo teólogo no
podría negar esto que estamos diciendo. Si la Iglesia ha de ser instrumento,
señal, sacramento del Reino, habría de serlo de un modo inteligible,
localizado, encarnado en el respectivo lugar y hora.
carisma y poder
Para nosotros el
último criterio no es la Iglesia, sino el Reino. Nosotros no seguimos a un
obispo, sino a Jesús. Sería herejía decir lo contrario. El último criterio es
el Reino. Seguimos a Jesús y no al obispo ni al Papa, aunque ellos tengan una
misión insustituible. Porque la Iglesia local se constituye en torno a un
obispo.
¿En caso de duda o de
conflicto?: el Reino, el evangelio, el seguimiento. La moral más tradicional
decía lo mismo, de otra manera: en caso de duda, si no se puede resolver de
otra manera, hay que seguir la propia conciencia.
Nosotros los
cristianos no resolvemos según nuestra simple conciencia humana, sino según eso
que se añade a nuestra conciencia humana que es la conciencia cristiana, la fe,
la conciencia de fe. Y esa conciencia de fe nos remite al Reino. Claro, que
también nos remite a la Iglesia, a la Iglesia institución incluso. Leonardo
Boff, en su libro "Iglesia, carisma y poder" no niega la institución,
sino que simplemente pide que el poder no niegue el carisma, y que la
institución se ponga al servicio del carisma. La institución de la Iglesia,
como cualquier otra institución, sólo sirve en la medida en que sirve a su fin;
en nuestro caso, al Reino.
por fidelidad
Yo decía en mis
tiempos jóvenes: la revolución hay que hacerla desde dentro.
Ustedes conocen muchos
militantes revolucionarios, perseguidos, que viven en la clandestinidad,
amenazados de muerte diariamente, que llegaron también a esa convicción. No
digo que el que se sale ya sea un cobarde o un traidor, no. A cada caso hay que
aplicar lo de la "pastoral de la astucia", lo de "estrategia y
táctica". Pero muchos, por fidelidad, creyeron que debían continuar
dentro, en la clandestinidad, en el riesgo, en el peligro... Por fidelidad.
evitar complejos
Pase lo que pase hemos
de evitar tanto el complejo de perseguidos dentro de la Iglesia como el
complejo de "salvadores" dentro de la Iglesia. Nadie salva a la
Iglesia sino el Señor Jesús. Si tenemos el "complejo" de perseguidos
nos amargamos más de la cuenta, no damos testimonio de alegría pascual que
debemos dar, e incluso le damos razón al adversario. Si los conservadores ven
que nos sentimos acoquinados, arrinconados, perseguidos... se sentirán felices.
No les vamos a dar ese gusto. Debemos vivir con libertad de espíritu.
Ahora bien, no
tengamos tampoco complejo de "salvadores". Podemos, debemos criticar,
disentir, etc., pero no sentirnos salvadores. A veces deberemos simplemente
salir para otro lado. Aquello de sacudir el polvo de las sandalias se puede
referir a una ciudad, a una comunidad religiosa, a una parroquia, hasta a una
Iglesia local... También es verdad que hay que pensárselo bien a la hora de
querer sacudir las sandalias: Jonás también quería hacerlo, y ya saben ustedes
la historia...
quedarse o marcharse
Con respecto a
quedarse o no quedarse en la Iglesia local (o en la parroquia o en la
congregación religiosa) yo tengo el criterio siguiente. Creo que hay que hacer
lo posible por continuar en la Iglesia local, o en el lugar donde se esté. Por
un argumento sencillo: el pueblo no puede irse. Lo digo en un poema: el agente
de pastoral va y viene del pueblo al pueblo... el pueblo se tiene que quedar.
Puede llegar a ser una traición al pueblo, una fuga, un antitestimonio.
Nos quedamos, pues,
siempre que podamos continuar sosteniendo al pueblo en su esperanza, en su
caminar; quizá tendremos que pasar a actuar poco, a trabajar más en silencio, o
hasta con ministerios más tradicionales. Si nuestra palabra ayuda, anima,
sostiene al pueblo, quedémonos.
Por otra parte,
siempre podremos hacer de "quinta columna", siempre podremos hacer un
trabajo evangélicamente subversivo, un trabajo de "oposición
sindical", dentro de la propia diócesis, comunidad o parroquia, asumiendo
y afrontando la conflictividad.
También es importante
en esos momentos de crisis el consultar. Vale la pena un viaje en esas horas
difíciles para consultar. Porque si apelamos a nuestra conciencia hay que tener
en cuenta que no somos islas, que tenemos a los hermanos, que nos pueden hacer
luz, que nos pueden asesorar.
Y además, hay que
poner a salvo el equilibrio psíquico y hasta una cierta alegría. Si uno ve que
se está desequilibrando, que entró en una tensión insanamente angustiante... es
mejor dejarlo, entonces sí, para bien de é1 (tiene el deber de no suicidarse) e
incluso para bien de la comunidad, para no obstaculizar el proceso, el caminar
de la comunidad, de la misma revolución.
Y ya saben: hay muchas
personas que tuvieron que salir de donde estaban y Dios abrió caminos
espléndidos por otro lado.
podemos, podamos
A mí me saben mal
todos esos retrocesos: "Iglesia popular", ¿ya no podemos hablar de
Iglesia popular? Imagínense que cedemos también y no vamos a poder hablar -como
quieren- de "pluralismo"... Pues no señor. Podemos. Podamos.
El mismo Papa ha dicho
que se puede entender bien el término "Iglesia Popular". Imagínense
que en Brasil no hubiera habido ciertos obispos en la cúpula misma de la
Conferencia Episcopal, y que en Perú no hubiera habido por lo menos un
equilibrio, que no hubiera habido al lado de aquellos obispos del opus dei y
del sodalicio otros obispos y multitud de apoyos internacionales... pues
hubiéramos podido llegar a una situación en la que de la noche a la mañana no
se hubiera podido hablar ya ni de teología de la liberación. Si retrocedemos en
Brasil y retroceden en Perú, no sé qué hubiera pasado. Ustedes no pueden, no
deben dejar de hablar de Iglesia de los pobres, de Iglesia popular, de diálogo
Iglesia-revolución... con toda naturalidad, con la misma exhibición por lo
menos con la que otros exhiben su burguesía y su conservadurismo. Exhibir esa
eclesialidad será un modo de contagiarla.
esperanza pascual
En pastoral debemos
dar finalmente a todo un sentido pascual. Yo sé que ustedes, en Centroamérica,
tienen que hacer un gran esfuerzo para vivir la alegría pascual, el gozo en el
Espíritu. Pero es necesario hacer ese esfuerzo, incluso para su propio
equilibrio personal. Aún en las situaciones más difíciles y tensas, los
cristianos podemos vivir con un rostro menos fruncido. Los cristianos, aún en
todas esas tensiones, podemos apelar a una victoria ya realizada, a una
presencia segura, a una compañía que rompe toda clandestinidad...
Ahí, en Centroamérica,
con todos esos problemas y en todas esas situaciones heroicas, con todos esos
compañeros cristianos y no cristianos, traten de poner ternura, alegría, gozo
en el Espíritu, libertad del Espíritu... Recuerden la palabra del Che, tan
cristiana: "hay que endurecerse, pero sin perder nunca la ternura".
Esa es también una característica muy significativa en la revolución
nicaragüense. Yo pienso que el marxismo en América Latina, en nuestras mismas
revoluciones, tiene mucho de ternura, a pesar de dramas, errores y hasta
muertes internas. Y nosotros los cristianos podemos y debemos vivir y expandir
esa alegría y esa ternura. Si el Reino es el anuncio de la Buena Noticia, pues
que se note que la Noticia es buena.
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