miércoles, 30 de diciembre de 2015

Beato Juan María Boccardo - San Felix I - San Perpetuo de Tours - San Jocundo de Aosta 30122015

Beato Juan María Boccardo

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Beato Juan María Boccardo, presbítero y fundador
En el territorio de Pancalieri, cerca de Turín, igualmente en Italia, beato Juan María Boccardo, presbítero, el cual, trabajando infatigablemente en el cuidado de los ancianos y enfermos, fundó el Instituto de Hijas Pobres de San Cayetano.
Nació el 20 de noviembre de 1848 y falleció en Pancalieri el 30 de diciembre de 1913. Fue sacerdote, y además además un prolífico escritor, cuyas obras ocupan 44 volúmenes. Lo siguiente es un fragmento de la homilía que SS. Juan Pablo II pronunció en la misa de beatificación, en la Plaza Vittorio Veneto de Turín, el 24 de mayo de 1998. El texto completo puede leerse, en castellano, aquí:

Don Giovanni Maria Boccardo fue un hombre de profunda espiritualidad y, a la vez, un apóstol dinámico, promotor de la vida religiosa y del laicado, siempre atento a discernir los signos de los tiempos. Escuchando, en la oración, la palabra de Dios, maduró una fe vivísima y profunda. Escribió: «Sí, Dios mío, lo que quieres tú, lo quiero también yo».

Y ¿qué decir de su infatigable celo en favor de los más pobres? Supo acercarse a todas las miserias humanas con el espíritu de san Cayetano de Thiene, espíritu que infundió en la congregación femenina que fundó para el cuidado de los ancianos y los enfermos, y para la educación de la juventud. Hizo suya la invitación evangélica: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia» (Mt 6, 33).

Como el santo cura de Ars, del que era devoto, indicó a sus parroquianos, con su palabra y sobre todo con su ejemplo, el camino del cielo. El día de su ingreso en Pancalieri como párroco, dijo a los fieles: «Vengo aquí, queridos hermanos, para vivir como uno de vosotros, como vuestro padre, vuestro hermano y vuestro amigo, y para compartir con vosotros las alegrías y las penas de la vida (...). Vengo como servidor de todos, y cada uno podrá disponer de mí, y yo me consideraré siempre dichoso y feliz de poderos servir, buscando sólo hacer el bien a todos».

Se declaraba siempre hijo devoto de la Virgen, y a ella recurría con constante confianza. A una persona que le preguntó: «¿Es tan difícil ganar el Paraíso?», le respondió: «Sé devoto de María, que es su .puerta., y entrarás». Su ejemplo sigue vivo en la memoria de la gente, que a partir de hoy puede invocarlo como intercesor en el cielo.


fuente: Vaticano



San Felix I

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San Félix I, papa
En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de san Félix I, papa, el cual rigió la Iglesia Romana en tiempo del emperador Aureliano.
El Liber Pontificalis afirma que el papa san Félix I fue mártir, y construido una iglesia sobre la via Aurelia, en la que fue sepultado. Sin embargo, ninguno de los dos datos son ciertos, así como otras afirmaciones que también se han hecho sobre él a lo largo de la historia, como atribuirle algunos decretos de materia litúrgica. En realidad, es escaso lo que se sabe de san Félix, aunque puede darse por cierto que no murió márir y que fue enterrado en el cementerio de Calixto.
Sucedio a san Dionisio en el 269 y ejerció el episcopado hasta el 274. Durante su pontificado tuvo lugar la deposición de la sede de Antioquía de Pablo de Samosata, por sus herejías trinitarias. Nos cuenta Eusebio que como el hereje no quisiera bajo ningún concepto abandonar su sede, intervino el poder secular: fue desalojado por orden del emperador Aurelio, que consideró que la decisión de apartarlo era justa ya que no estaba «en correspondencia epistolar con los obispòs de Italia y de la ciudad de Roma». Muchos años después, en el Concilio de Éfeso, en el 431, se leyó la Carta de san Félix con motivo de estas controversias doctrinarias; pero la carta leída había sido manipulada por los apolinaristas, por lo que no ha llegado a nosotros el escrito del propio san Félix.
De acuerdo con la «Depositio Episcoporum», san Félix murió el 30 de diciembre, es decir, el III Kalendas Jan[uari]. Sin embargo tradicionalmente se lo ha celebrado el 30 de mayo, es decir, el III Kalendas Jun[ii], por un simple error de copista. El Martirologio actual ha restaurado la fecha correcta. 

 J. P. Kirsch en Catholic Encyclopedia, así como los comentarios de Duchesne en la edición del Liber Pontificalis (tomo I pág 58), y el Comentario al Martirologio Jeronimiano, pág. 14-16; Acta Sanctorum, mayo, VII, 236-37. La referencia de Eusebio se encuentra en la Historia Eclesiástica, VII,30,19; Eusebio tiene errada la cronología (ver notas a la edición BAC, pág 495). Hay también un artículo en «Los Papas, de San Pedro a Juan Pablo II», de Jean Mathieu-Rosay, Rialp, Madrid, 1990, pp 51.




Hijo de un hombre llamado Constancio, su pontificado coincidió con el gobierno del emperador Aurelianopersecuciones que contra los cristianos habían aplicado sus antecesores. quien en los primeros años de su reinado abandonó la política de
En los comienzos de su pontificado llegaron a Roma noticias del sínodo que se había celebrado en Antioquía y que había depuesto al obispo antioquiano Pablo de Samosata por enseñar una doctrina contraria a las enseñanzas de la Iglesia sobre la Trinidad. La cuestión había tomado un cariz político por el apoyo a Pablo de Samosata del emperador Aureliano, a pesar de lo cual Félix emitió un decreto indicando que nadie podía ser obispo si no estaba en comunión con la sede de Roma con lo que ratificó la deposición aprobada en el concilio de Antioquía del obispo de la ciudad, afirmando la divinidad y humanidad de Jesucristo y las dos naturalezas distintas en una sola persona.
Ordenó enterrar a los mártires bajo los altares de los templos y celebrar la misa sobre sus sepulcros, celebración que sólo podrían realizarla los sacerdotes y en el propio templo salvo por causa mayor, para impedir la celebración de misas privadas. Hacia el final de su pontificado, Aureliano retomó la política de persecuciones.
Félix I murió el 30 de diciembre de 274.



San Perpetuo de Tours

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San Perpetuo de Tours, obispo
En Tours, en la Galia Lugdunense, san Perpetuo, obispo, que edificó la basílica de San Martín y muchas otras en honor de los santos, y reguló en su Iglesia la práctica de ayunos y vigilias.
San Perpetuo sucedió a Eustoquio en la sede de Tours. Durante los treinta o más años que gobernó la diócesis, luchó mucho por propagar la fe, imponer la disciplina y determinar los ayunos y fiestas en su territorio. Entre otras cosas, decidió que se observara el ayuno un día por semana, probablemente el lunes, desde la fiesta de San Martín hasta la Navidad. San Gregorio de Tours, que escribió un siglo más tarde, dice que estas disposiciones se observaban todavía en su época. San Perpetuo profesaba gran devoción a san Martín de Tours, en cuyo honor construyó o ensanchó la basílica que lleva su nombre. Como la iglesia que san Bricio había construido sobre la tumba de san Martín resultaba demasiado pequeña para el número de peregrinos, san Perpetuo mandó trasladar las reliquias a la nueva basílica, cuya consagración tuvo lugar hacia el año 491. La construcción había durado veintidós años.

Se dice que el dolor que causaron al santo las invasiones de los godos y la propagación del arrianismo apresuraron su muerte. Unos quince años antes, había escrito su testamento; si fuera genuino, el documento sería de gran importancia. En él perdona el santo a todos sus deudores y concede la libertad a sus esclavos; deja a su iglesia su biblioteca y varias fincas, establece una fundación para las lámparas de la iglesia y la compra de vasos sagrados, y señala a los pobres como herederos del resto de sus posesiones. El testamento empieza con estas palabras: «En el nombre de Jesucristo, Amén. Yo, Perpetuo, pecador, sacerdote de la Iglesia de Tours, no queriendo morir sin hacer testamento pura evitar que los pobres queden defraudados ...» Al fin del documento, el santo dirige estas palabras a sus herederos: «Vosotros, mis amadísimos hermanos, vosotros los pobres, los necesitados, los enfermos, las viudas y los huérfanos, vosotros que fuisteis mi alegría y mi corona, sois también mis herederos. Os dejo todo lo que tengo, excepto las cosas que he indicado más arriba. Os dejo mis campos, pastizales, viñedos, casas, jardines, aguas, molinos, oro, plata y vestidos ...» Perpetuo dejó a su hermana, Fidia Julia Perpetua, una crucecita de oro con algunas reliquias; a una iglesia, una píxide de plata para el Santísimo Sacramento. Es una pena tener que advertir que este documento, cuya autenticidad aceptaban d'Achéry, Henschenius, Alban Butler y aun el «Diccionario de Biografías Cristianas» de 1887, es una falsificación del siglo XVII, debida a la pluma del desvergonzado Jerónimo Vigner (no fue esta su única falsificación hagiográfica). Esto demuestra una vez más la necesidad de estudiar críticamente las fuentes hagiográficas de todas las épocas. También el epitafio del santo, que se creía genuino, es una falsificación.

Acta Sanctorurn, abril, vol. I; y cf. Analecta Bollandiana, vol. XXXVIII (1920), pp. 121-128, y Duchesne Fastes Episcopaux, vol. II, pp. 300-301. Sobre el pretendido testamento de san Perpetuo, ver Havet, Bibliotheque de l'Ecole de Chartres, vol. XLVI (1885), pp. 207-224.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Jocundo de Aosta

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San Jocundo de Aosta, obispo
En Aosta, en los Alpes Graios, san Jocundo, obispo.
Entre los santos que han honrado con su presencia y actividad la bellísima ciudad de Aosta y su valle, además de san Urso, eremita del siglo VI, y san Grato, obispo y patrono de la ciudad, del siglo V, está san Jocundo, que fue el tercer obispo de Aosta -la romana Augusta Pretoria-, sede en la que sucedió al mencionado san Grato. Por su lejanía en el tiempo y por falta de documentación, no puede decirse casi nada de él. Se sabe con certeza que participó en el Concilio de Roma del 501 y del 502.
fuente: Santi e Beati


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