jueves, 30 de abril de 2015

EL VUELO DEL QUETZAL 94 - 100 (PASTORAL CON ESPÍRITU -.AL SERVICIO DEL REINO) (Pedro Casaldáliga)

PASTORAL AL SERVICIO DEL REINO

la palabra "pastoral"
Pensándolo bien, se podría decir que, en sentido estricto, la palabra "pastoral" estaría como fuera de lugar. "Pastoral", "pastor"... Donde no hay borregos no hay pastores. De todas formas la palabra está ahí, y no vamos a intentar suprimirla. Pero sí hay que suprimir toda actitud "pastoral" de quien se considere a sí mismo "pastor" a base de considerar a los demás -un poco al memos, y de una forma u otra- como "borregos"...

un servicio al Reino
La pastoral no es un servicio narcisista a la Iglesia. Propiamente la pastoral no es un servicio "a la Iglesia", como un fin en sí misma. No siempre está claro esto para todos. Pero debe estarlo: la pastoral es un servicio de la Iglesia al Reino. El objetivo es el Reino, siempre; la Iglesia es el medio, el ámbito, la plataforma.
No cualquier servicio al Reino sería pastoral. En primer lugar, porque hay muchos servicios al Reino que se hacen desde fuera de la Iglesia, por parte de quienes no están en la Iglesia. Y, en segundo lugar, porque no todos los servicios que la Iglesia hace y debe hacer al Reino pueden ser catalogados dentro de lo que habitualmente llamamos "pastoral", aunque bien se les podría clasificar también así en un sentido más amplio.
Lo que llamamos pastoral es un servicio de la Iglesia al Reino. Es un servicio "al Reino"; esto no hay que perderlo de vista. Aunque es un servicio "de la Iglesia": desde la Iglesia, a través de la Iglesia, a través de su propio proceso, que no nos interesa por sí mismo, que nos interesa en cuanto medio para servir mejor al gran proceso del Reino, para acogerlo, para anunciarlo, construirlo, esperarlo...
En última instancia la pastoral sería promover el Reino eclesialmente, dentro o desde la plataforma de la eclesialidad. Todo ello sin mayor definición de fronteras estrictas, con una única condición imprescindible y un único criterio para medir su valor: el servicio al Reino.

ubicada y política
Las pastoral ha de ser necesariamente inculturada y ubicada, y por eso mismo será necesariamente política. Una pastoral que no sea política no podrá ser "pastoral": no estará encarnada ni podrá servir integralmente al hombre entero, que siempre es necesariamente político.
No debemos tener miedo a ese aspecto de la pastoral. El problema no es que la pastoral sea política, sino a qué política sirve la pastoral. Una pastoral verdaderamente evangélica ha de estar al servicio de la política del Reino, tal como lo estuvo la "pastoral" de Jesús: anunciando la buena noticia a los pobres, la liberación a los cautivos, la alegría a los tristes, la salud a los enfermos...

servicio a los procesos personales
No podemos olvidar que la pastoral es -también, no "solamente- un servicio a los procesos personales. La pastoral no es sólo un servicio a los procesos colectivos, históricos, de los pueblos... sino también un servicio a los procesos personales de conversión y de santificación, que son procesos a través de los cuales ocurre el gran proceso mayor del Reino. El objetivo fundamental de la pastoral de los procesos personales es ése precisamente: hacerlos portadores del gran Proceso del Reino. Si no tendiera a ello esa pastoral ya no sería "cristiana".

el modelo de Iglesia
Detrás de toda pastoral hay siempre un modelo de Iglesia. Y para que una pastoral sea lúcida, sus agentes han de preguntarse qué modelo de Iglesia tienen en su cabeza: ¿una Iglesia frente al mundo, junto al mundo, al margen del mundo, contra el mundo, paralela al mundo, dentro del mundo, sobre el mundo, sirviendo al mundo...?

toda la acción de la Iglesia
Es importante evitar las dicotomías en lo que se refiere a la pastoral: por una parte iría la liturgia, por otra la pastoral (catequesis de todo tipo), por otro lado la acción social... No.
Toda acción de la Iglesia, toda la vida de la Iglesia, es pastoral. Hasta las piedras del templo son pastorales, o las piedras del palacio episcopal... Hacer más sencilla la casa de monseñor es una acción pastoral. De ahí la preocupación que debiéramos tener siempre porque toda nuestra vida y nuestra acción fuesen "pastorales", testimoniantes.

utilizar las mediaciones
Debemos saber desenvolvernos en los procesos del pueblo, en su situación. Si una pastoral se organiza al margen de las mediaciones sociales, políticas, económicas... será una pastoral fuera de lugar. Puede llegar a ser una contrapastoral o una antipastoral (en dirección contraria al pueblo, y contra el Reino). Debemos saber desenvolvernos en medio de todas esas mediaciones.
Esto es muy importante. Hay muchas diócesis por ahí que hacen muchísima pastoral... Y "corren bien, pero fuera de camino". No utilizan todas las mediaciones que deberían utilizar.

aproximarnos al pueblo
Yo digo siempre que los que hemos pasado por la universidad o por un seminario ya dejamos de ser pueblo. Despidámonos: ya no nos es posible ser pueblo. Por lo que hemos estudiado, por lo que hemos viajado, hasta por lo que hemos comido simplemente... Ya no somos pueblo. Que seamos al menos pueblo de Dios...
Pero en todo caso lo que debemos hacer es aproximarse lo más posible al pueblo. Y ahí pienso yo que es muy importante ubicarnos lo más cerca del pueblo, en medio del pueblo, incluso en nuestra vivienda y en nuestro modo de vivir.
Para nosotros, en São Felix do Araguaia, ha sido muy bueno el hecho de vivir en una casa bien sencilla, en medio del pueblo, en una casa bien abierta. Yo ni siquiera tengo puerta en mi cuarto.
Los teólogos de la liberación insisten en que el "lugar social" le hace a uno, le configura en gran parte. Claro que en última instancia yo voy a ser lo que quiera ser, lo que sea capaz de responder. Pero el lugar social me condiciona, y me posibilita. Y ese lugar social debe mostrarse, vivirse, concretarse en detalles.
Me parece pues importantísimo aproximarse al pueblo lo más posible: dónde se vive, en qué tipo de vivienda, cómo se viaja, lo que se viste uno, lo que se come, qué tipo de relaciones se tienen... Yo he dicho más de una vez que alguien que meriende una vez por semana en casa de un burgués no puede hacer la "opción preferencial por los pobres"... ¿Se entiende lo que quiero decir, no? Si uno -más o menos preferencialmente- convive con la burguesía, con el privilegio... no encontrará modo de vivir coherentemente con el pueblo y de optar por él. No es posible.
Y en nuestra vida diaria debemos escuchar al pueblo, y respetarlo en su ritmo, en sus posibilidades, en sus limitaciones también. Y poner nuestra pastoral al servicio del pueblo, al servicio de esa gran mayoría, tratando de facilitarle su organización en el proceso mayor del pueblo, desde nuestra misión y desde nuestras posibilidades de Iglesia.
Y todo esto debe llevarnos a tomar partido por el pueblo, con la necesaria actitud crítica de siempre. Debemos entrar nosotros mismos en el proceso del pueblo. No olvidemos que optamos por los pobres, por esos pobres a los que reconocemos como empobrecidos. Y optamos por ellos que ya están en un proceso de liberación, o para que entren en él, para que posibiliten a otros pobres u otros compañeros suyos el entrar en ese proceso.
En ese sentido digo yo que la verdadera pastoral necesariamente es política, al servicio del Reino, en el proceso mayor del Reino...

qué hacer en casos difíciles
Si estamos en una Iglesia particular que no ha hecho la opción por los pobres, en una Iglesia que no entra de lleno en el proceso de la opción por los pobres, si el obispo concretamente es contrario a una pastoral que a nosotros nos parece la única pastoral evangélicamente correcta en un momento y en un lugar determinados, ¿qué hacemos?
En primer lugar debemos recordar la jerarquía de valores: el Reino vale más que la Iglesia, porque el Reino es el fin, y la Iglesia es uno de los medios, aunque un medio muy especial para nosotros. Ante todo y sobre todo debo mirar al Reino, como opción mayor.
Pero yo sirvo al Reino en la Iglesia, dentro de la Iglesia, como Iglesia, y en una Iglesia particular, y en principio debemos quedarnos ahí. Es demasiado fácil para algunos agentes de pastoral el salirse de ahí cuando hay dificultades. Pero puede ser poco evangélico. El pueblo se queda siempre...
Ahora bien, nos quedaremos ahí haciendo "oposición sindical". Hacemos oposición al obispo o al superior provincial, a la cúpula. Una buena y leal oposición al servicio de la Opción que creemos nosotros más correcta en una pastoral ubicada y comprometida verdaderamente al servicio del Reino.
Nunca hay que pretender ser Iglesia paralela. Es evidente que no. Pero me parece a mí que si tenemos conciencia clara de Iglesia, y si nos sentimos adultos en la Iglesia y con la suficiente libertad de los hijos de Dios, creo que muchas veces podemos y debemos hacer y organizar acciones, aunque ello les vaya a parecer a algunos paralelismo. No tengamos miedo. Para bien del Reino, para bien de la propia Iglesia local, y hasta para bien del propio obispo o del propio superior mayor. (Cuando el obispo o el superior muera, el Señor le dirá: "mira, no por tus méritos, no, sino por los méritos de tus agentes de Pastoral 'rebeldes', entra, pasa, que ellos hicieron a pesar tuyo lo que tú no hiciste ni querías dejar hacer...... Y ahí el obispo, o el superior, se lo agradecerá a ustedes).
En este particular debemos tener un poco más de libertad de Espíritu. Somos adultos, y si somos adultos en la fe debemos serlo también en la pastoral. Y la pastoral propiamente sólo se ejerce eclesial y hasta eclesiásticamente. Pero no sólo el obispo o el cura es eclesiástico: todos los bautizados somos eclesiásticos. Claro, todo esto tiene sus problemas, y sus matices, pero me parece que, en principio, desde el bautismo como principio, es válido.

pastoral de frontera
En Nicaragua y en otras varias partes he hablado yo de la "pastoral de frontera". Me refería a las varias fronteras que existen en Centroamérica. Allí, en Nicaragua, evidentemente, está incluso la frontera geo-militar, diríamos. La muchachada que está en la frontera, los campesinos que viven en la frontera, las madres que en la frontera visitan a sus hijos, a sus hermanos, a sus novios... Gracias a Dios hay algunos sacerdotes y religiosas que hacen esa pastoral de la frontera. Y es una Pastoral "bastante fregada", como se dice allí, porque es exponerse diariamente a lo que venga. Además, con frecuencia, se trata de una pastoral bastante incomprendida por parte de los obispos.
Hay otra frontera muy importante, como sociocultural, la frontera ideológica. Al embajador de Estados Unidos en Guatemala le espantaba ver a marxistas y cristianos juntos en Nicaragua... Yo creo que nosotros, los cristianos, debemos adorar a aquel Dios que es Padre tanto de los cristianos como de los marxistas; a aquel Dios que envía su Espíritu -"Pater pauperum", padre de los pobres- a los marxistas, a los cristianos, a todos los que luchan con los pobres; a aquel Dios que tiene un plan, un programa, un proceso que se llama Reino en términos bíblico-cristianos, y que quiere que entren todos en ese proceso. Nosotros, los cristianos, entramos en ese proceso a la luz de la fe, claro, y gracias a Dios. Ellos, los marxistas, entran en ese proceso a la luz del marxismo quizá, a la luz de su conciencia humana, de su responsabilidad histórica.
Ahí hay una frontera, la frontera de la revolución, frontera sociocultural e ideológica, de la que nadie se puede evadir. La Iglesia tampoco. Lo sepa la Iglesia o no lo sepa, lo quiera la Iglesia o no lo quiera, yo les juro a ustedes por mi cabeza que gran parte del proceso latinoamericano -que no sé exactamente cómo se dará- será por la fuerza del marxismo. Ya fue. Ya es. Y será. ¿Qué va a hacer la Iglesia? ¿Retirarse? No. Que se haga presente ahí en esa frontera de un modo lúcido, y crítico, evidentemente.
Para la práctica de la solidaridad, para la caridad, el marxismo nos entregó un capítulo que no está en los evangelios: el análisis de la realidad. No está en el evangelio. No podía ni debía estar. En la doctrina social de la Iglesia sí que hay análisis de la realidad, y, precisamente, tomado en parte del marxismo.
Cuando salió el primer documento contra la teología de la Liberación hubo estudios en América Latina y en Europa que demostraron cómo ese documento que parece tan reticente y hasta en algunos aspectos reaccionario, utiliza categorías marxistas, porque no hay modo de no utilizarlas. Si no se quiere hablar de lucha de clases se hablará de conflicto de clases. Lo mismo me da. Acabaremos hablando de "malentendidos de clases"... Pues eso; no importan los nombres. Lo que importa es que hablemos de la realidad, sin negarla.
Pienso en otra frontera: la de la juventud latinoamericana. Estoy recordando la experiencia de la insurrección evangélica, con el ayuno del padre Miguel D'Escoto. Muchos jóvenes nicaragüenses me dijeron entonces: "ya podemos ser cristianos otra vez, podemos creer otra vez en la Iglesia..." y de cuántos jóvenes sé que por un testimonio, por una lectura, por un gesto, han recobrado la fe, vuelven a creer también en la Iglesia. Debemos estar particularmente atentos a esa pastoral de frontera que es la juventud latinoamericana.
Y es que en el proceso que vive Centroamérica, todo es frontera. Si continuamos con una pastoral tradicional, si continuamos sólo sacramentalizando o dando bendiciones, o repitiendo textos catequéticos que fueron muy buenos -en su tiempo y en su lugar-, si no nos sentimos provocados constantemente por Centroamérica para revisar, para renovar, para recrear nuestra pastoral centroamericana, estaríamos ignorando esa frontera que Centroamérica es.
He dicho varias veces, y de momento nadie me lo ha negado (aunque me gustaría que quien me lo negara lo hiciese con datos o con razones) que pienso que en Nicaragua es el punto crítico de Centroamérica hoy. Es como el cráter del volcán, en todos los sentidos. Yo pienso que Nicaragua es el país más importante del mundo. Y no lo digo por metáfora. Lo digo con todo realismo. Por ser el país más crucial.
En Nicaragua se da una experiencia de revolución, pero de una revolución en mucha medida autóctona, original -hay que reconocerlo-, "sandinista". Aunque sea "también" marxista, es ante todo "sandinista". En un sentido muy latinoamericano. Decía muy bien el Vicepresidente de Nicaragua: "nosotros no queremos otra Cuba", contestando a la acusación que el Imperio viene haciendo; "lo que queremos es otra Nicaragua, una Nueva Nicaragua". Y eso es lo que el Imperio intenta, tiene necesidad de impedir, lo que no parece dispuesto a tolerar. Que hubiese otra Cuba, o hasta otra Rusia... Pero que haya otra Nicaragua, con una revolución, que además de ser originalmente sandinista y también marxista, sea cristiana... eso sí que no. Al embajador de Estados Unidos en Guatemala le escandaliza, le espanta, le aterroriza. Fidel Castro, por su parte, nos comentaba, entre asustado y admirado: "ustedes, su Iglesia, la teología de la liberación, ese compromiso suyo con el pueblo de América Latina..."
Toda esa frontera nosotros debiéramos reconocerla con toda lucidez y asumirla con todo coraje.
Por eso yo pienso que una pastoral de frontera exigiría primero bastante disponibilidad, una cierta gallardía espiritual y pastoral; y estar a lo que venga. Para eso es el Espíritu de profecía. Para eso, la disponibilidad hasta el martirio, que debería ser una característica de los cristianos.
Para un trabajo de Pastoral de frontera sería necesario tener una especial lucidez en política, en historia, evidentemente que también en biblia, en teología... Quien está en la frontera debe tener una formación mayor. Eso sí que me parece incontestable.
También se necesita crítica y autocrítica. Por mi parte, en mi estancia en Centroamérica, he procurado hablar con todo tipo de personas; creyentes y no creyentes, teólogos, no teólogos, gente del Frente y del antifrente, de Guatemala, de Honduras, de El Salvador... Preguntaba: ¿qué les parece a ustedes?, yo obispo, aquí, qué hago, qué no hago, vale, no vale, qué deberíamos hacer, cómo... No se trata, claro, de discutir teóricamente teología o de releer mucho las historias pasadas olvidando los desafíos de la historia presente...

vanguardia y masa
Dicen los revolucionarios: "hay vanguardia y hay masa". Y es verdad, no sólo en cualquier movimiento, sino también dentro de la Iglesia. Y añaden: "pero la vanguardia ha de estar al servicio de la masa". Ha de estar mirando siempre a la masa, respetando su ritmo, sus posibilidades. Creo que es importante no olvidar eso.
En Brasil, cuando hablamos de estos problemas a nivel de dirigentes -animadores, delegados de la Palabra, curas o monjas, etc.- siempre solemos distinguir bastante: dirigentes, comunidades, pueblo, masa... Distinguiendo pues también entre masa y pueblo. Los dirigentes tienen su responsabilidad, sus posibilidades; esperamos que tengan su carisma. Se les puede exigir más, o menos, depende. Se les debe dar más nivel de formación.
Me preguntaban en Nicaragua: ¿usted cree que algún día toda la Iglesia será comunidad eclesial de base? Pues no. Evidentemente. No vamos a soñar. Pensar que algún día toda la Iglesia será tan comunitaria, tan compartidora, tan fraterna, tan comprometida... pues es soñar. La Iglesia tiene ya muchos siglos, y no vamos a pensar que vamos a ser mucho mejores que los que quedaron atrás.
Los teólogos discuten sobre el particular. Leonardo, Clodovis y otros han tenido algunas veces sus discusiones. Y dicen más o menos lo siguiente: se multiplicarán mucho las comunidades, y se están multiplicando. Además de eso, estas comunidades darán a la Iglesia un aire, un estilo bastante más comunitario, o sea, contaminarán de comunitariedad a toda la Iglesia. Ahora bien, pensar que toda la Iglesia acontecerá en comunidades eclesiales de base... no. Quizá ni siquiera sería ideal que sucediese. No vamos a pensar que hay que restringir al Espíritu, o que antes de que se inventaran las comunidades eclesiales de base el Espíritu no sabía cómo moverse. No lleguemos a esos extremos.
Recuerdo que fue Jon Sobrino quien dijo inicialmente que las comunidades eclesiales son un nuevo modo de ser Iglesia. Después el cardenal Aloisio Lorscheider se apropió de la expresión. Y la asamblea nacional de los obispos de Brasil, en un documento sobre las CEBS, la hizo suya, y ahí está: las comunidades eclesiales de base son "un nuevo modo de ser Iglesia".
A mí, personalmente, la expresión me pareció muy hermosa, y me dejó a la vez un poco preocupado. Me explico. Si ellas son un nuevo modo de ser Iglesia, pueden ser un modo más entre otros muchos modos de ser Iglesia. Todos serían legítimos; de acuerdo. Pero ¿todos serán igualmente legítimos? ¿Todos serían igualmente contemporáneos? En el sexto encuentro intereclesial de las comunidades eclesiales de base, lanzamos otra expresión diferente que creo que da un paso más: "las comunidades eclesiales de base hacen que toda la Iglesia sea de otro modo". Y ahí está en síntesis lo que yo apuntaba: las CEBS contaminan, contagian de comunitariedad a toda la Iglesia. Al Papa: que se haga más comunitario. A la curia romana: que se haga más comunitaria. A los obispos, la administración de las curias, los sacramentos, la pastoral toda, el compromiso eclesial con los procesos del pueblo... que todo se haga más comunitario.

que nos dejen ser "esta" Iglesia
Cuando aquí en América Latina gritamos y reclamamos -con toda razón- que allí en el Vaticano no nos oyen, no nos escuchan, no nos atienden, ni siquiera nos conocen bien, no respetan nuestras culturas ni nuestra situación o los desafíos que vive nuestro pueblo, nosotros partimos de un argumento fundamentalísimo: deberían atender nuestra ubicación, las exigencias que vivimos, los desafíos que afrontamos.
¡Que nos dejen ser "esta" Iglesia, aquí y ahora, Iglesia en América Latina, Iglesia en Centroamérica, con estos desafíos particulares!
Es imposible que una Iglesia en Centroamérica deje de lado a la revolución que está ahí, que deje de lado a los mártires, los presos, los torturados, la seguridad nacional, la geopolítica norteamericana imperialista presente en Panamá y en toda la región y en América Latina entera... No podemos dejar de lado todas esas realidades. No podemos dejar de lado ese diálogo entre cristianismo y marxismo, entre Iglesia y revolución... Si hay algo de Iglesia en Centroamérica que no se preocupa de esas grandes realidades, ni siquiera es Iglesia. Porque está negando esa ubicación, esa encarnación que es una necesidad esencial a la Iglesia de Jesús para poder detectar el pecado, anunciar la Buena Noticia y celebrar el hoy de Dios y el lugar de Dios aquí y ahora.
Las intenciones no las juzgamos. Pero hablando objetivamente, creo que el más ortodoxo teólogo no podría negar esto que estamos diciendo. Si la Iglesia ha de ser instrumento, señal, sacramento del Reino, habría de serlo de un modo inteligible, localizado, encarnado en el respectivo lugar y hora.

carisma y poder
Para nosotros el último criterio no es la Iglesia, sino el Reino. Nosotros no seguimos a un obispo, sino a Jesús. Sería herejía decir lo contrario. El último criterio es el Reino. Seguimos a Jesús y no al obispo ni al Papa, aunque ellos tengan una misión insustituible. Porque la Iglesia local se constituye en torno a un obispo.
¿En caso de duda o de conflicto?: el Reino, el evangelio, el seguimiento. La moral más tradicional decía lo mismo, de otra manera: en caso de duda, si no se puede resolver de otra manera, hay que seguir la propia conciencia.
Nosotros los cristianos no resolvemos según nuestra simple conciencia humana, sino según eso que se añade a nuestra conciencia humana que es la conciencia cristiana, la fe, la conciencia de fe. Y esa conciencia de fe nos remite al Reino. Claro, que también nos remite a la Iglesia, a la Iglesia institución incluso. Leonardo Boff, en su libro "Iglesia, carisma y poder" no niega la institución, sino que simplemente pide que el poder no niegue el carisma, y que la institución se ponga al servicio del carisma. La institución de la Iglesia, como cualquier otra institución, sólo sirve en la medida en que sirve a su fin; en nuestro caso, al Reino.

por fidelidad
Yo decía en mis tiempos jóvenes: la revolución hay que hacerla desde dentro.
Ustedes conocen muchos militantes revolucionarios, perseguidos, que viven en la clandestinidad, amenazados de muerte diariamente, que llegaron también a esa convicción. No digo que el que se sale ya sea un cobarde o un traidor, no. A cada caso hay que aplicar lo de la "pastoral de la astucia", lo de "estrategia y táctica". Pero muchos, por fidelidad, creyeron que debían continuar dentro, en la clandestinidad, en el riesgo, en el peligro... Por fidelidad.

evitar complejos
Pase lo que pase hemos de evitar tanto el complejo de perseguidos dentro de la Iglesia como el complejo de "salvadores" dentro de la Iglesia. Nadie salva a la Iglesia sino el Señor Jesús. Si tenemos el "complejo" de perseguidos nos amargamos más de la cuenta, no damos testimonio de alegría pascual que debemos dar, e incluso le damos razón al adversario. Si los conservadores ven que nos sentimos acoquinados, arrinconados, perseguidos... se sentirán felices. No les vamos a dar ese gusto. Debemos vivir con libertad de espíritu.
Ahora bien, no tengamos tampoco complejo de "salvadores". Podemos, debemos criticar, disentir, etc., pero no sentirnos salvadores. A veces deberemos simplemente salir para otro lado. Aquello de sacudir el polvo de las sandalias se puede referir a una ciudad, a una comunidad religiosa, a una parroquia, hasta a una Iglesia local... También es verdad que hay que pensárselo bien a la hora de querer sacudir las sandalias: Jonás también quería hacerlo, y ya saben ustedes la historia...

quedarse o marcharse
Con respecto a quedarse o no quedarse en la Iglesia local (o en la parroquia o en la congregación religiosa) yo tengo el criterio siguiente. Creo que hay que hacer lo posible por continuar en la Iglesia local, o en el lugar donde se esté. Por un argumento sencillo: el pueblo no puede irse. Lo digo en un poema: el agente de pastoral va y viene del pueblo al pueblo... el pueblo se tiene que quedar. Puede llegar a ser una traición al pueblo, una fuga, un antitestimonio.
Nos quedamos, pues, siempre que podamos continuar sosteniendo al pueblo en su esperanza, en su caminar; quizá tendremos que pasar a actuar poco, a trabajar más en silencio, o hasta con ministerios más tradicionales. Si nuestra palabra ayuda, anima, sostiene al pueblo, quedémonos.
Por otra parte, siempre podremos hacer de "quinta columna", siempre podremos hacer un trabajo evangélicamente subversivo, un trabajo de "oposición sindical", dentro de la propia diócesis, comunidad o parroquia, asumiendo y afrontando la conflictividad.
También es importante en esos momentos de crisis el consultar. Vale la pena un viaje en esas horas difíciles para consultar. Porque si apelamos a nuestra conciencia hay que tener en cuenta que no somos islas, que tenemos a los hermanos, que nos pueden hacer luz, que nos pueden asesorar.
Y además, hay que poner a salvo el equilibrio psíquico y hasta una cierta alegría. Si uno ve que se está desequilibrando, que entró en una tensión insanamente angustiante... es mejor dejarlo, entonces sí, para bien de é1 (tiene el deber de no suicidarse) e incluso para bien de la comunidad, para no obstaculizar el proceso, el caminar de la comunidad, de la misma revolución.
Y ya saben: hay muchas personas que tuvieron que salir de donde estaban y Dios abrió caminos espléndidos por otro lado.

podemos, podamos
A mí me saben mal todos esos retrocesos: "Iglesia popular", ¿ya no podemos hablar de Iglesia popular? Imagínense que cedemos también y no vamos a poder hablar -como quieren- de "pluralismo"... Pues no señor. Podemos. Podamos.
El mismo Papa ha dicho que se puede entender bien el término "Iglesia Popular". Imagínense que en Brasil no hubiera habido ciertos obispos en la cúpula misma de la Conferencia Episcopal, y que en Perú no hubiera habido por lo menos un equilibrio, que no hubiera habido al lado de aquellos obispos del opus dei y del sodalicio otros obispos y multitud de apoyos internacionales... pues hubiéramos podido llegar a una situación en la que de la noche a la mañana no se hubiera podido hablar ya ni de teología de la liberación. Si retrocedemos en Brasil y retroceden en Perú, no sé qué hubiera pasado. Ustedes no pueden, no deben dejar de hablar de Iglesia de los pobres, de Iglesia popular, de diálogo Iglesia-revolución... con toda naturalidad, con la misma exhibición por lo menos con la que otros exhiben su burguesía y su conservadurismo. Exhibir esa eclesialidad será un modo de contagiarla.

esperanza pascual
En pastoral debemos dar finalmente a todo un sentido pascual. Yo sé que ustedes, en Centroamérica, tienen que hacer un gran esfuerzo para vivir la alegría pascual, el gozo en el Espíritu. Pero es necesario hacer ese esfuerzo, incluso para su propio equilibrio personal. Aún en las situaciones más difíciles y tensas, los cristianos podemos vivir con un rostro menos fruncido. Los cristianos, aún en todas esas tensiones, podemos apelar a una victoria ya realizada, a una presencia segura, a una compañía que rompe toda clandestinidad...
Ahí, en Centroamérica, con todos esos problemas y en todas esas situaciones heroicas, con todos esos compañeros cristianos y no cristianos, traten de poner ternura, alegría, gozo en el Espíritu, libertad del Espíritu... Recuerden la palabra del Che, tan cristiana: "hay que endurecerse, pero sin perder nunca la ternura". Esa es también una característica muy significativa en la revolución nicaragüense. Yo pienso que el marxismo en América Latina, en nuestras mismas revoluciones, tiene mucho de ternura, a pesar de dramas, errores y hasta muertes internas. Y nosotros los cristianos podemos y debemos vivir y expandir esa alegría y esa ternura. Si el Reino es el anuncio de la Buena Noticia, pues que se note que la Noticia es buena.


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