SERMÓN XLII(352)
Adolescens, tibi dico: surge.
muerto. Entonces, Nuestro Señor llegó hasta él y se acercó y se compadeció de él y lo
tocó y dijo: “Joven, te digo y te ordeno: ¡levántate!”» (Cfr. Lucas 7, 12 ss.).
Ahora habéis de saber: En todas las personas buenas Dios se halla por entero y hay
un algo en el alma en cuyo interior vive Dios, y hay un algo en el alma donde el alma
vive en Dios. Y cuando el alma se vuelve hacia fuera, hacia las cosas exteriores, entonces
muere y Dios muere también para el alma. [Pero], por eso no muere en absoluto en
Él mismo, sino que sigue viviendo en sí mismo. Cuando el alma se separa del cuerpo, el
cuerpo está muerto y el alma vive en sí misma; de igual modo Dios está muerto para el
alma y vive en sí mismo. Sabedlo, pues: hay una potencia en el alma(353), que es más extensa
que el cielo —que es increíblemente extenso y tan extenso que no es posible enunciarlo
bien— mas, esa misma potencia todavía es mucho más extensa(354).
¡Hola, esforzaos mucho y prestad atención! Resulta que el Padre celestial, en esta
potencia noble, le dice a su Hijo unigénito: «¡Joven, levántate!» Hay una unión tan
grande entre Dios y el alma que es increíble, y Dios en sí mismo es tan alto que no puede
llegar hasta allí ningún conocimiento ni anhelo alguno. El anhelo llega más lejos que
todo aquello que se puede aprehender por el conocimiento. Aquél es más extenso que
todos los cielos, ah sí, [y] que todos los ángeles, y eso que todo cuanto hay en la tierra,
vive por una chispita del ángel. El anhelo es extenso, desmedidamente extenso. Todo
cuanto el conocimiento puede aprehender y el anhelo puede desear, no es Dios. Ahí donde
terminan el conocimiento y el anhelo, ahí está oscuro, ahí luce Dios(355).
Nuestro Señor dice, pues: «¡Joven, te digo: levántate!» Ojo, si he de escuchar en mi
interior el habla de Dios, tengo que haberme extrañado tan completamente de todo
cuanto es mío —en especial, en el reino de lo temporal— como me resulta extraño
352 Encabezamiento: «El domingo XVI después de Trinidad». El mismo texto se halla en el antiguo
misal de los dominicos para el día indicado arriba.
353 La chispita del entendimiento supremo.
354 Quint (t. II p. 302 n. 2) explica que bajo «la potencia más extensa que el cielo» se entiende el anhelo,
mientras «esa misma potencia» corresponde a «algo en el alma» mencionado arriba.
355 En su traducción al alto alemán moderno Quint intercala «pero» antes de «ahí luce Dios». Acaso
no haga falta, pues la oscuridad de Dios y su luz son dos aspectos paradójicos que, sin embargo, en la
concepción mística van juntos.
aquello que se halla allende el mar. El alma es, en sí misma, tan joven como cuando fue
creada, y la edad que le corresponde, sólo vale con miras al cuerpo, por cuanto ella actúa
en los sentidos. Dice un maestro(356): «Si un hombre anciano tuviera los ojos de un joven,
vería tan bien como un joven». Ayer estaba sentado en un lugar y dije allí una palabra
que suena bastante increíble… dije, pues, que Jerusalén queda tan cerca de mi alma,
como el lugar en donde estoy ahora. Ah sí, con toda verdad: aquello que dista de Jerusalén
más de mil millas, queda tan cerca de mi alma como mi propio cuerpo, y de ello estoy
tan seguro como del hecho de ser hombre, y es [cosa] fácil de comprender para los
frailes doctos. ¡Sabed[lo]: mi alma es tan joven como cuando fue creada, ¡ah sí! y mucho
más joven todavía! Y ¡sabed!: si mañana fuera más joven qué hoy, no me sorprendería(357).
El alma tiene dos potencias que nada tienen que ver con el cuerpo; y éstas son [el]
entendimiento y [la] voluntad: ellas operan por encima del tiempo. ¡Ojalá estuvieran
abiertos los ojos del alma de modo que el conocimiento mirara claramente la verdad!
¡Sabed[lo]: a tal hombre le resultaría tan fácil renunciar a todas las cosas como a un garbanzo
o una lenteja o una nonada; ¡ah sí, por mi alma, todas estas cosas serían nonada
para semejante hombre! Ahora bien, hay algunas personas que se despojan de estas cosas
por amor, pero consideran muy grandes las cosas que han dejado. Pero aquel hombre
que reconoce en la verdad que, si bien renuncia a sí mismo y a todas las cosas, esto no
es nada aún… por cierto, el hombre que vive así, posee en la verdad todas las cosas.
En el alma hay una potencia(358) para la cual todas las cosas son igualmente dulces; ah
sí, lo peor y lo mejor de todo le resultan completamente iguales a esta potencia; ella
toma a todas las cosas por encima de «aquí» y «ahora». «Ahora»… esto es tiempo, y
«aquí»… esto es lugar, el lugar donde me encuentro ahora. Mas, si hubiera salido enteramente
de mí mismo, desasiéndome por completo, entonces ¡albricias! el Padre engendraría
a su Hijo unigénito en mi espíritu con tanta pureza que el espíritu volvería a darlo
a luz. Ah sí, [lo digo] con toda verdad: Si mi alma estuviera tan dispuesta como el alma
de Nuestro Señor Jesucristo, el Padre obraría en mi interior tan puramente —y nada menos—
como en su Hijo unigénito; porque me ama a mí con el mismo amor con el que se
ama a sí mismo. San Juan dice: «Al comienzo era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y
Dios era el Verbo» (Juan 1, 1). Ea, aquel que ha de escuchar el Verbo en el Padre —allí
356 Aristóteles, De an. I t. 65. Véase también Thomas, In De anima 1. I lect. 10.; y S. theol. I q. 77 a. 8
obi. 3; y Albertus Magnus, Met. II tr. 2 c. 16.
357 Texto según la traducción al alto alemán moderno de Quint. Parece, empero, que el giro en alto
alemán medio «mir versmahte daz» significa más bien «me disgustaría» de modo que la frase diría: «Si
mañana mi alma no fuera más joven que hoy, me disgustaría».
358 Una potencia = el entendimiento.
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reina gran silencio— debe estar muy tranquilo y apartado de todas las imágenes, ah sí, y
de todas las formas. Ea, este hombre debería vincularse a Dios con tanta lealtad que todas
las cosas juntas no fueran capaces de alegrarlo ni entristecerlo. Ha de recibir todas
las cosas en Dios, tales como son en Él.
Ahora dice: «¡Joven, te digo: levántate!». Él mismo quiere hacer la obra. Si alguien
me mandara que transportase una sola piedra, lo mismo me podría ordenar transportar
mil piedras en vez de una, siempre y cuando él mismo quisiera llevarlas. O, si mandara
a alguien que transportase un quintal, lo mismo podría ordenar que transportara mil
quintales en vez de uno, siempre y cuando él mismo quisiera llevarlos. Ea, Dios mismo
quiere hacer esta obra, el hombre sólo ha de obedecer y no oponerse. Ay, si el alma sólo
se dispusiera a vivir adentro, tendría presentes todas las cosas. Hay una potencia(359) en el
alma y no sólo una potencia sino: [una] esencia y no sólo [una] esencia, sino algo que
desliga de [la] esencia… esto es tan acendrado y tan elevado y tan noble en sí mismo
que ninguna criatura puede entrar sino sólo Dios que mora ahí. Ah sí, [lo digo] con plena
verdad: Dios mismo no puede entrar tampoco, en cuanto tiene modo de ser ni en
cuanto es sabio ni en Cuanto es bueno ni en cuanto es rico. Ah sí, Dios no puede entrar
ahí con ningún modo [de ser]. Dios puede entrar ahí sólo con su desnuda naturaleza divina.
Ea, daos cuenta, pues, que dice: «¡Joven te digo!». Y ¿qué es el «decir» de Dios? Es
la obra de Dios, y esta obra es tan noble y tan elevada que sólo Dios la hace. Sabed
pues: toda nuestra perfección y toda nuestra bienaventuranza dependen de que el hombre
atraviese y sobrepase toda criaturidad y toda temporalidad y toda esencia, y vaya al
fondo carente de fondo.
Pedimos a Dios, Nuestro querido Señor, que logremos ser uno y moremos adentro y
que Dios nos ayude a [llegar] a ese mismo fondo. Amén.
359 Se trata otra vez de la «chispita del entendimiento supremo».
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