América Latina
Austen Ivereigh
Cabe afirmar que América Latina es el continente más intensamente cristiano de la tierra,
al albergar a la mitad de los católicos del mundo así como a una población evangélica
en rápida expansión. En cualquier parte del Brasil de habla portuguesa como
de la América Latina de habla española (naciones que comparten un pasado colonial
ibérico común) entre el 60 y el 90 % de la población se define como católica y la Iglesia
católica goza de un estatus especial en muchas de las Constituciones republicanas de
estas naciones. No ocurre lo mismo en naciones más pequeñas, especialmente en el
Caribe, donde las Iglesias protestantes dominan las islas angloparlantes.
Además, en las naciones iberoamericanas hay una diversidad religiosa mucho mayor
de lo que se suele pensar, fruto de la inserción de América Latina en la economía global
en el siglo XIX. Esto explica el elevado número en Cuba y Brasil de practicantes del
espiritismo (santería en Cuba), una mezcla de creencias basada en el animismo de los
esclavos africanos que españoles y portugueses llevaron a trabajar en las plantaciones
de azúcar y café. La inmigración masiva de principios del siglo XX a Argentina (además
de a Chile, Uruguay, Colombia y Venezuela) también dejó su impronta: por ejemplo, la
población judía de Buenos Aires ronda las 200 000 personas, y la ciudad cuenta con
una docena de sinagogas. Y mientras la mayor parte del millón de habitantes de Argentina
descendientes de sirios y libaneses son cristianos, en Argentina hay unos
100 000 musulmanes y posiblemente unos 35 000 en Brasil.
Tras independizarse de España y Portugal en el siglo XIX, cuando América Latina se
convirtió en una serie de repúblicas autogobernadas, muchas de sus Constituciones
siguieron un modelo común que reconocía la libertad religiosa, o al menos la libertad
de culto, mientras el Estado ejercía un control sobre la Iglesia, y en muchos casos
adoptaron el catolicismo como religión oficial. En algunos países el Estado subvencionaba
a la Iglesia, herencia que ha llegado a nuestros días: por ejemplo, los obispos de
Argentina reciben un sueldo del Estado, y en Haití, donde el catolicismo ya no es la religión
oficial, el clero católico percibe un estipendio público que no se concede a los
ministros de otras religiones.
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No obstante, en otros lugares (especialmente en México y Colombia), la actitud del Estado
hacia la Iglesia varía dependiendo de quienes estén en el poder, los liberales o
los conservadores: los liberales intentan reducir el poder de la Iglesia, los conservadores
la consideran un baluarte del orden social. México ha sido el máximo exponente
del primer caso: la Constitución revolucionaria de 1917 expropió todas las propiedades
de la Iglesia, declaró ilegales sus colegios y llegó incluso a prohibir a los sacerdotes
vestir como tales, hasta tal punto que en la década de 1920 un levantamiento de campesinos
y sacerdotes contra el Gobierno mexicano llevó a que el Estado procediera a
la persecución y matanza de los sacerdotes católicos. Sin embargo, en la misma década,
la Iglesia y el Estado se separaron de forma amistosa en Chile, cuya Constitución
protege la libertad de conciencia y el libre ejercicio de todas las religiones que no se
oponen a la moralidad, las buenas costumbres y el orden público.
Siguiendo el ejemplo de Europa y América del Norte, el compromiso con la libertad religiosa
se extendió por América Latina después de la Segunda Guerra Mundial, especialmente
entre los partidos y movimientos demócrata-cristianos, proceso facilitado por
la Iglesia católica que renunció a reclamar cualquier privilegio especial y al Concilio
Vaticano II. No obstante, en las décadas de 1960 y 1970, cuando las cepas marxistas
de la teología de la liberación causaron la división de la Iglesia por cuestiones políticas,
algunos miembros de la jerarquía eclesiástica siguieron manteniéndose cerca de los
políticos autoritarios como forma de defenderse ante un comunismo que consideraban
una amenaza. Al mismo tiempo, cientos de latinoamericanos pobres se dirigieron hacia
las Iglesias evangélicas y pentecostales: por ejemplo, actualmente el 20 % de la población
de Brasil es evangélica mientras en otros Estados de Centroamérica un tercio
de la población se define como protestante.
Las Iglesias evangélicas tienen, en general, plena libertad de culto y expresión tanto
en la ley como en la práctica. Normalmente, donde encuentran restricciones, éstas son
producto de regímenes laicistas y ateos que las aplican también a la Iglesia católica.
Así, en México, donde las restricciones legales más graves fueron retiradas en 1992,
las Iglesias siguen sin poder retransmitir programas u organizar actos religiosos sin
permiso gubernamental; y cuando algún dirigente de una Iglesia, sea de la confesión
que sea, hace declaraciones sobre temas políticos o sociales, el Gobierno le recuerda
que México es un Estado oficialmente laico y que la religión es una cuestión privada.
Lo mismo ocurre en Cuba, donde el Estado comunista sigue restringiendo fuertemente
la libertad de religión, aún cuando permite la libertad de culto; a pesar de que las restricciones
que afectan a la Iglesia no difieren de las que pesan sobre los actores no
gubernamentales, su efecto se siente profundamente ya que la Iglesia sigue constituyendo
el actor más importante de la vida social.
Mientras tanto, bajo el régimen populista autoritario de Venezuela, la hostilidad oficial
contra la religión ha llevado a quejas de los obispos católicos por las expropiaciones,
el acoso, la vigilancia de los dispositivos electrónicos (sobre todo las escuchas telefónicas)
y el haber prohibido que los sacerdotes atiendan en hospitales y prisiones. En
los Andes, en Ecuador, el Gobierno de izquierdas de Rafael Correa ha sido acusado
de eliminar las capillas católicas de las prisiones y de retirar los crucifijos de los hospitales.
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Incluso allí donde hay libertad religiosa tanto en las leyes como en la práctica, las minorías
pueden tener que afrontar la intolerancia y, en ocasiones, la violencia, como
ocurre en Brasil, donde los practicantes de creencias sincréticas, como la umbanda y
el candomblé, informan de que han sufrido ataques por parte de evangélicos que les
acusan de dar culto al demonio.
América Latina tiene que fomentar la libertad religiosa de tres formas principales: retirando
las sanciones que siguen aplicándose, tanto legales como extraoficiales, a los
organismos religiosos; con una mayor cooperación entre las distintas confesiones, especialmente
entre evangélicos y católicos, que permita la colaboración en temas que
preocupan a ambos; con una mayor aceptación por parte de los Gobiernos de la zona
de las voces religiosas en la vida nacional. La elección de un papa argentino en marzo
de 2013, que como arzobispo de Buenos Aires inició un modelo único de diálogo y colaboración
interreligiosa, solo puede tener efectos positivos en estas tres áreas.
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Informes
Afganistán 45
Albania 47
Alemania 48
Andorra 51
Angola 53
Antigua y Barbuda 55
Arabia Saudí 57
Argelia 59
Argentina 61
Armenia 64
Australia 66
Austria 69
Azerbaiyán 71
Bahamas 74
Bahréin 76
Bangladés 80
Barbados 84
Bélgica 86
Belice 89
Benín 91
Bielorrusia 93
Birmania (Myanmar) 96
Bolivia 101
Bosnia y Herzegovina 103
Botsuana 107
Brasil 108
Brunéi Darussalam 110
Bulgaria 113
Burkina Faso 115
Burundi 117
Bután 118
Cabo Verde 122
Camboya 123
Camerún 126
Canadá 129
Chad 133
Chile 136
China 139
Chipre 147
Colombia 149
Comoras 152
Congo Brazzaville 155
Corea del Norte 157
Corea del Sur 161
Costa de Marfil 163
Costa Rica 165
Croacia 168
Cuba 171
Dinamarca 174
Dominica 176
Ecuador 178
Egipto 180
El Salvador 186
Emiratos Árabes Unidos 188
Eritrea 190
Eslovaquia 196
Eslovenia 199
España 200
Estados Unidos de América 203
Estonia 208
Etiopía 210
Filipinas 213
41
Finlandia 215
Fiyi 217
Francia 219
Gabón 223
Gambia 225
Georgia 226
Ghana 229
Granada 231
Grecia 233
Guatemala 235
Guinea Bissau 237
Guinea Conakry 238
Guinea Ecuatorial 240
Guyana 242
Haití 244
Honduras 246
Hungría 248
India 250
Indonesia 256
Irán 261
Iraq 264
Irlanda 268
Islandia 270
Islas Marshall 272
Islas Salomón 273
Israel 275
Italia 279
Jamaica 284
Japón 286
Jordania 287
Kazajistán 290
Kenia 295
Kiribati 299
Kirguistán 301
Kosovo 304
Kuwait 308
Laos 311
Letonia 313
Lesoto 315
Líbano 317
Liberia 321
Libia 323
Liechtenstein 328
Lituania 330
Luxemburgo 332
Macedonia 335
Madagascar 338
Malasia 340
Malaui 344
Maldivas 346
Mali 350
Malta 354
Marruecos 355
Mauricio 358
Mauritania 360
México 362
Micronesia 365
Moldavia 367
Mónaco 369
Mongolia 370
Montenegro 371
Mozambique 375
Namibia 378
Nauru 381
Nepal 383
Nicaragua 386
Níger 388
Nigeria 390
Noruega 396
Nueva Zelanda 398
Omán 400
Países Bajos 402
42
Pakistán 405
Palaos 410
Panamá 412
Papúa Nueva Guinea 414
Paraguay 416
Perú 418
Polonia 421
Portugal 425
Qatar 427
Reino Unido 430
República Centroafricana 437
República Checa 443
República Democrática del Congo 445
República Dominicana 447
Ruanda 449
Rumanía 451
Rusia 453
Samoa 456
San Cristóbal y Nieves 457
San Marino 459
Santa Lucía 460
Santo Tomé y Príncipe 462
San Vicente y Las Granadinas 464
Senegal 466
Serbia 468
Seychelles 472
Sierra Leona 474
Singapur 476
Siria 479
Somalia 484
Sri Lanka 488
Suazilandia 492
Sudáfrica 494
Sudán 497
Sudán del Sur 503
Suecia 507
Suiza 509
Surinam 511
Tailandia 513
Taiwán 515
Tanzania 517
Tayikistán 521
Territorios Palestinos 523
Timor Oriental 526
Togo 528
Tonga 529
Trinidad y Tobago 530
Túnez 532
Turkmenistán 534
Turquía 539
Tuvalu 542
Ucrania 544
Uganda 547
Uruguay 551
Uzbekistán 553
Vanuatu 557
Venezuela 558
Vietnam 560
Yemen 564
Yibuti 567
Zambia 570
Zimbabue 571
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