San Flananio de Killaloe | |
San Flananio de Killaloe, obispo
En Killaloe, de Irlanda, san Flananio, obispo.
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San Winebaldo de Hildesheim | |
San Winebaldo de Hildesheim, abad
En el monasterio de Hildesheim, en Baviera, san Winebaldo, abad, que, inglés de origen, con su hermano el obispo san Willibaldo siguió a san Bonifacio y le ayudó en la evangelización de los pueblos germánicos.
El 7 de febrero referimos que san Ricardo, que era anglosajón, hizo una peregrinación a Roma con sus dos hijos,san Wilibaldo y san Winebaldo, y que murió en Lucca. Los dos jóvenes prosiguieron hacia Roma, donde Wilibaldo decidió hacer una peregrinación a Tierra Santa. Winebaldo, que desde niño había sido muy delicado de salud y estaba entonces enfermo, se quedó en Roma. Allí estudió siete años y se consagró con toda su alma al servicio divino. Después volvió a Inglaterra, donde persuadió a varios amigos y parientes que le acompañasen de nuevo a Roma. En la Ciudad Eterna se consagró a Dios en la vida religiosa. El año 739, san Bonifacío hizo su tercera visita a Roma y persuadió a Winebaldo de que partiese con él a evangelizar la Germania. San Winebaldo recibió la ordenación sacerdotal en Turingia y tomó a su cuidado siete iglesias, a las que administró desde Sulzenbrücken, cerca de Erfurt. Como los sajones le persiguiesen, fue a evangelizar en la región de Baviera. Al cabo de algunos años de incansable trabajo, volvió a reunirse con san Bonifacio en Mainz; pero como no pudo establecerse allí, fue a reunirse con su hermano, que era obispo de Eichstätt. Wilibaldo quería construir un monasterio doble que fuese un modelo de piedad y un centro de saber para las numerosas iglesias que había fundado, y rogó a Winebaldo y a su hermana santa Walburga que acometiesen la empresa.
Así pues, Winebaldo se dirigió a Heidenheim de Würtemberg, donde abrió un claro en un bosque y empezó por construir una serie de pequeñas celdas para él y sus monjes. Poco después, construyó un monasterio para sus discípulos y un convento para santa Walburga y sus religiosas. Los paganos, molestos por los esfuerzos que hacía san Winebaldo por someterlos a las reglas de la moral cristiana, trataron de darle muerte; pero el santo logró escapar de la celada y siguió predicando el Reino de Dios. Supo mantener entre sus monjes el espíritu monástico, enseñándoles sobre todo la perseverancia en la oración y exhortándolos a no perder nunca de vista la vida de Cristo, que era el modelo al que debían conformarse y conformar a los paganos. San Winebaldo sometió los dos monasterios a la regla de San Benito. San Winebaldo, que estuvo enfermo durante muchos años, tenía en su celda un altar para celebrar la misa cuando no podía salir. La enfermedad entorpeció su trabajo misional, pues no podía hacer viajes largos. En cierta ocasión en que fue a Würzburgo, llegó casi moribundo al santuario de San Bonifacio en Fulda. Tres semanas después, sintiéndose mejor, emprendió el viaje de vuelta; pero en la siguiente población tuvo que guardar cama una semana más. Al cabo de tres años de sufrimientos casi continuos, el santo se preparó para morir. Falleció en los brazos de su hermano y de su hermana el 18 de diciembre del año 761, después de haber exhortado tiernamente a sus monjes. Hugeburga, la religiosa de Heidenheim que escribió la vida del santo, cuenta que en su sepulcro se obraron varias curaciones milagrosas. Y también san Ludgerio escribe en la biografía de san Gregorio de Utrecht: «Winebaldo fue muy amado por mi maestro Gregorio; con los grandes milagros que obra después de su muerte muestra lo que fue su vida».
Holder-Egger, en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores, vol. XV, pp. 106-117. Die Regesten der Bischöfe von Eichstätt de F. Heldingfelder (1915). Véase también "Analecta Bollandiana", vol. XLIX (1931), pp. 353.397; y W. Levison, England and the Continent ... (1946).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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San Pablo Nguyen | |
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Santos Pablo Nguyen Van My, Pedro Truong Van Duong y Pedro Vu Van Truat,catequistas mártires
En la colina de Go-Voi, en Tonkin, santos Pablo Nguyen Van My, Pedro Truong Van Duong y Pedro Vu Van Truat, mártires, los cuales, siendo catequistas y manteniéndose firmes en la fe, en tiempo del emperador Minh Mang fueron estrangulados.
A los tres santos que fueron martirizados el 18 de diciembre de 1838 en Co-Voi, Vietnam, les llevó al martirio las argucias de una mujer, llamada Yen, que creía que denunciando a los dirigentes cristianos de su pueblo podría obtener el indulto para su marido, encarcelado bajo la acusación de pertenecer a una banda de maleantes. Simuló querer convertirse al cristianismo y así pudo saber quiénes eran los catequistas de la comunidad cristiana de Bau-No, y al no estar el misionero, san Juan Carlos Cornay, los denunció a ellos. Arrestados y conducidos ante el mandarín, se negaron a decir dónde estaba el misionero, que era lo que más quería el mandarín, pero se les exigió también que pisotearan la cruz en señal de apostasía. Los confesores de la fe se negaron y persistieron en su negativa pese a los golpes y azotes que acompañaron los tremendos interrogatorios a los que fueron sometidos. Condenados por fin a muerte, los tres la recibieron con entereza y generosidad evangélicas. Fueron beatificados en el 1900 y canonizados el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II.
Pablo Nguyen Van My nació en Ke-Non en 1798. Decidido a ser catequista, hace los estudios en su pueblo y en Ké-Vinh. Fue nombrado colaborador del P. Marette, a cuyo lado trabajó apostólicamente entre 1817 y 1836. Ese año pasó a la compañía de san Juan Carlos Cornay, hasta su detención.
Pedro Truong Van Duong nació en Ke-So en 1808 en el seno de una familia cristiana. A los 9 años es acogido en la misión de Yentap, y pasa luego como ayudante de varios sacerdotes hasta que en 1824 obtiene el diploma de catequista, siendo enviado a Bau-No con el P. Marette. Arrestado y bárbaramente azotado, se mantuvo firme y desde la cárcel escribió una carta en la que manifestó su alegría de padecer por Cristo.
Pedro Vu Van Truat había nacido en Ké-Thiec en 1816 y se preparaba para ser catequista cuando fue arrestado con sus dos compañeros de martirio. Como perseveraba firme en la fe pese a los azotes y malos tratos, san Juan Carlos Cornay le mandó a la cárcel el diploma de catequista. Lo sacaban para el suplicio cuando un mandarín le dijo que por qué se dejaba matar siendo tan joven, que era una cosa estúpida, a lo que el mártir respondió que no era estúpido dar esta vida terrena a cambio de la eterna.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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